Zach y Dylan llevan una relación bonita y perfecta. En años de Relación, nunca se les ha visto discutiendo y mucho menos separados.
Pero cuando Zach queda embarazado, muchas cosas comienzan a pasar y cambiar todo.
El amor que se tienen, podrá ser fuerte, tanto que lograrán superar todos los obstáculos que la vida les tiene preparados.
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02
Sin previo aviso, sentí calientes lágrimas humedeciendo la piel de mis mejillas. Pocos segundos después, a estas le siguieron sollozos e hipidos.
— ¡Oh, Zach! —Cheng dejó a un lado las pruebas y se apresuró a mi lado. Su menudo cuerpo estrechó el mío con fuerza, abrazándome de manera confortable— No llores, por favor ¡Es una noticia maravillosa! Deberías estar feliz.
— Pero —sollocé— Es que...
— Shh —acarició mi cabello— Está bien, está bien. No llores ¿Vale?
— V-voy a t-tener un bebé, Cheng. —hipé— Un bebito, pequeño, indefenso.
— No hay duda de ello, pero ¡es una dicha enorme, Zach! —sonrió únicamente para luego mirarme con desaprobación— No deberías estar llorando.
— Lloro de emoción, Cheng. —intenté sonreír, más de mis labios sólo salió un sollozo.
Me apreté más en aquel cálido y confortante abrazo. Cheng emitía un aura maternal, aquella que tanto necesitaba en momentos como ese, llenos de dicha y emotividad. Un bebé, en mi interior existía una criaturita creada por Dylan Chang y yo ¡Dios, como iba a imaginarlo!
Decir que estaba feliz era quedarse completamente corto, no había niveles humanamente posibles para medir la dicha que experimentaba en estos momentos. Todo era tan rápido e increíble que me costaba asimilarlo. Hoy por la mañana jamás pasó por mi cabeza que algo así pudiese suceder, nunca consideré la posibilidad de un embarazo pese a los síntomas durante los últimos días.
— Yo...
— ¿Qué vas a hacer Zach? —murmuró Cheng luego de habernos apartado— ¿Piensas decírselo a Dylan?
Y tal cómo si lo hubiéramos evocado, el susodicho hizo acto de presencia. Dylan Chang estaba en casa, haciéndose notar con un peculiar grito desde la planta baja, llamándome para cerciorarse que estaba en ella. De inmediato sentí la sangre drenarse de mi rostro, asustándome ante la posibilidad que subiese y notase todo el desastre sentimental y las pruebas de embarazo visibles sobre la cama.
Él no debía enterase así, joder, no.
Cheng pareció entenderlo de inmediato, en un parpadeo ambos nos pusimos de pie, él se apresuró a coger las pruebas, así como los empaques para introducirlas en la bolsa en que fueron traídas y finalmente, guardarlas en su mochila. Yo a su vez, sequé mis lágrimas con la manga de mi suéter, intentando eliminar cualquier rastro que me delatase.
— Cheng, no puedo decirle, no ahora. —susurré apresurado, sintiendo la adrenalina recorrerme— Antes debo realizarme pruebas de laboratorio, no sé cuántos meses tengo, si estoy bien o si...
— Entiendo. —sujetó mis manos— Mañana luego de clases vamos hacerte esas pruebas. Mientras tanto, me llevo la evidencia y tú actúas normal ¿Vale?
Asentí frenético.
Luego de mirarnos fugazmente a los ojos, ambos salimos del cuarto tan rápido como nuestros pies lo permitieron. Afortunadamente, Dylan no había hecho amago alguno en subir al segundo piso, lo que me generó enorme alivio. Apenas bajamos unos cuantos escalones, la figura de mi novio se hizo presente. Al verme sonrió con aquella expresión traviesa característica de él y mi corazón latió enloquecido ante la emoción de verle: ahí, al pie de las escaleras estaba el padre de mi bebé.
— ¡Zach! ¡Oh! Cheng, hola. —el aludido y yo forzamos una sonrisa.
— Hola Dylan.
— Llegaste temprano, amor. —murmuré ligeramente nervioso. Dylan Chang se encogió de hombros.
— Terminé antes. ¡Oh! ¡Mira lo que traje! —señaló una bolsa con el logo de nuestro restaurante favorito— ¿Gustas quedarte a comer con nosotros, Cheng?
— No lo creo, perdón. He quedado con Li Xian para comer.
— Oh, qué mal.
— Descuida. —sonrió incomodo, mirándome de reojo— Bueno, los dejo. —me lanzó una última mirada fugaz llena de complicidad— ¡Que tengan provecho!
— Ve con cuidado. —aludió Dylan Chang.
— Descuida. —hizo una pausa— Y, por cierto, muchas felicidades, Dylan.
— ¿Eh? ¿Por qué? —Dylan Chang ladeó la cabeza, confundido.
— ¡Mi amor! —me lancé a sus brazos, apretándole contra mí en un intento de distraerle— Deja que Cheng se marche, a que tiene prisa ¿Verdad? —mascullé lo último con cierto toque de amenaza.
Cheng sonrió malicioso, pero finalmente asintió.
— Es verdad —soltó una pequeña carcajada— Bueno, pásenla genial. Yo me retiro.
Apenas mi amigo puso un pie fuera del apartamento sentí el alma volverme al cuerpo, de verdad creí que iba a delatarme. Sin darme cuenta, mi cuerpo se relajó y un suspiro de alivio escapó de mis labios
— ¿Pasa algo, Zach? —cuestionó Dylan Chang, mirándome con curiosidad.
— ¿Eh? —sonreí nervioso— No ¿Por qué?
— Los noté algo quisquillosos.
— F-figuraciones tuyas.
— Hum. —se giró para darme cara, al tiempo que rodeaba mi cintura y me pegaba más a su cuerpo— Sigues pálido —acunó mi rostro entre sus manos, acariciándome, examinándome— ¿Has vomitado de nuevo?
Negué.
— Estoy bien —rodeé su cuello con mis brazos— Más que bien en realidad —suspiré mientras buscaba sus labios, uniéndolos en un delicado beso. Dylan Chang respondió de inmediato, ladeando la cabeza en busca de un mejor ángulo. Fue cuestión de segundos para que el contacto entre nuestras bocas se profundizara. Su lengua cálida y húmeda rozando la mía enviando estremecimientos exquisitos a lo largo de mi espina dorsal— Gracias, mi amor, gracias. —jadee aún contra su boca, buscando algo de aliento tras semejante beso.
— ¿Por qué? —murmuró jadeante, pero sin romper la unión— ¿Por qué me das las gracias? —juntó nuestras frentes y buscó mis ojos, su expresión era confundida.
— Por hacerme tan, tan feliz.
— En todo caso, quien debe agradecer soy yo. No hay nada más perfecto que esto. —me besó— Tan perfecto como abrazarte. —intensificó la fuerza con la que sostenía mis caderas— Qué tocarte. —gemí en su boca al sentir sus dedos rozar la piel de mi espalda, por abajo de la camiseta— Todo tú es perfección, Zach Jarel. Mi vida a tu lado también lo es.
— No, aún no lo es. —conseguí decir entre suspiros— Pero... —mordisqueé sus labios— Estoy seguro que dentro de poco lo será.
— ¿De verdad? —enarcó una ceja.
— Puedo apostarlo.
— Y eso... —me levantó del suelo cogiéndome en brazos, empezando a subir los escalones en dirección a nuestra habitación, sonreí ante sus intenciones— ¿Por qué lo dices?
— Es una sorpresa.
— Me gustan las sorpresas.
Muchas gracias autor@, tu historia está genial 🫂