Hacía ocho años que Valentina Rossi se había visto obligada a casarse con Leonardo Bianchi. Ambos provenían de familias influyentes , pero siempre habían vivido separados y ni siquiera habían consumado el matrimonio.
Sin embargo, ahora Valentina deseaba buscar su propia felicidad, por lo que decidió pedirle el divorcio a Leonardo. Su respuesta fue clara: él era su marido y sería también quien le proporcionaría esa felicidad.
Al principio, Valeria se negó a intentarlo siquiera; al fin y al cabo, Leonardo un conocido donjuán. Pero las circunstancias, incluyendo la crisis de salud de su padre, lo empujaron a reconsiderar su decisión y la hicieron cambiar de opinión.
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Título del capítulo 9 : "Renovando Promesas
Leonardo bajó del auto frente a la casa de Valentina con el corazón latiendo con fuerza. Había tomado la decisión de hablar con ella, de abrirse y pedirle algo que había estado en su mente desde el momento en que supo que ella estaba embarazada. Caminó por el camino de entrada, sintiendo el aroma de las flores del jardín mezclado con el aire fresco de la tarde.
Valentina estaba en el porche, arreglando unas macetas de flores cuando lo vio acercarse. Sus ojos se encontraron y, aunque había una chispa de sorpresa en su mirada, también había un brillo de bienvenida. Ella se levantó y se limpió las manos en el delantal antes de bajar los escalones para encontrarse con él.
—Leonardo, no esperaba verte —dijo Valentina, tratando de mantener su voz serena.
—Valentina, necesito hablar contigo —respondió él, su voz suave pero llena de urgencia—. ¿Podemos entrar?
Ella asintió, guiándolo hacia la sala de estar. Una vez dentro, se sentaron en el sofá, un silencio pesado cayendo entre ellos. Leonardo tomó aire, sabiendo que las palabras que estaba a punto de decir cambiarían sus vidas para siempre.
—Valentina, he estado pensando mucho —comenzó—. Sobre nosotros, sobre nuestro pasado y nuestro futuro. Y sé que no he sido el hombre que mereces. Pero también sé que te amo, y quiero que nuestra familia tenga una oportunidad real.
Valentina lo miró, su corazón latiendo rápido. No sabía exactamente a dónde iba esta conversación, pero la intensidad en los ojos de Leonardo le decía que era importante.
—Cuando supe que estabas embarazada, algo cambió en mí —continuó Leonardo—. Me di cuenta de que quiero estar contigo, no solo por nuestro hijo, sino porque tú eres la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida. Valentina, me gustaría que nos casáramos de nuevo, esta vez por amor y no por obligación. Quiero que vivamos juntos y que construyamos una vida como familia.
Las palabras de Leonardo resonaron en la mente de Valentina. No era lo que esperaba escuchar, pero tampoco era algo que no hubiera deseado en algún rincón de su corazón. Había soñado con una vida juntos, una vida donde no hubiera resentimiento ni dolor, solo amor y comprensión.
—Leonardo, no sé qué decir —murmuró ella—. Todo esto es tan repentino.
Leonardo se inclinó hacia adelante, tomando sus manos entre las suyas.
—Lo sé, y no te estoy pidiendo que tomes una decisión ahora mismo. Solo quiero que sepas que estoy dispuesto a hacer todo lo posible para que esto funcione. Sé que te he lastimado y que tienes todas las razones para no confiar en mí. Pero estoy dispuesto a luchar por ti, por nosotros.
Valentina sintió una lágrima rodar por su mejilla. Las palabras de Leonardo eran sinceras, y podía ver el arrepentimiento y la esperanza en sus ojos.
—Leonardo, me has hecho mucho daño, pero también sé que no soy perfecta. He cometido errores y he sido obstinada. Pero quiero que nuestro hijo tenga una familia unida, llena de amor.
Leonardo sonrió, apretando sus manos con suavidad.
—Eso es todo lo que quiero, Valentina. Una oportunidad para demostrarte que podemos ser felices juntos. Quiero ser el padre y el esposo que ambos merecen.
Valentina tomó una profunda respiración, asintiendo lentamente. Sabía que esta era una decisión que cambiaría todo, pero también sabía que tenía que seguir a su corazón.
—De acuerdo, Leonardo. Hagámoslo. Construyamos una vida juntos.
Leonardo sintió una ola de alivio y felicidad al escuchar sus palabras. Se inclinó hacia ella, sus labios encontrándose en un beso suave y lleno de promesas. Era el comienzo de algo nuevo, algo hermoso.
Pasaron el resto del día hablando sobre sus esperanzas y sueños, haciendo planes para el futuro. Compartieron risas y lágrimas, reconociendo los errores del pasado pero también abrazando la posibilidad de un futuro juntos. Leonardo prometió estar allí para ella y su hijo, apoyarla y amarla incondicionalmente.
Valentina, por su parte, también prometió abrir su corazón y darle una oportunidad para redimirse. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesta a intentarlo. Ambos sabían que el camino por delante estaría lleno de desafíos, pero también estaba lleno de amor y esperanza.
A medida que la tarde se convirtió en noche, Leonardo y Valentina se acurrucaron juntos en el sofá, mirando el crepitar del fuego en la chimenea. Habían encontrado un nuevo comienzo, una oportunidad para construir una vida juntos llena de amor, respeto y comprensión. Y esta vez, estaban decididos a hacer que funcionara.
saludos y bendiciones desde CHILE 🇨🇱🇨🇱🇨🇱🤗🤗
Agradezco profundamente cada comentario y crítica que recibo sobre mis obras, ya que todas aportan a mi crecimiento como escritora. Sin embargo, me gustaría tomar un momento para reflexionar juntos sobre algunas críticas que pueden ser percibidas como ofensivas.
Entiendo que no todos disfruten de mis escritos de la misma manera y respeto todas las opiniones. No obstante, es importante recordar que la crítica constructiva es aquella que aporta sugerencias y comentarios útiles que pueden ayudar a mejorar el trabajo. Este tipo de crítica es invaluable y siempre bienvenida.
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Los invito a que sigamos compartiendo nuestras impresiones con respeto y empatía, recordando siempre que detrás de cada obra hay una persona que ha puesto su corazón y esfuerzo en ella. Sus opiniones son importantes, y cuando se expresan de manera constructiva, tienen el poder de contribuir positivamente al proceso creativo.
Gracias por su comprensión y apoyo continuo.
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Araceli Settecase