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Rehén

Rehén

Status: Terminada
Genre:Posesivo / Mafia / Dominación / Romance oscuro / Completas
Popularitas:12
Nilai: 5
nombre de autor: Syl Gonsalves

El silencio puede ser ensordecedor, como dijo algún poeta cuyo nombre ya olvidé. La oscuridad puede ser más cruel que la luz. Y algunas prisiones no necesitan barrotes para ser imposibles de escapar.

Si decidiste abrir este libro, debes saber que estás a punto de cruzar una frontera peligrosa. Aquí, no hay garantía de finales felices, ni promesas de redención. Esta no es una historia de amor común. Es una historia de posesión, dolor y supervivencia.

Las páginas que siguen contienen temas intensos y perturbadores. Aquí nada está suavizado. Aquí nada es fácil de digerir…

Aquí, las cadenas no siempre son visibles…

Aquí, el deseo y el miedo caminan de la mano…

Aquí, nadie sale ileso.

Este libro no trata de cuentos de hadas. No hay héroes ni villanos evidentes. Solo hay supervivencia. Y la línea entre víctima y prisionero, entre pasión y miedo, entre amor y obsesión… es más delgada de lo que parece.

NovelToon tiene autorización de Syl Gonsalves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15

Vini, por más que quisiera alejarse, no pudo. El miedo y el deseo se confundían de una manera que no sabía procesar, pero algo en su mente estaba comenzando a ceder. Tal vez todavía tenía miedo, pero de alguna forma, eso lo atraía, lo volvía aún más confuso y vulnerable al control de Stefan.

La mano de Stefan descendió lentamente por el muslo de Vini, un gesto sutil, pero que tenía la fuerza de una orden no dicha. La sensación del toque provocaba una ola de calor por todo el cuerpo de Vini, que se estremeció ligeramente. No era solo la proximidad lo que lo dejaba incómodo, sino la forma en que parecía ser cuidadosamente examinado, como un objeto de deseo que no tenía control sobre su propia reacción.

Vini tragó saliva, intentando mantener la compostura, pero la presión del momento se estaba volviendo cada vez más difícil de ignorar. La mirada de Stefan estaba enfocada en él, atenta a cada movimiento, a cada respiración, como si estuviera esperando una señal, una respuesta. Y, como siempre, Vini se sentía perdido en medio del deseo y el miedo.

—Relájate —dijo Stefan, su voz calmada, pero cargada de un poder que parecía envolverlo—. Tienes miedo de entregarte. Necesitas soltarte.

Con cada palabra de Stefan, Vini sentía un peso aún mayor sobre sus hombros. El miedo y el deseo continuaban mezclándose, creando una tensión difícil de soportar. Era consciente de que lo único que podía hacer era ceder.

Stefan, percibiendo la lucha interna de Vini, se acercó más, quedando aún más próximo a él. La proximidad ya era sofocante, pero también inevitable. Con un gesto calmado, Stefan comenzó a remover la ropa de Vini, comenzando por la camisa. El movimiento era hecho de forma lenta y deliberada, como si cada pedazo de tejido retirado fuera una capa menos de resistencia.

Vini permaneció inmóvil, los ojos cerrados, sintiendo la sensación de vulnerabilidad apoderarse de él. Sentía el peso de la mano de Stefan al moverse por su cuerpo, y la sensación de ser tocado de manera tan cuidadosa parecía intensificar su miedo. Pero, al mismo tiempo, se veía sin fuerza para resistir, la voz dentro de él silenciada por las órdenes no dichas.

La camisa fue retirada, y Stefan la dejó caer al lado de la cama, antes de pasar los dedos a lo largo del torso de Vini, ahora expuesto. El toque de Stefan era firme, pero gentil. No había prisa. Cada toque parecía estar dibujando una línea invisible entre el miedo y el deseo.

Stefan miró a Vini con una intensidad que dejaba claro que él estaba consciente de todo lo que estaba aconteciendo. Él sabía que Vini estaba incómodo, pero también sabía que eso hacía parte del proceso. Con una sonrisa suave, él susurró:

—Estás seguro aquí. Nada va a acontecer que tú no quieras. Pero, para eso, necesitas confiar.

Vini sintió su cuerpo tensionarse aún más, pero algo en sus palabras parecía aliviar una parte de su ansiedad.

Stefan, con una paciencia que no le era característica, pero por algún motivo estaba demostrando en aquel momento, continuó ayudándolo a desvestirse, ahora removiendo el pantalón de Vini con la misma delicadeza.

Con el pecho expuesto, Vini miró a Stefan, buscando algo en la mirada del hombre frente a él. Algo que le hiciese entender lo que él estaba sintiendo, algo que le ayudase a dar el próximo paso. Stefan, sin embargo, no dijo nada de inmediato. Él apenas permaneció allí, observando, y el silencio habló más de lo que cualquier palabra podría.

Finalmente, Stefan se acostó al lado de Vini, aún muy cerca de él, pero sin forzar nada. La distancia entre ellos ahora era casi imperceptible, el toque leve, pero constante. Él miró a Vini, esperando su reacción, esperando que el chico hiciese el próximo movimiento, por más sutil que fuese.

—¿Estás listo para continuar? —preguntó Stefan, la voz ahora baja, casi como una petición, pero no dejaba de ser una orden.

Vini respiró hondo, intentando calmar la confusión que dominaba su mente y cuerpo. Cada palabra de Stefan, cada gesto, parecía como un nudo que lo prendía más profundamente. Él sentía miedo, sí, pero también una extraña sensación de seguridad, como si, de alguna forma, Stefan supiese exactamente qué hacer para mantenerlo en aquel estado frágil de obediencia.

—Estoy... listo, señor —respondió Vini, su voz casi inaudible, cargada de hesitación.

La sonrisa en el rostro de Stefan se alargó, pero aún era controlada, casi calculada. Él sabía que cada pequeña victoria sobre Vini era crucial, un paso más para moldear al chico. La tensión en el cuarto parecía disiparse un poco, pero el ambiente aún cargaba un peso inescapable.

—Ótimo —dijo Stefan, su mano deslizando por el brazo de Vini con un toque que mezclaba autoridad y cuidado—. Confía en mí. No quiero que tengas miedo. Quiero que sientas... libertad.

Esas palabras atingieron a Vini de forma inesperada. ¿Libertad? Él se sentía todo, menos libre. Pero había algo en el tono de Stefan que lo hacía creer, aunque fuese solo por un momento, que tal vez él pudiese experimentar algo más allá del miedo.

Stefan se alejó un poco, permitiendo que Vini respirase, pero sin dejarlo escapar completamente de su influencia. Él quería dar al chico un momento para asimilar todo, para entender que estaba seguro, aunque las circunstancias fuesen difíciles de procesar.

—Déjame preguntar algo, Vini —comenzó Stefan, su voz ahora más blanda, casi gentil—. ¿Qué sientes ahora? Sé honesto.

Vini hesitó, tragando saliva antes de responder. Él no quería revelar la confusión dentro de sí, pero sabía que Stefan no aceptaría mentiras.

—Yo... siento miedo, señor —admitió Vini, bajando los ojos—. Pero también... no sé. Siento algo diferente, como si... estuviese aprendiendo a... confiar.

Stefan asintió, satisfecho con la respuesta. Él sabía que estaba en el control, pero también sabía que necesitaba dar espacio para que Vini procesase las emociones conflictivas.

Vini quería entender lo que Stefan realmente quería de él, pero todo parecía tan complejo, tan fuera de lo que él era capaz de comprender en aquel momento. El peso del momento era intenso, pero había algo diferente en la postura de Stefan. Había más cuidado, más atención en los gestos. Él no sabía si eso era parte de una nueva manipulación o si Stefan estaba, de hecho, intentando crear un vínculo que Vini nunca imaginó que pudiese existir.

Stefan se inclinó nuevamente, con una mirada más serena, más ponderada. Tocó el rostro de Vini con la punta de los dedos, como si quisiese marcar aquel momento con algo diferente. Su toque era más lento, casi como si estuviese esperando una permisión silenciosa.

—No quiero que esto sea como antes, Vini —dijo Stefan, con un tono más bajo, casi íntimo.

Las palabras lo tomaron por sorpresa. Vini sintió las paredes que había construido a su alrededor temblar, amenazando con derrumbarse. Él no respondió de inmediato, pero su silencio parecía ser suficiente para Stefan continuar. Había un juego sutil allí, un cambio de poder que Vini no entendía completamente.

Stefan comenzó a explorar el cuerpo de Vini de forma diferente de aquella que el chico estaba acostumbrado. Los toques, aunque aún cargados de una autoridad innegable, venían con una suavidad que confundía. Él parecía querer probar que podía hacer que Vini bajase la guardia, que podía crear algo más allá del miedo entre ellos.

—Respira —ordenó Stefan nuevamente, pero de esa vez el comando venía con una suavidad sorprendente—. No luches contra eso. Apenas siente.

Vini obedeció, intentando relajar, pero la tensión en sus músculos denunciaba el miedo que aún lo dominaba. Stefan percibió eso y no se apresuró. Él sabía que necesitaba ser cuidadoso, que cada movimiento podría quebrar el hilo tenue de confianza que comenzaba a formarse.

En cuanto el momento se desenvolvía, Vini sintió algo diferente crecer dentro de sí. No era solo deseo, ni solo miedo. Era una mezcla compleja, como si estuviese descubriendo una nueva faceta de sí mismo, una que él no sabía que existía. La intensidad del momento era casi avasalladora, pero él no consiguió —o no quiso— retroceder.

Stefan continuó, equilibrándose entre la autoridad que siempre ejerciera y una gentileza inesperada. Él parecía estar intentando mostrar a Vini que aquello no necesitaba ser sinónimo de dolor, que podría haber otra forma de conexión entre ellos. La violencia, que antes marcaba sus encuentros íntimos, fue substituida por algo más profundo, más difícil de definir.

Cuando Stefan se levantó de la cama, los dos estaban sudados, jadeantes, y el cuarto parecía impregnado por una mezcla de tensión y algo más difícil de nombrar. El silencio que se siguió era pesado, pero no incómodo. Vini permaneció acostado, los ojos fijos en el techo, en cuanto intentaba procesar todo lo que había acontecido. Su cuerpo aún temblaba levemente, pero no sabía decir si era por exhaustión o por la lluvia de emociones que lo tomaba.

Stefan cruzó el cuarto lentamente, pegando una toalla en el closet. Él enjugó el rostro y el pecho con calma, como si estuviese deliberadamente dando a Vini el tiempo necesario para organizar sus pensamientos. Había algo calculado en cada movimiento de él, pero, al mismo tiempo, una levedad que Vini no reconocía de las otras veces.

—¿Estás bien? —preguntó Stefan, su voz grave, pero sin la dureza habitual. Él se viró, observando a Vini con una expresión indescifrable, como si buscase respuestas que el chico no conseguía dar.

Vini demoró un momento para responder. Inspiró hondo, sintiendo el aire pesado del cuarto llenar sus pulmones. Él sabía que no podía mentir, no en aquel momento.

—Yo... no sé —admitió, la voz baja, casi susurrada. Sus ojos finalmente se volvieron hacia Stefan, buscando algo que él mismo no conseguía identificar—. Fue diferente...

Stefan asintió, como si ya esperase esa respuesta. Se aproximó nuevamente, sentándose en la orilla de la cama. Sus dedos encontraron el cabello de Vini, deslizando por él de forma casi cariñosa. El gesto hizo el corazón de Vini acelerar nuevamente, pero no por miedo esta vez. Era algo más próximo de vulnerabilidad.

—Eso es natural —dijo Stefan, su voz más baja ahora, casi un murmullo—. Lo que aconteció aquí no necesita ser definido ahora. No quiero que te sientas presionado a entender todo de inmediato.

Vini sintió un nudo formarse en su garganta. Era como si las palabras de Stefan abriesen espacio para una lluvia de emociones que él había intentado reprimir. Él se sentó en la cama, tirando de la sábana para cubrir el cuerpo, más por necesidad de confort que por pudor.

—¿Por qué estás siendo así... tan diferente hoy? —preguntó, la voz cargada de incertidumbre.

Stefan no respondió de inmediato. Su mirada permaneció fija en Vini por algunos segundos, como si estuviese escogiendo cuidadosamente las palabras.

—Para ser sincero, no sé decirte —dijo él, por fin.

Vini quedó en silencio, absorbiendo aquellas palabras.

Stefan se levantó y fue hasta el baño, saliendo de allá después de haberse bañado. Volvió para el cuarto y colocó sus ropas, saliendo enseguida, sin decir más nada.

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