La Venganza De Alaia

Indira no esta equivocada en sus sospechas, ya que, en cuanto Finnian salió del palacio fue a la posada donde se estaba quedando a encontrarse con Cataleya.

- Cataleya: cariño ¿Qué sucedio?

- La familia imperial se ocupará del Ducado Elowen, me dijeron que me vaya a mi ducado y rehaga mi vida.

- No entiendo, ¿por qué deseabas manejar ese ducado, si tienes tu propio ducado?

- Porque no se trataba solo de tener un ducado, mi dulce Cataleya. Se trataba de borrar el suyo, de que no quedara nada, solo queme la casa, la reconstruirán y la señorita Alaia Elowen, lo manejara.

- La señorita Alaia podría tener un accidente en el camino, es la única persona que lleva el apellido Elowen y sigue con vida, una vez que terminemos con ella, el imperio los olvidara.

- Tendré que contratar algunos investigadores, para que averigüen su paradero, no podemos ser descuidados. Los Emperadores son astutos, y ahora están heridos, si Alaia desaparece sin dejar rastro, o si su "accidente" es demasiado obvio, levantará demasiadas sospechas, necesito a aquellos que sepan cómo hacer que se desvanezca sin dejar rastro. Una vez que ella caiga, el nombre Elowen será solo un eco en los libros de historia, una advertencia olvidada y la venganza de mi padre, y la mía, será completa. Nadie recordará su benevolencia, solo el fuego que los consumió. No podemos permitirnos fallar en este último acto.

Mientras ellos planeaban sus siguientes pasos, Alaia, Caspian, su doncella y sus dos guardias de confianza llegaron sin problemas a la propiedad imperial del norte, donde fueron acogidos con amabilidad. Este refugio no era un final, sino una pausa, un lugar para reagruparse, para afilar su mente y su corazón. La venganza sería lenta, sí, pero sería tan implacable como el invierno que cubría las montañas. Primero, se aseguraría de que Caspian estuviera a salvo, luego, se prepararía para el día en que Finnian Seraphina lamentaría haber dejado a una Elowen con vida.

La vida en la propiedad imperial de las montañas del norte se estableció en un ritmo de calma forzada, unos días después de su llegada apareció en el lugar Alistair, quien los acompañaría y apoyaría, para Caspian, la presencia tranquilizadora de Alaia y Anastasia eran importantes, bajos sus cuidados el niño comenzó a sanar. Sus pesadillas disminuyeron, y aunque la tristeza aún velaba sus ojos, los momentos de juego y risa infantil regresaron, pequeños destellos de luz en la oscuridad que había vivido. Alaia se aseguraba de pasar cada momento posible con él, leyéndole historias, dibujando y simplemente estando presente, sabiendo que la inocencia de Caspian era lo único puro que quedaba de su vida anterior.

Pero para Alaia, la paz era una quimera. Cada día que pasaba en la seguridad de las montañas era un día más en el que Finnian Seraphina disfrutaba de su triunfo. Las palabras de su tía Thais, "¿en qué clase de persona se convertiría Alaia si hace lo mismo que él?", resonaban en su mente. A veces, en la quietud de la noche, se preguntaba si la venganza la consumiría, si se convertiría en un monstruo tan retorcido como Finnian. Sin embargo, la imagen de Liora envuelta en llamas, el hedor a humo y sangre, y el rostro inerte de sus padres, siempre disipaban cualquier duda. No se trataba de ser como él, sino de impartir una justicia que el imperio, con sus leyes y protocolos, no podría ofrecer de la misma manera.

Aprovechando los vastos recursos de la propiedad imperial, Alaia comenzó su preparación. Pasaba horas en la biblioteca, devorando tomos sobre la historia de las casas nobles, las intrigas de la corte, los linajes y sus debilidades. Estudió las costumbres de las diferentes regiones del imperio y de los imperios vecinos, perfeccionando sus habilidades diplomáticas y su conocimiento de las artes sociales. También se dedicó a entrenar en secreto con los guardias de confianza que la habían acompañado, mejorando su manejo de la espada y aprendiendo sobre tácticas de sigilo y recopilación de información. Quería ser más que una noble herida; quería ser una estratega, una sombra capaz de moverse sin ser detectada.

La espera no sería inactiva. Alaia había encontrado su propósito en el dolor, y cada día en la reclusión de la propiedad imperial la acercaba más al día en que la venganza de los Elowen se desataría sobre aquellos que creyeron haberlos aniquilado. Desde ahí con la ayuda de su primo comenzó a planear todo lo que harían, de esa manera transcurrieron 6 meses, y era tiempo de volver.

El día de la partida llegó con el primer deshielo, un símbolo de una nueva fase en su venganza. Caspian, aunque aún pequeño, había crecido en estatura y en espíritu, la noticia de su partida al palacio imperial, bajo la tutela de sus tíos, fue recibida con una mezcla de emoción y una tristeza infantil por separarse de Alaia.

Para asegurar su seguridad y su anonimato, se recurrió a la magia arcana de la corte, un hechizo delicado que alteraría temporalmente su apariencia. Su cabello castaño se transformó en un rubio miel, sus ojos oscuros adquirieron un tono azul claro, y su tez, antes ligeramente bronceada por el sol, se volvió más pálida. Ahora, Caspian sería conocido como el Príncipe Alexander un joven noble de visita desde un reino lejano, pariente de la familia de la Emperatriz Thais, seria resguardado por el príncipe Alistair durante el viaje para ir al palacio.

La despedida entre Alaia y Caspian fue breve, cargada de una emoción que no podían permitirse mostrar. Alaia lo abrazó con fuerza, susurrándole promesas de un reencuentro y la seguridad de que estaría bien. Caspian, con sus nuevos ojos azules, le dio un beso en la mejilla antes de subir al carruaje imperial que lo llevaría a su nueva vida temporal, además que Alistair le prometió que cuidaría con su propia vida a Caspian si es necesario, no permitiría que nada malo le suceda, mientras ella volvía, gesto que Alaia agradeció.

Una vez que el carruaje de Caspian se perdió de vista, fue el turno de Alaia, con la ayuda de Anastasia, hicieron un hechizo similar, aunque menos drástico, alteró su propia apariencia. Su cabello oscuro, que tanto recordaba al de Liora, se tiñó de un rojo cobrizo vibrante, y sus ojos, antes de un profundo marrón, ahora brillaban con un tono verde esmeralda. El cambio era suficiente para que nadie la relacionara de inmediato con la trágica Liora Elowen, pero conservaba la esencia de su belleza.

Vestida con ropas de viaje sencillas pero elegantes, y con una nueva identidad forjada por el imperio, Alaia se preparó para su propio viaje. No iría al palacio, ni a ningún refugio seguro, su destino era el corazón de la bestia: el Ducado Seraphina.

- ¿Estás segura, señorita? - preguntó Anastasia, su voz llena de preocupación.

-Más que nunca, Anastasia. Ya hemos dejado que Finnian Seraphina disfrute de su vida, ahora va a sufrir, suplicara por su muerte, se arrepentirá de todo lo que hizo.

- Si es así, vamos señorita, no la dejare sola.

Con un último vistazo a la propiedad que había sido su santuario, Alaia montó su caballo. El viento frío de la mañana acarició su nuevo cabello cobrizo, y en sus ojos verdes brilló una determinación inquebrantable. El juego había comenzado, y Alaia Elowen, se dirigía a reclamar la justicia que su familia merecía, lenta y dolorosamente.