Eros y Lyra descubren que están unidos por el lazo más poderoso: son compañeros destinados. Sin embargo, las heridas del pasado convierten ese vínculo en una lucha constante para Lyra, quien intenta resistirse a lo inevitable. Pero el llamado del destino es más fuerte, y poco a poco, la atracción entre ambos comienza a derribar las barreras que los separan.
La cercanía se intensifica cuando Eros y Lyra emprenden un viaje en busca de respuestas sobre los inquietantes cambios que ella experimenta. En el camino, descubrirán que el mundo está tejido de secretos oscuros: brujas que juegan con el destino, vampiros que ocultan verdades prohibidas y Doppelgängers que amenazan con cambiarlo todo.
Te invito a caminar bajo la misma luna con Eros y Lyra en busca de respuestas.
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Capítulo 8
Lyra.
Estando ya en casa lo primero que hago es entrar en mi habitación y no se de donde aparece la emoción de querer saber que hay en la cajita. Al abrirla sentí como el aire se iba de mis pulmones y los recuerdos aparecen en mi mente.
Cumpleaños número catorce.
Estaba sentada en la mesa con Lizzie y Jules, estaba observando con el ceño fruncido como Eros se paseaba por la mesa de los aperitivos, yo no lo había invitado pero aún así vino y por supuesto no pude echarlo por que apenas llego mamá lo recibió como si hubiese llegado un Dios mitológico y empezó hablar con él y con ella se unió mi padre, por lo que me pidieron que sea amable cuando llegue a su lado y le pregunte que hacía aqui.
Por lo que lo único que puedo hacer es ver como me restriega en la cara que está aquí y no puedo hacer nada para impedírselo, así como hizo el año anterior.
Salgo de mis pensamientos cuando ya no lo veo en mi campo de visión, veo al grupo de chicas que siempre están detrás de él pero veo que no está con ellas.
—¿A donde vas? — pregunta Jules cuando nota que me levanto.
—Ya vuelvo — respondo yéndome.
Recorro prácticamente toda la planta baja de la casa y no lo veo.
«Tal vez se ha ido» me dice mi cabeza.
Puede que si pero lo dudo y si lo hizo es un idiota vino a fastidiarme y ni siquiera pudo traerme un regalo, tampoco es que quisiera un regalo de él.
Subo a mi habitación no se para que pero algo me hizo ir, y que bueno que lo hice ya que la puerta de mi habitación estaba abierta y cuando entro lo encuentro a él revisando mis regalos.
—¿Que haces idiota? — le pregunto enojada yendo a quitarle el collar que sostiene.
—¿Quien te lo dio? — pregunta con media sonrisa
—Obviamente tú no fuiste, además ¿que haces en mi habitación?.
—Jamás se me hubiera ocurrido regalarte un collar tan simple.
—No es simple — le digo indignada.
—¿Para que querrías un collar con tu nombre? — pregunta aún conservando la sonrisa.
—Eso no te importa, ahora vete de mi habitación— lo echo.
—Está bien, feliz cumpleaños Lyra — dice antes de irse.
Yo me quedo en la habitación sin creer lo que acaba de decir «me deseo un feliz cumpleaños» creo que esta emfermo.
Miro el collar en mis manos y me doy cuenta de que no sabía que me habían regalado un collar, nadie me trajo nada que pareciera un collar o eso creo, rebusco en la habitación para ver si encuentro una cajita o algo que me indicara de donde salió el collar pero no encontré nada.
Presente.
—Aún no puedo creer que la haya conservado— dice Lizzie.
—Ni yo — digo.
Pase todo el fin de semana desde que Eros me dio el collar pensando en él por qué de haber conservado el collar.
—Se ve diferente — me dice Jules.
Eso mismo pensé yo cuando vi el collar ahora el nombre estaba decorados con diamantes, algo que hace que el collar se vea más llamativo.
—Es obvio Jules ahora tiene diamantes— dice Lizzie.
—Es un bonito gesto — dice Jules.
—Fui varias veces el fin de semana para agradecerle pero no lo vi y por lo visto tampoco vendrá hoy a la escuela — digo mirando por todo el comedor sin verlo a él o a Joey.
—Tal vez venga mañana, recuerda que ahora es el alfa tiene responsabilidades— dice Lizzie.
—Si, supongo que si — digo con voz melancólica.
Sus responsabilidades deben ser tantas a tal punto de faltar a clases, de repente una ola de preocupación se apodera de mi y de repente me entran ganas de ir a verlo.
Ya estando en casa estoy dando vueltas por mi habitación viendo a quien escuchar si a mi corazón o a mi cerebro.
“Deberíamos verlo Lyra” me dice mi loba.
“Debe estar descansando” le digo,
“O tal vez está esperando por nosotras”.
“Si quisiera vernos hubiera venido, lo conozco y se que cuando quiere algo hace hasta lo imposible por conseguirlo” le digo.
“Si, tienes razón” dice finalmente.
Se que si, si quisiera vernos haría lo posible por hacerlo, tal vez lo vea mañana en la escuela.
……..
Como había dicho. Eros se encontraba en la escuela y debo decir que me emocione al verlo y el también lo parecía al verme, en las dos primeras horas lo pillé mirando varias veces y el a mi, odiaba mirarle y que despertara cosas en mi pero sabía que eso pasaría después de todo tenemos un vínculo.
La tercera hora la teníamos libre por lo que nos fuimos a las gradas mientras veíamos al equipo de futbol calentar y allí estaba Eros, mirando mal a todo aquel que le hablara.
—Eros se ve algo irritado — comenta Jules.
—Si eso parece — digo.
Veo como Eros me mira, y su mirada se oscurece cuando veo que mira mi cuello, él desvía la mirada al escuchar que el entrenador empieza el partido de práctica, yo me toco el cuello para ver que fue lo que le había molestado y caigo en cuenta de que no siento el collar.
—Mierda, el collar, he perdido el collar.
—¿Que? — exclama Lizzie.
—Ayúdenme a encontrarlo — digo bajando de las grádras.
Diez minutos y aún no lo encuentro hemos buscado al rededor de las gradas que fue por donde estuvimos pero no lo hayamos, ya detrás de la cancha sin darme cuenta chocó contra alguien.
—Oh, lo siento no te vi — me disculpo con el chico.
—No te preocupes— me dice y luego me enseña el collar— ¿lo buscabas? — me pregunta.
—Oh Diosa, si gracias por encontrarlo— le digo, y trato de tomarlo pero él lo aleja para que no pueda alcanzarlo.
—Creo que merezco más que un agradecimiento— me dice con una sonrisa.
—¿Como que? — le digo cruzando los brazos sobre mi pecho.
—Mmm, no se algo como un beso — dice acercándose a mi rostro.