Traicionada

Ese día del banquete de su matrimonio, después del incidente con el hermano mayor de su esposo, al llegar al jardín Huimang respiró profundamente y dejó que el frío aire del atardecer acariciara su rostro, estaba en un mundo que desconocía, con gente que al parecer no le importa nadie más que sí mismos.

- “El príncipe Khwan puede ser indiferente en muchas cosas, pero le aseguro que es una persona en que se puede confiar”, aseveró Lord Chien.

- “Él sabía que su hermano podía hacer eso, lo sé porque me dijo que no me acercara mucho a al príncipe Bupae y luego se desentendió, ahí adentro solo lo conozco a él y me dejó sola, ¿confiar?, ¿en verdad?, no lo creo”, expresó Huimang tratando de evitar llorar.

- “Tal vez confía demasiado en usted y creyó que podía manejarlo sola”, dijo Lord Chien, tratando de defender a su amigo.

- “¿Manejarlo sola?, ni tenía idea de que podía abordarme de esa manera, ¿Cree que pueda quedarme acá el resto de la fiesta?, adentro me asfixio, tengo mucho miedo de ese lugar,

´¿podría quedarme?”, preguntó Huimang.

- “Aunque sea desagradable le aseguro que adentro está más segura, más tarde cada árbol de este lugar podría convertirse en la sombra que requiere una pareja furtiva que necesita ocultar un amor prohibido, ¿me entiende?”, respondió Lord Chien.

La princesa Huimang caminaba de un lado a otro, aterrada de las costumbres libertinas de una nobleza que desde lejos parecía perfecta y que después de involucrarse en ella le causó una gran inquietud; Chien vio el miedo de la muchacha, y se quejó por dentro de la indiferencia de su amigo.

- “Si gusta y va allá adentro, me quedaré todo el tiempo que necesite para que se sienta segura. Sé que apenas me conoce, pero si considera mi ayuda y me da la oportunidad, tal vez podamos llegar a ser grandes amigos”, expresó Chien con sinceridad.

Huimang pensó un momento y solo sonrió, que más podía hacer, sabía que no podía confiar en alguien que apenas conocía, pero al menos él no había querido ponerle las manos encima, ya sea para fingir una relación o para aplacar sus deseos libidinosos.

Estaba Huimang sentada mirando a los demás bailar, Lord Chien se encargaba de decirle desde ese lugar a las personas presentes, señalando si eran duques, marqueses, condes, barones o los hijos de alguno de los poseedores de esos títulos, la importancia en el reino de cada uno de ellos y quienes podían ser más peligrosos que otros; la joven princesa prestaba atención a cada detalle y procuraba que la información se le quedara grabada; de vez en cuando volteaba a mirar al príncipe Khwan hasta que notó que había desparecido.

- “Lord Chien, ¿cree que, si me pongo a buscar a mi esposo, lo encontraré retozando bajo la sombra de un árbol, con algunas de las señoritas que han desaparecido también?”, preguntó Huimang como si hablara del clima.

Lord Chien no sabía qué responder, no creía que su amigo hiciera eso el día de su boda; sin embargo, tampoco era capaz de poner las manos al fuego por él; no es que Khwan se acostara con cada mujer que se cruzara en su camino, pero tampoco era un monje con voto de castidad; Chien se alivió de no dar respuesta cuando la reina Yatong se acercó a la nueva princesa, con un grupo de damas de la corte.

Huimang se puso de pie inmediatamente, e hizo una reverencia a la monarca, quien le sonrió amablemente y tomó sus manos con cariño.

- “Me da gusto conocer a la hermosa niña que ha logrado que mi rebelde Khwan por fin contraiga matrimonio. Bienvenida a la familia, si tienes algún problema, trataré de ayudarte. (Dirigiéndose a Lord Chien) Que bueno que esté acá general, el príncipe Khwan está con su majestad, por favor avísele que estoy llevando a la princesa Huimang a prepararse, no se vaya a preocupar sino la encuentra, en el tiempo correcto la llevaremos a su habitación”, expresó la reina Yatong para luego indicar a Huimang que la siguiera.

La princesa Huimang no entiende muy bien qué es lo que quiere la reina de ella, pero siente que no tiene más remedio que seguirla; llegando a los salones privados de la soberana, las damas de la corte le sacaron las ropas, para ponerla en la tina con agua temporada, todo bajo la supervisión de la monarca, se suponía que lo suyo era un matrimonio sin obligaciones maritales, pero al no tener idea la reina de eso, trataba a la joven princesa para una noche de bodas normal.

Después del baño en que se garantizó la higiene absoluta, trajeron los aceites aromáticos para garantizar un olor más que agradable en la nueva princesa, a continuación, siguió la lencería y la bata que la cubría; la reina la llevó al espejo que había y la hizo mirarse.

- “Estás muy linda, Khwan puede ser muchas cosas, pero estoy segura de que te tratará con delicadeza”, dijo la reina, Huimang solo sonrió, se sentía muy nerviosa.

Pronto la dama principal del séquito de la reina se le acerca, se le escucha decir que todo está listo, pronto llevan a Huimang por un pasadizo, la reina se colocó delante de la princesa y las damas la rodearon, de manera que la cubrieran de la vista curiosa, la reina tocó la puerta que se abrió despacio, toda la comitiva avanzó.

Huimang tembló cuando vio la escena, estaban en una gran habitación en la que medio había una cama con dosel, al costado de la cama está de pie el príncipe Khwan, parecía que él también se había dado un baño; más allá cerca de la puerta principal de la habitación, estaban el rey de Pullango y algunos miembros del concejo real, así como, el príncipe Bupae, que se esforzaba por verla a través de la pared humana que había formado las damas de la corte; por qué se supone estaba pasando eso se preguntó Humang, quería salir corriendo, pero sabía que no tenía escapatoria.