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Amor por Contrato...

Amor por Contrato...

Status: En proceso
Genre:Matrimonio contratado / Maltrato Emocional / Embarazo no planeado / Traiciones y engaños / Matrimonio arreglado / Romance oscuro
Popularitas:2.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Tania Uribe

Casada por dos años con un hombre que pensaba que la amaba, pero luego este le fue infiel y decidida se divorció, se fue del país y comenzó otra vida lejos de ese mal recuerdo.

Sin imaginar que se encontraría con un problema...

Viviendo en otro país, lo primero que hizo fue ir a un bar, tomar quién sabe cuantos tragos de tequila y un par de margaritas, termina teniendo una aventura de una noche y luego se fue sin decir una sola palabra.

Después de ello su familia busca casarla, pero antes la hacen firmar a ella y futuro esposo un contrato el cual establece que sí alguno de los dos era infiel, el divorcio sería inmediato y además de tener que pagar una indemnización que era el equivalente al valor de ambas empresas familiares.

Firmaron. Ella trataba de olvidar aquella aventura, mientras que él buscaba con desesperación hacerle saber a ella que él era el hombre al que le había dado el mejor sexo de su vida y que su aventura no es un error, si no un perfecto error.

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Capítulo 8

SOFÍA

La luz de la mañana daba en mi rostro haciendo que me despertara, miré hacia otro lado y allí estaba mi hombre, durmiendo con la boca abierta babeando la almohada. Se veía tan tierno y lindo durmiendo, su expresión era tranquila y pacífica. Toqué suavemente su rostro con la punta de mis dedos, su mirada me daba tanta plenitud y paz que era más que suficiente para hacerme querer estar con él por el resto de mi vida.

Entonces Dmitri se movió y me abrazó poniendo su brazo encima de mí y su pierna sobre la mía, era lo mismo cada mañana, lo mismo y sobre todo luego de hacerlo.

Suspiré pesadamente mirando el techo pensando en cómo quitarme de encima a este hombre, ya ni la primera vez que acosté con él en aquel hotel. Que hasta el momento no entendía cómo lo había hecho, aunque supuse que al tener prisa por irme eso fue posible.

Comencé el complicado proceso de quitármelo de encima, y cuando estaba por quitar su brazo, este me atrajo hacia él, me dio un beso en la frente y me abrazó sujetándome de la cintura atrayéndome hacia él. El muy maldito sonreía con descaro.

—No vas de aquí...—Dijo dormido.

—Dmitri, tengo que trabajar—. Se quejó.

—No, hazlo aquí. Además, puedo servirte de inspiración—. Me reí al pensar en ello.

—Eres un demente. Suéltame, por favor—. Poco le importó y me tuvo abrazada con él por alrededor de veinte minutos. Era en verdad muy infantil este hombre por las mañanas.

—Demente tal vez, pero de amor por ti...

Sonreí dándole un beso en la mejilla, él sonrió también y aun así no estaba para nada dispuesto a soltarme.

Entonces mi teléfono sonó y como pude lo tomé estando aún sujeta a Dmitri. Era mi abogado.

—Mi amor, es el abogado— Le dije a Dmitri y casi de inmediato me soltó. Nos sentamos en la cama y puse al abogado en altavoz.—Buenos días, abogado, ¿qué sucede?—Esperaba que no fuera nada malo.

"—Buenos días, señorita Vanselow, le llamo para confirmarle que en efecto el señor Sebastián Barré nunca firmó el acta de divorcio, pero no se preocupe pedí una orden al juez solicitando que la divorcien de forma inmediata. Además, dudo mucho que el señor Barré se libre de esto, tendrá que explicar por qué fingió la firma el divorcio y sí fue por lo que usted sospecha, entonces... él tendrá que estar en la cárcel por un tiempo.

—Así que... por el momento, no tengo forma de demostrar que soy una mujer libre—. Pregunté temiendo la respuesta.

"—Así es, pero con los cargos que tiene el señor Barré, el proceso será rápido."

—¿De cuánto tiempo estamos hablando?—Pregunté.

"—De seis meses a un año, aproximadamente.—"

Terminamos la llamada con el abogado luego de afinar algunos detalles en uno de los documentos sobre la venta del departamento, el cual nunca fue vendido y, en cambio, estaba viviendo Susana en él. Afortunadamente, el abogado actuó rápido y envió una orden de desalojo.

—Es increíble...—Dejé caer mi espalda en el respaldo de la cabecera. Mientras Dmitri tomaba mi mano.—¿De dónde carajos sacó el dinero este hombre? Fantástico...

—No sirve de nada que te enojes, además, dentro de poco tendrás una respuesta por parte del abogado y el juez. Dudo mucho que esos dos puedan encubrir todo en poco tiempo—. Dmitri tenía razón; sin embargo, no podía dejar de pensar en por qué ambos tuvieron la necesidad de hacer todo eso, no tenía sentido.

Dmitri y yo nos quedamos en casa trabajando, además no tenía nada a que salir y Dmitri siendo el Jefe de su propia compañía podía tomarse ciertas libertades.

Estuvimos trabajando cada quien en su esquina, pero había momentos en los que Dmitri no dejaba de devorarme con la mirada y lo tenía que ignorar, definitivamente ambos éramos adictos el uno al otro.

Logré terminar mi trabajo y lo envié. Suspiré satisfecha dejándome caer en el sofá de piel oscuro de la sala de estar que estaba a lado del estudio.

Entonces oí a Dmitri hablar por teléfono lo cual me pareció raro, eran las cinco de la tarde y todos los empleados de su empresa se habían ido a casa. Así que me levanté del sofá algo intrigado, no pensé ir a ver, pero algo me decía que debía hacerlo y cuando menos me di cuenta ya estaba allí parada a lado del marco de la puerta del estudio que estaba emparejada. La puerta era pesada, así que no le moví casi nada, me quedé allí y lo que oí me dejó helada.

—No, no puedo decirle la verdad a Sofía, sí se entera todo el esfuerzo que he hecho para tenerla a mi lado será en vano y siendo honesto... es la primera vez que siento tanta paz y serenidad cuando estoy con ella y no voy a perder eso—. Lo oí decir. Pero... ¿Qué era eso tan importante que no tenía el valor de decirme? No lo entendía en absoluto.

Sin embargo; me fui de ahí al oírlo que se había levantado del escritorio, volví a la sala de estar. Me senté y en ese momento llegó Dmitri, al verme sonrió y me dio un beso en la frente.

Verlo con ropa casual me era extraño, pero me gustaba. Esa camiseta gris y pantalón negro con rotos en las rodillas y sus pies descalzos me gusta ver ese estilo en él, además de su cabello alborotado y sin peinar.

—¿Terminaste?—Asentí con una sonrisa ocultando el hecho de que había escuchado lo que dijo por teléfono.

—Tardaste mucho, estaba por ir a sacarte de esa oficina, no te fuerces demasiado—. Le pedí, pero él simplemente sonrió.

—No te preocupes—. Se sentó a mi lado y me abrazó. Correspondí el abrazo quedándome pensando de qué demonios estaba pasando.

Lo iba a descubrir, pero no pronto. Antes debía resolver lo de mi divorcio después sería lo demás.

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Celina Saucedo
Que voy y que arreglen el problema y no le den gusto al hermano
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