Mía Montenegro una dulce chica engañada por su prometido, un viaje de olvido le permitió conocer la tentación, una lucha interna entre el deseo y sus principios, serán la clave del amor, pero también del dolor.
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Capítulo 9
El sonido del despertador me hace salir de la comodidad de mi cama, aunque hoy no tengo clase con Manolo, tengo que darle el recorrido por la universidad y no tengo forma de evadirlo.
Después de un delicioso baño y un outfit casual para hoy, un vestido straples azul turquesa que me daba hasta los muslos y unos tacones no tan altos negros que combinan, me doy una última revisada en el espejo de cuerpo entero que tengo en mi cuarto, procedo a bajar las escaleras y dirigirme a la cocina, un olor a huevos me hizo llegar allí.
Mi padre y mi hermano estaban desayunando, los saludo de beso en la mejilla a ambos y me siento al lado de mi hermano.
-Liz me regalas solo juguito por fa- le digo a la chica que nos ayuda en la casa desde hace varios años.
- ¿Por qué no piensas desayunar? – me cuestiona mi padre sin quitar su vista del periódico que estaba leyendo.
- No me levante con mucha hambre. – le digo sin muchas ganas. - pensé que te vería en la universidad- le pregunto a mi hermano\, Liz me sirve mi jugo de naranja y le agradezco por ello.
- Llegue hace poco\, me vine a cambiar primero. – su sonrisa no podía ser más amplia\, se veía que estaba feliz y me alegraba por eso.
- Sé que es incómodo\, pero hoy Felipe pide la mano de Sofía y les agradecería que estuvieran presentes. – mi papá tan oportuno como siempre. – sé que no fue lo que se planeó\, pero estemos como una familia.
- Cuál familia papá\, una en donde los padres se separan y las hermanas se comparten los novios\, qué hermosa familia. – me levanto de la mesa. – pero tranquilo que eso no me lo pierdo\, permiso.
Salgo de la casa y voy hacia mi auto, lo enciendo y procedo dirigirme a la universidad, iba tan distraída pensando en la dichosa fiesta que no me percate del hombre que estaba al frente mío y casi arrollo, me bajo del auto para ver si está bien.
-Oye estás bien. – le pregunto nerviosa.
- Yo entiendo que no me quieras ver\, pero quererme atropellar\, es un poco drástico\, no crees. – siempre tenía que tener una sonrisa para hablar.
- No digas eso\, de verdad no te vi\, discúlpame Manolo\, en serio\, además como vas a cruzar así\, que esto sea un conjunto\, no significa que no pasen autos. – me sentía muy nerviosa.
- Tranquila\, no me paso nada\, estoy bien\, pero como casi me arrollas y vamos para el mismo sitio\, deberías acercarme. -con esa mirada era imposible decirle que no y más cuando casi le pego con el auto.
- Está bien\, pero tú manejas\, me siento algo nerviosa. – nos subimos al auto y nos dirigimos hacia la universidad.
- ¿Te pasa algo?\, aparte de nerviosa\, pareces molesta.
- Que\, si me pasa algo\, desde que llegue a Madrid solo he tenido dolores de cabeza\, si te soy sincera\, si pudiera me devolvería para Sicilia\, desde que llegue solo me persiguen los problemas. – le respondo mirando por la ventana.
- Y porque no lo haces\, ¿Qué te detiene? – su pregunta me hace cerrar mis ojos\, respirar y mirarlo.
- Que no puedo huir dos veces de los problemas\, al fin y al cabo\, tengo que enfrentarlos.
- ¿Quieres hablar de eso? – contigo quiero hacer de todo menos hablar\, esta lucha interna no es nada fácil.
- No es necesario\, en algún momento se me tendrá que pasar\, pensé que Pamela te llevaría a la universidad- preferí cambiar un tema nada agradable por otro peor.
- Tuvo que salir temprano\, al parecer tienen que desocuparse\, lo más pronto posible por una reunión que van a hacer hoy\, algo así me comento.
Preferí no responder, el camino a la universidad fue en un completo silencio y agradecía por ello, la verdad no tenía muchas ganas de hablar de nada, Manolo parqueo el auto y cuando me iba a bajar su mano me sostuvo el brazo.
-Antes que te vayas, quisiera pedirte un favor.
- Dime. – no había terminado de decir la palabra cuando sus labios estaban sobre los míos\, lo quería apartar\, pero a la vez quería sentirlos\, así que deje de pensar y me deje llevar\, sus besos se sentían tan familiares\, nuestras lenguas jugaban entre ellas.
El beso se estaba intensificando, sus manos recorrían mi espalda, en estos momentos agradecía que mi auto tuviera vidrios polarizados, pero la dicha termino cuando alguien golpeo la ventana, Manolo se separó de mí renegando contra la inoportuna Bella.
-Creo que no es el lugar para esto. -le digo un poco acalorada.
- Lo sé\, discúlpame\, pero tenerte tan cerca me es imposible no querer besarte. -Bella vuelve a tocar la ventana\, pero esta vez un poco enojada.
- Mía que estás haciendo que no sales.
Antes de salir del auto le arreglo el cuello de la camisa y me peino un poco mi cabello, Manolo me vuelve a dar un beso. – sé que te vas a arrepentir, así que yo prefiero recordar esos deliciosos labios.
Nos bajamos del auto antes que la paciencia de Bella llegue a su límite. – tú que tanto hacías – la última palabra salió sin fuerza al ver que salía Manolo y no yo. - Profesor Cortes.
-Señorita Bella como esta. – me entrega las llaves. – gracias por el favor, nos vemos después señoritas. – y sin decir más se marcha.
- ¿Siempre ha tenido buen culo? - miro a Bella confundida. – solo preguntaba\, me hubieras escrito un mensaje que estabas ocupada con él y no te hubiera molestado. – solo niego con mi cabeza.
- No estaba pasando nada\, solo le estaba pidiendo disculpas\, porque por ir distraída casi lo atropello y por eso él estaba manejando\, no me sentía en condiciones de hacerlo.
- La próxima que me quieras mentir\, cerciórate que no estés tan espelucada y tus labios no estén hinchados. – me miro en el espejo del auto y me trato de acomodar mi cabello.
- Bueno\, está bien\, solo fue un beso que tú interrumpiste. – me muerdo mi labio inferior de manera involuntaria. – un señor beso\, pero bueno\, esto no tiene importancia.
Veo que mi hermano parquea el auto cerca del de Bella, la pelirroja no se había dado cuenta de su presencia porque estaba ocupada riéndose de mí, así que Salvador aprovecho para hacerse detrás de ella y darle una rosa, la cual la tomo por sorpresa.
-Aunque tu belleza opaque esta pequeña rosa, espero que te guste. – y eso es un hombre enamorado.
Bella se voltea para estar frente a él y le da un beso en la boca. - Gracias, es lo más bonito que alguien me ha dado.
-Tú te mereces todo- bueno, al menos alguien estaba feliz.
- A mí me encanta verlos así\, pero dejamos sus muestras de cariño para después\, preferiblemente cuando yo no este. – les digo a ambos.
- Dormí delicioso\, y ya te vi\, creo que mejor día no puedo tener\, así que ahora sí me puedo ir a trabajar. – le dice un Salvador enamorado a su amada.
- Te escribo cuando me desocupe\, ¿Te parece? – yo había visto todo\, pero una Bella enamorada jamás.
Nuevamente, se dan un beso para despedirse, no es que sienta envidia, pero yo también quería que mi vida fuera sencilla y no el caos que estaba viviendo, tuve que intervenir y despedirlos o si no nunca nos íbamos a ir a clases y este hombre no llegaría al bufete si seguían con su despedidera, mi hermano al fin se fue y Bella y yo nos dirigimos a clases.
-Tú porque eres tan envidiosa, eso no se hace. – me dice la pelirroja en pucheros.
- Te recuerdo\, señorita\, que tenemos clase en cinco minutos y si seguían así no terminarían.
Las clases que tuvimos pasaron rápido, ya eran las dos de la tarde y tenía hambre, así que Bella y yo nos dirigimos a la cafetería a buscar algo de comer, pero solo encontramos lasaña.
- ¿Vas a ir? – su pregunta me hizo recordar por qué no me quería ir de la universidad hoy.
- Es eso o tener que escuchar el discurso del señor Montenegro\, solo espero que hayan hecho cambios\, no quiero que sea lo que yo organice.
- No sé qué decirte la verdad\, no sé si le hicieron cambios\, pero prepárate para cualquier cosa.
Era lo más seguro, todo fue tan repentino que no creo que hayan hecho cambios, reviso mi celular a ver si tenía algún mensaje de Manolo, pero nada, se suponía que hoy tenía que darle el recorrido, pero desde esta mañana no lo he visto.
-Quiero que me acompañes a comprar un vestido para esta noche, lo último que quiero es que me vean con lástima.
- Claro\, saliendo de aquí vamos.
Quisieron jugar conmigo, muchas veces se burlaron de mí, pero tarde que temprano la vida te lo cobra.