Es un libro sobre un romance entre dos jovenes universitarios, Nyx Frost y Jasper Brooks. Nyx es fría y distante, mientras que Jasper es cariñoso y comprensivo. La historia se centra en cómo Jasper se involucra en el oscuro mundo de Nyx, afectando su relación con sus seres queridos y explorando temas de manipulación y relaciones tóxicas.
NovelToon tiene autorización de Daniel__CL para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 8: Tormenta Interna
—¿En serio lo harás? —preguntó Nyx, su voz teñida de una mezcla de entusiasmo y curiosidad.
Sentí un nudo formarse en mi garganta, pero lo reprimí. No quería estar lejos de ella, y si esto era lo que se necesitaba para que confiara en mí, estaba dispuesto a hacerlo. Bajé la cabeza, como si así pudiera esconder la tormenta de emociones que se agitaba en mi interior.
—No quiero estar lejos de ti —murmuré, más para mí mismo que para ella—. Estoy seguro de que esto te ayudará a confiar en mí, y así sabrás que mis sentimientos son verdaderos. Lo haré, solo prométeme que te alejarás de él.
Un silencio tenso llenó el espacio entre nosotros, hasta que sentí el frío de sus manos en mis mejillas. Levanté la vista, encontrándome con esos ojos que parecían ver a través de mí.
—Claro que lo haré, Jasper —dijo suavemente, sus palabras envolviéndome en una promesa que quería desesperadamente creer—. Y te prometo que esto es por nuestro bien.
Asentí, tragando el miedo que se mezclaba con la esperanza. ¿Podía confiar en ella? ¿Realmente estaba haciendo esto por nosotros, o solo me estaba usando para sus propios fines? Pero en ese momento, esas preguntas parecían insignificantes frente a mi deseo de estar con ella.
—Lo sé —respondí finalmente, intentando sonar seguro—. Espero que ahora sí puedas confiar en mí. Así que... ¿cuál es el plan?
Una sonrisa se dibujó en sus labios, y supe que ya había pensado en todo. Estaba jugando un juego peligroso, pero no podía alejarme ahora.
—Muy buena pregunta. ¿Qué te parece si nos vemos en mi casa a las diez de la noche?
—Me parece bien. Nos vemos ahí.
Después de mi conversación con Nyx, me dirigí hacia el comedor de la universidad, con la mente aún atrapada en lo que acabábamos de discutir. Las palabras de Nyx resonaban en mi cabeza, y cada paso que daba parecía pesar más que el anterior. De repente, una voz familiar rompió el hilo de mis pensamientos.
—¡Jasper! —Era Zack, acercándose con su típica sonrisa despreocupada—. Hey, ¿qué tal? Hace días que no hablamos.
Forcé una sonrisa, intentando ocultar la tormenta que se agitaba dentro de mí.
—Hey, Zack. Lo sé, lo siento... he estado ocupado con algunas cosas —dije, tratando de sonar casual.
Zack me miró con escepticismo, como si pudiera ver a través de mi fachada.
—Ocupado, ¿eh? Siempre tienes una excusa últimamente —dijo, cruzando los brazos—. Vamos, amigo, sé que algo pasa. ¿Por qué no nos reunimos hoy después de clase? Te invito a unas cervezas y hablamos un rato. Ya sabes, como en los viejos tiempos.
Sentí una punzada de culpa. No quería seguir alejándome de Zack, pero tenía que reunirme con Nyx esa noche. Tenía que seguir adelante con el plan.
—Me encantaría, Zack, pero... hoy no puedo. Tengo algo pendiente —respondí, intentando que no sonara como otra evasiva.
Zack frunció el ceño, claramente desconfiado de mi respuesta.
—¿Pendiente? Jasper, no te veo desde hace semanas. No puedes estar tan ocupado como para no tener un par de horas para tu mejor amigo. Además, si es algo importante, podemos hablar de ello. ¿Qué me dices?
Sentí cómo la presión aumentaba. Zack siempre había sido persistente, y sabía que no se daría por vencido tan fácilmente.
—Zack, en serio... —empecé, pero él me interrumpió.
—Vamos, no acepto un no como respuesta. Hoy a las seis, en mi apartamento. No tienes que quedarte mucho si no puedes, pero al menos ven y charlamos un poco. Me preocupo por ti, ¿sabes?
Sus palabras hicieron que algo dentro de mí cediera. Zack era la única persona que me quedaba fuera de este caos, y no podía seguir apartándolo.
Suspiré, sabiendo que no tenía más excusas.
—Está bien, Zack, iré. Pero no puedo quedarme mucho —dije finalmente, resignado pero aliviado.
Zack sonrió, satisfecho.
—Eso es todo lo que pido. Nos vemos a las seis entonces, no te retrases.
Nos despedimos y mientras se alejaba, el peso en mi pecho se hizo más evidente. Sabía que aceptar significaba complicarme aún más la noche, pero tampoco podía soportar la idea de seguir alejándome de mi mejor amigo.
Mis dos vidas continuaban colisionando, y la presión para mantenerlas separadas se volvía insostenible.
El reloj marcaba las seis en punto cuando llegué al apartamento de Zack. Apenas toqué el timbre, la puerta se abrió de inmediato, y allí estaba él, con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Jasper! —exclamó, dándome una palmada en la espalda mientras me hacía pasar—. Pasa, hermano. Te estaba esperando.
Entré en su apartamento, un lugar familiar que no había visitado en semanas. Era reconfortante ver que nada había cambiado: el sofá desordenado, la mesa de centro llena de latas vacías y el televisor encendido con algún juego que no reconocía. Todo contrastaba con el caos que sentía dentro de mí.
—He traído algo especial para esta ocasión —dijo Zack mientras se dirigía a la cocina—. Un par de cervezas, y… —Hizo una pausa dramática antes de sacar una botella de whisky del armario—. Pensé que podríamos ponernos al día como antes, sin restricciones.
Sonreí, agradecido por su esfuerzo. Quizás, por unas horas, podía olvidar todo lo que estaba pasando y simplemente ser el Jasper de antes.
—Suena perfecto —dije, dejándome caer en el sofá—. Realmente necesitaba esto.
Zack regresó con dos vasos y un par de cervezas. Me pasó un vaso mientras se sentaba a mi lado.
—Entonces, ¿qué ha estado pasando? —preguntó mientras llenaba los vasos con whisky—. Últimamente has estado tan desaparecido que me he preguntado si te fuiste a vivir a otro planeta.
Bebí un largo trago antes de responder, el ardor del alcohol ayudando a silenciar los pensamientos que se agolpaban en mi mente.
—He estado lidiando con algunas cosas, ya sabes... la universidad, la vida... —Mi voz se apagó, sin querer profundizar demasiado.
Zack me miró con curiosidad, pero no presionó.
—Bueno, sea lo que sea, estoy aquí para lo que necesites, ¿vale? —dijo, levantando su vaso en un brindis—. Por los viejos tiempos y por lo que venga.
Chocamos los vasos y bebimos. La conversación fluyó con facilidad al principio: recuerdos de viejas aventuras, chistes internos que nos hacían reír como antes. Pero a medida que la botella de whisky se vaciaba y las cervezas se sumaban, el tono comenzó a cambiar.
El alcohol empezaba a nublar mi juicio, y lo que antes intentaba esconder comenzaba a filtrarse en mis palabras.
—¿Sabes, Zack...? A veces, no sé qué estoy haciendo con mi vida —dije, dejando que las palabras escaparan antes de poder detenerme—. Todo es un desastre.
Zack me miró con seriedad, notando el cambio en mi tono.
—Todos pasamos por momentos difíciles, Jasper. Pero tienes que recordar que no estás solo en esto.
Me quedé en silencio, mirando fijamente el vaso vacío en mis manos. Las palabras de Zack me alcanzaban, pero la sombra de Nyx seguía presente, oscureciendo cualquier rastro de claridad.
—Sí, lo sé —murmuré, sintiendo la cabeza pesada—. Pero a veces… siento que estoy perdiendo el control.
Zack puso una mano en mi hombro, apretando suavemente.
—Lo que sea que esté pasando, estoy aquí para ayudarte, amigo. No tienes que cargar con todo solo.
Asentí, sin encontrar las palabras adecuadas para responder. La habitación parecía dar vueltas, el alcohol haciendo su efecto mientras los sentimientos de culpa, confusión y miedo se mezclaban en mi interior.
Finalmente, el agotamiento comenzó a vencerme, y las palabras se convirtieron en murmullos incoherentes mientras me recostaba en el sofá.
—Todo... todo es un desastre... —fue lo último que murmuré antes de que el sueño me venciera.
Zack me observó, preocupado, mientras terminaba lo que quedaba en su vaso.
—Descansa, Jasper. Mañana será otro día —dijo en voz baja, apagando las luces y dejándome sumido en la oscuridad.
Al día siguiente la luz del sol se filtraba por las cortinas, golpeándome en la cara y forzándome a despertar. Sentí un dolor punzante en la cabeza y la boca seca, evidencias de la cantidad de alcohol que había consumido la noche anterior. Con un gemido, me incorporé lentamente en el sofá de Zack, parpadeando para despejar la neblina de sueño.
El apartamento estaba en silencio. Zack probablemente seguía durmiendo en su habitación. Me incliné hacia adelante, buscando a tientas mi teléfono que estaba enterrado entre los cojines. Cuando lo encontré, encendí la pantalla y mi corazón dio un vuelco. Cientos de notificaciones aparecieron de inmediato, casi todas de Nyx.
Deslicé mi dedo por la pantalla, viendo las llamadas perdidas y los mensajes de texto que se acumulaban, cada uno más inquietante que el anterior. Los primeros eran simplemente preguntando dónde estaba, pero luego se volvieron más agudos, más fríos:
“Te dije que a las diez, Jasper.”
“¿Por qué no contestas?”
“¿Estás ignorándome?”
Mi corazón se aceleró cuando llegué a los últimos mensajes:
“Me defraudaste.”
“Te di una oportunidad, Jasper. Decidiste ignorarla.”
El último mensaje me golpeó como una daga: “No doy segundas oportunidades.”
El pánico me recorrió el cuerpo. Había olvidado por completo la cita con Nyx la noche anterior. La combinación de alcohol, el tiempo con Zack y el deseo de escapar de todo me habían hecho perder la noción de lo que realmente importaba. Justo en ese momento, mi teléfono vibró en mis manos. Otra llamada de Nyx.
Dudé antes de responder, sabiendo que no había palabras que pudieran arreglar el daño que había causado, pero finalmente acepté la llamada.
—Nyx... —mi voz salió apenas como un susurro, entre el miedo y la culpa.
El silencio al otro lado fue breve, pero aterrador. Cuando finalmente habló, su voz era helada, cortante, como una cuchilla afilada.
—Jasper, me defraudaste —dijo con una calma que hizo que la culpa en mi pecho se volviera aún más insoportable—. Te di una oportunidad para demostrarme que te importo, y elegiste ignorarme.
Intenté hablar, pero las palabras se me atoraron en la garganta. Sabía que no había excusa que pudiera satisfacerla, pero tenía que intentarlo.
—Nyx, lo siento... me distraje, no fue mi intención... —comencé, pero ella me interrumpió con un tono implacable.
—Distraído —repitió, su voz sin rastro de emoción—. No doy segundas oportunidades, Jasper. Tú sabías lo importante que era esto para mí, y decidiste que algo más valía más tu tiempo. Eso me dice todo lo que necesito saber.
Sentí como si el suelo se abriera bajo mis pies. La había decepcionado, y sabía lo que eso significaba. Pero antes de que pudiera seguir rogándole, la llamada se cortó abruptamente. Me quedé mirando la pantalla, paralizado por el miedo.
El apartamento, que había sido un refugio temporal, ahora se sentía como una prisión. Mis manos temblaban mientras dejaba caer el teléfono sobre el sofá, incapaz de pensar con claridad.
En ese momento, Zack salió de su habitación, con una taza de café en la mano y una sonrisa adormilada.
—Buenos días, dormilón —dijo alegremente, pero al ver mi expresión, su sonrisa se desvaneció—. ¿Jasper? ¿Qué pasó? Pareces haber visto un fantasma.
Intenté hablar, pero las palabras no salían. El abismo en el que me había sumergido se hacía más profundo, y la oscuridad de Nyx amenazaba con consumirlo todo.
—Zack... —mi voz tembló, y fue lo único que logré decir antes de que las lágrimas comenzaran a acumularse en mis ojos, el pánico y la desesperación apoderándose de mí.
Zack, alarmado, dejó su café y se acercó, poniéndome una mano en el hombro.
—Hey, tranquilo. Lo que sea que esté pasando, lo superaremos juntos. ¿Qué pasó, Jasper?
Pero en ese momento, no había palabras que pudieran explicar lo que estaba sintiendo. Había cruzado una línea con Nyx, y lo único que sabía era que estaba completamente solo en ese abismo.
El silencio se hizo más pesado entre Zack y yo. Mientras él intentaba consolarme, una ola de rabia comenzó a crecer dentro de mí, desplazando el pánico y la desesperación que me habían paralizado momentos antes. Todo esto era culpa de Zack. Si no me hubiera insistido en salir anoche, si no hubiéramos bebido hasta perder la noción del tiempo, no habría faltado a la cita con Nyx. Ella no estaría furiosa conmigo.
Me aparté bruscamente de su mano y me levanté del sofá de un salto, haciendo que Zack retrocediera, sorprendido por mi repentino cambio de humor.
—¿Qué te pasa? —preguntó, con la confusión reflejada en su rostro.
—¡Esto es tu culpa, Zack! —espeté, sintiendo cómo la ira burbujeaba en mi pecho—. Si no me hubieras arrastrado aquí anoche, no habría ignorado algo importante. ¡Me distrajiste, y ahora todo está arruinado!
Zack abrió la boca, pero las palabras no salieron de inmediato. Estaba desconcertado, intentando procesar lo que acababa de decirle.
—¿De qué estás hablando, Jasper? —preguntó finalmente—. Solo intentaba ayudarte, darte un descanso de todo eso que te estaba agobiando. ¿Qué pudo ser tan importante?
La furia dentro de mí se intensificó. Zack no lo entendía, no podía entenderlo. El miedo a haber perdido a Nyx para siempre alimentaba mi enojo, y no podía soportar estar allí ni un segundo más.
—¡No lo entiendes, Zack! —grité, tomando mi chaqueta y mi teléfono, apenas controlando mis impulsos de golpear algo—. ¡Todo lo que has hecho es empeorar las cosas!
Zack, claramente herido y preocupado, trató de acercarse.
—Jasper, espera... No sé qué está pasando, pero podemos solucionarlo. No tienes que hacer esto solo.
Pero yo ya no quería escucharlo. El dolor de haber defraudado a Nyx me estaba consumiendo, y solo había un pensamiento claro en mi mente: necesitaba encontrarla, enfrentarla, y rogarle que me perdonara antes de que fuera demasiado tarde.
—No hay nada que puedas hacer, Zack. Esto es algo que yo debo arreglar —dije con un tono cortante mientras me dirigía a la puerta—. Y lo haré. Solo… déjame en paz.
Zack no trató de detenerme. Lo vi quedarse allí, mirándome con preocupación mientras cerraba la puerta tras de mí. Una parte de mí sabía que estaba siendo injusto con él, pero en ese momento, la desesperación y el miedo me impedían pensar con claridad.
Salí del apartamento y bajé las escaleras a toda prisa. El aire fresco de la mañana me golpeó cuando llegué a la calle, pero no hizo nada para calmar la tormenta dentro de mí. El camino hacia la casa de Nyx era largo, pero no tenía tiempo que perder. Decidí caminar, sintiendo la necesidad de moverme rápidamente.
A medida que avanzaba por la ciudad, el cielo se iba nublando cada vez más. Nubes pesadas y grisáceas se acumulaban en el horizonte, y un viento inquietante comenzaba a soplar, arrastrando hojas y escombros a mi alrededor. La sensación de urgencia crecía con cada paso, y el cielo amenazaba con desatarse en cualquier momento.
Cuando me adentré en el bosque, el ambiente se volvió aún más inquietante. El cielo estaba casi completamente cubierto, y el viento se intensificaba, llevándose consigo los sonidos del bosque. Las primeras gotas de lluvia empezaron a caer, pronto transformándose en un aguacero torrencial que empapaba el suelo y el sendero.
La casa de Nyx se alzaba entre los árboles, oscura y silenciosa. El cielo descargaba su furia en forma de tormenta mientras me acercaba, el sonido del trueno resonando en la distancia y el viento aullando a través de los árboles. No había tiempo para retroceder ahora; tenía que enfrentar a Nyx y rogarle que me perdonara.
Respiré hondo mientras me acercaba a la puerta, el agua de la lluvia empapándome y el sonido de la tormenta creciendo en intensidad. Con el corazón acelerado y la mente agitada, levanté la mano temblorosa y toqué la puerta, esperando que Nyx estuviera dispuesta a escucharme, a pesar del caos que se desataba a nuestro alrededor.
El estruendo de la tormenta crecía a medida que me acercaba a la casa de Nyx. El cielo estaba casi completamente cubierto por nubes oscuras, y el viento arrastraba hojas y escombros por el sendero. Cada paso que daba se sentía más pesado, como si el peso de mi propia desesperación intentara detenerme. Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer, y pronto se convirtieron en un aguacero torrencial. Mi ropa estaba empapada, y el frío me calaba hasta los huesos, pero nada de eso me importaba en ese momento. Lo único que me importaba era que Nyx me escuchara y me diera una oportunidad para explicarle lo que había sucedido.
Cuando llegué a la puerta de la casa, el sonido de la lluvia y los truenos era casi ensordecedor. Golpeé la puerta con fuerza, esperando que mi llamado se escuchara por encima del caos meteorológico. Cada golpe que daba resonaba con un eco en la casa, como si estuviera pidiendo un perdón que ni siquiera sabía si merecía.
Finalmente, la puerta se abrió lentamente. Nyx estaba allí, en el umbral, su expresión una mezcla de sorpresa y enojo. El agua de la lluvia se filtraba en la entrada, y el viento frío me golpeaba aún más fuerte. La tormenta afuera parecía casi inofensiva en comparación con la tormenta emocional que sentía por dentro.
—¿Qué estás haciendo aquí, Jasper? —su voz era fría, y el simple sonido me hizo estremecer más que la tormenta misma.
Tragué saliva, tratando de articular palabras a pesar del temblor en mi voz y en mis manos.
—Nyx, lo siento mucho —empecé, mi voz temblando—. Ayer, Zack insistió en que saliéramos, y perdí la noción del tiempo. No era mi intención ignorarte.
Nyx me miró fijamente, sus ojos fríos como el hielo. El clima parecía reflejar la furia y el desdén que había en su mirada.
—¿Perdí la noción del tiempo? —repitió, incrédula—. ¿Eso es todo lo que tienes para ofrecerme como disculpa? Te di una oportunidad, Jasper. No solo fallaste en presentarte, sino que me hiciste sentir que no te importaba.
Su desaprobación era palpable, y me sentí aún más pequeño bajo su mirada severa. Intenté avanzar, pero ella cerró la puerta parcialmente, dejándome con solo un pequeño espacio para hablar.
—Por favor, Nyx —dije, mi voz quebrándose—. No dejes que esto termine así. Necesito que entiendas que lo que más deseo es estar contigo, pero no podía prever las consecuencias de mi distracción. Déjame explicarte en persona.
Nyx me observó por un momento que se sintió eterno. El trueno retumbaba en el cielo, y el viento aullaba a través de los árboles. El tiempo parecía detenerse mientras ella tomaba su decisión.
Finalmente, con un suspiro pesado, Nyx abrió la puerta un poco más, permitiendo que la lluvia siguiera entrando.
—Solo porque estoy curiosa por escuchar tus explicaciones —dijo, su tono cargado de desdén—, te permitiré entrar. Pero que esto sirva como advertencia, Jasper: no me des una razón para arrepentirme.
Sentí una mezcla de alivio y ansiedad mientras cruzaba el umbral. El calor de la casa era un contraste doloroso con el frío que sentía afuera, pero no tenía tiempo para disfrutarlo. Ahora debía enfrentar la tormenta emocional que Nyx me tenía preparada.
Nyx me condujo a la sala, donde el ambiente cálido era una burbuja de normalidad en medio del caos. Me senté en el sofá frente a ella, el corazón acelerado y la mente enredada en una maraña de pensamientos desesperados. Sabía que cada palabra contaría y que debía encontrar la manera de demostrarle que, a pesar de todo, lo que sentía por ella era genuino y valía la pena.
Nyx se sentó en un sillón, mirándome con una mezcla de expectación y escepticismo. El tiempo para las excusas había terminado; ahora era el momento de enfrentar las consecuencias de mis decisiones y hacer todo lo posible para arreglar las cosas.
El sonido de la tormenta afuera era casi ensordecedor, pero el silencio dentro de la casa era aún más abrumador. Nyx me miraba fijamente, sus ojos penetrantes clavados en los míos, como si estuviera esperando a que me derrumbara bajo su escrutinio. Sabía que no podía mostrar debilidad ahora, no cuando estaba a punto de perder lo único que realmente me importaba.
Respiré hondo, tratando de calmar mi mente agitada. Cada palabra que dijera a partir de ahora tendría un peso enorme.
—Nyx, por favor, escúchame —comencé, mi voz aún temblorosa—. Sé que te fallé. Sé que lo que hice anoche no tiene excusa. Pero lo que s