Liana, una joven que descubre que es la última descendiente de una antigua línea de guardianes de ángeles. Su vida cambia drásticamente cuando una serie de misteriosos eventos la lleva a ser reclutada por una organización secreta encargada de mantener el equilibrio entre los mundos humanos y celestiales.
A medida que Liana profundiza en su nuevo rol, comienza a desentrañar secretos oscuros sobre su familia y la verdadera naturaleza de su poder. Un ángel caído, caudillo de una rebelión celestial, amenaza con desatar el caos en ambos mundos, y Liana debe enfrentarse a él antes de que sea demasiado tarde.
Mientras navega por traiciones, alianzas inesperadas y su propio conflicto interno, Liana descubre que nada es lo que parece. Cada revelación acerca de su pasado revela un nuevo giro en la trama, desafiando sus creencias y forzándola a confrontar la verdad sobre su identidad y el destino que le espera.b
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Capitulo 8: Una Alianza En Lo Imprevisto
El crepúsculo caía sobre la ciudad, pintando el cielo con tonos anaranjados y violetas. Las sombras alargadas se estiraban sobre las calles desiertas, creando un ambiente inquietante y misterioso. Liana caminaba con cautela, sintiendo el peso de la misión que tenía por delante. Sabía que lo que estaba a punto de hacer podría cambiarlo todo, pero también entendía que era un riesgo necesario.
Después de la reunión con Kael y los demás Guardianes, Liana había recibido instrucciones claras: debía encontrar a un aliado inesperado, alguien cuya ayuda sería crucial para la rebelión. Sin embargo, no se le había dado mucha información sobre esta persona, solo un nombre y una ubicación aproximada. “Valen”, le había dicho Kael, con una seriedad que había hecho que Liana sintiera un escalofrío. “Lo encontrarás en el viejo barrio, cerca de la plaza abandonada. Es un renegado, pero uno de los pocos en quien podemos confiar.”
El viejo barrio era un lugar que Liana prefería evitar. Durante años, había sido un refugio para aquellos que se habían apartado de las normas, criaturas y seres que no pertenecían ni al mundo humano ni al celestial. Caminaba por las calles empedradas con una sensación de aprehensión, sabiendo que cada sombra podría ocultar un peligro inesperado.
Cuando llegó a la plaza abandonada, un viento gélido sopló entre los edificios en ruinas. La fuente en el centro estaba seca, y las estatuas que alguna vez la adornaron estaban desgastadas por el tiempo. Liana se detuvo, escudriñando el entorno en busca de cualquier señal de vida. Pero no había nadie, solo el silencio inquietante de un lugar olvidado por el tiempo.
—¿Buscas a alguien? —La voz masculina llegó desde las sombras, haciendo que Liana se girara rápidamente.
Frente a ella, en el borde de la plaza, apareció un hombre alto y de aspecto sombrío. Sus ojos verdes brillaban con una intensidad que contrastaba con su expresión neutral. Su cabello oscuro caía desordenado sobre su frente, y su ropa, aunque simple, estaba impecablemente cuidada. Había algo en su presencia que hacía que Liana se sintiera incómoda, como si estuviera ante alguien que ocultaba más de lo que mostraba.
—¿Valen? —preguntó Liana, manteniendo su voz firme a pesar de la tensión que sentía.
El hombre asintió, dando un paso hacia ella con una sonrisa apenas perceptible en los labios.
—Tú debes ser Liana. —No era una pregunta, sino una afirmación—. Kael me dijo que vendrías.
Liana se acercó con cautela, evaluando cada uno de sus movimientos. Había oído hablar de Valen, de su reputación como un renegado que había abandonado su puesto entre los Guardianes. Nadie sabía exactamente por qué lo había hecho, pero los rumores decían que era alguien en quien no se podía confiar fácilmente. Sin embargo, en ese momento, Liana no tenía otra opción.
—Kael cree que puedes ayudarnos —dijo Liana, observándolo de cerca—. Necesitamos alguien con tu experiencia para nuestra causa.
Valen dejó escapar una leve risa, aunque en sus ojos no había humor.
—Kael siempre ha sido un optimista —replicó, cruzando los brazos—. Pero si esperas que me una a su rebelión sin más, estás equivocada.
—¿Entonces por qué estás aquí? —Liana no quería mostrar dudas, pero la actitud de Valen la desconcertaba.
Valen la miró fijamente, su expresión volviéndose más seria.
—Porque, aunque no comparto el entusiasmo de Kael, sé que el mundo está cambiando. Y si hay una oportunidad de acabar con el dominio de los cielos, no puedo ignorarla. —Se inclinó hacia ella, su voz bajando a un susurro—. Pero no me fío de los Guardianes. Y mucho menos de los ángeles.
Liana entendió lo que estaba diciendo. Valen no era alguien que se dejara llevar por ideales o lealtades, sino por intereses personales. Y aunque no podía confiar en él completamente, sabía que su ayuda era esencial.
—No te pedimos que confíes en nosotros —respondió, con una calma calculada—. Solo que nos des la oportunidad de demostrar que podemos cambiar las cosas.
Valen la observó en silencio durante un largo momento, como si estuviera sopesando sus palabras.
—Muy bien, Liana —dijo finalmente—. Trabajaremos juntos, pero bajo mis condiciones. No esperes que siga órdenes ciegamente. Y si en algún momento veo que esta rebelión no va a ninguna parte, estaré fuera.
Liana asintió, aceptando el trato a regañadientes. Sabía que Valen era un aliado peligroso, pero también sabía que en la guerra que se avecinaba, no podían permitirse el lujo de rechazar cualquier ayuda.
—Entonces es un trato —dijo Liana, extendiendo la mano.
Valen la miró un segundo antes de tomar su mano con la suya. Su apretón era firme, casi desafiante, pero Liana no flaqueó.
—Un trato —repitió Valen, con una sonrisa que no alcanzó sus ojos—. Vamos a ver hasta dónde llegas, Liana.
Mientras el crepúsculo daba paso a la noche, Liana y Valen se alejaron de la plaza abandonada, conscientes de que habían sellado una alianza frágil pero necesaria. El destino del mundo estaba en juego, y con él, el futuro de ambos.