Orien reencarnó en un mundo desconocido, luego de haber habitado por mucho tiempo en Goren y ahora siendo un mago de alto rango decide aventurarse por el inmenso continente Venus.
¿Qué nuevas aventuras descubrirá Orien Nadali?
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Rey de Alfreimr, Mirzen
—Tus ojos no mienten —Agregó de nuevo el dragón. Orien observaba la situación con interés, además era la primera vez que escuchaba sobre la poción de la verdad.
—Oh, me siento complacido. ¿Ustedes se dirigen a Glassus, no? —Atan sonreía demasiado, eso incomodó un poco al grupo. —Puedo llevarles si quieren, conozco toda la zona de aquí. Obviamente, tenemos que ser rápidos, solamente puedo estar tres días y luego me iré a Alfreimr. —Atan mordió otro trozo de carne devorándolo como si fuera un muerto de hambre.
—Está bien —Orien respondió sin pensarlo mucho, viendo de cerca a Atan, él parecía ser un mago de rango medio. Si quisiera hacer algo no sería un problema para Orien, hasta Happy podría derrotarlo.
—Las bestias del desierto salen más en las noches, lo mejor será atravesarlo mientras sea de día. Será más rápido porque ustedes tienen un dragón y eso que yo llevo una semana aquí.
Orien achicó los ojos con sospecha.
—¿Estás seguro de que conoces los territorios de aquí?
Atan asintió sin duda alguna, Zura volvió a ponerse el pañuelo en la cabeza dejando solamente su rostro al aire. Orien siguió a Atan sin mucha confianza, «Imagina perderse uno en ese desierto, vaya tortura».
Unos minutos después.
—¿Por qué comes tanto? —Zura empujó a Atan haciendo que él cayera a la arena, Happy carcajeó con una voz chillona y Orien estaba tapándose los oídos debido al ruido.
—¿Pueden callarse?
—Fue ella la que comenzó, y no como mucho, como lo necesario. —Atan se defendió también levantando la voz.
«En momentos como este desearía tener un hechizo de silencio».
Justo en ese momento una bestia salió debajo de la arena interrumpiendo la discusión y tomando a Zura del brazo.
—¡Cállense! —Orien se giró quedándose tranquilo procesando que carajos era esa cosa, parecía un ciempiés pero, en que mundo eso podía ser un ciempiés. Orien hizo una mueca de asco cuando notó algunos tentáculos moverse.
Zura intentó usar magia pero, era tan débil que no produjo ningún efecto. Atan lanzó ataques con sus cristales convertidos en cuchillas más grandes. La bestia lo mandó a volar dándole un golpe con sus tentáculos. Happy lanzó una bola de fuego haciendo que la bestia huyera debido al miedo.
Atan regresó sacudiéndose los pantalones, su camisa estaba rota y tenía la cara llena de arena; Orien comenzó a reírse mientras los demás lo observaban con ira.
—Les dije que se callaran —Orien siguió burlándose. Las siguientes horas pasaron con normalidad, ellos viajando sobre el lomo de Happy, Atan estaba emocionado porque era la primera vez que se subía encima de un dragón. Y por otro lado, Happy hacía de las suyas dando algunos giros en el aire. La noche llegó y decidieron acampar en medio del desierto. Orien encendió la madera que Zura y Atan fueron a buscar antes.
—¿Eres de Goren? —Orien se sorprendió por la pregunta y asintió. Atan se sentó a su lado con una sonrisa brillante. —¿Cómo es el imperio?
Orien meditó, Goren era muy hermosa, con los enormes edificios, torres altas y bellas flores. Sobre todo Ziri, una isla que estaba repleta de historia, de magia visual.
—Es un sitio bastante acogedor, —Orien respondió recordando las memorias pasadas. —Pero como todo país, tiene su mala cara. ¿Quieres ir a Goren?
—Sí, quiero estudiar un año en la academia de magia.
—¿No estás muy grande? —Orien preguntó viendo la altura de Atan, y su rostro era como un joven de dieciocho o diecinueve años.
—No, apenas tengo quince. —Orien volvió a mirarlo de arriba hacia abajo. —No estoy mintiendo.
—¿Qué comiste? —Orien preguntó y Atan mostró una expresión de confusión sin entender a que se refería Orien.
En la lejanía se escuchó el aullar de algunos lobos, y Zura comentó sobre no tener el fuego encendido por mucho tiempo o eso podría acercar a las bestias mágicas. Las lunas en el cielo resplandecían hermosamente, Happy contó algunas estrellas mientras que Orien miraba el horizonte pensando en como sería el reino del norte, donde el frío dominaba siempre.
Alfreimr, reino de los elfos.
Elios se encontraba en la sala de reuniones esperando la llegada de su hijo Mirzen, quien era el rey de Alfreimr. Las puertas gigantes con enredaderas y hojas que parecían caer fue abierta por un elfo que vigilaba afuera, el rey entró a la habitación con una presencia imponente, su rostro se veía mas hermoso y sus ojos violetas representaban su realeza. Tenía una coronilla en la cabeza, como si fuera espinas con oro incrustado en ella, su cabello gris caía sobre sus hombros con una trenza a ambos lados del rostro. Llevaba un traje verde con un efod dorado, unos zapatos relucientes de color plateado. Caminó hacia Ellos y luego tomó asiento frente a él.
—¿Qué ha sucedido en mi ausencia? —Mirzen tenía una voz suave, amable y calmada. Algo que contrastaba con su expresión seria, que algunos confundían con molestia.
—La princesa y Eros decidieron habitar en Goren. —Mirzen pareció sorprendido pero, no dijo nada sobre eso, entonces Elios prosiguió. —La magia, ya sabes como estaba pero, se ha puesto peor. Recientemente hubo un terremoto, no fue tan grave, sin embargo estoy de los nervios.
Mirzen suspiró, había escuchado a algunos elfos del palacio hablar sobre el terremoto, era algo que daría de que hablar, si los demás reinos se enteraran de la debilidad de uno de los reinos más poderosos, atacarían sin dudar.
—Goren, ¿Sigue de nuestro lado?, supongo que sí. —Mirzen se relajó sobre su asiento. —¿Rezaste al dios de la tierra?
—El dios Gaikeb no ha hablado con los elfos, ni en sueños. —Mirzen arrugó las cejas de manera confusa, no entendía porque los dioses los abandonaban ahora, quitando poco a poco la magia de ellos.
—¿No hay nada más?
—Un reciente asunto con Goren, pero, simplemente se hizo más grande la amistad entre nuestro reino y el imperio. El anterior emperador ha fallecido, en este momento Goren está siendo dirigida por su hijo.
—¿Un niño?, puede que algunos reinos aprovechen esto para atacar, sin embargo pienso que estará recibiendo apoyo de la emperatriz.
Elios asintió. Luego de eso la conversación giró en torno sobre la magia, querían encontrar el problema; la razón del porque los dioses estaban molestos y por ello los elfos estaban siendo castigados. De ese modo, si conocieran el conflicto, habría oportunidad de solucionarlo.