Tras la traición de su padre y la ruptura de su familia, Rose se muda a la ciudad buscando un nuevo comienzo.
En el exclusivo colegio Goldline, todo podría ir bien… si no fuera por Malory, su prima, que la odia y está dispuesta a convertir su vida en un infierno.
Pero Rose no es tan frágil como parece.
Hay algo en ella que despierta cuando está en peligro… algo que no se detendrá ante nada.
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Estrategias en Rojo
—Buenos días —dijo la voz de una chica detrás de ellos.
Los chicos voltearon al mismo tiempo, sorprendidos por la interrupción. La luz que entraba por las grandes ventanas del pasillo iluminaba el cabello negro y perfectamente peinado de Mabel, quien sonreía con esa calma calculada que siempre llevaba como armadura.
—¡Wow! ¡Sus uniformes están increíbles, Mabel! —exclamó Cintia con un tono que mezclaba cortesía y cierta sorpresa genuina.
—Gracias —respondió Mabel con un gesto elegante, sin perder esa seguridad que parecía innata—. Por lo visto les tocó el equipo rojo —añadió, mirando los uniformes que Rose y sus amigos traían doblados en las manos.
—Correcto —dijo Rose con voz firme.
—Es bueno tener competencia de verdad este año. Escuché que tienes a los mellizos en tu equipo, lo cual fue muy inteligente de tu parte. Son rivales muy fuertes.
Rose sostuvo la mirada de Mabel—. Es bueno tenerlos en el equipo, ellos tienen más experiencia. Nos darán una gran ventaja en la competencia.
—Eres bastante inteligente, Rose —replicó Mabel, y sus palabras sonaron como un cumplido, pero Rose podía sentir que detrás había un matiz de advertencia—. Nos vemos en las eliminaciones, suerte.
—Igualmente —contestó Rose, sin bajar la mirada.
El eco de los pasos de Mabel y su equipo se fue perdiendo por el pasillo.
—Me sorprende cómo hablaste con ella, te escuchaste bastante firme —dijo Cintia, admirada.
—Debo hacerlo o me verán como una presa fácil. La idea es que nos tengan respeto, no lástima —respondió Rose.
—Tienes mucha razón —añadió Agustín, ajustándose la mochila.
El trío continuó caminando, hablando de las propuestas y actividades que pensaban presentar para las eliminatorias. Cada uno aportaba ideas, algunas más realistas que otras, pero todas con el entusiasmo de quien sabe que está apostando por algo grande.
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Al salir de la escuela, el aire fresco de la tarde los envolvió. Apenas habían avanzado unos pasos cuando una chica se acercó rápidamente a Rose.
—Hola —dijo, con un tono suave pero algo nervioso.
—Hola, ¿en qué te puedo ayudar? —preguntó Rose, esbozando una sonrisa educada.
—Es con respecto a Amanda —dijo la chica, bajando un poco la voz.
Rose sintió cómo su estómago se contraía. —Sí, dime —respondió, intentando que su tono sonara natural.
—Malory me dijo que la vio ayer en la salida… hablando contigo.
—Eso es imposible —replicó Rose—. Yo estuve con Cintia y Agustín todo el tiempo.
La chica pareció aliviada, aunque aún con cierta tristeza en la mirada. —Te creo. De igual forma, gracias.
Sin más, se alejó.
—Qué horrible que Amanda haya desaparecido —dijo Cintia, bajando la voz.
—Sí —respondió Agustín con un tono grave.
Antes de que pudieran seguir hablando, una voz llamó desde la distancia:
—¡Rose!
Era Lea, que corría hacia ellos con una libreta en la mano.
—Hola, Lea. ¿Qué pasa? —preguntó Rose.
—Toma, nuestros números de teléfono. Haz un grupo y hablemos más tarde acerca del dinero.
—Está bien, gracias —respondió Rose, guardando el papel.
Lea sonrió y se fue tan rápido como había llegado.
—¿Nos vamos? —preguntó Agustín.
Rose y Cintia asintieron, y caminaron juntos hasta dejar a Rose en su casa y seguir su camino.
En cuanto Rose cerró la puerta de su casa, dejó caer la mochila en el pasillo y se sentó en el suelo, cubriéndose el rostro con las manos. Las lágrimas llegaron sin pedir permiso.
—Lo siento, Amanda… —susurró.
El silencio de la casa parecía acentuar el peso de su culpa, aunque sabía que no debía mostrar esa debilidad a nadie.
Más tarde, creó el grupo de chat. El intercambio de mensajes comenzó de inmediato:
Lea: Mi hermano y yo pondremos veinticinco mil dólares iniciales, cada uno.
Agustín: Yo pondré diez mil.
Cintia: Quince mil.
Rose: Yo pondré veinte mil. Lo demás lo ofrecerán de acuerdo a su presupuesto.
Liam: Perfecto.
Rose estaba preparando la cena cuando escuchó el timbre.
—¿Quién es? —preguntó desde la puerta.
—Soy yo, Rosie, tu madre —respondió una voz conocida.
Rose abrió rápidamente y abrazó a su madre.
—Qué bueno que estés en casa.
Pasaron la noche platicando, poniéndose al día, hasta que llegó la hora de dormir.
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La mañana siguiente trajo consigo el día de las eliminatorias. Rose se vistió con el uniforme impecable, peinó su cabello con precisión y se miró al espejo. Estaba lista.
—Adiós, mamá. Cuídate —dijo, encaminándose a la puerta.
—¡Rose! —la detuvo su madre—. Ofrece medio millón.
—¿Qué?
—Para las eliminatorias. Lo deposité ayer en tu cuenta.
—¡Eso es demasiado!
—Cariño, competirás contra los hijos de los empresarios más influyentes de la ciudad. Medio millón es poco para ellos. Solo asegúrate de que ofrezcan más, que se metan en problemas.
Rose dudó, pero terminó asintiendo—. Está bien.
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En la escuela, Agustín la recibió con una sonrisa.
—Hola, Rose. Te queda genial el uniforme.
—Gracias, a ti también —respondió.
Cintia llegó poco después. —Hola chicos.
La profesora pidió que entraran al salón y luego los guió al auditorio, donde el bullicio era ensordecedor.
"Los equipos, acomódense por colores" sonaba la voz en los altavoces.
—Aquí estamos —dijo Rose, señalando el lugar que les correspondía. Lea y Liam llegaron justo a tiempo.
La directora dio la bienvenida y pidió que todos votaran con responsabilidad. Luego la profesora Elena explicó la dinámica y comenzaron las presentaciones, empezando por los equipos de tercer año y una vez terminados, empezaron con los de segundo año.
Cuando anunciaron al equipo morado de Mabel, el auditorio entero se levantó para aplaudir.
—Muchas gracias por su apoyo —comenzó—. Anteriormente, estuve a cargo de la presidencia, la escuela logró entrar en el top cinco de las mejores escuelas, lo cual nos abrió nuevas oportunidades. Este año estamos buscando superarnos, lograr lo anterior, no al doble, no al triple, sino mil veces más.
¡Plas, Plas!
—Daría mis propuestas, pero al final el objetivo que tenemos todos es el mismo. La única diferencia que existe entre nosotros, es como hacemos las cosas, quien lo puede lograr de manera más rápida y eficaz. Yo me propongo llevar a esta escuela aún más lejos de lo que ya ha llegado, si ustedes me lo permiten, me haré responsable de hacer que esta escuela sea la mejor. Agradecemos su atención, eso es todo.
¡Bravo!
¡Plas, Plas!
¡Ustedes pueden!
—Continuamos con los equipos de primer año.
Finalmente llegó el turno de primer año, el equipo de Rose estaba preparando su discurso.
—Al parecer somos el último equipo —informó Liam viendo la lista.
—Rose —dijo Lea llamando la atención de la nombrada—. Olvida ese discurso, necesitamos algo mejor. Haremos uno nuevo.
—¡Estamos a punto de subir! ¡Son solo 3 equipos! —dijo Rose negándose a cambiar el discurso.
—Improvisa, demuestra tu inteligencia. Nos escucharemos muy básicos con eso.
—Está bien... —aceptó, resignada.
—Por último, el equipo rojo, dirigido por la señorita Emily Rose Aguilar Torres —anunció la maestra.
El equipo de Rose subió al escenario.
—Estamos muy agradecidos de poder tener la oportunidad de ayudar a nuestra escuela, a pesar de nuestra poca experiencia, dejan que los alumnos de primero tengamos la oportunidad de llegar a la presidencia —dijo Rose—. Tampoco diremos propuestas, como antes lo mencionaron, el objetivo es el mismo. Pero a diferencia de los demás equipos, no queremos dar propuestas nosotros, quisiéramos escucharlas de los mismos alumnos. El escuchar es una virtud, nosotros escucharemos todo lo que tengan que decir y haremos lo posible para resolver sus incomodidades. Al igual, haremos lo posible para lograr que está escuela obtenga un nivel más alto. Gracias por su atención.
La gente se puso de pie y empezó a aplaudir.
¡Plas, plas! ¡Plas, plas!
—Lo hiciste muy bien, Rose —dijo Lea.
—Sí —dijo Cintia y abrazó a Rose.
"Favor de tomar asiento y guardar silencio".
—Hemos decidido que los primeros equipos en dejar la competencia son: el equipo amarillo, lila y naranja —dijo la directora—. Gracias por su participación.
—A continuación, los alumnos ofrecerán una cantidad de dinero que será donada a la escuela en caso de que su equipo gane. Quien ofrezca más tendrá una ventaja de doscientos votos —dijo la profesora—. Damas y caballeros, les presentamos las máquinas DN2.0.
—A diferencia del año pasado, los participantes podrán añadir la cantidad que gusten, colocando el monto y pasando su tarjeta. En la pantalla se mostrará el total que lleve el equipo —dijo la otra profesora—. Alumnos, preparen sus tarjetas.
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Con el equipo de Rose.
—Pase lo que pase, no sobrepasen los trescientos mil dólares —advirtió Rose a su equipo.
—Pero no ganaremos los votos… —protestó Cintia.
—No importa —respondió Rose con firmeza.
Mabel se acercó con su sonrisa afilada—. Mucha suerte.
—Igualmente —contestó Rose, sin apartar la vista.
El conteo comenzó. Todos los equipos partían con diez mil dólares iniciales. El ambiente estaba cargado de tensión; cada vez que alguien pasaba su tarjeta, el sonido metálico del registro resonaba en el auditorio.
Era solo el comienzo, pero Rose podía sentir que este día marcaría el rumbo de todo lo que estaba por venir.
Equipo Verde: 10,000
Equipo Azul: 10,000
Equipo Rosa: 10,000
Equipo Negro: 10,000
Equipo Turquesa: 10,000
Equipo Café: 10,000
Equipo Magenta: 10,000
Equipo Morado: 10,000
Equipo Rojo: 10,000
¿Listos? ¡Empiecen!
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Lyn 🥀