En está historia, inspirada en la película «La laguna azul» veremos como Perla y Dayhan, por incidente inesperado, ambos quedan varados en un sitio remoto, mientras que todos los buscan con desesperación, pero ese incidente parece que los ayudará a entenderse mejor de lo que ellos creen. ¿Que pasará con esos adolescentes?
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Capitulo 9
Las horas pasaban y ninguno de los dos podía dormir, a pesar de que no durmieron la noche anterior.
—¿Por qué no puedes dormir? —preguntó él.
—Me siento muy incómoda. Y tú ¿por qué no duermes?
—Necesito darme un baño, siento el cuerpo pegajoso por la sal.
—Me pasa lo mismo, me urge darme una ducha. Trataré de dormir, si no, mañana cuando nos vengan a rescatar voy a tener unas ojeras terribles. —dijo Perla.
Ambos se quedaron en silencio. En ese lugar solo se escuchaba el sonido del mar y de insectos. Pero el mar cesó de sus grandes y, fuertes olas. La serenidad del mismo, dejaba apreciar otro sonido. Al cabo de media hora, Perla, aún sin poder conciliar el sueño y, suponiendo que Dayhan estaría despierto, le preguntó: — Dayhan, ¿escuchas ese sonido?
—Sí… Parece una cascada. Se escucha cerca de aquí.
—¿Podemos ir mañana a ver dónde está?
—Está bien. Ahora duerme.
Las horas avanzaron, dando paso a un hermoso amanecer. El sol radiante, el sonido del mar y el aire fresco. Dayhan abrió los ojos y lo primero que hizo fue mirar a Perla, quien aún dormía plácidamente. No quiso despertarla y salió de la choza, rastreando el sonido de las cascadas. Caminó por debajo de los grandes árboles hasta llegar al lago. Un hermoso lago de agua dulce, que se reflejaba de color azul. Las aves y las mariposas volando a su alrededor, era algo verdaderamente mágico.
Dayhan se quedó admirado del hermoso lago. Decidió darse un baño y, permaneció ahí por un rato. Observando a su alrededor, visualizó una mata de banana, por suerte, con sus ramilletes maduros. Salió a comer unos cuantos porque moría de hambre, luego fue a buscar a Perla.
—¿Dónde estabas? —le preguntó ella al verlo entrar.
—Pensé que aún dormías.— respondió Dayhan.
— Apenas dormí unas horas. Tuve un sueño horrible, soñé que nos íbamos a quedar en este lugar por siempre. —expresó aterrorizada.
—Menos mal fue un sueño. Ven, te quiero mostrar algo.
—¡Ok! Date la vuelta para quitarme esto.
—Está bien. —se volteó para no verla.
Ella se quitó la gabardina porque sentía mucho calor y se envolvió en la toalla. Después buscó las chanclas de goma y se las puso.
— Ya, vamos.
La tomó de la mano y la llevó a ver el lago. Ella, al verlo, se sorprendió.
—¡Wow! ¡Literalmente! Esto es hermoso. Simplemente divino. ¿Crees que me puedo bañar? ¿No habrá algo ahí debajo? ¿Una anaconda, sanguijuelas, pirañas, o tal vez otra cosa? —indagó ansiosa.
Él, para responder a sus preguntas, la empujó al agua con todo y toalla. Ella gritó fuerte al principio, luego se relajó y empezó a disfrutar del agua. Dayhan se rió y le lanzó varias bananas, por el momento era lo único que había de comer.
—Dayhan, ¿me puedes traer el shampoo, por favor? No tardes mucho, me da miedo estar sola en este lugar.
Mientras él iba por el shampoo, ella aprovechó para quedarse totalmente desnuda y enjuagar bien lo que tenía puesto. Unos minutos después, él regresó.
—Señorita Thompson, aquí está su pedido.
—¡Caray! No me mires, voltea para otro lado, por favor. — gritó avergonzada, mientras se cubría sus partes íntimas con las manos.
— Está bien. No logré ver nada, no te preocupes.
—¿De verdad?
—Es imposible ver algo desde esta distancia, por el color del agua. Además, no estoy interesado en verte desnuda.
Él le mintió para no hacerla sentir mal, ni avergonzada. Dijo que no vio nada, cuando en realidad vio todo.
Ella se colocó la toalla. — Ya me puedes pasar el shampoo.
— ¿Sabes lavar? —preguntó él.
— No. ¿Por qué?
— Hay que lavar las sábanas. No sabemos qué va a pasar y no quiero dormir como anoche.
—Jamás he lavado nada, ni mi ropa interior. Además, estoy segura de que nos tardan en encontrarnos.
— Así dijiste ayer, y aquí seguimos. Préstame el shampoo, yo lo voy a hacer. —dijo con amabilidad.
Perla salió del agua empapada, le pasó el shampoo, luego acomodó su ropa interior en una piedra para que le diera el sol. Dayhan no dejaba de mirar la ropa interior y también a ella. Se quitó el poloche y se lo entregó.
—Ponte esto, para que seque la toalla.
—Muchas gracias. —dijo sonrojada, mientras le miraba disimuladamente el cuerpo.
Comenzaron a ver los alrededores del lugar, pero en toda el área solo eran ellos dos.
Conforme pasaban las horas, el hambre se hacía aún más presente. Estaban sentados debajo de la misma mata de coco. Él la observó de reojo, y notó sus hermosos pechos, que se marcaban en el poloche.
—Dayhan, muero de hambre.
Él se quedó pensando, mientras en su mente maldecía una y otra vez. Era un hombre y sentía impotencia al no saber qué hacer, pero como era inteligente, puso su generador a funcionar.
—Creo que debemos utilizar la red de pescar de nuestro antiguo inquilino.
—¿Sabes pescar?
— No puede ser tan difícil.
—¿Y qué vas a hacer?
—Fácil, tenemos el encendedor de las "velitas" que nunca llegaste a encender. La sal y la salsa picante de tu cena romántica. Podemos comernos un buen pescado.
— No era una cena romántica.—explicó ella rápidamente.
—¡Claro que no! Era un estriptis con unos aperitivos. —dijo él de burla.
Ella lo miró con rabia, él sabía cómo hacerla enfadar aún diciendo la verdad.
Dayhan fue a la choza, buscó la red y el protector solar.
—¿Me puedes poner un poco de protector en la espalda? Por favor. —pidió amablemente.
—Deja de usar mis cosas. —dijo nerviosa, al contemplar su piel tensa, luminosa y tonificada.
—¿Puedes o no?
—Sí.
Perla procedió a ponerle el protector solar. Le recorrió toda la espalda delicadamente. Sus suaves manos temblaban en la tonificada piel. —¡Dios! Seguramente él puede sentir mis nervios.—pensó la adolescente.
Terminó de colocar el protector.
— Listo. —dijo ruborizada. Él se volteó para verla.
—¿Por qué estabas tan nerviosa? —preguntó frunciendo el ceño.
— El hambre me está haciendo efecto. —dijo mirando a otro lado.
—¡Ya veo! Por eso tus manos estaban vibrando en mi espalda. —dijo con una leve sonrisa.
Horas más tarde, todo había salido bien. Él logró pescar varios peces, los prepararon y comieron a gusto, al menos por ahora.
ella es más terca que una mula,a el le faltan pilas para poner esa mujer en su sitio, y la maddy está queda.
voy a seguir leyendo a ver si estoy se compone jejejeje