La vida de Camila en Florencia se convierte en una pesadilla cuando es víctima de un secuestro y un brutal asalto. Dos semanas después, vive atrapada por el terror y el silencio junto a su flamante esposo, Diego Bianchi, el poderoso CEO de una de las dinastías más acaudaladas de Italia. Para proteger la estabilidad de su nueva vida, Camila le oculta a Diego la verdad más oscura de aquella noche, catalogada oficialmente como un "secuestro normal".
Diego, un hombre que la sacó de su humilde vida como camarera, la ama con una posesividad controladora, pero al mismo tiempo la avergüenza por su origen, viéndola más como un trofeo que como una esposa. Esta mentira es el cimiento quebradizo de su matrimonio.
La tensión explota en la cena familiar de los Bianchi, donde Diego presenta a Camila sorpresivamente como su prometida. En medio de la fría y juzgadora élite, la belleza de Camila impacta profundamente al hermano menor de Diego, Alejandro, quien queda irremisiblemente atónito.
A medi
NovelToon tiene autorización de Isa González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
¿Embarazada?
Camila y Diego regresaron a la mansión. Ella estaba completamente destrozada; no sabía cómo había logrado mantener la compostura y aparentar normalidad durante el resto de la velada en casa de sus suegros. Con el control finalmente perdido, las lágrimas brotaban de sus ojos mientras le gritaba a Diego:
—¡No entiendo por qué me hiciste esto!
—Ya te dije que eso fue algo sin importancia —respondió él, con un tono irritado que no mostraba el menor rastro de culpa.
—¿Sin importancia? ¡Mira lo que ella dice! ¡Me asegura que están juntos desde antes de nuestro matrimonio, Diego! ¡Eres un desgraciado mentiroso! —le gritó Camila, un dolor profundo y lacerante impregnando cada palabra.
—Mira, Camila, ya te dije que eso no tuvo ninguna importancia. Así que ya basta de reclamos y de gritos —contestó Diego, su enojo escalando peligrosamente.
—¡Pero a ti qué te pasa! En lugar de pedirme perdón, ¡me tratas como si estuviera loca! ¡Me traicionaste! ¡Tienes una amante, Diego! ¡Y yo no puedo vivir con eso! ¡Quiero el divorcio! —exigió Camila, sollozando sin consuelo.
—¡Ya basta! ¡No más gritos, no más reclamos! Escucha, Camila, y escúchame muy bien: tú jamás te vas a divorciar de mí. ¿Sabes por qué? Porque si lo haces, yo me voy a encargar de que pases el resto de tu vida en la total miseria, ¿entiendes? Como te dije, sin mí no eres nada. Yo te saqué de la basura, y allí volverás si yo quiero.
_ ¿Qué? ¿Ya no recuerdas cuando te conocí? Eras una simple mesera que vivía en un apartamento horrible, lleno de ratas, ¿ya no lo recuerdas? —le espetó Diego, con la misma frialdad cortante que la había aterrado en la biblioteca.
Camila lo miró horrorizada. Nunca había sentido tanto dolor y terror al mismo tiempo. El hombre que tenía enfrente no era el esposo que creía conocer.
—¿Por qué me hablas así? —preguntó Camila, la sorpresa y el miedo nublando su voz.
—Porque no voy a permitir que me dejes. Estoy dispuesto a todo, Camila, a todo. Así que mejor olvidas esto y seguimos como si nada hubiera pasado. Te lo digo por tu bien —respondió Diego, la amenaza resonando en el aire.
Camila estaba destrozada. Todo su mundo, la seguridad que creía tener, estaba hecho añicos.
Desde esa noche, Camila solo encontraba consuelo llorando en silencio en los rincones de su habitación. Ahora no solo cargaba con el tormento de la traición, sino que también tenía que soportar el infierno en que se había convertido su matrimonio.
Pero esto solo sería la punta del iceberg. Camila estaba a punto de recibir otro golpe demoledor.
"Esto no puede ser. Mi periodo debió llegar hace una semana. ¿Por qué no ha llegado?", se preguntó Camila preocupada, mirando con fijeza el calendario.
Se levantó y caminó hasta el baño, sintiéndose profundamente inquieta. Un presentimiento que no la dejaba en paz le oprimía el pecho.
"No, seguramente estoy estresada. Me han pasado demasiadas cosas estas últimas semanas", se dijo, intentando calmar su mente acelerada. Pero la incertidumbre era insoportable.
Decidió salir de dudas y le pidió a la empleada de confianza que comprara varias pruebas de embarazo, exigiéndole absoluta discreción. Nadie, especialmente Diego, debía saber de esa compra.
Mientras esperaba ansiosa en la habitación, cada minuto se sentía como una hora. Cuando la empleada finalmente llegó, Camila realizó los test. El resultado fue innegable. Estaba embarazada.Se desplomó inmediatamente. No podía creerlo. ¡¿Embarazada?! No, eso no podía estar sucediendo en medio de su miseria.
Camila se quedó sentada unos minutos, intentando digerir la noticia. Pero ¿por qué no sentía alegría? Por la misma razón que la había atormentado todo este tiempo: el abuso del cual había sido víctima.
Una pregunta crucial perforaba su mente: ¿Quién era el padre de su hijo?.
Mientras tanto, Diego recibió una visita inesperada en su oficina.
—¡¿Qué diablos estás haciendo aquí, Samara?! —le preguntó a la rubia que irrumpió furiosa.
—¡Hoy me sacaron de mi apartamento! Todas mis cosas fueron arrojadas afuera como basura. No puedes hacerme esto, Diego, no después de tanto tiempo siendo tu amante —le reclamó ella, con la voz temblando de rabia.
—Te quisiste pasar de lista y no te funcionó. ¿Qué creíste? ¿Qué dejaría a mi mujer por ti? ¿Qué ella me dejaría por un simple mensaje? Estás muy mal de la cabeza. Tú misma lo arruinaste todo. Ahora ya no te necesito, tengo a otra mucho mejor que tú —respondió Diego con arrogancia desmedida.
—¡Eres un cerdo! ¡Te odio, Diego Bianchi! —le gritó ella, antes de que su voz fuera cortada.
Él hizo una señal a seguridad para que la sacaran de su oficina de inmediato.
mendigo infiel
son fuego