Rindiendome A Tu Piel

Ayala sabía que él no estaba siendo profesional, sin embargo ella había tenido que pasar por las manos de algunos psicópatas, y en Will no veía maldad.

Lo que veía era dolor, sufrimiento, tristeza, y podría jurar que tenía miedo de lo que sentía muy dentro de él.

Will sostuvo la fusta de caballo pasándola por el fuego dejándola calentar levemente, prosiguiendo a pasarla el objeto por el cuerpo de Ayala sin dejar que las cuerdas quemaran su piel.

—Tu palabra de seguridad es *Amarillo*, solo hablaras cuando sientas que estoy pasando el límite.

Dijo Will volviendo a pasar el objeto de tiras por el fuego para luego pasarlo por el cuerpo de Ayala.

—Esa piel canela fue hecha con toda la inspiración y al llegar delante de mí se incrustó con un simple toque, su sonrisa me hacía ser mejor persona, cada momento con ella era una experiencia que mi mente guardo, pero ahora cada vez que la veo, ¡mi cuerpo me quema! no con el placentero deseo que sentí en algún momento, ahora su presencia me grita culpa y esa culpa me consume.

Dijo Will repitiendo la acción de la fusta.

El ardor que ella sentía era cada vez menos llevadero, Will yendo más allá de lo debido.

Sin embargo la declaración que el hacua le causo una tristeza en su corazón Will sufria mas alla de lo que ella umaginaba, muchos habian dicho que un hombre como el no podia amar, pero ella acaba de ser esa hoja en blanco donde el escribia sus palabras de dolor.

Como odio que le sonria a otra persona y yo no dar para hacerla sonreir por que la culpa es mas grande que yo.

Dijo Will dejando caer esta vez la fusta en un golpe, y dos mas llegaron a los muslos de Ayala, quiso resistir mas, sim embargo el cuero caliente irritó su piel al instante y gritó.

“Amarillo”

Por un instante él perdió la cordura de su acto levantando agresivamente la mano, ¡pero!, logró reaccionar antes de cometer un error con su chica.

La observó no creyendo lo que la rabia y el dolor lo llevó a realizar, al ver la mirada de terror de Ayala, logró procesar y a reaccionar que estaba mal su proceder.

Tiro la fusta a un lado y procedió a quitar la máscara y luego las mordazas.

Ayala estiró un poco su cuerpo y sintió dolor y gimió.

—Tranquila no te muevas.

Dijo Will, volteando él cuerpo de ella y trató de buscar las partes no afectadas, la cargó en sus brazos y la llevó a la cama, colocándola boca abajo.

Fue por el botiquín tomando unas gasas especiales para quemaduras y las colocó en las heridas.

—Me excedí ¿por qué no dijiste la palabra de seguridad antes?

Preguntó Will colocando las últimas gasas.

Aguante lo más que pude, usted lo necesitaba, juro que cada palabra que dijo morirá en esta habitación.

Dijo la mujer en un susurró.

—Gracias, puedes quedarte toda la noche aquí.

Dijo Will colocándose de pie.

—Hubiera querido aguantar hasta que gritara su nombre, pero mi cuerpo no quería lo mismo que mi mente.

Dijo ella con una corta sonrisa.

Will la miró, camino hacia la mesa de noche al lado de la cama y sacó unas llaves.

—Es tuyo se que siempre lo has querido.

Dijo Will colocando unas llaves de un auto deportivo que tenía en el parqueadero del lugar.

Alaya se movió, sus heridas dolieron, sin embargo no creía el regalo que le estaban dando.

—¿Hablas en serio?

Preguntó asombrada y a la vez emocionada

—¿Algún día he mentido?.

Preguntó tomando la chaqueta del mueble.

—No eres tan malo como el mundo cree Will García.

Will no dijo nada más, salió de la habitación y llegó a la barra.

Lo que no esperaba fue que al salir de allí, en la barra iba a encontrar a la persona que menos espero ver en esos momentos, ya que era la causante de que estuviera de esa manera.

Se acercó no creyendo lo que veía sus ojos, Vanessa bajó su cabeza al verlo acercándose, con una cara no amigable.

—¿Qué haces aquí? —pregunta Will en un susurró.

La observó de pies a cabeza.

—vine a despedirme de las chicas y de Mario.

Dijo Vannesa sin mirarlo al rostro.

—¿No vas a volver?

Preguntó Will nuevamente en un susurró.

Ella alzó su rostro diciendo:

—¡No! Volveré, me voy de la ciudad, no sabia que estabas aquí.

Will abrió sus ojos.

Escuchando lo dicho, volvió a mirarla fijo haciendo que su rostro se tensara, de todo lo que ella le hacía sentir en ese instante.

—¡Aida! ayuda a atender a Ayala.

Fue todo lo que dijo para dar una vuelta y salir hacia el parqueadero del lugar.

Vannesa al escuchar lo dicho abrió sus ojos observó a Aida su rostro de preocupación y salió rumbo a la habitación donde estaba él anteriormente.

Aida al ver el comportamiento de Vanessa, se fue atrás de ella encontrando a Ayala en muy malas condiciones, esta acción hizo de que Vanessa se llenase de ira por los alcances de este hombre inhumano.

Corrieron hacia Ayala revisando sus heridas.

—¿Te encuentras bien?.

pregunta Vanessa preocupada por el enrojecimiento de su piel.

—Estoy bien, fue sádico, pero yo acepté, fue mi culpa que llegara a este límite.

Dijo Ayala tranquilamente.

Tal acción ocasionó que una ira despertara de Vannesa; lo que vio esta vez no la iba a intimidar. Así que se colocó de pie para ir tras el autor de la atroz escena.

—¿Qué piensas que haces?

Preguntó Alaya, al ver la actitud de Vannesa.

—A enseñarle a respetar a una mujer, su ira debe sacarla de otro modo.

Respondió caminando hacia la puerta.

—Fue mi decisión, no fue irrespetuoso.

Dijo Ayala enojada con la actitud de Vannesa.

—Lo sé, pero debo hablar con él.

Dijo y salió de la habitación.

Fue lo más rápido posible hacia el garaje del sitio, viendo a lo lejos como él estaba de pies al borde de un auto, deportivo, daba golpes de irritación sobre el auto mientras abría la puerta para subir, cuando escuchó un grito.

—¡Will!, espera ahí, que tú y yo tenemos que hablar.

Dijo ella mientras caminaba hacia él.

Al escuchar la voz y la determinación de Vannesa, una determinación que no veía en ella hace mucho, pero que lo tenía fuera de sí, no lo podía creer.

Era tan grande su atrevimiento de llamarlo así allí, pero era la imagen más hermosa que sus ojos algún día pudieron observar, sus curvas se alineaban perfectamente con el compás del viento, creando la mejor imagen que cualquiera hombre, quisiese admirar.

—Eres un bestia, ¿cómo pudiste dejarla de esa manera?, ¿era lo que querías hacer conmigo?, ¿a mí querías castigar de ese modo?.

Vannesa lo llenó de preguntas, con rabia.

—¡No te metas!, ya me dejaste las cosas claras déjame hacer mi vida.

dijo colocándose frente de ella, acercándose peligrosamente hasta quedar muy cerca de su rostro.

Sus rostros quedaron tan cerca que podían percibir el mismo aire esparcido en el lugar.

—¡Déjame decirte algo que siempre preguntas!, no me das miedo, puedes intimidar al resto del mundo, ¡Pero a mí no!, son personas, no un perro, no son tus animales para que la trates de ese modo.

Le reclamo repudiando el acto.

—¿Cuál es tu problema?, ¿recordaste que soy un monstruo, verdad?.

preguntó Will.

—No eres un animal, ni mucho menos un monstruo.

Dijo ella bajando el tono de su voz.

—¡Aléjate de mí!, no te quiero tener cerca, deja que me convierta en lo que me crearon.

Pidió con una respiración profunda.

—¿Cuál es tu problema? No eras así.

preguntó ella.

—¡Tú eres mi problema! Necesito olvidarte.

Respondió él acercándose y sosteniéndola del brazo.

—¡Suéltame! Me lastimas.

Susurró ella jalando de su agarre.

—¿Vamos a ver hasta dónde llega tu valentía?

preguntó él abriendo la puerta del carro metiéndola en él