NovelToon NovelToon
La Casa Donde Aprendí A Odiarme

La Casa Donde Aprendí A Odiarme

Status: Terminada
Genre:Completas / Amor de la infancia / Autosuperación / Apoyo mutuo
Popularitas:1.2k
Nilai: 5
nombre de autor: VickyG

"La casa donde aprendí a odiarme" es una novela profunda y desgarradora que sigue la vida de Aika, una adolescente marcada por la indiferencia de su madre y la preferencia constante hacia su hermano. Atrapada en una casa donde el amor nunca fue repartido de forma justa, Aika lidia con una depresión silenciosa que la consume desde dentro. Pero todo empieza a cambiar cuando conoce a Hikaru, un chico extraño que, sin prometer nada, comienza a ver en ella lo que nadie más quiso ver: su valor. Es una historia de dolor, resistencia, y de cómo incluso los corazones más rotos pueden volver a latir.

NovelToon tiene autorización de VickyG para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 7: Cuando te miro fingiendo que no me importas

Luna empezó a sentarse cerca mío durante los recreos. Al principio pensé que solo era curiosidad. De esas personas que encuentran interesante lo que es distinto a ellas. Pero pronto entendí que no se trataba solo de eso. Era algo más. Una mezcla de intriga y necesidad de descubrir si mi silencio escondía algo peligroso… o simplemente patético.

—¿No te da calor con esa campera todo el día? —me preguntó una vez, mientras abría su tupper lleno de frutas cortadas con perfección milimétrica.

—Estoy bien —respondí, sin mirarla.

—Es que pareces una cebolla —rió, como si fuéramos amigas de toda la vida.

No lo éramos. Nunca lo seríamos. Pero había aprendido que a veces, para sobrevivir, hay que dejar que los demás crean lo que quieran. Así que fingí una media sonrisa. La versión de mí que le convenía a todos.

Fue en ese tiempo que empecé a notar cómo miraba a Hikaru. No era obvio al principio. Pero sus ojos se posaban en él más tiempo del necesario, y sus comentarios eran siempre una excusa para hablar de él.

—¿Te diste cuenta cómo se le marcan los brazos con la camisa? —me dijo un día, casi susurrando, mientras él jugaba fútbol en el recreo—. Es como... demasiado para este colegio.

Asentí. No dije nada. No porque no tuviera qué decir, sino porque ya sabía a dónde iba todo eso.

Luna se estaba enamorando de él. O al menos, de la idea que tenía de él. Y yo... yo ya sabía lo que iba a pasar después. Porque también sabía que Hikaru me miraba a mí. Me buscaba. Se sentaba cerca. Hacía comentarios que solo alguien observador entendería como un código privado entre dos.

Y eso, para Luna, era un problema.

Empezó con comentarios sutiles.

—Hikaru es simpático, pero creo que a veces se ríe de vos. ¿No te diste cuenta?

O:

—Él es muy... luminoso. No sé si podría estar con alguien tan… apagada.

Esas frases eran dagas disfrazadas de consejos. Y yo, en lugar de enfurecerme, me volví más fría. Más cerrada. Fingí que Hikaru me daba igual. Me reía de sus chistes con desgano. Me alejaba cuando se acercaba. Todo para no darle a Luna más motivos para envenenar lo poco bueno que empezaba a surgir en mi vida.

Una tarde, él se sentó a mi lado en la biblioteca. Tenía un libro en la mano, pero no lo abrió.

—¿Por qué me evitás? —preguntó, sin rodeos.

No lo miré. Me limité a pasar de página como si de verdad estuviera leyendo.

—No te evito.

—Sí lo hacés. Antes hablábamos más.

—Antes era antes.

Él suspiró. Se quedó en silencio unos segundos y luego dijo algo que me desarmó.

—Me gustás, Aika.

Mis ojos se movieron solos, lo buscaron. Su expresión era seria. Casi vulnerable.

—No deberías decir esas cosas —dije, con un nudo en la garganta.

—¿Por qué no?

—Porque hay personas que no soportan ver que alguien me quiera.

Él entrecerró los ojos. Sabía a quién me refería. Luna ya había empezado a marcar su territorio como una gata celosa.

—No me importa lo que digan los demás.

Yo sí. Me importaba todo. Porque ya había aprendido que cuando alguien como Luna quiere algo, lo consigue… y si no lo consigue, destruye lo que no puede tener.

Así que me puse de pie, cerré el libro con cuidado y le dije:

—Entonces aprendé a que no te importe si yo no te correspondo.

Salí de ahí con el corazón latiéndome como si hubiera corrido una maratón. No por haber mentido, sino por haber renunciado —una vez más— a algo que me hacía bien, solo para que no me lastimaran.

Esa noche, Luna me escribió.

> ¿Todo bien con Hikaru? Lo vi medio raro...

La miré en clase al día siguiente. Me sonrió como si no supiera nada. Como si no hubiera sembrado ya el veneno.

Y yo, que había aprendido a esconder mis emociones desde que era una niña, simplemente sonreí también.

> No te preocupes. No me interesa. Podés quedártelo si querés.

Mentí. Pero no porque fuera cobarde. Mentí porque era más fácil fingir que no me dolía… que darle a alguien más el placer de verme sufrir.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play