La Sombra de Ashfall narra la épica historia de Cecil, quien tras una trágica primera vida, regresa en el tiempo por el oscuro Lord Umbra.
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Capítulo 10
Contrario a la alegría que resonaba en el Ducado Kaeldron, el palacio de Ashfall se erigía como un monumento a la tensión. En una de las salas de consejo, Falkon y Xylon se encontraban frente al rey Lysander y su consejo de ancianos, con la fría determinación de ejecutar la voluntad de su familia. Los documentos que su padre les había enviado, anunciando el fin del compromiso de Cecil, se sentían como dagas en el aire.
Lysander, su rostro aún pálido por la confrontación de la tarde anterior, intentó detenerlos.
- Hermano Falkon, hermano Xylon, ¿qué es este atropello? No pueden hacer esto.
Pero los hermanos Kaeldron eran firmes y contundentes, sus posturas inamovibles. Falkon, con una calma que desmentía la furia interna, desplegó uno de los pergaminos.
- Majestad, el contrato de compromiso entre la Casa Kaeldron y la corona es claro. Si hay infidelidad de alguna de las partes, el compromiso queda anulado de inmediato - su voz era un eco de la autoridad de su padre -. Y para nosotros, es evidente que si el rey ya tiene una reina, y ha llegado casado al reino, la infidelidad es clara. No necesitamos su autorización, Majestad. Solo le informamos de la finalización.
Xylon, más joven pero igual de cortante, añadió:
- Y por supuesto, no deseamos que la reputación de nuestra hermana sea puesta en duda por la acción de Su Majestad. Le recordamos que debe devolver la parte de la dote de nuestra hermana que ya ha sido entregada, además de una compensación económica por el incumplimiento de este compromiso.
Todo era tan evidente, tan irrefutable, que Lysander no tenía argumentos para negarse. La ley estaba de su lado. Con tristeza y una amargura creciente, el rey se resignó.
- Está bien - dijo, su voz apenas un susurro -. Enviaré todo lo correspondiente a la dote dada y la compensación económica a su ducado.
Falkon dio un paso adelante, sus ojos fijos en los de Lysander.
- Además, esperamos que no se acerque a nuestra hermana, ni vuelva a nuestro Ducado a hacer escenas como las del día de ayer - la advertencia era clara.
Lysander alzó la vista, la desesperación dando paso a una furia contenida.
- ¡No! No pueden impedirme ver a Cecil. ¡Ella me ama! - Xylon soltó una risa fría.
- Sí, podemos, Majestad. Porque ella no tiene ninguna relación con usted. Ella es nuestra hermana - la declaración fue un puñal, cortando cualquier lazo restante.
- No puede haber dos reinas, y usted ya eligió a su reina, mi hermana nunca aceptara ser su amante, que le quede claro – dijo Falkon.
Los hermanos Kaeldron habían cerrado la puerta al rey, dejando a Lysander solo con el eco de sus promesas rotas y la pérdida de la mujer que amaba.
Las dos semanas siguientes transcurrieron con una mezcla de ansiedad y preparación. Cecil y Gareth no pudieron encontrarse en persona, pero se mantuvieron en constante comunicación a través de cartas. Estos mensajes, llenos de estrategias y promesas silenciosas, fortalecían el vínculo entre ellos, mientras tanto, Lysander seguía enviando flores, un torrente de rosas y lirios que Cecil rechazaba sin dudar, enviando un mensaje claro al rey. Los preparativos para el anuncio de su compromiso con Gareth avanzaban a buen ritmo en el Ducado Kaeldron.
Por fin, el día había llegado. Los invitados, una selecta reunión de nobles de alta cuna, llenaban los salones, Cecil y Gareth se encontraban en un salón apartado, conversando en voz baja, la tensión y la emoción palpables en el aire mientras esperaban el momento de su entrada triunfal.
Una vez que les indicaron que podían entrar, se miraron. Cecil tomó el brazo de Gareth con fuerza, una señal de su determinación, y entraron al gran salón, las miradas de sorpresa de los nobles se posaron en ellos, la novedad de su unión era la comidilla de todos.
Roric y Torvin se adelantaron, sus figuras imponentes en el centro del salón. Torvin fue el primero en hablar, su voz resonando con autoridad mientras daba la bienvenida a los invitados.
- Nos complace enormemente anunciar la unión de las distinguidas casas Kaeldron y Thylas con el compromiso de nuestros hijos, la señorita Cecil Kaeldron y el Duque Gareth Thylas - Roric alzó su copa en un brindis.
- Por esta feliz unión y por el futuro brillante que les espera.
Gareth, con los ojos fijos en Cecil, expresó el amor que sentía por su ahora prometida ante todos los presentes, sus palabras sinceras y llenas de una devoción evidente. Ambos se veían felices, una imagen de unidad y fuerza.
De repente, un heraldo anunció: ¡Los Reyes de Ashfall!
Lysander y Orlaith entraron, su presencia imponente y fuera de lugar, ya que no habían sido invitados. Una ola de asombro recorrió el salón, pero Cecil no iba a permitir que arruinaran su noche. Tomada de la mano de Gareth, dio un paso al frente y les dio la bienvenida con la formalidad que correspondía a su rango, sin rastro de temor o resentimiento en su rostro. Allí estaba, frente a la mujer que la había incriminado y llevado a la muerte, pero no iba a temerle.
Lysander fue el primero en hablar, su voz con un deje de desagrado mal disimulado.
- Felicidades a la pareja por su unión.
- Estoy feliz, por conocer a los amigos de mi esposo – dice Orlaith, observando a Cecil con una mirada calculadora, con una sonrisa forzada.
- Así es, Su Majestad. Hemos sido amigos desde la infancia – contesta Cecil con calma.
- Al ser amigos de casi toda la vida, agradecemos que, a pesar de sus ocupaciones, hayan venido aquí. Eso demuestra que Lysander no se ha olvidado de nuestra amistad, ya que, no lo habíamos visto desde hace tiempo - Gareth añadió, su tono educado, pero con un filo apenas perceptible
- Ustedes tampoco se habían dado el tiempo de ir a hablar con nosotros – responde con molestia Lysander.
- Hemos estado ocupados con nuestro compromiso, Majestad - replicó Cecil con dulzura venenosa -. Además, ya no somos niños. Tenemos responsabilidades que asumir - su mirada se encontró con la de Lysander, un recordatorio sutil de que ella había crecido, y él también debía hacerlo -. No los entretenemos más, espero que disfruten de nuestra celebración – Gareth y Cecil hacen una reverencia y se alejan de ellos.
Orlaith observaba la escena con una frialdad calculada, pudo notar el discuto de Lysander, en estos días había escuchado hablar de Cecil, varios comentarios decían que ella era la mujer que Lysander amaba, y ahora ahí a su lado, podía comprobar que eso era verdad, a pesar de su enojo, veía el cariño con el que veía a Cecil, con anhelo, un cariño tan profundo que rayaba en la desesperación mientras se alejaba, una mirada que, a ella, no le había dedicado. Ni un atisbo de esa calidez, de esa adoración, había estado presente en los ojos de Lysander desde que llegaron a Ashfall.
La confirmación de sus sospechas era un golpe brutal a su orgullo y a su posición. Cecil Kaeldron no era solo una ex-prometida; era la mujer que realmente poseía el corazón de su esposo. Y Orlaith, la reina de Ironpeak, no toleraría ser la segunda en el corazón de su propio marido
Amo esta historia!! y Garret es todo lo q esta bien! 🤭