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El Rezo Del Cuervo

El Rezo Del Cuervo

Status: En proceso
Genre:Traiciones y engaños / Síndrome de Estocolmo / Amor-odio / Atracción entre enemigos / Pareja destinada / Familias enemistadas
Popularitas:5.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Laara

La cárcel más peligrosa no se mide en rejas ni barrotes, sino en sombras que susurran secretos. En un mundo donde nada es lo que parece, Bella Jackson está atrapada en una telaraña tejida por un hombre que todos conocen solo como “El Cuervo”.

Una figura oscura, implacable y marcada por un tormento que ni ella imagina.

Entre la verdad y la mentira, la sumisión y la venganza. Bella tendrá que caminar junto a su verdugo, desentrañando un misterio tan profundo como las alas negras que lo persiguen.

NovelToon tiene autorización de Laara para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

XVII. Sentencia.

Habían pasado días. ¿Cuántos? No lo sabía con exactitud. Allí el tiempo parecía disolverse como el humo. Sólo una constante sensación de encierro, como si el mundo se hubiese congelado en una espera angustiosa.

Bella no había logrado pegar ojo desde aquella noche. Cada vez que cerraba los ojos, revivía la sensación de estar atrapada entre sus brazos, el miedo paralizante, el calor de su piel, su aliento en el cuello, y la voz grave de William taladrando su mente. Su cuerpo aún temblaba, aunque él no hubiese vuelto a aparecer desde entonces. Tal como le dijo Arianna, podía pasar días sin siquiera poner un pie en la casa. Y al mismo tiempo, su presencia nunca se iba.

Estaba por todas partes.

Sentía su sombra en cada rincón, en el peso de las paredes, en el crujido de las escaleras, en el eco de su nombre cuando alguien lo pronunciaba.

Y, sin embargo, la mansión bullía de actividad. Los pasillos, antes silenciosos, se llenaban de pasos apresurados y voces que murmuraban listas interminables. Había entrado y salido una procesión constante de diseñadores de interiores, floristas, chefs privados, encargados de vajilla, expertos en repostería, organizadores de bodas, especialistas en iluminación, técnicos de sonido, sastres y modistas. Todos llegaban con carpetas, tablets, telas y muestras de colores, hablando en voz baja con la madre de William, como si ella fuera la reina de un imperio oculto.

Preparaban algo. Ella sabía perfectamente qué era. Pero no se atrevía a decirlo en voz alta, no aún.

Una boda. Su sentencia.

Nadie hablaba directamente con ella sobre el tema. Ni le consultaban nada. Parecía estar presenciando la boda de alguien más. Cada vez que veía a esa señora firmar papeles o a los organizadores discutir detalles de flores blancas y vajilla de oro, se le revolvía el estómago como si estuviera en ayunas. Como si su cuerpo supiera que se acercaba el final de algo. O el principio de una jaula más dorada y definitiva.

No había escapatoria.

Lo entendía ahora.

Había dejado de imaginar rutas de fuga, ventanas abiertas, teléfonos desatendidos. Incluso las noches se habían vuelto sus enemigas. Porque en el silencio, su mente era una cárcel más ruidosa. Ya no buscaba la salida. Solo esperaba. Como quien espera su sentencia sabiendo que ya ha sido dictada.

Y sin embargo, entre todo ese horror latente, había una sola cosa que la sacaba de ese pozo de oscuridad: Jack.

El pequeño de un año, con su sonrisa fácil, sus mejillas redondas y esa manera de balbucear como si cada sílaba fuera un descubrimiento nuevo del mundo, se había convertido en su respiro.

Estaban en la alfombra de su habitación, rodeados de juguetes, peluches y bloques de colores, cuando Jack se acercó a ella tambaleando y le tendió un dinosaurio de plástico como si le entregara un tesoro. Bella lo recibió como tal. Lo alzó, y Jack soltó una de sus carcajadas contagiosas mientras se aferraba a su cabello con esos deditos diminutos y curiosos.

Ella cerró los ojos, sosteniéndolo contra su pecho, inhalando el aroma dulce de bebé, ese olor a inocencia y vida sin malicia. Por un momento, solo un instante, olvidó el mundo fuera de ese cuarto. Olvidó las voces, los trajes, el mármol frío, la promesa no cumplida. Sólo existía Jack. Su risa. Su calor.

Y entonces, él hizo algo que la desarmó por completo.

Puso sus manitas en sus mejillas y la miró con esos ojitos llenos de brillo, como si pudiera sentir lo que pasaba por dentro de ella. Como si supiera que el corazón de Bella estaba lleno de miedo, y por eso, quiso acariciarla.

Una lágrima se le escapó, aunque sonrió.

—Eres lo único real en este lugar, pequeñito… —susurró, con la voz quebrada.

Jack soltó un gritito de alegría y empezó a aplaudir, celebrando quién sabía qué cosa.

Y Bella rio. Y por unos segundos… le recordó que todavía quedaba algo vivo dentro de ella.

La puerta se abrió despacio, sin sobresaltos, y Arianna apareció sosteniendo una bandeja con una pequeña taza térmica de silicona y una cucharita color pastel.

Bella alzó la mirada desde el suelo, donde Jack aún seguía sentado en su reguero de juguetes, completamente absorto en su propio mundo de dinosaurios, bloques y risas.

—Tenía que ver esto con mis propios ojos —dijo Arianna en voz baja, con una sonrisa suave, casi maternal, mientras contemplaba la escena—. Parecen sacados de un sueño.

—¿Qué es eso? —preguntó señalando el recipiente.

—Su comida. Puré de verduras con pollo, su favorito —respondió Arianna, agitando la cucharita—. Aunque a veces se lo lanza a la alfombra con el mismo entusiasmo con que juega con esos bloques —añadió con una risa ligera.

Bella esbozó una sonrisa débil.

—¿Por qué no lo llevas al comedor a comer? —preguntó, acariciando el cabello suave del niño.

Arianna se detuvo, la miró con una expresión serena y sincera, luego ladeó un poco la cabeza con una dulzura tan honesta que dolía.

—¿Y si lo hiciera… vendrías tú también? —le preguntó con una voz suave—. No has querido compartir la mesa con nosotros desde ese día… desde que te pusiste así.

El silencio que siguió fue pesado.

Bella bajó la mirada de nuevo, clavando los ojos en el suelo como si ahí se escondiera una respuesta que no quería decir en voz alta.

—No me siento cómoda —susurró al fin, con los labios apenas moviéndose—. Prefiero quedarme aquí. Con él.

Arianna asintió despacio, sin presionar.

—Nadie te va a obligar a nada, Bella —dijo con calma.

La joven la miró entonces, y soltó una risa vacía, teñida de una tristeza tan profunda que apenas sonó como una risa. Más bien como el eco de lo que una vez fue.

—¿No me están obligando a nada? —repitió con ironía.

Arianna no respondió de inmediato. Solo dejó la bandeja sobre una pequeña mesita baja y se sentó junto al niño, comenzando a alimentarlo mientras Jack movía las piernitas con emoción y soltaba pequeños chillidos entre cucharada y cucharada.

—Está delicioso, ¿sí? —le decía Arianna en tono infantil, mientras él aplaudía.

Bella los observaba en silencio. Por momentos, la escena la calmaba, la hacía sentir parte de algo real… pero la cuerda invisible de ansiedad volvía a tensarse cada vez que pensaba en lo que se avecinaba.

Arianna también lo sabía. Lo sentía. Por eso, mientras le daba vueltas al puré con la cucharita, dudó. Respiró hondo. Y lo soltó casi en un susurro, como si pudiera hacerlo menos doloroso.

—La boda es en dos días...

Jack soltó una carcajada aguda justo en ese instante, como si celebrara algo. Como si no supiera que su pequeña compañera de juegos acababa de recibir una sentencia.

Bella se quedó completamente quieta.

Y luego, simplemente… se rompió.

Las lágrimas comenzaron a caer sin que pudiera detenerlas. Al principio, en silencio. Después, con una respiración temblorosa que intentó disimular sin éxito, cubriéndose el rostro con ambas manos.

Arianna la miró, con una expresión de tristeza genuina. No dijo nada. No intentó justificar nada. Solo extendió una mano libre y la posó sobre su hombro con suavidad.

—Lo siento, Bella… —murmuró.

Pero no había nada que decir que pudiera detener la caída libre en la que Bella sentía que su alma se precipitaba.

Porque ahora tenía una fecha. Un fin.

Dos días.

Arianna dejó la cucharita en la bandeja y giró hacia Bella con el entrecejo fruncido. Había notado el estremecimiento, pero ahora que la tenía frente a ella, lo sintió con más claridad. Era un temblor descontrolado, incesante, como si su cuerpo ya no pudiera sostener el peso de lo que guardaba dentro.

Se alarmó de inmediato.

—Dios mío… Bella —susurró, tomándola por los hombros—. Estás temblando demasiado. ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

Bella apretó los labios, su garganta cerrada por la angustia. Negó con la cabeza. Sus ojos estaban cristalinos, su respiración entrecortada.

—Bella… mírame —insistió Arianna con suavidad, dejando a Jack bien sentado entre los cojines—. ¿Qué te pasa? ¿Es por la boda?

La muchacha tragó saliva, y por un instante solo pudo sollozar, sin control. Arianna le apartó el cabello de la cara, y volvió a repetir, esta vez más firme:

—Por favor, dime qué te está pasando.

Bella, a punto de romperse en mil pedazos, logró al fin abrir la boca. Su voz apenas fue un susurro.

—No… no fue solo que tuviera que volver.

Arianna frunció aún más el ceño, sin comprender.

—¿Cómo…?

—La condición —continuó Bella con esfuerzo, entrecortadamente—. Para que dejara vivo a mi padre… no era solo que volviera. También… también tenía que aceptar ser su mujer... en todos los sentidos.

La habitación se quedó en silencio. Solo se oía el sonido suave de Jack jugando entre sus peluches.

Arianna la miró, incrédula, como si acabara de oír algo imposible de procesar.

—¿Te hizo prometer eso? —la palabra quedó suspendida en el aire, un nudo a medio formar en su garganta.

Bella asintió lentamente, conteniendo nuevas lágrimas. Tenía las manos heladas, apretadas contra su regazo como si quisiera contenerse a sí misma. Y entonces, lo dijo.

—La noche que lo vi por última vez… entró a mi habitación, sin avisar. Se empezó a quitar la ropa delante de mí como si yo no importara. Me dijo que no durmiera porque esa noche no dormiríamos. Yo… yo me asusté tanto que salí corriendo como una niña. Me escondí, temblando, y él me encontró. Me hizo volver… y cuando intenté resistirme, me sujetó, me estampó contra su pecho. Me recordó lo que le prometí en el taxi… que sería suya.

Arianna no podía articular palabra.

—Me besó —dijo Bella, ahora con la voz apenas audible, como si cada sílaba la hiciera sangrar—. Sin compasión. Como un animal. Me apretó con fuerza, me llevó a la cama… le supliqué… le supliqué que no lo hiciera. Que esperara… hasta después del matrimonio.

Arianna se tapó la boca con una mano. La otra seguía apoyada en el hombro de Bella, intentando consolarla, aunque no sabía cómo.

—Y accedió —dijo Bella al final, con la mirada perdida—. Pero dejó claro, que ya no tengo escapatoria.

Arianna sacudió la cabeza, atónita.

—¿Estás diciéndome que crees que… William va a forzarte después de la boda?

—¿Creer? —Bella soltó una pequeña risa rota—. No tengo que creerlo. Lo vi en su mirada. Lo vi en cómo me tocó, cómo me besó… en cómo no le importaba nada más que lo que él había decidido. No importa lo que quiera. Solo su voluntad.

Arianna estaba completamente desconcertada. William siempre había sido un hombre frío, intimidante, controlado… pero lo que acababa de oír la sobrepasaba.

—Dios… —murmuró, con una mezcla de culpa y desesperación—. Bella, no sé qué decirte. No sé cómo ayudarte…

—No puedes —susurró Bella, secándose las lágrimas sin éxito—. Nadie puede.

Jack, ajeno a todo, soltó una risita y arrojó su juguete al suelo. Bella lo miró y, por un momento, deseó con todo su corazón poder quedarse atrapada en el mundo de ese niño para siempre. Un mundo sin miedo, sin decisiones impuestas.

Un mundo donde no existiera William Stone.

1
Cristina Rodriguez
Interesante novela.... pero no Sta completa
Paz Bach
Así me gusta Bella!!!! Dale no te quedes atrás jajaja
Paz Bach
Si cuervo y llegará el día que esa mujer te ponga una correa... 😌
Paz Bach
🤣🤣🤣😂 no puedo de verdad estoy como loca me enfado luego me rio
Paz Bach
Já! ahora resulta, disque su mujer, veremos a ver si consigues que sea tu mujer 😉😏
Paz Bach
no ya... mataste a tu padre muchacha con eso
Paz Bach
😭😭😭😭
Paz Bach
William tendrás que besar el piso por donde camina bella porque lo que estás haciendo es de ser un desgraciado!!!!!
Paz Bach
entiendo que está haciendo todo esto para salvar a su padre... pero aún así Bella... agh! ya no sé estoy que me como las uñas 😭
Paz Bach
esooo no se deje comisario será muy Cuervo y toda la cosa pero el amor de padre puede con todo!!!
Paz Bach
ay no pues la ironía personificada... 🤣
Cristina Rodriguez
excelente novela.. gracias escritora por compartir su historia... es mi tema de lectura mafia
Lina Montoya Blanquicett
pégale duro Chama !!ahora es cuando comienza la guerra de poderes!! dale dónde le duele más al hombre en su eterno orgullo
Lina Montoya Blanquicett
yo creo que es más para el!! idiota yo veré cuando esté llorado pidiendo cacaoo !! miserable
Lina Montoya Blanquicett
yo creo que más para el...idiota te vas tragar tus palabras yo veré cuando estés llorando pidiendo cacaoo!!! miserable
Lina Montoya Blanquicett
que dolor como padre saber que tú conoces a tu hija cuando miente y que te lo sostenga en la cara eso hace doler el alma inmensamente 😭
Lina Montoya Blanquicett
este hombre es un depravado!!! depravado ..que dolor
Lina Montoya Blanquicett
hay bendito!!
Lina Montoya Blanquicett
mato al papá !! con esa palabras
Lina Montoya Blanquicett
desgraciado!!! en verdad y lo más triste que así hay gente
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