Simoné es una chica de 25 años que lucha por obtener siempre lo que le gusta. Nada la detendrá por lograr sus objetivos, aunque tenga que luchar con su propia... ¡madre!
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Está enamorada de Iván
Las 3 de la mañana y Teresa no regresaba a su casa. Simoné, intuyendo que su madre andaba con Iván, estaba sumamente molesta. No le caía el veinte de lo que estaba sintiendo. No sabía exactamente qué era lo que estaba sintiendo en ese momento.
Simoné amaba a su madre, pero había algo en ella que la molestaba mucho.
"¿Cómo es posible que mi madre a su edad haya conseguido a un hombre tan guapo como Iván y más joven?".
Muy en el fondo sabía que algo no marchaba bien en ella, pero aún no sabía que.
"¿Qué me está pasando? ¿Por qué siento tanto coraje de ver a mi madre con Iván?".
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Teresa, en cambio, estaba bien quitada de la pena en los brazos de su gran amor.
¿Sabes, amor?, nunca había sentido tanta pasión en un hombre. No digo que mi esposo haya sido malo, pero él actuaba como más pasivo. En cambio, tú, te desfogas demasiado. Y no creas que les estoy comparando, simplemente, estoy revelando lo que siento.
Yo lo sé, mi amor, y te doy las gracias por tenerme en ese concepto, es que teniéndote a mi lado no me puedo contener. Eres tan bella y seductora.
¿No te importa que te lleve algunos años?, para nada, solamente son números, una cifra que para mí no equivale a nada. Yo te amo, tú me amas y lo demás sale sobrando.
Y siguieron dándole a lo que más les gustaba.
La boda se celebraría ocho meses después, para respetar un poco el luto por su esposo fallecido.
Claro, eso no era impedimento para que ellos hicieran el amor cada que tenían una oportunidad.
Teresa se veía muy reanimada completamente, se le había quitado esa tristeza que sentía en su rostro.
Cosa que a Simoné no parecía gustarle nada.
Al día siguiente, muy temprano, Simoné se levantó y fue al cuarto de su madre solo para descubrir que no había dormido allí.
Como si la hubiera invocado, ella apareció por la puerta de entrada muy quitada de la pena.
Mamá, ¿te parece correcto que no duermas en tu casa y vengas hasta ahorita? ¿Acaso pasaste la noche con Iván?, eres una desvergonzada.
Mira, hija, ya te lo dije una vez y te lo vuelvo a repetir, no tengo por qué darte explicaciones, es mi vida y yo sé lo que hago con ella.
¿Hasta ponerme en ridículo delante de todos los vecinos y mis amistades? ¿Acaso no te importa que la gente murmure y me lleves a mí de corbata, madre?
Hija, a estas alturas a mí no me interesa lo que hable la gente y tú deberías de hacer lo mismo; sigue viviendo tu vida y olvídate de mí que yo voy a seguir con mi vida. ¿No te das cuenta de que estoy perdidamente enamorada de Iván?
Veo que es inútil hablar contigo, madre, has perdido la razón por completo, te desconozco.
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Charly fue a buscar a Simoné a su casa. La muchacha le avisó, pero ella no quiso verlo.
Dile que no estoy.
Charly oyó a Simoné decir eso y le importó un comino y se metió como quiera.
Por favor, vamos a hablar.
Charly, no quiero hablar contigo, no estoy de humor para hablar con nadie. Así que por favor te pido que te vayas.
Simoné, yo he sido muy paciente contigo y te he cumplido todos tus caprichos, ¿por qué ahora has cambiado tanto y ya no quieres saber nada de mí?, ¿hay otro hombre acaso?
Y vuelta otra vez con lo mismo. Ya te dije que no hay otro hombre, simplemente, que no te amo y no quiero saber nada de ti.
En eso el timbre de la puerta sonó, la muchacha fue a abrir.
Señor Iván, pásele, la señora se está arreglando, en un momento baja a recibirlo.
Si gusta sentarse, ¿le traigo agua o un refresco?
Así estoy bien, gracias.
Buenas tardes, Simoné. Buenas tardes, joven.
Charly, me llamo Charly. Usted es el señor Iván, oí a la muchacha que le llamó así.
Llámame Iván, a secas.
Charly observó detenidamente a Iván, era un hombre muy apuesto, con el pelo castaño y los ojos del mismo color, cuerpo atlético y alto, justo el tipo de hombre que le gustaría a muchas mujeres.
En ese momento comprendió a Simoné, ella estaba enamorada de Iván.
Tal vez ella no se haya dado cuenta aún, pero para él fue más que evidente, con solo verle la cara a ella de cómo lo observaba.
Bueno, yo me retiro. Simoné, cualquier cosa que necesites no dudes en llamarme, siempre estaré para ti.
Le dio un beso en la mejilla y salió de ahí.
Es tu novio, ¿verdad?, le preguntó Iván a Simoné.
Era mi novio, pero terminamos hace varios días
¿Ah sí? ¿Y por qué terminaron si se puede saber?
Recién comprendí que no lo amo y prefiero terminar ahorita que después que podríamos hacernos mucho daño.
¿Y cómo te diste cuenta que no lo amabas?, preguntó Iván, curioso. ¿Acaso conociste a otro hombre y te enamoraste de él?, le preguntó con una sonrisa burlona.
Ella torció la boca enojada y luego le dijo: Por supuesto que no, no te metas en lo que no te importa.
Perdón, yo sólo quería romper el hielo.
Simoné decidió irse a su cuarto, pero antes de irse empezó a caminar delante de él moviéndose muy seductoramente.
Falda corta, un top corto, zapatillas doradas. Y el pelo rubio, parecía una diosa sacada de un cuento de hadas.
Iván no pudo menos que admirarla. "Esta chica está muy hermosa, pero no más que la madre", se dijo.
Simoné había captado la mirada de él sobre su cuerpo y sonrió complacida.
"Estoy segura que no te vas a contener, ya me di cuenta de cómo me miraste, pensó Simoné".
"Me dejo de llamar Simoné si no hago que caigas en mis brazos".
Como Simoné era una chica muy voluntariosa, no le importaba lo que pudieran hablar de ella, eso le decía a su madre para que terminara con Iván pero ella no le hacía caso como quiera.
"Algo debo de hacer pero de que no se casa no se casa... en 8 meses pueden pasar muchas cosas".