Después de un devastador adiós, la vida de Lucía cambia drásticamente. En su nuevo trabajo como asistente en una prestigiosa empresa, descubre que su jefe es el imponente y enigmático CEO, Alejandro Ferrer. Desde el primer día, Alejandro se muestra distante y frío, pero detrás de esa fachada se esconde un hombre marcado por traiciones y engaños del pasado.
A medida que Lucía se sumerge en el mundo corporativo, se enfrenta a desafíos y rivalidades, descubriendo que la oficina es un campo de batalla donde la venganza y la ambición están a la orden del día. Pero lo que Lucía no sabe es que Alejandro ha puesto sus ojos en ella. Pese a que Lucía no siente lo mismo, Alejandro está decidido a luchar por su amor, desafiando las sombras de su pasado y enfrentando cualquier obstáculo que se interponga en su camino.
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Capítulo 9: Tormenta en el Horizonte
La investigación interna del consejo sobre Vargas comenzó a desenterrar secretos más oscuros de lo que Lucía había imaginado. Cada día traía nuevas revelaciones sobre las actividades ilícitas de Vargas y su red de corrupción. Lucía y Alejandro trabajaban incansablemente para recopilar y organizar la evidencia, sabiendo que su lucha por la verdad estaba lejos de terminar.
Una tarde, mientras revisaba documentos en su oficina, Lucía recibió una llamada de Alejandro. "Lucía, necesito que vengas a mi oficina. He descubierto algo importante."
Lucía se apresuró a llegar y encontró a Alejandro con una expresión sombría, sosteniendo un sobre. "Este sobre llegó esta mañana," dijo, entregándoselo. "Es de nuestro informante anónimo."
Lucía abrió el sobre con manos temblorosas y encontró una serie de documentos que detallaban una red de sobornos y chantajes que Vargas había utilizado para silenciar a sus críticos y manipular a sus rivales. Pero lo más impactante era una carta manuscrita del propio Vargas, en la que admitía sus crímenes y detallaba sus planes para destruir la Torre Ferrer.
"Esto es... increíble," murmuró Lucía, sintiendo una mezcla de asombro y horror. "Con esta evidencia, podemos destruir a Vargas de una vez por todas."
"Sí, pero también lo pone en una posición muy peligrosa," advirtió Alejandro. "Tenemos que actuar con rapidez y cuidado."
Decidieron presentar la nueva evidencia al consejo de administración y a las autoridades lo antes posible. Sin embargo, antes de que pudieran hacerlo, ocurrió algo inesperado. Esa misma noche, Lucía recibió una llamada de un número desconocido.
"Lucía," dijo una voz que reconoció al instante como la del informante anónimo. "Estás en grave peligro. Vargas ha descubierto que tienes la evidencia y está dispuesto a hacer cualquier cosa para recuperarla."
"¿Qué puedo hacer?" preguntó Lucía, sintiendo el pánico crecer dentro de ella.
"Debes salir de tu apartamento ahora mismo. No es seguro. Tengo un lugar donde puedes esconderte hasta que esto termine. Te enviaré la dirección."
Lucía no dudó. Empacó rápidamente algunas pertenencias esenciales y dejó su apartamento, siguiendo las instrucciones del informante. Mientras conducía hacia el lugar indicado, no podía dejar de mirar por el retrovisor, esperando ver un coche sospechoso siguiéndola.
Llegó a una pequeña casa en las afueras de la ciudad y fue recibida por el informante, un hombre de mediana edad con un aire de urgencia. "Soy Juan," se presentó. "Trabajé para Vargas durante años antes de darme cuenta de su verdadera naturaleza. Ahora quiero ayudar a derribarlo."
"Gracias por tu ayuda," dijo Lucía, sintiendo una mezcla de gratitud y miedo. "¿Qué hacemos ahora?"
"Primero, debemos asegurarnos de que estés a salvo. Luego, podemos planear cómo presentar la evidencia sin que Vargas tenga la oportunidad de intervenir," explicó Juan.
Mientras Lucía se asentaba en la casa de seguridad, Alejandro trabajaba para mantener las apariencias en la Torre Ferrer y coordinar con las autoridades para asegurar la protección de Lucía y la presentación de la evidencia. La situación era tensa, y sabían que un solo error podría costarles caro.
Unos días después, Alejandro consiguió organizar una reunión secreta con el consejo y las autoridades. Lucía, escondida en la casa de seguridad, se mantuvo en contacto constante con Alejandro, coordinando cada paso del plan.
La noche antes de la reunión, Lucía recibió un mensaje inquietante: "Última oportunidad para rendirte. Si no entregas la evidencia, te destruiré a ti y a todo lo que amas. -Vargas."
Lucía sintió el miedo apoderarse de ella, pero también una firme determinación. No podía rendirse ahora, no después de todo lo que había pasado. Sabía que Vargas estaba desesperado, y eso lo hacía aún más peligroso. Pero también sabía que la verdad estaba de su lado.
La mañana de la reunión, Lucía y Juan se aseguraron de que toda la evidencia estuviera lista. Lucía se dirigió a la ubicación secreta de la reunión, con una escolta policial para garantizar su seguridad. Al llegar, se encontró con Alejandro y los miembros del consejo, quienes la recibieron con expresiones de alivio y preocupación.
"Lucía, estás a salvo," dijo Alejandro, abrazándola brevemente. "Estamos listos para presentar la evidencia."
La reunión comenzó y Lucía presentó las pruebas una vez más, esta vez con la protección y el respaldo de las autoridades. Los miembros del consejo y los oficiales de policía escucharon atentamente, asintiendo con aprobación y preocupación mientras Lucía detallaba las actividades ilícitas de Vargas.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el jefe de policía se levantó. "Con esta evidencia, podemos proceder con el arresto de Vargas y desmantelar su red de corrupción. Buen trabajo, señorita Rodríguez."
Lucía sintió una ola de alivio y satisfacción. Habían logrado exponer la verdad y proteger la integridad de la Torre Ferrer. Sin embargo, sabía que la batalla aún no había terminado. Vargas estaba acorralado, pero seguía siendo peligroso.
Esa noche, mientras se preparaba para regresar a la casa de seguridad, recibió un último mensaje de Vargas: "Esto no ha terminado, Lucía. Nos volveremos a ver."
Lucía apagó su teléfono y miró a Alejandro. "Sabemos que esto no ha terminado, pero hemos dado un gran paso hacia la justicia."
"Y seguiremos adelante, juntos," respondió Alejandro, con una sonrisa de determinación. "No permitiremos que Vargas gane."
Mientras las sombras del pasado y las amenazas presentes se cernían sobre ellos, Lucía y Alejandro sabían que el camino aún sería difícil, pero estaban dispuestos a luchar por la verdad y por su futuro, sin importar el costo.