Liliana es una joven a la cual se le ha presentado la oportunidad de trabajar en una de las mejores empresas de la ciudad. El trabajo lo necesitaba tanto que hará lo que sea necesario para mantenerlo... Pero con lo que ella no contaba, era que se volvería el blanco del jefe, volviéndose una presa fácil para el despiadado. Sr Dominante.
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Descubrimiento
Lo que debería haber sido un día memorable para mí se convirtió en un completo error cuando entré en la oficina después de Alice.
—Señor Valero, esta es Liliana su nueva asistente—
El tiempo se detuvo cuando él levantó lentamente sus ojos de acero gris. Los mismos ojos que me cautivaron la noche. Los mismos que me trajeron un intenso horror esta mañana.
Me miro sin ninguna expresión.
El hombre que recogí anoche. El hombre que me cautivó con solo una mirada. El mismo hombre que se sentó conmigo durante horas viendo repeticiones de mis programas favoritos y comiendo pizza. El que se rio y me tomó del pelo. El hombre con el que me quedé dormida anoche estaba justo frente a mí. Gael, o debería llamarlo Alejandro Valero.
Me seguía mirando con una cara inexpresiva, pero podía ver en sus ojos la curiosidad.
Sin saber de la atención en la sala, Alice continúa presentándomelo y viceversa.
—Liliana fue realmente la única candidata que pudo responder cualquier pregunta sin ninguna vacilación y...—Alice estaba hablando con una gran sonrisa, pero no creo que él registrara nada de lo que dijo, y yo tampoco, ya que esos ojos grisáceos estaban fijamente mirándome el alma. Sostuve mis manos detrás de mi espalda y la entrelacé, queriendo ocultar el temblor en todo mi cuerpo apartando la mirada de él.
—Los dejaré para que se conozcan mejor—digo después de unos minutos, le guiñó un ojo a él y salió de la oficina.
No pude evitar fruncir el ceño ante su familiaridad.
»Tal vez él es así con todas«
Queriendo no recordar ni discutir nada de lo que pasó hoy, enderecé mis hombros y caminé hacia adelante mostrando un poder falso pero poder al fin y al cabo.
Parada justo frente a su escritorio, extendí mi mano para un apretón, esperando ocultar el sutil pero presente nervio.
—Hola, señor Valero. Es un placer conocerlo—dije tan educadamente como pude. Pero sigo sin entender por qué mintió sobre su nombre.
Levantándose de su asiento, extendió su mano tomando la mía, la cual era muy pequeña comparada con las suyas. Sacudí su mano tratando de mantener su mirada. Mientras me apretaba con un fuerte agarre, no pude evitar sentir el escalofrío que recorrió todo mi cuerpo, pero que oculté sin que pudiera mostrar que me afectaba de alguna manera.
Quería este trabajo mucho más de lo que necesitaba cualquier otra cosa. Y después de lo que pasó hoy, los hombres estaban fuera de cuestión para mí.
—Igualmente, Señorita. Por favor, tome asiento. ¿Cómo se encuentra?—
El calor subió por mi cuello y mejillas. Incluso después de esa mañana, no puedo detener el efecto que su sola mirada puede tener en mí.
—Estoy bien, gracias por preguntar— dije, retirando mi mano de la suya y sentándome frente a su escritorio sin saber qué hacer bajo su intensa mirada. Podía ver que quería saber todo, pero se necesitaría mucho más que estar sincronizada bajo esos ojos para revelar mis secretos.
Se sentó, entrelazando sus dedos sobre su escritorio, sin dejar de mirarme, en sus ojos podía ver un millón de preguntas que quería hacerme.
Yo solo me preguntó ¿Cómo no lo reconocí anoche? ¿Así de borracha estaba? Traté de lucir lo más profesional posible, pero esta mañana aún era demasiado reciente y la persona que fue sin querer, la causa de ello estaba justo frente a mí y no era otro que mi jefe. Por un segundo, consideré huir, Pero descarté la idea de inmediato.
»¿Eso solo arruinaría más mis oportunidades en el futuro?«
—No estaba disponible cuando se realizaron las entrevistas. Por eso Alice tuvo que llevarlas a cabo—dijo. —Pero me alegra un poco. Como bien sabe, usted resulta ser mi primer asistente. Alice pensó que necesitaba dejar que alguien me ayudara con mis actividades diarias, Y según sus antecedentes académicos, me alegra que haya sido usted la elegida—
Claramente, puede notar que no estaba contento.
—Sé que será un trabajo difícil, pero le aseguro, señor Valero, que daré todo de mí para asegurarme de que su confianza nunca se vea dañada— mi tono salió demasiado profesional, y la sonrisa era falsa. Pero no pude evitarlo.
—Me alegra mucho escuchar eso, Alice le mostrará su oficina—sonaba aburrido y comenzó a escribir en su laptop, pude notar que su tomo no coincidía con la cortesía de sus palabras, lo cual dolió.
Me levanté y salí de la oficina en silencio.
»Esto realmente va a ser algo muy difícil«
POV ALEJANDRO.
Mierda, mierda, y más mierda...
»¿Qué Carajos?«
Todavía no podía sacar de mi mente la mirada de puro horror que tenía esta mañana. La forma en que huyó de mí como si me temiera. Como si yo fuera el monstruo de su pesadilla. Me enfurecía mucho lo que había pasado.
Lo que realmente fue extraño, era que no se movió ni intentó luchar contra mí. Si no fuera por ese gemido, no habría sabido que estaba despierta.
Y ahora, cuando entró en la oficina, me recordó lo que era tan diferente en ella. Sus hermosos y tristes ojos color miel que hablaban mil palabras no dichas. Sus labios suaves y carnosos que me llamaban rogándome para que los tomara. Llamarla hermosa no era suficiente. Era simplemente impresionante.
Pero ya no éramos posibles.
Ella ya no era posible. Era mi empleada y no le daría otra oportunidad de tenerme miedo.
Ella fue perfectamente profesional y estaba bastante claro que no mencionaría el tema de esta mañana. Y me alegraba. La forma en que me dijo "Señor Valero" fue como si se estuviera burlando y preguntándome por qué mentí.
»Solo quería estar con alguien que no me reconociera«
Tuve la oportunidad y la tomé. Solo que ahora lo lamento tanto.
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Alice entró en mi oficina como si fuera dueña del lugar. Ventajas de ser la prima del jefe.
Se sentó en mi escritorio mirándome con una enorme sonrisa en su rostro que espetaba travesura.
—¿Qué quieres Alice?—se estaba volviendo algo molesto la forma en que me miraba.
—¿Qué tal ella?—
—¿Ella quién?—pregunté fingiendo estar ajeno cuando sabía perfectamente que se refería a la hermosa mujer de ojos miel.
—Sabes quién, Ale—dijo rodando los ojos y yo hice todo lo posible por ignorarla. —Supe por la forma en que la miraste, como si se hubieran conocido de antes, y si no fuera por la mirada que Liliana te dio, nunca habría conectado los puntos— luce orgullosa como i acabara de descubrir el mayor milagro de todos...