Patricia Silva una abogada intachable, decide llevar un caso que le puede traer problema en su vida, ¿qué pasará con esta abogada? les invito a leer la historia.
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Capitulo 9
— ¿Qué quieres? ¿Qué pase el día y la noche llorando? ¿Qué te suplique para que me dejes ir? ¡Qué lástima! Eso no va a pasar.— dijo renuente.
— No me tientes, que no tengo paciencia. Puedo hacer que me pidas perdón de rodillas, si quiero.
— Tú nunca has hecho tanto, deja de sentirte el hombre increíble. Eres una basura, un traficante, un secuestrador, ¿algo más que debo saber de ti?—dijo ella con una actitud desafiante.
Él la miró molesto, quería jalar del gatillo y acabar con ella de una buena vez, pero no podía, quizás porque quería hacerla sufrir o quizás porque no tenía el valor.
Doy un fuerte golpe en la pared expresando su rabia, con pasos veloces se acercó a ella, le jaló el cabello obligándola a mirarlo a los ojos y le susurró con voz ronca.
— Voy a encontrar la manera de hacer que me suplique por tu vida.
Salió de la habitación dando portazo, bajó rápidamente la escalera, encontrándose con Loli.
— ¿Te vas a quedar a dormir? — preguntó la señora.
— No, si me quedo aquí, voy a cometer una estupidez y todavía no es momento. — expresó con sustracción.
Víctor prefirió volver a su casa, estar cerca de Patricia era una tentación, no solo porque la quería matar, sino porque también deseaba tocarla íntimamente. Ella provocaba en él una sensación desconocida, una excitación por lo prohibido, y un enigma que no podía entender.
Llegó a su hogar enfadado, algo lo preocupaba y su esposa se dio cuenta de su cambio de humor.
— Cariño, ¿estás cansado? Te noto molesto —preguntó la mujer preocupada.
— Estoy bien.
— Te conozco, y entiendo por lo que estás pasando con el escándalo del caso. Los periodistas son insoportables, y la preocupación que tienes por tu mamá, es no para menos.
Él, bajo la mirada, había algo de cierto en todo eso, pero su mayor dolor de cabeza era la abogada.
———
Patricia, al escuchar el fuerte golpe que dio en la pared, se asustó y empezó a temer por su vida. Era evidente que él ya estaba desesperado.
Ella cerró la puerta con seguro, no quería que él volviera a la habitación. Tenerlo cerca, mirándola de una forma intimidante y frunciendo el ceño, era algo que la hacía flaquear en cuanto a sus emociones. Se tendió en la cama, y todo lo que había pasado en los últimos dos días se repetía en su mente.
Un nuevo día
Víctor estaba en la agencia, encerrado en su oficina, sin querer hablar con nadie. Albín le tocó la puerta en varias ocasiones y él se negaba a abrir.
— Maldición, Víctor, abre ya. — gritó Albín detrás de la puerta.
Él le abrió la puerta, pero de mala gana.— ¿Qué quieres?—preguntó desanimado.
—Hombre, tenemos muchos problemas con los clientes y tú estás encerrado sin hacer nada.— cuestionó Albín, molesto.
— Relájate. —dijo sin importancia.
— ¿Qué tienes? ¿Es por la abogada? ¿La mataste?
— No, aún no, pero es cuestión de tiempo.
— ¿Y entonces? —preguntó Albín, confundido.
— Quiero que sufra, pero no le teme a nada. No sé qué hacer para que le duela el alma, como a mi mamá.
— Hermano, deja a esa mujer en libertad.
— Tiene que pagar por su error. — inquirió decidido.
Ellos hablaron por unos minutos, después continuaron con sus labores.
El día siguió su curso normal.
Patricia pasaba los días acostada o mirando por la ventana. De vez en cuando, Loli le hacía compañía. Ellas estaban creando un vínculo de amistad, gracias a esas charlas las horas pasaban rápido para la mujer.
— Lic. ¿Quieres algo en especial para cenar?_ preguntó Loli con amabilidad.
— No, lo único que quiero es hablar con mis padres, también con una clienta muy especial para mí.
— ¿Una clienta? Pensé que ibas a decir a su pareja.
— No tengo pareja. Mi clienta es una mujer luchadora, que se dejó vencer por amor. El desgraciado de su ex, le quitó todo, incluyendo a sus hijos.
Estaban conversando y alguien toca la puerta. La joven mujer se puso nerviosa, mientras que la señora se dispuso a abrir.
— ¿Qué pasó, Moncho?—preguntó asustada al ver sangre en su ropa.
— Se me escapó un tiro, necesito el botiquín de primeros auxilios. — expresó con dolor.
Patricia se acercó a mirar y pudo notar la sangre en el cuerpo del hombre. Loli salió y ella inmediatamente cerró la puerta.
—
Víctor había llegado a su casa, pero estaba intranquilo, tenía que saber algo de la abogada. Estaba a punto de acostarse cuando recibió una llamada de Moncho informarle el incidente, esa fue la excusa perfecta para ir a la cabaña.
— Carla, no voy a tardar. —dijo con tranquilidad.
— Está bien, cariño, cuídate.
Él salió inmediatamente a la cabaña, al llegar se dirigió al lugar en donde se encontraba Moncho, Loli también estaba con ellos.
— ¿Qué pasó?—preguntó Víctor, exasperado.
Le explicaron con detalle lo que había ocurrido.
— Joder, pendejo, antes de limpiar el arma, tienes que ponerle seguro, pudiste herir a alguien más. —dijo enfurecido.
— Yo me retiro, tengo que llevarle un jugo a la Lic. Permiso. —dijo Loli retirándose del lugar.
Patricia estaba sentada en el sofá, intranquila. Alguien tocó la puerta, dudó en abrir, pero escuchó la voz de Loli y abrió inmediatamente.
— Aquí está el juego. Disculpe la demora, pero tenía que atender la herida de Moncho.
— No se preocupe, ¿qué le pasó a ese hombre? —preguntó curiosa.
— Se disparó accidentalmente, pero solo fue un rasguño. — explicó la señora.
— No quiero estar aquí. —dijo afligida.
— Tranquila, no te va a pasar nada, ellos no se acercan a esta área.
Víctor se dirigía a la habitación y escuchó a las dos mujeres hablando, y se dispuso a escuchar detrás de la puerta.
— Loli, no lo digo por esos hombres, no quiero estar aquí por él, por Víctor.
— ¿Tienes miedo de que le haga daño?
— No tengo miedo de morir, tengo miedo de que me toque. Ya lo intentó una vez, recordar aquella escena me da asco. Fue algo repugnante sentirlo encima de mí.
— Veo que te desagrada mucho.
— Mucho, prefiero morir antes que permitir que me haga suya. Prefiero morir, de verdad.
Él escuchó cada palabra y lamentó haber escuchado esa charla. Entró a la habitación donde se quedaba a dormir, lleno de ira, coraje, furia, y rabia. De un jalón desatendió la cama, y tiró al suelo todo lo que encontró a su alcance.