Maximiliano Smith, el último soltero de los Insoportables descendientes, nos contará su historia de amor. Después de una relación fallida y una hija, encontrará a la mujer que haga latir su corazón.
Solo que ella, será un alma indomable y él deberá luchar para penetrar esa dura coraza, si quiere el premio mayor. "el corazón de su amada".
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CAPÍTULO 10
Denisse asintió y se alejó del comedor, para cumplir con el pedido de su hijo.
Mientras que Fabián se sentó frente al plato con el desayuno, pero no tocó nada.
Fabián estaba sumido en sus pensamientos. Cuando sintió a alguien que lo acechaba por la espalda. Él sintió su aroma floral y solo sonrió.
—¿Desayunaste sin mí? —le preguntó Malena abrazándolo por detrás y dándole un beso en el cuello.
Fabián se estremeció con esa acción y sonrió.
La jalo hacia él y la sentó en su regazo. Malena le sonrió y rodeó sus brazos en el cuello de su amado, lo atrajo hacia él y lo besó.
Fabián sin dudarlo, le correspondió al beso y se separaron cuando escucharon a una persona acercarse.
Denisse llegó al lugar y Malena no pudo evitar sonreír con algo de vergüenza, pero aun así, no se contuvo de darle un beso casto a Fabián en los labios antes de levantarse.
Fabián estaba totalmente sonrojado, podía ver la incomodidad en los ojos de su madre, pero Malena ajena a esto. Se acercó. Ella y le dio un beso en la mejilla.
—Perdóneme madrina, pero usted es la culpable, por tener un hijo tan guapo e irresistible. —le dijo Malena sonriendo y Fabián se sonrojó aún más.
Denisse no pudo evitar sonreír por la inocencia de esta pequeña y le despeinó un poco el cabello.
—No te preocupes por mi, pequeña. Estas travesuras son normales entre los enamorados. Ahora bien. Siéntate tenemos algo que decirte.
Malena le sonrió a su madrina y asintió, se sentó correctamente en la silla y fijó su mirada en el rostro de Fabián que hoy estaba extrañamente callado.
Fabián sabía que se avecinaba una tormenta y se preparaba mentalmente para tratar de contenerla.
—Malena te encontré un cupo, en una de las mejores escuelas para señoritas. Ahí terminarás de aprender lo que te falta y que yo no estoy calificada para enseñarte.
Malena suspiró, ella no quería convivir con nadie más. Su vida era perfecta solo con ellos dos. No quería tener que lidiar con estúpidos compañeros de clases, que la molestarán. Pero debe ser agradecida con Denisse y obedecerla. Así que por fin rompió el silencio.
—Hum y ¿en qué horario? Prefiero que sea en la mañana y estar de regreso para el almuerzo.
Los dos adultos intercambiaron miradas y un mal presentimiento, se alojó en el pecho de Malena.
Entonces fue cuando Fabián, al fin le respondió:
—Malena no es una escuela, es un internado. Vivirás ahí todo ese año.
El rostro de Malena se transformó, su tierna sonrisa se esfumó y cerró sus ojos tratando de asimilar las palabras de su amado.
—¿Solo te veré, los fines de semana? —le preguntó Malena, mirando fijamente a Fabián. Tratando de contener el nudo en su garganta.
Pero ahora fue Denisse la que terminó de darle la estocada final.
—Malena Amor. Esa escuela queda en Rusia. Haremos lo posible por visitarte regularmente. —le respondió su madrina, sin atreverse a verle el rostro.
—¿Regularmente?¿Por qué no me dicen la verdad? Vamos díganme qué ahora les estorbo. Ya habían tardado mucho en querer librarse de mí.
—Malena por favor —le dijo Fabián, sintiéndose como el peor hombre del mundo.
Pero Malena sabía que para ella no existían las bendiciones duraderas, que no habían cosas buenas escritas en su destino y que debía aprender a sobrevivir sola de nuevo. Pero al menos, ahora era más fuerte y sabía defenderse muy bien.
—No, no se preocupen por mí. Porque si no me perdí, cuando me tocó dormir debajo de la banca de la iglesia. No me perderé ahora. ¿Cuando debo marcharme?
—Malena hija. Es la mejor escuela de Rusia. Es una gran oportunidad para ti.
—Si claro, lo entiendo muy bien. ¿Cuando debo marcharme? —le preguntó Malena, sonando desinteresada.
—Mañana mismo —le respondió Fabián y Malena sintió que le faltaba el aire. Ella dejó el cubierto en la mesa y se levantó de la silla, para subir corriendo a su habitación.
Fabián quiso seguirla, pero su madre lo detuvo.
—Déjala Fabián. Ella debe desahogarse y aceptar su destino. No la estamos abandonando. Iremos a verla o por lo menos, yo iré.
Fabián caminó hacia su despacho y se encerró. No quería ver a nadie. Solo quería llorar, quería saber ¿por qué la vida era tan injusta con él?
Fabián tomó una botella de whisky y se sirvió un trago. Quería perderse en el alcohol. Se tomó el trago de un solo golpe y después se sirvió otro.
Pero no, sé lo tomó. Él entendió que era la última noche, cerca de su amada y quería hacerle una bonita despedida.
Fabián tomó su teléfono y le dió algunas órdenes a sus hombres. Después salió del despacho, rumbo a la habitación de Malena.
Él llegó hasta la puerta y cuando estuvo a punto de tocar, la puerta se abrió.
Malena se sorprendió al verlo, pero ella le mostró una hermosa sonrisa y lo invitó a entrar.
Fabián haciendo uso de su última gota de cordura, se negó.
—No Male, vine a buscarte. Preparé algo hermoso para tí.
Malena volvió a sonreírle y se negó a acompañarlo en esas fachas.
—No, déjame cambiarme. Quiero ponerme linda para ti. —le dijo Malena empujándolo hacia afuera y cerrando la puerta.
Fabián no pudo evitar sonreír. Él se miró la ropa y corrió a su habitación a cambiarse.
A los pocos minutos, él estaba nuevamente en la puerta y está vez.
La mujer que le abrió la puerta lo dejó con la boca abierta.
Pero Malena, también se mordió el labio al verlo
—Estas bellísima, Malena.
—Y tú estás muy, pero muy guapo. —le respondió ella, acercándose a él y besándolo en los labios.
Fabián con su corazón latiendo a mil por horas, la tomó por la mano y la llevó al jardín. Ahí estaba su sorpresa.