Él es el pecado, la lujuria y la oscuridad, él es el Rey Demonio que conquistó el mundo y llenó la tierra de destrucción. Ella, una humana, cazadora, sobreviviente, con deseos de vengarse y liberarse de una maldición. Ambos lucharán contra el odio, el deseo e intensa atracción que los dominará poco a poco.
NovelToon tiene autorización de thailyng nazaret bernal rangel para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
UN ESPECTÁCULO DESAGRADABLE
...EZRA:...
— ¿Manos a la obra?
Estaba tensa y podía oler el miedo en su esencia, pero allí seguía, retando con su mirada ¿Quién diría que una chica tan flaca tuviera la fuerza para matar demonios y escapar de una celda sin ayuda? Necesitaba hacerle demasiadas preguntas y con mi poder de manipulación las tendría con facilidad, también debía tratar de convencerla para quitarle la maldición.
Esa parte sería complicada.
La evalué, de los pies a la cabeza y se incómodo.
— Tu ropa muestra mucha piel.
Sus mejillas se sonrojaron, con irritación y vergüenza.
— ¿No conoces las camisas? — Bajó su mirada a mi pecho.
— ¿Te distrae? — Elevé una comisura.
Frunció el ceño — ¿Por qué tendría que importarte mi forma de vestir? — Evadió.
— Vestirás otra cosa, esa ropa está rota y mostrando las piernas podrías causar muchas tentaciones en los machos.
No iba a permitir que los demás fantaseando con lo que me pertenecía, porque aunque yo no lo quisiera, ella era mía.
Maldito vínculo primitivo, ya me estaba afectando el cerebro y también el miembro.
Se encogió ante mi mirada atenta.
En la celebración, iba a demostrar a todos que solo la quería como sirvienta y esclava, por eso la había organizado.
— ¿Cómo te llamas?
— No es tu...
— Dímelo — Le di una expresión severa.
— Ivonne.
— ¿Solo Ivonne?
Puso los ojos en blanco — Ivonne Clauder.
— Yo soy Ezra.
— Lo sé.
— ¿Cómo rayos lo sabes?
— Tu amiga de las alitas me lo dijo — Se encogió de hombros.
— Acepta el juramento de sangre — Ordené, metiendo las manos en los bolsillos de mis pantalones.
— Incluye a mis compañeros.
— ¿Qué compañeros? — La observé a los ojos, no se movía del sitio en el que se hallaba.
— Mi gente — No quería responder.
— ¿Dónde está tu gente?
— No voy a decírtelo.
— No tienes opción, si quieres que los libre de la maldición entonces tendrás que decirme.
— ¿Para qué? ¿Para qué envíes a tus ordas a asesinarlos? — Gruñó, de nuevo con odio.
— Las maldiciones son subjetivas, por ende tienen diferentes curas, así que debo ver a tu gente.
Sacudió su cabeza — No voy a revelar la ubicación.
— Como quieras, el tiempo se agota.
— No confío en nadie, menos en ti — Se cruzó de brazos.
— Te daré hasta mañana para decidirte.
— ¿No es mejor para ti que yo muera? — Estrechó mis ojos.
— Quiero que me sirvas por mucho tiempo.
— ¿A qué te refieres con servir, exactamente?
— Lo que se me antoje ordenar.
Estrechó sus ojos — ¿Cómo qué?
— Lo que desee — Su olor me estaba descontrolando.
— ¿Qué desea?
Me acerqué abruptamente y cubrí su boca, sosteniendo su mandíbula.
— Sin malditas preguntas.
Sus ojos se abrieron mucho.
Bajé mi mano.
— Aquí dormirás desde ahora. Es mi habitación, pero será la tuya también.
Palideció — No voy a dormir contigo.
— Si deseo algo a media noche debes dármelo.
Su furia volvió, sus ojos enrojecieron y su respiración se cortó.
— Por mi vives ¿No lo recuerdas?
— Yo no pedí que me salvaras.
Intenté controlar mi lado salvaje.
— En mí está el poder de hacer de tu vida en un infierno en este lugar, así que sugiero que controles esa lengua.
— Sirviendo al ser que más odio será un infierno.
La tomé del brazo y la pegué a mi pecho, se quedó quieta, empezó a temblar cuando bajé mi nariz por su cuello y olí su piel, exquisito olor a hembra, a mi hembra, dulce.
Mi miembro se tensó.
Su pecho se agitó, en ese descarado corset.
Dejé al descubierto mis garras y rompí las trenzas que lo sujetaban.
Los senos pequeños saltaron a la vista cuando cayó al suelo.
Ella se sacudió, pero la sostuve de ambos brazos para apreciar más la marca que estaba dejando el veneno, allí, en medio de sus senos, largos tentáculos negros se ondulaban con lentitud.
No había tiempo.
Ivonne elevó su rodilla y me golpeó entre las piernas, no sentí ni cosquillas.
Pude ver el terror en sus ojos, la desesperación de que la tomara a la fuerza y la solté.
¿A qué dios se le ocurrió emparejarme con una humana que me odiaba?
No aceptaría el antídoto.
Se cubrió su desnudes, con expresión rabiosa.
— Maldito ¿Cómo te atreves?
La puerta sonó, agité mi mano y la puerta se abrió.
Dos demonios hembras entraron con ropas dobladas y accesorios.
— Vistan a la humana y cuando este preparada deben llevarla al salón de la celebración.
Agité mis alas y salí disparado por el balcón.
...****************...
La música de las flautas llenaban el salón y los demonios conversaban mientras bebían el vino de las bodegas, mezclado con un hechizo para elevar los sentidos. Algunos bailaban, otros disfrutaban de apareamientos momentáneos, las carcajadas y las lenguas demoníacas se juntaron, creando un ambiente libertino.
Sirla se tomó el atrevimiento de sentarse en mis piernas.
Al final de las escaleras del estrado estaba yo, sentado en el trono, que había ordenado adaptar, con dos espacios en los extremos para que mis alas quedaran libres.
— Ezra ¿Dónde dejaste a tu humana? — Paseó su mano por mi pecho.
— La están alistando.
— Mucho cuidado, los demonios están en su punto máximo de descontrol y pueden saltar encima de ella cuando la vean entrar — Regó besos por mi cuello, llevaba un vestido abierto, que dejaba ver sus largas piernas blancas.
— Los mataré si la tocan — Mi lado primitivo salió sin mi autorización y apartó su boca de mi piel.
— ¿Ya la tomaste?
— No te debo explicaciones.
— ¿Por qué tan posesivo? Es solo una humana — Tocó mi mejilla, frotándose contra mi erección, que estaba así por el acercamiento con mi humana.
— Es mi juguete y nadie lo toca.
— ¿Y qué hay de mí? No te importa si los otros demonios me poseen.
Besó mi boca, embriagada de licor alterado.
— Últimamente estás muy entrometida — Gruñí, mordiendo su labio inferior hasta sacarle sangre, la herida volvió a cerrarse — Obedece sin abrir esa boca, al menos que te pida hacerlo.
— Me gusta mi lugar de servidora.
— Lo seguirás teniendo, pero la humana es mi entretenimiento principal por ahora.
— Déjame servirte antes de que la traigan, mi señor — Pidió, bajando su mano a mis pantalones.
Debía dejarla hacerlo o levantaría sospechas, el vínculo solo me hacía querer derramar mi necesidad dentro de la chica, no me apetecía otra hembra.
Quería rechazar el lazo, pero no podía, no hasta que encontrara una forma de romperlo, debía deshacerme de la debilidad que representaba tener una humana como pareja.
Nadie podía saberlo. Sería mi ruina.
Desató la correa y metió su mano dentro de mis pantalones, empezó a acariciarme mientras besaba mi boca.
La esencia de Ivonne estaba permanente en mi nariz y cerré mis ojos para fingir que era ella la que me tocaba.
Al menos así podría mantenerme lejos de la humana. El placer onduló, agresivo, intenso, marcado con su imagen y su nombre.
Abrí mis ojos, cuando Sirla besó mi cuello, dejando tocarse el muslo.
Los demonios se alteraron cuando dos hembras guiaron a Ivonne hacia el estrado, tenía un vestido de falda recta, de color azul oscuro con perlas y diamantes en la falda, el escote en forma de loto, sus mangas transparente y usaba zapatillas blancas a juego con aretes y un collar de perlas.
Su cabello estaba completamente recogido, con peinetas de flores artificiales.
Tenía la boca pintada de rojo y eso acrecentó mi necesidad.
Sirla por supuesto lo atribuyó a sus atenciones.
Los demonios decían cosas sucias y reían a su paso, pero ninguno se atrevió a tocarla a pesar de sus ojos deseosos de placer.
Sabían las consecuencias que tendrían.
Estaba enojada, siseando y fulminando a los rostros salvajes a su paso.
Se detuvieron al pie de la escalera.
Sostuve a Sirla de la cintura cuando Ivonne elevó sus ojos hacia el trono.
Hice un gesto a las demonios y ellas retrocedieron para unirse a la celebración.
— Ven acá — Ordené, con mi voz gutural.
Dudó, su nariz estaba arrugada por la irritación y quise aventar a Sirla de mi regazo para tomar a Ivonne en mis brazos, llevarla a la habitación para poseer su cuerpo.
Dudó, pero decidió subir cuando recordó lo que le advertí.
Sirla siguió tocando mi miembro.
— Siéntate a mis pies.
La tensión en su cuerpo me indicó lo enojada que estaba.
Todos nos veían, atentos a mis demandas.
Lo haría solo para que no hubiera duda del papel de la humana y de mis apetencias al conservarla.
Se arrodilló hasta sentarse, incómoda y con la mandíbula apretada, tragando con fuerza.
Bajó la mirada, asqueada por lo que me estaba haciendo Sirla, quien empezaba a mover sus caderas buscando alivio.
Acaricié su muslo y gimió gustosa.
— Mírame — Ordené a Ivonne.
Elevó su mirada a la fuerza, estiré mi mano y sostuve su barbilla, el toque suave de la piel envió otra oleada de deseo.
— No dejes de mirar.
Sus ojos lanzaron llamas, furiosa, su pecho se agitó.
Besé a Sirla, tocando su cuerpo y estirando mi mano hacia su entrepierna.
Gimió y se agitó.
Di miradas de reojo hacia Ivonne, sus ojos me taladraron, sus mejillas estaban tan rojas y apretaba los puños.
Tan furiosa, si antes me odiaba ahora lo hacía más.
Sirla me sacudió con más fuerza y terminé derramando mi semilla al mismo tiempo que ella colapsaba, dándole expresiones satisfechas a Ivonne, sonriendo con suficiencia.
— ¡Eso solo fue una muestra de lo que te tocará hacer luego! — Dije, en voz alta para que los agudos oídos en el salón escucharan.
— Mírala, la pobre está demasiado impresionada — Se burló Sirla, sacando su mano de mi pantalón, la limpió con su vestido — Es tan inocente.
Ella la fulminó con la mirada.
— Ve a traerme una copa — Le ordené a Sirla, queriendo que desapareciera de mi vista.
Ella se levantó, acomodando su falda, bajando las escaleras, pavoneando su cuerpo.
Los demonios se relamieron cuando fue hacia la larga mesa llena de vino alterado.
Volví a tomar su barbilla y elevó sus ojos a los míos.
— ¿Impresionada?
— He visto demasiado en el pasado, ya nada me impresiona — Gruñó y toqué su mejilla con mis nudillos — Y tus actos lascivos no son la excepción.
— Entonces no te importará sentarte en mis piernas.
Su expresión se llenó de desagrado.
— No voy a dar el mismo espectáculo que tu cornuda. Tendrás que obligarme, no pondré mis manos en tu cuerpo ni dejaré que me toques jamás — Gruñó, tan asqueada que oculté mi expresión enojada, el maldito vínculo hizo que el rechazo me hiciera querer romper las paredes y arrancar las cabezas de los demonios.
— Sino me sirves te daré a otro demonio que si soporte tu cuerpo envenenado — Solté un siseo, sosteniendo su mandíbula.
— Te odio y te aborrezco, lo único que deseo es tu muerte, que dejes de existir, adelante forza mi cuerpo — Susurró por lo bajo y solté su mandíbula con brusquedad.
— ¡Orion! — Llamé.
Él se aproximó de entre la multitud.
— Si, mi señor.
— Puedes divertirte con la humana.
Te felicito por ese ingenio y esa manera de transmitir en tus relatos
☺️☺️☺️
Tan entretenida que le piden volver como una vieja chismosa diría 😜❤️🤣🤣🤣🤣