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SI PUDIERA SALVARNOS

SI PUDIERA SALVARNOS

Status: En proceso
Genre:Amor de la infancia / Autosuperación / Reencuentro / Cambio de Imagen / Riqueza en una noche / Pretendiendo ser otra persona
Popularitas:1.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Irwin Saudade

Ivin quiere lo mejor para su familia y por eso esconde un secreto: por las noches es dama de compañía. Durante una noche de trabajo, se reencuentra con su crush de toda la vida. ¿Qué podría pasar cuando tu primer amor te confiesa estar enamorado de ti, pero tú estás en alquiler para otros hombres? ¿Por qué el amor es difícil a veces? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué el amor no siempre nos salva?

NovelToon tiene autorización de Irwin Saudade para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

OFICIAL ROMÁNTICO

...Una semana después......

—¡Hey! Ya despiértate. ¡Ivin! Ya es tarde.

Siento como su mano sacude mi hombro. El sonido de su voz me obliga a incorporarme y de pronto, me doy cuenta de que he pasado toda la noche en esta esquina de mi habitación. ¡Me quedé dormida mientras pintaba!

—¿Ya es hora? —Le pregunté muy adormilada.

—Sí. Ya es hora. Nosotros ya nos vamos. Mamá te está esperando abajo. ¡Se te hizo bien tarde!

Asentí.

—Bajo en diez minutos, solo deja que me cambie.

—De acuerdo. Ya te preparé tu canasta con pays. ¡Nos vemos al rato!

—Gracias Estefan. Vayan con cuidado. ¡Nos vemos al rato!

Tuve que cambiarme lo más rápido posible. Pantalón de mezclilla desgastado, camiseta negra, anteojos y ya, no me dio tiempo de pasar frente al espejo. Ni siquiera había tenido tiempo de ver cómo había quedado mi pintura de anoche.

—¡Buenos días! —Saludé a mis padres.

—¡Buenos días, hija! —Correspondió mi papá.

—¿Descansaste bien?

—Sí. Me siento muy bien. Soy como un roble, fuerte y macizo.

Sonreí. Papá era muy animoso.

—¡Siempre has sido fuerte! Ya verás que te recuperarás pronto.

Bebió un poco de té, mamá le estaba terminando de preparar su desayuno.

—¿A dónde vas?

—Voy a ir a trabajar.

Su mirada se tornó curiosa y cuando me miraba así, me daba sentimiento. ¡Su mirada me hacía sentir frágil!

—¿Qué haces ahora?

Desde su enfermedad, papá ya no había podido retomar las labores con su oficio. Ahora está limitado a estar en casa. De su habitación a la cocina. De la cocina al jardín y del jardín a la calle, solo cuando mamá lo lleva a caminar por el vecindario. Nuestras vidas habían cambiado mucho.

¡Nosotros éramos los que veíamos por los gastos económicos!

—Mis hermanos y yo vendemos postres. Ya sabes, esos pays que tanto te gustan, también les encantan a las personas.

—¿Salen a vender?  —Parecía un poco desconcertado.

—Sí.

—Pero eso es peligroso.

—Por eso salimos con mucho cuidado.

—No. Mejor ya no deberían salir a vender. ¡Voy a recuperarme para poder volver a trabajar como antes!

Ver ese lado optimista que aún quedaba en su interior, me hacía sentir mucha ternura por mi padre. ¡Era obvio que él extrañaba su vida! ¿Y cómo le dices a tu ser querido que ya nada volverá a ser lo mismo de antes? ¿Cómo le explicas a tu padre que la vida no mejorará?

—¡Claro que sí! Solo que ahora es mejor que te concentres en recuperarte para que puedas volver a la normalidad. ¡No te preocupes mucho por el futuro! —Quería darle ánimo.

¡Mentira! Nada volvería a la normalidad, yo solo quería que papá se sintiera despreocupado. Muchas cosas habían cambiado y el tiempo no se podía regresar. Una parte de nosotros aún no era capaz de decirle de forma abierta que su vida había cambiado debido a una discapacidad que su cuerpo cargaba.

—¿Vas a desayunar algo? —Me pregunta mamá.

Eran cuarto para las ocho y el reloj seguía avanzando. ¡De verdad que se me había hecho tarde! Todo por andar desvelándome con los óleos. ¡Mi locura era grande y mi cansancio también!

—No. Mejor desayuno al rato que venga. ¡Ya se me hizo bien tarde!

—Por lo menos toma ese vaso de licuado que hice. Es de guayaba —me dice mamá.

¡Mi licuado favorito! Sin dudar tomé el vaso y me lo empiné a la boca. Dulce, cremoso, delicioso fue el sabor que desencadenó en mí.

—¡Gracias ma! Nos vemos al rato.

—Ve con cuidado mija.

—Sí. Nos vemos. Si necesitan algo, me llamas por cualquier cosa.

—¡Cuídate Ivin! —Me dijo papá.

Me acerqué a él y sin dudarlo, le di un abrazo bien cálido. Fuerte. Un abrazo que me ayudara a reconstruirme de entre las cenizas. ¡Me sentía demasiado conmovida!

—¡Te quiero! —Dije despidiéndome de él.

—Yo también te quiero hija.

Y así, días tras día, luchábamos para obtener lo necesario y poder vivir sin molestar a nadie. ¡Ya nos habíamos acostumbrado!

Cuando una enfermedad abraza el alma de un ser querido, la vida de este y de todos los que le rodean, siempre va a cambiar. Se necesita aguante, empatía, valor y, sobre todo, amor. ¿Serias capaz de adaptarte a un cambio como ese en tu vida? ¿Serías capaz de aguantar todo el desgaste que conlleva el velar por un enfermo? ¿Serías capaz de sentir lo mismo que siente el paciente? ¿Sentirías miedo por la vida actual que llevas?

...🦋🦋🦋...

A las once treinta andaba caminando cerca de la pirámide y mi caja de los pays estaba un poco pesada.

Esta vez había varias personas cuidando a sus perros y algunos, simplemente, estaban sentados en las bancas del parque. El sol comenzaba a provocar calor y sin querer, comencé a sentir mucho cansancio en mis pies. Me obligué a sentarme debajo de un árbol, un fresno que refrescaba demasiado bien con su sombra. ¡Mi oasis!

—¡Hola! —Escuché que hablaban.

Yo estaba acomodando el interior de mi canasta, aún me faltaban por vender al menos diez pays. ¡Y eso que hoy se me había hecho tarde!

—¡Chica de los pays! —Exclamó él.

Alcé la vista y observé para todos lados. ¿Quién...? Se detuvo justo enfrente de mí. Al momento de mirarle directamente a los ojos, sentí nervios en mi interior. ¿Cómo era posible que estuviera aquí? ¿Si era él? Dude en ponerme de pie, me acordé de esa noche que intentó sobrepasarse conmigo y del moretón que me había salido.

—¿Aún tienes pays?

—Sí. ¿Cuántos quiere?

—¿Cuántos te quedan?

Sus ojos, la última vez que los había visto, fue en ese club nocturno, donde el baile y mi intención de ganar dinero, fueron un absoluto asco. Vi sus manos acariciar el botón de su camisa que quedaba en su pecho, había vellos en sus dedos y me acordé de su tacto sobre mis piernas.

¿Qué sucedió entre nosotros?

—Me quedan diez.

Noté que él estaba un poco pensativo. ¿Me reconoció? Enfocó sus ojos en mis pupilas, Gustavo tenía la mirada llena de oscuridad.

—Dámelos todos.

¡Orales! Qué buen cliente resultó ser. Gustavo, el amigo de ADINERADO DE BUEN VER, estaba de pie frente a mí, buscando billetes en su cartera de piel. ¿Qué había pasado entre nosotros para que la vida nos volviera a permitir vernos?

Le di todos los pays. Mis anteojos eran mi disfraz.

—¿Cuánto te debo?

—Serían ciento sesenta y cinco.

Me dio un billete de doscientos pesos.

—Ahorita le doy su cambio.

—No te preocupes, así está bien. Es para que te compres un agua. Está haciendo mucho calor.

Me regaló una sonrisa. De pronto no entendía por qué él estaba haciendo algo así por mí. ¿Me reconoció? ¿Sabe que yo soy la escort a la que intentó usar para saciar su deseo? Los pensamientos comenzaron a traicionarme y agradecí mucho estar cubierta por un disfraz simple: anteojos de armazón grueso.

—¡Gracias! Es usted muy amable, pero...

—¿Puedo saber cómo te llamas?

Su pregunta me puso en una encrucijada. ¡No podía estar pasando esto!

—¿Por qué quiere saber mi nombre? —Contraataque con otra pregunta.

—Te me haces una señorita dulce.

—¡Oh! Pues la verdad, no creo ser muy dulce porque no soy diabética.

Mis palabras le dejaron en shock. Su expresión causo mucha gracia.

—¿De verdad?

Asentí para intensificar mis palabras.

—Agradezco mucho su compra tan generosa. ¡Me tengo que ir!

Mi intención era poder huir de allí.

—¿Quieres que te dé un aventón? Si gustas te puedo llevar sin problema alguno.

—No, así está bien.

Comencé a caminar, le di la espalda y deseaba no verlo más.

—¿Y si te invito un trago?

Me sorprendió ver que estaba muy insistente conmigo, venía caminando a la par de mis pasos.

—No bebo alcohol.

—Te invito un agua de sabor.

—¿Qué es lo que quiere? —Me detuve en seco.

—Bueno es que...

—¿Acaso tiene interés en mí?

Se sorprendió un poco.

—La neta sí. Veo que tienes buen cuerpo y...

—¡A mí no me gusta usted!

—Perdón, creo que inicie con el pie izquierdo. No me he presentado.

—No hace falta.

—¿A no?

—Es que no me interesa. ¿Qué le hace creer que aceptaría su propuesta de salir esta tarde con usted?

Cerca el uno del otro, ojos profundos oscuramente y el sabor de una tarde airosa. ¿Qué cosas pasaban por la mente de este hombre? ¡Yo siempre me mostré clara ante sus peticiones locas!

—¿Te gustaría pasarla bien?

—¡Llamaré a la policía!

Su mano me sujeto de la muñeca, lo empuje sin miedo.

—No hagas eso, no te conviene.

—¡A usted no le conviene! Es un pedazo de basura.

Enarcó sus cejas, yo estaba comenzando a prenderme en furia y me dio coraje estar allí.

—Anda. No te hagas del rogar. Se nota que...

—¡Viejo cochino!

Le arrebaté mi mano y él me empujó. Caí al suelo. Mis lentes salieron volando y mi canasta también. ¿Por qué tenía que sucederme esto a mí? Cuando intenté incorporarme, él ya no estaba, se había esfumado.

—Oye, ¿te encuentras bien? —Me preguntó un hombre uniformado.

Me agacho y recojo mis anteojos. ¡Se estrellaron!

—Todo está bien —mentí—. Bueno, mis anteojos se rompieron y un hombre intento sobrepasarse conmigo.

Su uniforme me hizo arquear las cejas, cuando vi sus ojos, sentí que mi corazón se aceleraba. ¿De verdad estaba pasando esto? No esperaba que él me fuese a socorrer en este momento.

—¡Ángel! —Dice él.

—Jonatán. ¿Eres oficial de policía?

1
Bella Maldonado Beltran
Excelente
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