El matrimonio arreglado de la primera hija del Conde Harris con el Duque Carnegie III y su peculiar convivencia
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Paciencia agotada
El susurro aterciopelado del duque en el lóbulo de Samantha erizó cada vello de su cuerpo
-¿Q… Qu qué tenemos pendiente mi señor?
James acercó sus labios aún más, rozando con sus dientes el pabellón auricular de su dama, mordió lentamente a lo que Samantha respondió sin cuidado incorporándose en sus pies
-Du duque, es muy temprano deberíamos
-No vas a empezar de nuevo Samantha, te pedí que me llamaras de otra manera
La voz del duque se endureció mostrando en conjunto a su rostro, una seria expresión
-James…- Aunque esta vez no tartamudeo, estaba increíblemente nerviosa y quien no lo estaría delante del duque, era uno de los pocos que causaban tanto temor en el señorío
-Samy…- Dedicó la más seductora de las sonrisas posicionándose al frente, rodeo su estrecha cintura con sus grandes manos acercándola a su pecho -¿Aún sigues pensando que soy un ser lascivo y lleno de lujuria que te hará arder en el infierno por tocarte?
Samantha con las mejillas enrojecidas bajó la mirada y asintió. Las carcajadas del duque resonaron en las cuatro paredes del despacho. Pero habían sido demasiadas palabras ya, necesitaba más acción
Sujetándola firmemente la alzó hacía la mesa subiendo la falda para estampar aquellos grandes glúteos pálidos y redondeados en el escritorio, tomó ambas manos de la duquesa y las llevó juntas por encima de su cabeza obligándola a mantenerse recostada y quieta en su lugar
-Es la mejor vista que he tenido de mi esposa y aún tienes ropa- Deslizó su traviesa mano en dirección a la ingle de Samantha donde corrió la ropa interior hacía un lado para comprobar sus sospechas
Por mucha negación que Samantha verbalmente expresara, su cuerpo disfrutaba cada tentación por parte de James, dibujo líneas verticales entre sus labios, robando suspiros de los labios de Samantha quien en silencio, mordía sus labios para callarlos
-Nos pueden escuchar James…- El duque la miró a los ojos lleno de picardía, realmente no le importaba si los escuchaban, era su castillo
Soltó las muñecas de Samantha y se escabullo bajó su falta, tomo ambas extremidades encima de sus hombros y se sumergió en los labios más suaves, carnosos y jugosos que había probado jamás. Eran muchas las mujeres que habían pasado por sus manos, ninguna que significara algo para él, ninguna que lo hiciera sentir como Samantha
Con dedicación exploró con su lengua cada rincón de Samantha quien solo seguía reprimiéndose al punto de casi hacer sangrar sus labios
-Déjate llevar Samy- Con voz seductora se posó encima de ella, besó sus labios y al separarse tomo sus piernas a cada lado de su cabeza -Te encantará esto
-Por favor no…- el pánico se apoderó de ella- No quiero tener un hijo todavía
-Ja ja… Samantha no digas esas cosas, no estamos haciendo esto solo por un hijo…- Resopló frustrado- Eres especialista en opacar mis deseos
-Perdón…-
-Perdón- La mofó mientras la mantenía prisionera en esa posición – Te daré algo luego para que no quedes embarazada… ¿Puedes relajarte por una maldita vez? Es el tercer intento desde que he llegado
Con una de sus manos liberó el tercio superior del vestido, en pinza sujeto con la yema de sus dedos el rosado botón de Samantha, propiciándole las más suaves y gustosas caricias
-Esto es todo lo paciente que puedo ser…- Susurró mientras con la mano libre se dirigió a la puerta de entrada al paraíso de Samantha
-Duele…
-Shh…- Con poco esfuerzo alzó su cadera para posicionarla mejor y llegar al tope, adentrándose lentamente- Te gustará cuando te acostumbres
Samantha nunca había experimentado nada igual, era una sensación extraña, mezcla entre escozor, dolor, placer y cosquilleo
"Mi Samantha, eres mía"
James apretó los dientes y maldijo un murmuro inentendible, quería destrozarla como un salvaje, pero debía controlarse hasta que pudiese acostumbrarse a él
"Es perfecta"
La temperatura acogedora, su cuerpo curveado y bien proporcionado, su piel pura y su rostro inocente, era todo lo que él necesitaba y no lo sabía
Tomó con ambas manos las caderas de Samantha para moverla con más firmeza, aumentando la intensidad de sus movimientos
-Ah… jaam…es
Cada clamor que brotaba de los labios de su esposa, lo enloquecía aún más. Con fuerza la alzó por su espalda mientras bajaba del escritorio entrando en ella en el aire
-Me voy a caer
James la calló mordiendo ferozmente sus labios mientras continuaba, sentía entrar y salir de su interior húmedo, estrecho y acogedor
-Ah mhmm!
La estocada final hizo caer la cabeza de Samantha en su hombro, sudorosa y deshecha, lucía perfecta para él quien acompaño el éxtasis al sentir los espasmos de su interior
***
El cuerpo de Samantha temblaba y se movía de un lado a otro en la cama, estaba teniendo pesadillas de nuevo, sin saber lo recurrente y tormentosas que eran las pesadillas para Samantha, James la acogió entre sus brazos
-Shh todo está bien, tranquila
Después de un acalorado primer encuentro, Samantha cayó rendida y agotada en los brazos de James quien la cubrió con su capa y llevó hasta su habitación, quería tenerla para él el resto del día y toda la noche
Samantha movió los dedos de los pies, incapaz de mover completamente las piernas, las sentía entumidas y pesadas. Pestañeo un par de veces con sus largas blancas pestañas, dejando que sus ojos sensibles a la luz vieran el primer rayo del sol que se colaba por la ventana
-Buenos días princesa- La voz de James la sorprendió, no se había percatado del grueso y pesado brazo que se posaba en su cintura, por el contrario, se sentía tan cómoda y confortada que no quería moverse de allí
-Buenos días duque…
-No empecemos mal
-James- Susurró ruborizada
Los largos dedos del duque se deslizaron recorriendo los labios de Samantha, aproximándose a ellos para devorarlos con los suyos
-Ya te he dejado descansar demasiado, estoy a punto del delirio por ti
Por los siguientes dos días, ninguno de los dos vio la luz del sol más allá de la ventana de aquella habitación
le pierdes el interés