¿Puede una mujer ser adicta al se*o?
¿Qué es la ninfonania? ¿Tiene cura esa enfermedad?
¿Qué problemas futuros acarrea una viol*ción?
¿Puede un hombre ser el veneno y antídoto de una mujer?
William no supo que le pasó, conecto la mirada con la pequeña mujer y quedó hipnotizado, ella supo como provocarlo, la manera como se balanceó y levantó las piernas mostrando la pequeña tela que cubría lo que él deseaba ver lo puso nervioso y hasta excitado, por un momento se le antojó bajarla del escenario, llevársela y castigarla por alterar el orden de su mie*bro.
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ME GUSTAS WILL
Luisa había terminado sus estudios de manera virtual, aunque sus ingresos no eran los mismos desde que había dejado de hacer shows privados y atender a los clientes brindándole sexo adicional, era una chica que ahorraba en gran manera.
Estudiaba baile en la escuela Dance College, gracias a Mike que pago su matrícula y primer semestre, la mujer también había realizado estudios cortos en sistemas, amaba la tecnología.
La premiaron con una beca por ser la mejor estudiante del primer semestre de baile, Luisa era buena en todo lo que hacía, pero lo de hacer amigas y conseguir un amor al parecer no era su fuerte.
Las chicas que estudiaban ahí eran de alta sociedad y pensar en juntarse con una becada no estaba en su lista. Además, que la belleza de Luisa sobrepasaba a la de muchas de ellas y eso era inconcebible.
La identificación falsa que dos años atrás le había hecho Stuart fue perfecta, había podido estudiar con ella, hacerse créditos y muchas cosas más, a la vista de todos Luisa tenía 20 años, aunque a muchos le parecía que la chica se veía muy joven a nadie se le pasó por la cabeza que tuviera menos edad.
Luisa llegó a una tienda compro productos de limpieza e íntimos y se topó con una revista de Inside que hablaba del grandote que deseaba, la compró y leyó todo lo relacionado con el hombre, recortó la fotografía que proporcionaba la revista y la pegó en su armario para verlo todos los días.
Luisa se acercó al pedazo de papel con el rostro del guapo hombre y dijo:"Deberías sentirte afortunado, ayer por primera vez en mucho tiempo no tuve sexo con un desconocido por qué llegaste para quedarte. ¡Puta madre! No puedo sacarte de mi mente y si tú no piensas volver al club prepárate porque iré por ti"
Los días pasaron efectivamente William no había aparecido por el club y él no pensaba regresar.
Su amigo le había estado insistiendo, pero no quería ver a esa mujer que lo había descontrolado como nadie.
Luisa se mantuvo firme nunca había durado tanto sin tener sexo, ella pensaba encontrarse con el castaño y lanzarse, estaba segura que el hombre caería redondito a sus pies.
El guapo hombre no llegó, pasó una semana y solo veía a su amigo Fernando de vez en cuando.
Al día siguiente después de sus clases decidió ir a la empresa del hombre, le pareció extremo, pero pensó:" No hay peor diligencia, que la que no se hace"
La mujer llegó a la enorme recepción y se acercó a una de las hermosas mujeres que estaban en el área de atención.
Luisa se presentó con shorts de jeans corto que la hacían ver despampanante, sus piernas eran firmes, largas y sexis. Una camisa blanca holgada sin los 3 primeros botones que mostraban de manera sutil algo de escote, su cabello recogido de manera informal simulando un, tómate, sin nada de maquillaje y chavitos blancos.
La mujer se veía sencilla, pero aun así era imposible para un hombre no posar la mirada sobre ella.
"Hola, Disculpe señorita ¿Cómo obtener una cita para hablar con el señor Lombardi?" Dijo la hermosa niña.
Esos trucos de niña buena, con las mujeres no funcionaban, se maldijo por no encontrar a un buen chico en recepción.
La mujer la miró de pies a cabeza y dijo:"Lo siento no puedo ayudarle" La mujer tenía rotundamente prohibido pasar a personal no conocido a las oficinas y como Luisa no se presentó, supuso que era una loca más en busca de beneficios o alguna periodista.
Luisa río y miró a todos lados ¿Qué podría hacer? Y de repente se le vino a la mente una idea.
Fue directo al vigilante y le dijo:"Señor, disculpe" Luisa miró al lado derecho y vio el apellido.
"Señor Ibáñez, soy la novia del Sr. Alcázares y quiero darle una sorpresa, hoy es su cumpleaños" Dijo muy seguramente Luisa.
"¿El Sr. Alcázares, cumple años? Mire no sabía, pero que hermosa es usted ¿Cómo se llama?"
"Soy Luisa, Sr. Ibáñez, lo que pasa es que Miranda la mujer que está allá, no me puede llevar a la oficina de Fer porque tiene mucho trabajo y le es imposible dejar solo el sitio, entonces me dijo que me acercara a usted para que me ayudare, tengo unas cosas en el auto, pero como no conozco la oficina, no sé si pueda organizar todo, si quiere hágale señas a Miranda y ella le confirmará que NO me puede acompañar" Dijo Luisa metida en papel de novia de Fernando.
"Señorita Luisa, pero su novio está en la oficina" Dijo Ibáñez dudoso.
"Ya le marco a Will para que lo distraiga en su oficina" Dijo Luisa
"¿Will?" Se extrañó el vigilante.
"William, es la confianza" Dijo Luisa con una sonrisa y un puchero que para cualquier hombre sería irresistible.
A Ibáñez esa niña le pareció un angelito, era tan bella, esos gestos y esa mirada. El vigilante hizo señas a Miranda quien negó con la cabeza.
"Viste Ibáñez, no puede acompañarme, y sé que tú tampoco envíame con alguien, por favor" Dijo suplicante la pelirroja.
"Está bien mi niña, ahí viene Rosa, la del aseo ella te guiará" Dijo el vigilante.
"Gracias Ibáñez, le diré a Fer que te dé un bono adicional" Sonrió la bella chica.
La mujer iba hablando con Rosa, la señora de aseo y cuando llegaron al piso dieciseisavos la mujer le indicó la oficina de Fernando.
"Rosita ¿Y la de William? ¿Cuál es?" Preguntó curiosa la muchacha.
"Está allí al fondo señorita Lane" Dijo la empleada.
Luisa agradeció y se dirigió a una enorme oficina con enormes vidrios y una linda señorita de secretaria antes de la entrada "Maldita sea mi suerte" Pensó Luisa.
"Señorita buen día, William me espera, entraré" Dijo la pelirroja.
"¡Espere! ¿Tiene cita?" Dijo mujer levantándose y obstaculizando su frente.
"No necesito, déjame entrar, si Willy se entera que me negaste, te despedirá" La pelirroja se veía muy convencida y corrió con tanta suerte, pues la secretaria estaba en periodo de prueba y esta pensó que de verdad conocía a su jefe, entonces le permitió la entrada sin ser anunciada.
Luisa sonrió y pensó:"Pero que fácil"
La pelirroja ingresó a la oficina era enorme, amoblada, lujos por todos lados, celulares, laptop, portátiles etc. Luisa estaba anonadada.
"¿Fuego?" Preguntó Fernando.
"Hola Fer ¿Cómo estás? Vine por él" La pelirroja dijo esto mirando a William que se acercaba por la espalda de Fernando.
"¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? ¿Quién te ayudó?" Espetó William enojado.
"Calma guapo, Fer nos puedes dejar solos, quiero hablar con tu amigo" Dijo la pelirroja.
William miró con advertencia a su amigo insinuándole que si se iba lo mataba.
"Claro fuego, me voy, los dejo... Tranquilo amigo sabemos donde trabaja, no hará nada que no quieras" Dijo Fernando divertido, sabía que se metía en problemas, pero correría el riesgo ¿Quién iba a pensar que fuego vendría a buscar a su amigo?.
"¡Fernando!" Gritó William en vano, su amigo se había retirado.
"¿Miedo Will?" Dijo la pelirroja acercándose al castaño.
"¿Cómo me dijiste? ¿Quién te da derecho?" Preguntó William señalándola con su índice.
"Te llamas William de cariño te diré Will" Dijo coquetamente Luisa.
"Señorita retírese" Dijo William
"Pero que respetuoso, me encantas y quiero que salgamos por ahí..." Luisa fue interrumpida.
William con una sonrisa irónica y tratando de no ser directo dijo: "Nunca, no acostumbro a pagar por sexo"
"Nunca digas nunca y, ¿Quién dijo que te cobraré? Me gustas Will y mucho, además eres afortunado no acostumbro a buscar hombres" Dijo la pelirroja, adorando esa linda sonrisa.
"No estoy interesado..." William hizo una pausa esperando que ella le diera su nombre.
"Me puedes llamar Fuego o Luisa Lane" Se acercó un poco más la pelirroja al bello castaño.
"Señorita Lane, no soy Superman, le pido que se retire, no me haga llamar a seguridad, puedo acabar con usted en un abrir y cerrar de ojos" Advirtió William con enojo.
"Uy, pero que bello te ves cuando te enojas ¿Sabias que tus ojos cambian de color según sean tus emociones? Normalmente son miel, cuando te excitas se ponen azules y enojado son verdes" Río la perversa niña. "Y, lo que acabas de decir no es suficiente para espantarme, te recuerdo que fuiste al club, no querrás que sepan que frecuentas ese lugar" Dijo la chica juntando sus labios y luego desplegando una bella sonrisa.
A William le sorprendió lo observadora que era el demonio que tenia en frente y los gestos que hizo, no pasaron desapercibidos por el empresario, reconoció internamente su belleza, el hombre no era ciego y esa niña atrevida era hermosa.
"Está bien vete, no levantaré cargos, pero tu entrada a este lugar quedará prohibida y ten por seguro que nunca más estarás frente a mí. Serás la causante de la despedida de todos aquellos que te ayudaron a entrar" Dijo William.
"Está bien me iré, pero no despidas a nadie, fue mi culpa yo los engañé, inventé una historia" Dijo suplicante la pelirroja inclusive así se veía hermosa.
"Engañados por una mujer, están advertidos, nadie puede ingresar sin ser anunciado ¿Cree que puedo tener a personas así en este lugar? ¿Y si hubiese sido un asesino?" Dijo William
"Te puedo matar, pero de otra manera" Sonrió la mujer "Regáñalos, colócales memorandos en sus curriculums, pero no los despidas, como van a aprender si no los corriges" Mordio su labio la pequeña. "Me voy Will y, como prohibirás mi entrada a este lugar, espero verte en Pole Dance"
"No iré señorita Lane, esta es la última vez que nos veremos" Dijo William confiado.
"Eso lo veremos Will" Se acercó al hombre y le dio un beso húmedo en la mejilla.