Amor, peligro, acción, romance, traiciones y mentiras se suscitan en la vida de dos astronautas cuya misión es salvar al mundo. Un grave peligro acecha a la humanidad: una estación espacial abandonada y sin control corre el riesgo de caer sobre la Tierra y su efecto será devastador tanto como el meteorito que acabó con los dinosaurios. La única manera de salvar al mundo es llegar a esa nave, manejarla y sacarla de la órbita terrestre. Los únicos astronautas que podrían lograr la hazaña y evitar la hecatombe son Nancy y Mike, ambos eran pareja pero ahora están enfrentados y se odian. Un complot, además, de uno de los jefes amenaza a la misión y lo peor de todo es que ambos astronautas deberán enfrentar una lluvia de meteoritos que bombardea a la estación espacial abandonada haciendo que el peligro sobre el planea sea aún mayor. ¿Podrán los dos superar sus diferencias y conseguir salvar a la humanidad de la extinción? No solo eso. Alarmados y aterrados por el inminente fin del mundo, todo el personal de la administración espacial en la Tierra abandonan sus puestos y tan solo quedan unos cuantos científicos que deberán dirigir las maniobras para que Nancy y Mike consigan llegar sanos a salvo a la estación espacial, viviendo toda clase de historias románticas, de odios, envidias y celos. Una novela actual y de mucho suspenso, "Amor y terror en el espacio", experimenta suspenso, romance y humor, todo lo que al lector apasiona.
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Capítulo 9
Tolouse ya estaba demasiado molesto. -Marcela es muy engreída, es lo que pasa-, se sofocó. Eso me dio más risa.
-Bueno si ella es engreída, tú eres el campeón de los engreídos-, dije y todos estamos estallamos en carcajadas, remeciendo hasta la base de la administración espacial. Y así riéndonos, mofándonos del pobre Francoise, nos mandaron rumbo al espacio.
El viaje resultó muy tranquilo, ameno, jugando con la gravedad, contándonos chismes y por supuesto hablando de hombres, pese al disgusto de Tolouse, cuando nos acercamos al Navigator. Kaltz y Robinson nos esperaban en la estación para los traslados, pues Kaltz, como está dicho, regresaría a la Tierra.
-Hay mucha preocupación en la administración, no sé qué es lo que está ocurriendo-, me advirtió Rachel, apenas salimos de la atmósfera.
-He oído algo sobre una estación espacial que está en desuso y ha caducado-, le dio la razón Wilma. Yo sabía algo del Investigator que estaba varado.
-Eso no nos incumbe, chicas, es problema de las autoridades, además no contamos con el combustible suficiente para hacer un viaje tan largo hasta el Investigator, quedaríamos varados en el espacio-, estaba de aguafiestas Tolouse.
-¿Por qué no remolcan esa estación desde la Tierra?-, estaba yo desconcertada.
-No sé, seguramente que necesitaríamos mucha gente para empujarlo al infinito ja ja ja-, rompió a reír Tolouse.
-¡¡¡Idiota!!!-, respondimos las tres chicas fastidiadas por su respuesta tan tonta de él aunque contagiadas por sus interminables risotadas.
Kaltz ya estaba atento a la transmisión. -¿Cuál es el chiste, chicos?-, nos sorprendió en medio de las risas de todos nosotros.
-Les contaba a las muchachas que un amigo le regaló a su hijo, por sus cumpleaños, una caja llena de rocas-, dijo Tolouse.
Kaltz quedó anonadado. -¿Una caja llena de rocas?-, preguntó incrédulo.
-Sí, porque su hijo le dijo que era rockero ja ja ja-, estalló en carcajadas, otra vez, Tolouse, haciéndonos reír a todas, incluso a Kaltz que se ahogaba en la otra línea.
-Ay, ahora me toca aburrirme en el Navigator-, me fastidié preparándome para el transbordo. No es una tarea fácil, tampoco. Debía flotar en el espacio un largo trecho hasta llegar a la escotilla de la estación y hacer el relevo con Kaltz que ya me esperaba enfundado en su traje espacial. Para cumplir con el trámite usamos cables largos e irrompibles porque el Navigator es una nave pequeña comparada con el transbordar que tenía el tamaño de un avión comercial.
-No veo por qué estás fastidiada, Nancy, estarás con Robinson, hummmm, ese hombre está como quiere-, abanicó sus ojitos Wilma. Me puse más roja que un tomate.
-Ese hombre es un pedante-, fruncí la boca.
Me crucé con Kaltz en el espacio. Él dibujó, divertido, un corazoncito con sus manos, seguramente refiriéndose a mi relación con Robinson y yo le saqué la lengua aunque no creo que me haya visto por el enorme casco que llevaba encima.
Ya dentro del Navigator Robinson me ayudó a sacarme el casco, los guantes y el traje espacial. Yo lo ignoraba por completo. Ni lo miraba porque seguía muy fastidiada con él.
-¿Llamarás a Grahan?-, quiso hacerse el gracioso Robinson , pero no le dije nada. Seguí instalándome en el compartimento que me correspondía. Mike estaba seguro que me le iba a lanzar a los brazos, lo besaría, le pediría disculpas y que haríamos el amor, pero yo también soy muy orgullosa así es que seguía haciéndole un desplante absoluto, ignorándolo totalmente.
-Zhekov pregunta siempre por ti-, siguió haciéndose el gracioso Mike. Acomodé mis maletas, mi ropa, mis cosméticos, mis útiles de aseo y cerré mi mampara sin dirigirle, para nada, la palabra. Furioso, Robinson se dio vuelta, refunfuñando, -mujeres-, y se dirigió al tablero de control para informar que yo había llegado sin novedades a la estación espacial Navigator, haciendo el relevo de Kaltz que ahora se dirigía muy contento de regreso a la Tierra.