*Hola debido a unos errores, los capítulos borrafos de la historia no se eliminan pero si quieren leer la historia pueden empezar desde donde dice "|1|" Gracias por el apoyo *
Katherine, una universitaria tranquila, se ve envuelta en una apasionada relación con Areu, un misterioso joven italiano con un carácter fuerte. Tras una noche intensa, sus vidas se entrelazan, pero Areu guarda oscuros secretos que podrían destruir lo que están comenzando a construir. Mientras la atracción entre ellos crece, él lucha por protegerla sin revelar su peligrosa verdad. ¿Podrá Katherine enamorarse de alguien cuya vida está llena de sombras?
NovelToon tiene autorización de Scarlet Ortiz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
|10|
...[Ella]...
Nunca me había gustado sentirme vulnerable. No era algo que estuviera en mi naturaleza. Siempre me había movido por la vida con la certeza de que podía controlar cada situación, cada persona, cada emoción. Pero con Katherine… todo era diferente.
La observaba mientras dormía a mi lado, su respiración tranquila y su cabello desordenado sobre la almohada. La luz tenue que entraba por las ventanas del penthouse iluminaba suavemente su piel, haciéndola parecer aún más irreal. Como si no perteneciera a este mundo, o al menos no al mío.
La noche había sido intensa, más de lo que había anticipado. Y no hablo solo del sexo, aunque eso había sido increíble, explosivo, como si cada centímetro de nuestros cuerpos hubiera estado esperando ese momento desde la primera vez que nos vimos. No, era algo más. Algo que me carcomía por dentro mientras la tenía entre mis brazos, algo que no podía definir con precisión.
Me pasé una mano por el cabello, recostándome contra el cabecero de la cama mientras la miraba. ¿Qué demonios me estaba pasando? No era la primera vez que me llevaba a una chica a casa. Había tenido otras noches, otras mujeres… pero ninguna había dejado este vacío en mi pecho cuando pensaba en que, eventualmente, tendría que dejarla ir.
Pero no podía. No con ella.
El problema era que Katherine no sabía quién soy realmente. No tenía ni idea de que el hombre con el que estaba acostada esa noche no era solo un tipo con un penthouse lujoso y una sonrisa encantadora. Yo no era solo Areu, el chico que la había sorprendido en una galería de arte. Había cosas en mi vida, cosas que preferiría mantener enterradas, lejos de su mundo. Y de repente, ese límite que siempre había mantenido claro empezaba a desdibujarse.
Katherine murmuró algo en sueños y se acomodó más cerca de mí, su pierna rozando la mía. Sentí el calor recorrerme de nuevo, pero esta vez no solo era deseo. Era una necesidad absurda de protegerla, de mantenerla lejos de todo lo que era oscuro en mi vida. Pero ¿cómo hacerlo cuando ella empezaba a ser mi única luz?
Intenté sacudir ese pensamiento, pero era inútil. Me levanté con cuidado, tratando de no despertarla, y caminé hacia la cocina. Necesitaba despejarme. Mientras preparaba café, no podía dejar de pensar en las conversaciones que había tenido con mi tío, esas advertencias veladas sobre mantener la cabeza en su sitio y no dejar que "distracciones" se metieran en mi camino. La familia siempre primero, me decían. Pero últimamente, la palabra familia tenía un peso diferente cuando pensaba en Katherine.
Tomé la taza de café y volví a la habitación, apoyándome en el marco de la puerta para observarla de nuevo. ¿Qué haría cuando despertara? ¿Seguiría viendo al hombre encantador que había conocido, o comenzaría a notar las sombras que arrastro?
Ella abrió los ojos lentamente, parpadeando como si necesitara adaptarse a la luz. Cuando me vio, sonrió, y esa simple expresión hizo que mi corazón se detuviera por un segundo.
—Buenos días, —murmuró, su voz aún ronca por el sueño.
Me acerqué a la cama y le tendí la taza de café.
—Buenos días, dormilona, —respondí con una sonrisa, ocultando la tormenta que se agitaba dentro de mí.
Tomó la taza y dio un sorbo, sus ojos fijos en los míos. Por un momento, ninguno de los dos dijo nada. El silencio no era incómodo, pero sí estaba cargado de algo que ninguno de los dos sabía cómo manejar.
—Anoche fue… —empezó, pero dejó la frase en el aire.
Me senté a su lado, deslizando mi mano por su espalda.
—Fue increíble, —completé por ella. Porque lo fue. Pero también fue más que eso.
Ella asintió, dejando la taza en la mesita de noche antes de girarse para mirarme de frente.
—¿Y ahora qué? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Esa pregunta me golpeó más de lo que debería. ¿Ahora qué? No tenía una respuesta clara, y eso me asustaba más de lo que quería admitir. Pero no podía decirle eso. No después de todo lo que habíamos compartido.
—Ahora, —dije, inclinándome para besarla suavemente—, ahora veremos a dónde nos lleva esto.
Sus labios se curvaron en una sonrisa, y esa fue toda la respuesta que necesitaba por ahora. Pero mientras la besaba de nuevo, mientras nuestros cuerpos se entrelazaban una vez más, no podía dejar de pensar en que cada momento que pasaba con ella complicaba todo.
Porque hay cosas en mi vida que no pueden quedarse ocultas para siempre. Y tarde o temprano, esas sombras iban a alcanzarnos.