Cuando Llegaste

Gabriel Jhonson

Confieso que no esperaba esta historia de Jess, no puedo imaginar lo que pasó y cuánto sufrió, tenía todo para ser una mala madre, pero por el contrario es increíble gracias a Dios por haberme bendecido con esta increíble mujer tanto tiempo después de estar tanto tiempo soltero, Dios acertó de lleno en mi futura esposa.

Después de un día ajetreado, estaba tomando una ducha de agua fría para ver si mi cuerpo se relajaba un poco.

Caminé hacia mi armario, me puse una camiseta sin mangas y unos pantalones de chándal y bajé a buscar a las chicas, pero no encontré a nadie, fui a la oficina y vi la luz de la sala de cine encendida.

Gabriel: ¿Noche de chicas?

Ana: Sí, tío, jaja.

Gabriel: Me encantaron sus pijamas, qué guapas.

Fui hacia ellas y les di un beso en la frente a cada una y me dirigí a la habitación de Jess, todo estaba en silencio, llamé a la puerta pero nadie respondió cuando entré me quedé paralizado, ella estaba con los auriculares puestos bailando en lencería negra de encaje el baile no era nada sensual, pero al ser ella todo me atraía balanceaba su cuerpo mientras se aplicaba una crema por el cuerpo.

Jéssica: Ay, cariño, qué susto.

Gabriel: Continúa, estabas preciosa.

Se acercó a mí y me rodeó el cuello con los brazos y bailó abrazada a mí, mi amiguito ya estaba cobrando vida.

Gabriel: Cariño, no hagas eso, vete para allá.

Ella miró su cuerpo y se rió y dijo que se había olvidado de que estaba así.

Gabriel: Ya que Ana va a dormir con Giulia, vamos a ver una película y dormir acurrucados, no tenemos que hacer nada, sólo quedarnos abrazados.

Se acercó a mí con cara de pícara.

Jéssica: Yo encima, mi amor.

Se dirigió a mi armario que estaba allí y eligió un vestido floreado.

Gabriel: Ya que no quieres quedarte en mi habitación porque no te quedas en una de arriba.

Jéssica: Lo pensaré.

Fuimos a la cocina a hacer palomitas y luego subimos a mi habitación.

Jéssica: Vaya, esto es enorme, pero confieso que esperaba una habitación oscura.

Gabriel: Tonta, ya lo era, pero ya bastaba de oscuridad en mi vida.

Nos sentamos en el enorme puff que había en un rincón de la habitación, pero lo puse frente a la cama para que pudiéramos ver mejor, cogí un muslo de pollo y nos quedamos abrazados mientras elegíamos una película.

Jéssica: ¿Cuál es tu gusto?

Gabriel: Lo que a ti te guste me gusta a mí.

Jéssica: Cariño, todo el mundo tiene un gusto.

Gabriel: Vamos a ver la romántica hoy.

Jéssica: No te quejes después, vamos a ver un Dorama entonces.

Me limité a asentir, no tenía ni idea de lo que era, empezamos a verla.

....

Ya habíamos visto 4 capítulos de esa cosa y simplemente esa cosa es un vicio yo un hombre de este tamaño poniéndose todo bobo cuando en el cuarto capítulo el siguiente paso que dieron los dos fue tomarse de la mano.

Jéssica: Vamos a dormir, si depende de nosotros nos vamos a pasar toda la noche aquí, voy a la habitación a cambiarme de ropa y lavarme los dientes.

Gabriel: Coge una camisa mía del armario y hay un cepillo de dientes nuevo en el cajón.

Ella asintió, tardó un rato y volvió igual.

Gabriel: ¿No te has cambiado de ropa?

Jéssica: No, estaba observando tu armario, muy bien organizado, tendré un buen marido.

Se tapó la boca con la mano después de decir eso, fui hacia ella y le di un beso de película.

Gabriel: Y a mí me encantará ser tu marido.

Se quedó con las mejillas rojas, pero igual de guapa, no hay otra igual.

Jéssica: Voy a ver cómo están las chicas.

Salimos de la habitación y fuimos a la de Giulia, las dos estaban dormidas, les dimos un beso en la frente y volvimos a mi habitación.

Jéssica fue directamente al armario, se cambió de ropa y fue a hacer su higiene bucal y luego yo fui tras ella.

Estábamos tumbados abrazados y hablando de cosas sin importancia.

Gabriel: Cariño, he pensado que pasemos el fin de semana en casa de mis padres, ¿qué te parece?

Jéssica: ¿Estás seguro?

Gabriel: Sí, tú y Ana tenéis una luz maravillosa, será bueno que mi madre os conozca.

Jéssica: Entonces vamos, vaya, ahora estoy ansiosa.

Estábamos tumbados uno frente al otro con las piernas entrelazadas, empecé a acariciarle el brazo y luego bajé la mano hasta su muslo, esperé a que se apartara, pero como respuesta suspiró.

De su muslo fui subiendo hasta la cintura de sus braguitas, la miré a los ojos, ella sólo hizo un gesto de asentimiento.

Aparté sus braguitas, llevé mi dedo hasta su clítoris y empecé a masajear su nervio que ya estaba hinchado.

Jéssica: Ahí, cariño...

La puse de espaldas en la cama y le bajé las braguitas y quise observar a mi mujer entera, así que encendí la luz amarillenta dejando la habitación acogedora, volví hacia ella, pero volvió a cerrar las piernas.

Jéssica: Cariño, la puerta.

Fui a la puerta y eché el pestillo y volví hacia ella como un lobo hambriento.

Gabriel: No cierres las piernas, mi amor, quiero contemplar esa belleza.

Jéssica abrió las piernas de nuevo, su vagina brillaba de lo mojada que estaba, me subí encima de ella sin apoyar mi peso, fui hasta su boca y entre besos fui haciendo un camino por su cuello, Jesús se frotaba contra mi sudadera en busca de mi tacto.

Jéssica: Cariño, por favor.

Gabriel: Dime qué quieres.

No respondió nada, sólo llevó una de sus manos a su clítoris y comenzó a tocarse, sus ojos grandes y curiosos miraban alrededor y joder eso la hacía aún más sexy, le quité la mano y luego le quité el resto de la ropa.

Tomé sus pechos voluminosos en mi boca mientras apretaba el otro Jess gemía mi nombre y aquí era maravilloso.