Segunda parte de la Saga PROMESA Y DESTINO que narra la historia de Fafner y Lugus
La existencia de Taranis Lugus ha sido marcada por el dolor, creyéndose un ser maldito, que sólo puede llevar desgracia a los que lo rodean y que no merece la esperanza del amor. Decidido a ayudar a su pequeña Libelle a traer a sus crías al mundo, Lugus elige sacrificarse, creyendo que es lo mejor para sus seres queridos, a pesar de que esto pueda significar tener que dormir un par de siglos y no volverlos a ver...
Por su parte, Fafner intenta escapar nuevamente de lo que comienza a sentir por Lugus; embarcandose en una serie de misiones que en lugar de ayudarlo a olvidar lo harán conocer más sobre la raza demoníaca y quién es realmente Lugus.
¿Podrá Fafner regresar a tiempo para volver a ver a su demonio?
¿Lugus logrará superar su terrible pasado y aceptar que él también merece amor?
Acompaña en esta nueva historia al Clan Lanira y los Dragones del Clan Nithe Ragnar.
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La cómplice de Lugus
El regreso de Danu llenó al clan de alegría, por primera vez en mucho tiempo todo el Clan Lanira se encontraba en casa, eso cerraba el circulo, los llenaba de energía y optimismo y los impulsaba a seguir adelante, dentro de todo Aquelarre la unión hacía la fuerza, y ellos no eran la excepción. La celebración del regreso de la gemela de Libelle se extendió hasta la madrugada y mientras todo el Clan disfrutaba de pócimas y bebidas espirituosas; cortesía de los mayores alcahuetes de la casa: Nidhogg y Dracul; algunos danzaban desaforadamente alrededor de la fogata, dando gracias por las bendiciones de la Diosa Madre, que a pesar de todo, permitía que su gran familia continuara prosperando.
—Escuche de mis hermanos que tú fuiste el instigador de los matrimonios de mis hermanas— soltó sin tapujos la recién llegada con un tono que esperaba una seria explicación ante semejantes acciones.
—¿Yo?— la sorpresa parecía genuina sin embargo la risa que le siguió no le daba mucha credibilidad —Ja, ja, ja, ja... Tus hermanos son realmente graciosos...
—Entonces... ¿Qué es lo que pasó?— preguntó Danu un poco indignad ante la aparente burla.
—Creo que tus hermanos me sobrestiman— la mirada insistente de Danu, que le decía que ella se negaba a creer del todo en sus palabras obligó a Lugus a continuar —Digamos que sólo no detuve las cosas, pero en mi defensa, en verdad eran inevitables y no le vi el caso en desperdiciar mi energía tratando de evitar lo inevitable— se explicó con todo el cinismo que lo caracterizaba.
—Bueno con lo de Libelle te creo— admitió Danu —Es imposible detenerla, es como una fuerza de la naturaleza...
—Sí, estoy tan orgullosos de ella...— se le escapó a Lugus, que de repente parecían brillarle los ojos, mientras Danu le lanzaba una mirada llena de reproches, pues si su hermana era imparable, en parte era culpa de su tío y sus padres que la animaban a emprender cualquier locura que le cruzara por la cabeza, y era por ello que no le gustaban del todo el cómo se habían dado las cosas.
—Pero, lo que no entiendo es por qué ayudaste a ese dragón con Aisha— la voz de Danu tenía no sólo duda, sino un nivel nuevo de indignación —Incluso te atreviste a taclear a Woden en la fiesta de Sahori...
—¿Es en serió? ¿Me vas a reclamar por ellos?— eso para Lugus era el colmo, era bien sabido que a él le gustaba ser el epicentro del caos, y no pretendía negarlo, sin embargo, él no iba a permitir que le colgaran medallitas ajenas —¿Sí te das cuenta que esos dos ya tienen una hija que estaba cumpliendo siete años? Hubiera sido un crimen no ayudarlos a estar juntos, además, yo sólo le estaba concediendo su deseo de cumpleaños a mi muñequita...
—No es justo...— Danu dejó escapar un gran suspiro de resignación —Contigo nunca se puede, se supone que eres el Demonio instigador de esta casa, pero terminas siendo más bueno que el pan, no entiendes que se necesita un chivo expiatorio convincente...
—Bueno si necesitas un villano puedes usar a Woden, últimamente está muy decidido a ser el malo de la familia...
—No me hables de ese hermano mío, es igual a ti, pero con menos carisma— rezongó con desgano Danu.
—Ja, ja, ja, pobre de mi pequeño, se va a sentir si te escucha— a Lugus ya le hacía falta platicar con alguien que si lo entendiera.
—Entonces...— la mirada y el tono de Danu de repente se volvieron serios y cargados de decisión —¿Qué estas planeando para mi hermanita? Y no me digas que nada, sé que estas planeando algo grande y peligroso, digno del genio loco que te encanta ser.
—A ti no podría mentirte— suspiró algo cansado el demonio —Te pareces más a tu papá que todos los demás...
—¿Imagino que mi papá ya sabe?— la pregunta tenía un tono de afirmación que en verdad no requería de una respuesta —¿Y está de acuerdo con lo que sea que estás planeando?
—No del todo... Pero sabe que no puede detenerme— la mirada de Lugus de repente se perdió en el firmamento.
—¿Tan grave es la situación?— desde que había llegado Danu, había notado el ambiente de desasosiego que reinaba, a pesar de la alegría, de las risas y la danza, todo se sentía como una larga despedida, era una atmósfera que ya había visto en el hospital, y que no le gustaba, porque significaba resignación.
—Mucho más de lo que imaginas...— por un momento Lugus meditó la posibilidad de explicarle a su pequeña cómplice hasta donde estaba dispuesto a llegar para lograr ganar unas horas más para su pequeño milagro, pero al final optó por no hacerlo, de cualquier forma, en cuanto Danu revisara los libros, ella misma se daría cuenta que su gemela estaba viviendo, literalmente, tiempo prestado, tiempo que él le seguiría regalando sin importar el costo...
—¿Vas a necesitar ayuda?— preguntó con un nudo en la garganta.
—¿Estas segura?— preguntó el demonio sin dudarlo —Esta vez las cosas serán difíciles y puede que se enojen contigo cuando se den cuenta de lo que he hecho...
—¿Y por qué se enojarían conmigo..? — un mal presentimiento la invadió, pero no diría nada, porque tratándose de su gemela, ella también estaba dispuesta a hacer lo que fuera.
—Porque yo siempre me salgo con la mía— Lugus le dedicó una sonrisa melancólica que preocupó todavía más a Danu, pero su tío y ella tenían un trato, ella sería su cómplice siempre que se tratara de su gemela, sin importar lo terribles e implacables que tuvieran que ser, ellos se asegurarían de darle la mayor cantidad de tiempo posible a Libelle, y el costo ya era lo de menos —Recuerda que siempre soy el consentido...
Después de esa extraña afirmación de su tío, Danu decidió dar por terminada la conversación, o ella se pondría a llorar, y no estaba lista para hacerlo, ella guardaría sus lágrimas para el momento en el que todo hubiera terminado, sólo entonces se permitiría sentir tristeza y resignación, antes de eso, Danu sólo podía pensar en dar pelea, hasta el último segundo; por eso se había dedicado a estudiar medicina, su vocación la empujaba a una batalla incesante por la vida, hasta el último aliento de sus pacientes, y tratándose de su hermanita, ella no haría ninguna concesión, le robaría al destino tanto tiempo como fuera posible.