una misteriosa casa donde constantemente desaparecen las personas que entran en su interior.
Sara es una joven introvertida. a la que constantemente molestan sus compañeros de clases. un día, cuando camina sola de regreso a casa. se encuentra con un grupo de chicos que la llevan hasta la misteriosa casa del bosque donde como una broma. la hacen entrar para ver si es capaz de volver a salir.
ella y otro dos chicos se aventuran dentro de la casa. para descubrir que paso en realidad con todas esas personas que desaparecieron allí.
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Capitulo 8: Abismo
Una vez terminada la pequeña fiesta, los chicos se despidieron de su nuevo amigo.
- gracias por todo - el chico de porcelana mostró una sonrisa triste, tras volver a abrir la puerta - fue el mejor cumpleaños que haya vivido.
- antes de irnos tenemos una sorpresa para ti - María se adelantó con una gran sonrisa, mientras sus amigos, buscaban entre el montón de juguetes un paquete grande - que tengas una buena vida, amigo.
Le entregaron el paquete entre todos y luego uno por uno lo abrazo por última vez.
Cruzaron la puerta, dejando al chico de porcelana, con una nueva compañera hecha de trapo. Que en cuanto salió de la caja, sonrió con dulzura.
- gracias, chicos - volvió a repetir el chico agradecido por ya no estar solo.
- Sara espera - grito Mateo cuando cruzaban la puerta 970. Sara giro justo a tiempo, para evitar caer en un abismo que parecía no tener fin.
- no puede ser, regresen - grito Sara pegando la espalda lo más posible de resbaladiza pared - ¿quién demonios quiere una habitación con un abismo en el centro? - grito a sus compañeros que ya no podían regresar, por qué la puerta ya se había cerrado.
Con gran dificultad se arrastraron por la fina línea de roca que hacia el papel de piso sólido.
- tranquila, saldremos de esto, ya hemos superado muchas cosas - a pesar del miedo que sentía María trato de darse ánimos para continuar y a la vez ayudar a sus compañeros a no rendirse. - si podemos - dijo para sí misma.
Concentrados como estaban en la tarea de no caer al abismo. Ninguno de ellos, noto que sobre sus cabezas se movían un grupo numeroso de aves de colores.
No fue sino, hasta que leo levantó la mirada al cielo que notaron la presencia de los coloridos animales. Que bajaron para saludarlos con su dulce canto.
- son preciosos - Sara sonrió un poco levantando la mano para tocar a uno que flotaba cerca de ella - ven amiguito. Trato de tomarlo y uno de sus pies resbaló en la roca. Haciéndola perder el equilibrio - ¡aaah! - grito mientras se precipitaba hacia abajo.
Por suerte Mateo consiguió sujetarla por la mano que había quedado extendida, cuando intento tocar al ave - te tengo - dijo con gran dificultad mientras se esforzaba en subirla.
Cómo el camino era muy estrecho para ellos. Ni leo, ni María pudieron prestarle ayuda, solo miraron desde lejos como Mateo con gran esfuerzo subía a Sara de vuelta a la roca.
- ¿estás bien? - pregunto cuando la chica estuvo a salvó.
- sí... Gracias - Sara le sonrió agradecida
- bien hecho Mateo - grito Leo desde su posición levantando un puño al aire emocionado
- sí, fue genial - agrego María que trataba de no mirar hacia abajo. Le aterraban las alturas y esa experiencia la estaba poniendo al límite - que le parece sí seguimos adelante - dijo como si tal cosa fijando la mirada en las hermosas aves.
Cuyo número se había multiplicado en ese corto tiempo y ahora volaban tan bajo que incluso algunas chocaban en ellas.
- ah, chicos - Sara trato de hablar con sus compañeros, que caminaban delante de ella, pero también el canto de las aves se volvió un poco más fuerte, hasta el punto de ser escandaloso y un poco aterrador - creo que algo anda mal - dijo en un susurro
El lugar comenzó a oscurecerse, las aves tapaban casi en su totalidad el hermoso cielo, haciendo que pareciera de noche.
Los chicos que se habían concentrado solo en avanzar no notaron el cambio, sino hasta que fue demasiado tarde.
Todo el lugar se quedó en completa oscuridad. Dificultando la visibilidad de todos.
- esto no está pasando - se repetía María mientras con sus manos se aferraba a la húmeda pared de piedra.
- cálmate y sigue caminando - fue lo único que pudo decir Mateo, cuyo corazón también latía con fuerza, mientras escuchaba los chillidos de las aves.
Mucho tiempo paso, mientras ellos seguían ese camino, sin descanso. Preguntándose si encontrarían una salida. Sus estómagos comenzaron a gruñir de hambre, indicándoles que ya era la hora de comer.
- ¿cuánto tiempo llevamos caminando por este lugar? - pregunto leo cuando ya no aguanto más el dolor de estómago que estaba experimentando.
- y crees que alguno de nosotros lo sabe - dijo Mateo frustrado y molesto por el hambre que cada vez se hacía más insoportable
- no le grites - hablo Sara cansada de tantas peleas.
- no tú no le grites a Mateo - María también comenzó a hablar y pronto todos estuvieron envueltos en una discusión sin sentido.
Sara y María se pusieron cara a cara dispuestas a tirarse de los cabellos por defender su punto. Pero antes de que siquiera se hubieran tocado un cabello. Mateo las detuvo - esperen - grito el chico colocándose en medio de ellas - escuchen
El canto de las aves se detuvo y el lugar quedo envuelto en un silencio profundo.
El grupo de aves se disipó y la claridad del lugar regreso.
- eso es imposible - María miró hacia abajo con horror. Viendo que todos estaban de pie en el centro del abismo, sin llegar a caer en él.
Parecía que flotaban al igual que las aves - es una ilusión - dijo Mateo dándose cuenta de que todo su recorrido había sido falso - hemos dado vueltas por este lugar todo el día - dijo apretando los puños.
- bravo, señores, al fin lo descubrieron - dijo una voz profunda, chasqueando la lengua - todo es una ilusión de la mente - el lugar se transformó en una habitación espaciosa, dónde se veía todo tipo de artefactos y artilugios de mago.
Espero, lo hayan disfrutado tanto como yo - dijo un hombre de aspecto débil, saliendo de una caja extremadamente pequeña. - el show de aves de Félix.
Les mostró tres cartas con diferentes animales con alas - ¿qué opinan? Son preciosas no - volvió a chasquear la lengua y las aves abandonaron el papel y se precipitaron hacia ellos, que se cubrieron con los brazos para evitar que las aves les arañaran los rostros.
- ya basta - grito María empujando al mago de vuelta hacia la caja, estaba tan molesta que había perdido todo el miedo que eso pidiera causarle, ahora lo único que quería era desaparecer a ese sujeto de su vista.
- vuelve allí adentro - gritaba mientras avanzaba hacia adelante - y no vuelvas a presentarte frente a nosotros.
El sujeto no supo que hacer, solo siguió las órdenes de María y volvió a su caja cerrándola por dentro.
- salgamos de aquí - dijo la chica sin mirar a nadie - los otros solo asintieron asustados por el estado de la chica. La siguieron hacia la siguiente puerta. Que se abrió fácilmente para ellos.
María respiró aliviada al ver que la puerta cedía sin problemas, entro a la habitación sin esperar.
- esto es fabuloso - dijo cuando sus ojos se posaron en el hermoso lugar que tenía delante.
- increíble - dijeron los demás al mismo tiempo.
Sin perder tiempo todos comenzaron a correr hacia el centro de la habitación, donde un gran banquete los esperaba sobre una preciosa mesa de madera oscura.
- hora de la comida - fueron las últimas palabras que pronunciaron antes de comenzar a degustar los platillos.