¡Plan BL! Renaceré Como Tu Esclavo, Mi Querido Alfa

...Narra Ahderon...

Maldito Omega, no puedo resistir sus feromonas si no tomo la medicación y lo sabe. Se presentó aquí porque lo sabía y es difícil detener esto. Solo sé que cuando todo termine va a morir.

Dejo caer mi cuerpo agotado sobre el de él luego de varias horas en esto. Ni siquiera parece poder moverse correctamente por su estado, pero se me queda mirando con sus pupilas dilatadas e iris claros como el cielo. Sus labios sonríen mientras me abraza.

—Creo que cumplí un sueño —dice él recuperando el aliento.

La puerta comienza a sonar, alguien llama a ella de forma suave y reiterada. Cuando me voy a levantar Cian me detiene del brazo para volver a besarme. No se escucha lo de dentro ni lo de fuera, está diseñada para mis episodios de transformación.

—Quédate solo está noche... —responde volviendo a besarme de esa forma tan posesiva que lo acompaña, como si realmente fuese algo que anhela.

Únicamente por hoy, cuando termine este momento volveré con ella a su nueva realidad. Sin la existencia del rey, sin su futuro matrimonio. Puedo dejar todo en esta noche para no recordarla luego, de todas maneras, Cian será perseguido por él por arruinar su compromiso.

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La mañana llega y me despierto con la luz del Sol en mi rostro. Me volteo para levantarme y no hay rastro de Cian por ningún lugar. ¿Tanto querías esto y sales huyendo?

Los recuerdos me invaden, sus gemidos, las mordidas, los agarres de su piel y los pedidos que hacía. Lo peor de todo es que no recuerdo el final de la noche, nunca más voy a quedarme cerca de él cuando entre en ese estado... No puedo, no es lo ideal...

Cierto, debo entregarlo, no es que sea algo que vuelva a suceder.

Cuando reviso la sábana, hay manchas de sangre por toda la cama. ¿Esto por qué? No tiene sentido. Busco el camino hacia la puerta y también hay gotas que se mezclan con pisadas.

La entrada está entre abierta, algo que me llama la atención, bastante. Me coloco mi ropa interior junto a mi pantalón para ir a comprobar el porqué. Quizás haya sido un descuido de Cían, pero debo cerrarla. Luego visitar a Vicaria para saber que tal lleva la noticia, aunque debe estar feliz.

Cuando puedo, voy a cerrar el espacio, veo unos dedos entre la puerta y el marco. La abro para toparme con el cuerpo pálido y envuelto en un charco de sangre de...

—Vicaria... —digo agachándome ante ella dando la vuelta a su torso—: ¡¿Qué sucedió?! ¡¡LAURA!!

Esto está demasiado mal, no debía ser así. No, no, ¿¡qué demonios pasó!?

Compruebo el pulso en su cuerpo y está sumamente débil, ni siquiera se sienten los latidos casi. Es como un sonido que sólo encontraría quien lo busque con desesperación. ¿Incluso en este estado te arrastraste hasta acá? ¿Buscabas mi ayuda?... No puedo creer que te haya fallado de esta manera.

La levanto en mis manos avanzando por el pasillo sin ponerme una camisa. Noto la cortada leve en su cuello y la herida de su abdomen que manchó todo el vestido. En el camino Laura se topa conmigo ante el llamado, le ordeno preparar un carruaje para ir donde Barcial. Él es el brujo que atiende nuestra familia, nuestro médico personal, solo él podría salvarla si aún hay esperanzas.

—¿Qué sucedió anoche? —le cuestiono a mi sirvienta mientras el cochero nos lleva al lugar.

—No lo sé, la casa estaba destrozada cuando me levanté, principalmente la habitación donde se hospedaba el rey... Amo, tengo que decirle algo... Pero es bastante grave —dice ella en un tono bajo y nerviosa, sus ojos van a Vicaria y dejan ver cierto dolor, como si quisiese llegar hasta ella.

—¡Habla! —expongo tratando de calmarme. Si no hubiese perdido el tiempo... Si hubiese abierto esa puerta... Quizás ella estuviese sonriendo inocentemente como siempre.

—Cian estaba lleno de heridas, dijo que el rey terminó por consumar con él y que cuando Vicaria abrió la puerta entró en cólera atacando a ambos —comenta Laura.

¿Por eso estaba lleno de sangre? No recuerdo haber visto una marca o lesión, pero tampoco mi estado era confiable, estaba descontrolado y cegado.

—¿Donde estaban las marcas de Cian? —le pregunto.

—Tenía una puñalada en el muslo y otra en el brazo —comenta Laura—: pero señor, el rey estaba muerto en la habitación... Cian dijo que lo hizo para defender a la señorita Vicaria.

¿Por eso mi cuarto tenía la sangre? ¡¿Demonios, que mierda pasó?! Cian había pasado lo que quedaba de noche conmigo, no podíamos haber hecho eso con él en ese estado.

—Busca a Cian, si le hizo eso al rey, aunque fuese ayudando a Vicaria debe morir y ser entregado a la corona —le digo a Laura.

—Sí, señor. Aunque en su estado, posiblemente cuando lleguemos el esté muerto. Lo dejé descansando en su habitación con fiebre —responde ella sin dudar.

Si de verdad él hizo eso, ella sigue viva gracias a su accionar. De cualquier manera, cuando Vicaria despierte podrá contar lo que pasó, por favor, no puedes morir, tú no, Vi...

Coloco el pulgar en su mejilla para tratar de darle calor, pero ella no reacciona y cada vez siento más distante la posibilidad de que siga viva. No había cabida a que las cosas saliesen así, no debía ser así. Tú sufriendo de esta manera y yo pasando el tiempo con ese otro Omega. ¿De verdad él estaba herido? No pudo ser, si fue de esa manera hubiese muerto esa noche, hay algo extraño en todo esto. Cuando regrese debo interrogarle, eso sí sigue vivo.