En medio de la adversidad y la desconfianza, dos almas se ven unidas por un destino implacable. Ella, acusada injustamente y condenada por un crimen que nunca cometió. Él, sediento de venganza y convencido de su culpabilidad. Obligados a un matrimonio forzado por circunstancias ajenas, se embarcan en un viaje lleno de secretos, intrigas y pasiones ocultas. ¿Podrán superar el peso del pasado y encontrar la verdad que los liberará? Descúbrelo en esta apasionante novela de amor y redención.
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Capitulo IX Tus abrazos son solo míos
"Camina, no te quedes atrás", dijo Gabriel con su cara de póker.
"¿Para qué me trajo a un lugar así?", pregunto Daphne desconfiada.
"Eres mi esposa ni modo que te sigas vistiendo como una pordiosera", respondió Gabriel con su arrogancia característica.
Daphne entendió y no hizo más preguntas, ella lo siguió y dejó que él escogiera toda la ropa que usaría, al pasar por una de las tiendas un hermoso vestido lila llamo la atención de la joven, era un modelo muy sencillo, pero la hizo recordar cuando era feliz, su mamá siempre le confeccionaba modelos así y ella se emocionaba tanto cada vez que Lidia le regalaba uno, Gabriel noto la sonrisa en el rostro de Daphne, miró hacia donde su esposa sonreía y vio el vestido.
"¿Te gusta eso?", pregunto Gabriel indiferente.
"No, solo me llamo la atención", respondió Daphne, si le decía que le gustaba él se burlaría de ella.
Gabriel entró a la tienda y pidió el vestido en la talla de su esposa, ella estaba sorprendida por la actitud de él; sin embargo, no le hizo ninguna pregunta. Llegaron a una tienda de ropa interior y Daphne volvió a sonrojarse.
"¿Qué hacemos aquí?", pregunto ella avergonzada.
"Es obvio, quiero que compres ropa interior, con esos trapos que tienes no me provoca nada", susurro Gabriel teniendo cautela para que nadie los escuche.
"No es necesario que me acompañe para esto", respondió Daphne roja como un tomate.
"Seré yo quien te diga lo que me gustaría verte puesto, así que me quedo", sin más opción le tocó dejar que Gabriel escogiera su ropa interior, había cosas que ella ni loca usaría, pero como no tenía ni voz ni voto para opinar solo se resignó, después de comprar ahí siguieron su camino.
"Ya es medio día, busquemos algo de comer?, dijo Gabriel deteniéndose en un pequeño restaurante dentro del centro comercial.
Daphne solo lo seguía, ella no estaba disfrutando nada ese día, la idea de diversión para ella no era precisamente estar malgastando dinero, a ella le gustaba más estar relajada frente a una playa o sentir el frío en las montañas frente a un hermoso río.
"Al menos disimula que te estás divirtiendo", expreso Gabriel su incomodidad con la actitud de Daphne.
Daphne dibujó una mueca imitando sonreír, ese gesto no le hizo mucha gracia a Gabriel quien se puso aún más serio, ella sabía que su esposo se había molestado y eso le dio una frescura, él se la había pasado molestándola toda la mañana así que no se sintió ni un poquito mal por devolverle el favor.
"¡Daphne!, ¿eres tú?", una voz masculina llegó a espaldas de Gabriel quien automáticamente tenso la mandíbula.
"Ignacio, es increíble pensé que estabas fuera del país?", respondió Daphne levantándose para saludar a un viejo amigo.
Daphne abrazo a Ignacio sin pensar en las consecuencias de ese acto, Gabriel estaba muy molesto, pues ella tenía que respetarlo.
"Me fui del país un par de años y cuando regrese ya no te encontré en la universidad", respondió Ignacio con tristeza.
"Bueno es que pasaron muchas cosas, así que tuve que dejar la universidad y seguir estudiando en otro lado", contesto Daphne pensativa.
"¿Sigues estudiando?, sería una lástima que no fuese así, eras la mejor de tu clase y además te apasiona mucho las leyes", dijo Ignacio con alegría.
"Si, por ahora no estoy estudiando, aunque aún me apasionan las leyes, me gustaría ayudar a personas que son condenadas injustamente solo por no tener dinero para una buena defensa.
Gabriel estaba escuchando toda la conversación, estaba realmente molesto, ya que Daphne lo estaba ignorando solo por estar coqueteando con ese fulano.
"Mi amor, ¿acaso no me vas a presentar a tu amigo?", intervino Gabriel mostrando una actitud de superioridad.
"Perdón, Gabriel él es un amigo de la universidad, Ignacio Villarreal, Ignacio él es Gabriel Hoffman", Daphne los presento sintiéndose algo incómoda, ella sabía que esto le costaría caro.
"Un gusto, ¿acaso tiene que ver con Hoffman y asociados, la firma de abogados más prestigiosa del país?", pregunto Ignacio sonriendo.
"Así es, un gusto conocerte", respondió Gabriel estrechando la mano de Ignacio.
"Es increíble que conozcas al mejor abogado del país, ¿acaso estás trabajando con ellos?", pregunto Ignacio mirando a Daphne.
"No, ella no trabaja conmigo, ella es mi esposa", respondió Gabriel mostrando una sonrisa triunfal sobre Ignacio quién quedó de piedra ante aquella revelación.
"Bueno ya no les quito más su tiempo, felicitaciones por su matrimonio, mereces ser feliz", Ignacio se retiró dejando a la pareja sola.
"Abrázame así como lo abrazaste a él y finge sonreír y que sea creíble", amenazó Gabriel.
Para Daphne no fue fácil imitar el abrazo que le había dado a Ignacio, ellos se conocieron desde muy jóvenes, con él le salió natural la muestra de afecto, él la hizo sentir segura, en cambio, Gabriel le transmitía una sensación extraña, con él se sentía presionada y su cuerpo se tensaba con solo pensar en su nombre, se llenaba de nerviosismo y no sabía cómo actuar.
"Espero que no vuelvas a abrazar a ningún otro hombre, tus abrazos son solo míos", dijo Gabriel besando suavemente los labios se Daphne.
Volvieron a sentarse y a terminar su almuerzo, Gabriel le daba la comida a Daphne en la boca, mientras ella estaba obligada a aceptarla, está aterrada de lo que Gabriel le pudiera hacer, el miedo la hacía temblar involuntariamente. Después del almuerzo Gabriel no quiso seguir en aquel lugar, así que decidió volver a la casa. En el camino ninguno de los dos dijo una sola palabra, Gabriel porque estaba molesto y Daphne porque se sentía mal. Al llegar a la casa el dejo a su esposa atrás y entro hecho una feria, Daphne como pudo se bajó del auto y camino tras de él. Una vez en la habitación Daphne se recostó en el sillón, estaba sudando y le dolía el estómago.
"Ve a bañarte, tienes que quitarte el olor de ese hombre de encima", ordeno Gabriel, sin voltear a ver a su esposa.
Ella se levantó lentamente, todo le daba vueltas y el dolor era insoportable, Gabriel noto que estaba muy sudada y casi no podía mantenerse en pie. De repente Daphne tambaleó y por poco cae al piso, Gabriel logro detener la caída, fue cuando notó que ella estaba prendida en fiebre.
mi única recomendación es cuidar un poco más la ortografía y pequeños errores de escritura.