Aurora West ha dedicado su vida a construir un futuro brillante en el mundo del derecho. Cuando consigue una codiciada oportunidad de prácticas en el bufete más prestigioso de la ciudad, cree que está un paso más cerca de alcanzar sus sueños. Sin embargo, lo que no esperaba era que su jefe, Rafael Novoa, fuera un hombre tan implacable como fascinante.
Frío, reservado y con una reputación impecable, Novoa es un abogado brillante, pero detrás de su carácter severo esconde un conflicto interno que no está dispuesto a admitir: una atracción innegable hacia Aurora. Aunque intenta resistirse, su presencia desafía cada una de sus reglas, cada uno de sus principios.
Entre juicios, miradas furtivas y una tensión imposible de ignorar, Aurora deberá descubrir si es capaz de derribar las barreras de Rafael y demostrarle que algunas batallas no se ganan con argumentos, sino con el corazón.
¿Podrá él aceptar lo que siente o dictará su propio veredicto antes de permitirse amar?
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Capítulo 8
POV Aurora
Ha pasado ya una semana desde el ataque que tuve por parte de Richards. Agradecí desde lo más profundo de mi corazón todo el apoyo que tuve por parte de Sebastian y sobre todo, de Rafael. Se encargó de dejarme en mi departamento a salvo aquella noche, desde luego no le dije nada a mis padres, no quería preocuparlos con esto, además, pensar en lo que pasó aun me afectaba un poco.
Cuando llegué a mi hogar ese día tomé una muy larga ducha, froté mi cuerpo hasta tener la piel enrojecida, sentía demasiado asco y repudio de recordar sus sucias manos sobre mí y como restregaba su asqueroso cuerpo contra el mío, esa noche lloré hasta que no me salieron más lágrimas, al momento de ir a dormir me sentí muy sola, extrañaba demasiado a mis padres, necesitaba un abrazo de mamá para saber que todo estaría bien.
Al día siguiente no me presenté a trabajar, por órdenes de Rafael obviamente, aunque yo insistí en que estaba bien y podía ir no me lo permitieron. Sebastian fue a mi departamento a ver cómo estaba esa tarde, fue muy agradable su compañía, realmente lo apreciaba mucho, y Rafael mandaba mensajes cada día.
Rafael...
Estaba cayendo por ese hombre, no me podía permitir tal cosa, no quería salir lastimada y sabía que no sería correspondida de la misma forma, pero me estaba haciendo imposible el evitar sentir todo lo que comenzaba a sentir por él. Solo falté dos días aunque me habían dicho que tomase el tiempo que necesitara, pero realmente me hacía más feliz estar en la oficina que sola en mi departamento.
Como mencioné, una semana entera había pasado, me encontraba en mi hogar alistándome para asistir como acompañante de Rafael a la gala benéfica que me invitó, no había mencionado nada de nuevo, creí que lo había olvidado o se había arrepentido de su invitación, pero ayer en la noche antes de irme de la oficina textualmente dijo: "Pasaré por ti a los 8 en punto, ponte más bonita de lo normal".
Esas palabras me dejaron completamente helada, me sentí como una adolescente hormonal y enamorada al escucharlo, él se estaba convirtiendo en una completa debilidad para mí, y eso me estaba asustando demasiado.
Terminé de alistarme unos treinta minutos antes de la hora en que Rafael pidió, afortunadamente tenía un vestido que pensaba sería ideal para un evento así, Darcy insistió en ir a comprar uno cuando se enteró que iría a la gala acompañando a mi ardiente jefe. Me aseguré de prestar atención a cada detalle de mi arreglo, quería verme bonita y sentir esa seguridad y confianza en mí misma que me caracteriza.
Finalmente se llegó la hora y escuché que tocaban a mi puerta, al instante me sentí nerviosa, no sé porque, solo voy a acompañar a Rafael a un evento laboral, pero después del acercamiento que siento que hemos tenido, no sé qué podría pasar entre nosotros, anhelaba con cada fibra de mi ser acercarme a él, poder tocarlo, besarlo, conocer cada uno de sus secretos y virtudes, deseaba a ese hombre con locura...
Tomé mi bolso, abrí la puerta y ahí estaba él, se veía guapísimo, llevaba un traje hecho a la medida color gris oscuro, noté que me miraba atentamente de arriba a abajo deteniendo sus ojos finalmente en mi rostro.
-Buenas noches señor Novoa- Lo saludé con una sonrisa a la vez que cerraba la puerta de mi departamento.
POV Rafael
Llegué a casa de Aurora puntualmente a la hora en que le había mencionado. Esto era demasiado nuevo para mí, jamás había llevado a nadie a esas galas benéficas, Stan obviamente no cuenta, él es mi socio, hablo refiriéndome a una chica, por supuesto. Pero, no lo sé, me hacía sentir feliz tenerla a mi lado, me sentía confiado y hasta cierto punto... seguro.
Me alegraba mucho de saber que se sentía mucho mejor respecto a lo que pasó con Richards, respecto a él, fue enviado de inmediato a prisión, y bueno, digamos que... la tierra se lo tragó. Yo le advertí que no se metiera conmigo ni con nada que me importase, y cometió el mayor error de su vida al meterse con Aurora.
Pero en fin, caminé con pasos tranquilos hasta su departamento, había estado aquí un par de veces, pero jamás había entrado, sabía que pasar esos límites de intimidad me obligaría a aceptar aquello que me daba tanto miedo, me rehúso completamente a aceptar cualquier sentimiento, eso no va a ocurrir. Toqué la puerta y ella salió segundos después, al verla quedé completamente idiotizado.
Mierda...
Se veía tan jodidamente hermosa, tan sexy, tan... perfecta. La miré detenidamente de pies a cabeza, su vestido era largo entallado al cuerpo con una gran y sensual abertura en una pierna, era color verde olivo haciendo juego perfecto con sus bonitos ojos, ¡Dios! Era un espectáculo de mujer, una verdadera belleza.
-Buenas noches señor Novoa- Me saludó acercándose a mí, yo reaccioné segundos después.
-Buenas noches Aurora, te ves hermosa- Admití en un susurro viendo sus ojos, sonreía como un idiota solo de verla, ella sonrió ampliamente ante mi cumplido.
-Muchas gracias, usted también se ve muy guapo- Respondió con voz suave.
Extendí mi brazo para que lo tomase y comenzamos a caminar hacia el auto.
-Recuerda que puedes llamarme Rafael, ten la confianza de hablarme como le hablarías a un amigo- Ofrecí mirándola de reojo, ahora por alguna razón se sentía extraño y hasta cierto punto incómodo que ella me llamase "Señor Novoa" y me tratase de "Usted", quería derrumbar esa barrera entre nosotros.
-Claro- Respondió ella simplemente sonriendo tímidamente.
Subimos al auto y emprendimos camino hacia el lugar donde sería la gala, era un edificio grande donde solían hacer esta clase de eventos importantes. Llegamos sin mucha demora, Aurora como siempre hacia cada momento muy agradable, siempre tenía un tema interesante de conversación, logrando que incluso yo siendo la persona más apática del mundo, no parase de hablar, era algo que solo ella podía lograr.
-Vamos, bonita- Le dije ofreciéndole de nuevo mi brazo para entrar al lugar, ella lo tomó inmediatamente, solo ese contacto tan simple me hacía estremecer por completo, realmente esta situación estaba rayando en la locura.
Al entrar notamos que ya había algo de gente, las mesas estaban ya designadas por lo que una persona en la entrada al vernos nos guió rápidamente hacia donde serían nuestros lugares, caminamos hasta ahí y nos sentamos conversando un poco de temas triviales. A esta distancia podía verla detalladamente, veía su sonrisa, sus ojos iluminados, sus labios, cada una de sus facciones, joder, ella era tan, tan, bonita...
No mucho tiempo después de que llegamos, Sebastian llegó al evento sentándose obviamente en la misma mesa de nosotros, se sentó a lado de Aurora después de saludarnos a ambos, e iniciaron una conversación, ellos se llevaban muy bien al parecer, admito que eso me ponía un poco celoso, pero sé que Sebastian no intentaría nada con ella, no debería de interesarme lo que ella hiciese de su vida amorosa, pero no podía evitarlo, me consumía por completo la rabia solo de pensar en ella con otra persona.
Hubo una cena y un discurso por parte de la asociación, nada muy relevante, después de eso se despejó un área donde los invitados podían bailar con la música en vivo que iniciaba, veía de reojo el rostro de Aurora, la veía sonreír solo por ver a su alrededor, ella estaba llena de felicidad, su presencia emanaba calidez y alegría, esa era su chispa.
La gente comenzaba a ponerse de pie para poder ir a bailar, tanto Aurora, Sebastian y yo nos manteníamos sentados en nuestra mesa, yo notaba como muchos, enserio MUCHOS hombres, tenían su atención puesta en ella, veía como trataban de acercarse pero con solo ver mi rostro amenazante frenaban su paso y daban vuelta atrás.
En un momento una chica se acercó hasta Sebastian invitándolo a bailar, él no dudó un solo segundo y se levantó para ir con ella, otra mujer minutos después se acercó a mí intentando invitarme de igual forma, pero ni siquiera la voltee a ver, solo respondí un rotundo "No", y por algún motivo que ni yo entiendo solo puse mi mano en la parte alta de la pierna de Aurora, la voltee a ver sonriéndole suavemente, como queriéndole dar a entender a aquella mujer que... yo solo le pertenezco a ella.
Bien Novoa, ¡Es hora de internarte en el jodido psiquiátrico!
-¿No te gusta bailar, Rafael?- Preguntó Aurora mirándome con una linda sonrisa.
¡Dios! Es la primera vez que me llama por mi nombre, mi maldita sucia y perversa mente solo puede imaginarse a ella gritándolo retorciéndose de placer debajo de mí, no he podido estar con ninguna otra chica desde hace semanas, y todo por ella, porque mi cuerpo no quiere a ninguna otra mujer que no sea Aurora, ni mi cuerpo, ni mi mente, ni mi corazón...
Ardo enteramente de deseo por ella...
-No realmente- Respondí finalmente a su pregunta, ella asintió despacio y devolvió su vista al frente.
Unos minutos más tarde, vi que un sujeto se acercó hasta donde estábamos viendo fijamente con lujuria a Aurora, eso me hizo molestar al instante.
-Hola preciosa, ¿No quieres bailar?- Le preguntó acercándose y poniendo la mano en su hombro.
Tensé mi mandíbula y decidí responder antes de que ella lo hiciera.
-No, no quiere- Respondí tajante fulminándolo con la mirada y quitando su mano del hombro de ella, Aurora simplemente volteó a verme como si disfrutara de lo que hice con una sonrisa ladeada, el hombre al ver eso solo se fue.
-¿Sabes? Realmente si tenía ganas de ir a bailar- Susurró cerca de mi rostro manteniendo aquella traviesa sonrisa.
Me acerqué lentamente hacia ella hasta que mi nariz rozó la suya, no apartó la mirada en ningún momento, sonreí y me levanté de la silla tomando su mano caminando entre la gente hasta llegar a la pista de baile, jamás en la vida creí que estuviera haciendo esto, pero aquí estoy.
Al llegar puse mi mano en su cintura y ella puso la suya en mi hombro, comenzamos a movernos al ritmo de la canción lenta, aunque no fuera partidario de esto, realmente lo estaba disfrutando demasiado, solo podía ver a la mujer frente a mí con una sonrisa sincera.
-Pensé que no bailabas...- Susurró Aurora cerca de mi rostro.
-Dije que no me gustaba, no que no sabía hacerlo- Respondí de la misma forma coqueta que ella usaba.
-¿Y por qué lo haces ahora?- Preguntó acercándose aún más a mí, no estaba haciendo nada para evitar aquello, de hecho anhelaba que se acerca más.
-Por ti...- Admití con mi rostro un poco más serio, me asustaba estar admitiendo esas cosas, pero era cierto.
Continuamos así durante varias canciones, en este momento me sentía tan ajeno a todo, solo sentía que éramos ella y yo, me sentía hipnotizado sin la posibilidad de dejar de ver sus ojos. La música aún seguía, pero nos vimos interrumpidos por alguien que llegó y tocó mi hombro, Aurora y yo volteamos a ver de quien se trataba.
-Hola Rafael- Me saludó la mujer, al verla me di cuenta que era una de las chicas con las que solía salir a divertirme, incómodo.
-Buenas noches- Respondí indiferente aun manteniendo a Aurora junto a mí.
-Hace tiempo que no te veía, ¿Quieres bailar? Oye chica, ¿Por qué no lo compartes un momento conmigo?- Le decía descaradamente a Aurora, ella reflejó confusión en su rostro y yo fruncí mi ceño.
¡¿Qué carajos?! ¿Estaba loca la tipa o que le pasa?
-¿Perdón?- Pregunté algo irritado -¿Qué acaso eres ciega o qué? Estoy bastante bien acompañado así que solo aléjate- Solté tajante, no necesitaba ni quería ningún tipo de compañía que no fuera la mujer que tenía en mis brazos.
Tomé la mano de Aurora que se había mantenido en silencio viendo la situación, antes de que nos fuéramos pude ver el rostro desconcertado de la chica, era obvio, jamás en sus más remotos sueños pudo imaginar que yo reaccionaría de aquella forma, estando así por una mujer.
Caminé de la mano de Aurora por todo el salón hasta llegar a una puerta que daba a un pasillo, entramos por ahí sin ser notados por el resto de gente, aunque pude darme cuenta de un par de ojos que siguieron nuestros movimientos hasta desaparecer, era Sebastian, me esperaba un gran interrogatorio.
-¿A dónde vamos?- Preguntó con voz suave mientras caminábamos por un pasillo hasta llegar a un ascensor.
-Quiero mostrarte algo- Contesté de igual forma entrando al ascensor aun sin soltar su mano.
Marqué el último piso, esperamos unos segundos y las puertas se abrieron informando que ya estábamos en el piso que quería, salimos de ahí caminando a las puertas que estaban en el fondo, abrí la puerta dando paso a una bonita terraza que tenía una vista impresionante de la ciudad de Boston.
-Vaya...- Alcancé a escuchar que Aurora dijo en un susurro caminando hasta el barandal de la orilla –Es muy hermoso...-
-Pensé que te gustaría ver este lugar- Comenté detrás de Aurora, ella estaba con sus manos recargadas en el barandal y yo estaba a pocos centímetros detrás de ella.
Ella se volteó en su lugar, yo recargué mis manos en el barandal arrinconándola por completo, Aurora sonrió traviesa, yo solo veía sus labios sintiendo un deseo incontrolable por ellos. Después de tantos años, ansiaba besar los labios de una mujer, sentir como se fundían con los míos y dejar que me hiciera sentir lo que ella quisiese.
-¿Podemos estar aquí?- Preguntó en voz baja subiendo una de sus manos por mi brazo... estás jugando con fuego preciosa.
-Claro, puedo ir a donde yo quiera en este lugar, ser el benefactor principal del evento tiene algunas ventajas- Susurré con voz ronca sin dejar de ver sus labios.
-Tiene sentido...- Respondió de igual forma, ¡Maldita tensión!
Subió su mano un poco más hasta llegar hasta mi nuca donde comenzó a acariciar la parte de atrás de mi cabeza, me acerqué aún más a ella pasando una de mis manos a su cintura manteniendo la otra en el barandal. Acerqué tanto mi rostro hacia el de ella que mi nariz y nuestros labios rozaban haciéndome dejar de respirar.
-Eres tan hermosa... sensual... y tan, tan perfecta... Pero tenemos que parar- Susurré deseando cortar con aquella mínima distancia aunque supiese que estaba mal.
-¿Por qué?- Preguntó acariciando mi rostro.
-Porque no soy lo que te mereces Aurora...- Respondí bajando mi cabeza recargando mi frente en su hombro, ella aun acariciaba mi cabello.
Aunque deseara con todo mi ser poder tocarla y al menos darle un beso, sabía que tenía que frenar esta locura, todo lo que estaba sintiendo tenía que tener una respuesta coherente, seguramente solo estaba confundido, por lo que debía que mantenerme a raya lo mejor que pudiera.
Me mantuve así un par de segundos, después de eso dejé un corto beso en su hombro y en su frente y volví a tomar su mano.
-Vamos...- Pedí sonriendo levemente, ella asintió y bajamos de nuevo al evento el cual no duró mucho más de una hora.
Al terminar nos despedimos de Sebastian y partí con Aurora para llevarla de vuelta a su hogar, el camino fue un silencio algo abrumador, ninguno de los dos decía nada ni mencionaba nada acerca del casi beso que tuvimos hace unos momentos. Al llegar al edificio acompañé a Aurora hasta su puerta.
-Gracias por acompañarme, Aurora- Dije una vez que llegamos.
-Gracias a ti por invitarme- Contestó en voz baja, hubo silencio durante unos segundos, realmente no sabía que decir o hacer –Bueno... Nos vemos el lunes, buenas noches- Se despidió dejando un beso en la comisura de mis labios sorprendiéndome por completo.
Antes de que yo hiciera o dijera algo ella entró a su departamento dejándome sin palabras y con mi cabeza hecha un lío.
Es por el bien de ambos, no soy bueno para ella y yo no quiero caer por una mujer, no puedo volver a permitirme pasar una decepción de nuevo. Tengo que parar esto de una vez por todas, tengo que parar ya antes de que sea muy tarde...
¿Por qué lo tienes que hacer tan difícil, cariño?