MI NUEVA REALIDAD

Un día, Dulce decidió que era el momento de explorar el mundo más allá de los muros del ducado. Había disfrutado de su tiempo en el palacio, pero sentía que había mucho más que descubrir y aprender en el mundo exterior. Con el permiso de sus padres, salió en compañía de sus hermanos, Alejandro y Valeria, para pasar un día en la ciudad.

La ciudad del Imperio Cielo era un lugar vibrante y lleno de vida. Las calles estaban llenas de coloridos mercados, y los aromas de una variedad de alimentos flotaban en el aire. Dulce, emocionada por la oportunidad de experimentar la vida urbana, se sumergió en la exploración con entusiasmo. Comió de todo lo que pudo, disfrutando de los sabores y las texturas que la ciudad ofrecía.

Mientras paseaban por un mercado, Dulce notó a un grupo de niños pequeños que estaban intentando robar comida de los puestos. Los niños estaban descalzos y sucios, y sus ropas estaban en harapos. Aunque eran pequeños, sus intentos de robar comida eran evidentes, y Dulce se sintió conmovida por la situación.

Decidió acercarse a uno de los niños era el mas pequeño, que parecía tener unos dos años. Con una mezcla de preocupación y empatía, le preguntó dónde estaban sus padres. El niño, con una mirada triste y vacilante, respondió con una voz temblorosa:

—Papá no está. Mamá está dormida desde hace dos días. Nosotros tenemos hambre.

Dulce sintió un nudo en el estómago al escuchar la respuesta. Preguntó al niño si podía llevarlos a su casa para entender mejor su situación. Los pequeños, con la esperanza de encontrar ayuda, condujeron a Dulce y a sus hermanos hasta una pequeña y deteriorada vivienda en una calle estrecha.

Cuando entraron en la casa, Dulce se encontró con una escena desgarradora. La madre de los niños yacía en el suelo, claramente fallecida. Su cuerpo estaba extremadamente delgado y demacrado, y la habitación estaba en un estado de abandono. Junto a ella había tres niños: el niño de dos años, un niño de aproximadamente un año, y una bebé de apenas cinco meses, que lloraba débilmente en una esquina de la habitación.

Dulce se acercó a la madre para evaluar su estado, pero al darse cuenta de que ya había muerto, sintió una profunda tristeza. No solo estaba conmocionada por la muerte de la mujer, sino también por la situación desesperada en la que se encontraban los niños. La desnutrición y el sufrimiento de los pequeños eran evidentes, y Dulce se dio cuenta de que necesitaban ayuda urgente.

—Alejandro, Valerio —dijo Dulce con voz firme—, necesitamos hacer algo de inmediato. Estos niños están en una situación crítica y no podemos dejarlos así.

Alejandro y Valerio, al ver la gravedad de la situación, asintieron con determinación. Decidieron que lo más urgente era llevar a los niños a un lugar seguro y asegurarse de que recibieran atención médica y alimentación adecuada. Mientras tanto, Dulce llamó a algunos sirvientes del ducado y a sus contactos en la ciudad para que ayudaran a cuidar la casa y organizar una correcta disposición del cuerpo de la madre.

Después de la impactante experiencia con los niños en la ciudad, Dulce se sintió más decidida que nunca a hacer una diferencia en sus vidas. Sabía que la mejor manera de garantizar su bienestar era ofrecerles un hogar estable y amoroso. Por eso, al regresar al ducado, decidió hablar con sus padres sobre la posibilidad de adoptar a los pequeños.

Una tarde, mientras se reunían en el salón principal del palacio, Dulce planteó la situación a los duques con una mezcla de nerviosismo y determinación.

—Padres, quiero hablarles sobre algo muy importante —comenzó Dulce, mirando a sus padres con seriedad—. Los niños que conocimos en la ciudad necesitan un hogar. La situación en la que se encontraban era desesperada, y después de ver lo que sucedió, me siento comprometida a ofrecerles un lugar donde puedan sentirse seguros y queridos.

Los duques se miraron con preocupación. Sabían que esta decisión implicaría un gran cambio para su hija y para la familia en general. El duque, con una mirada contemplativa, respondió:

—Dulce, entendemos lo mucho que te importa esta causa y admiramos tu deseo de ayudar a estos niños. Adoptar a los pequeños es una decisión importante y tendrá un impacto significativo en tu vida.

La duquesa, con su habitual ternura, agregó:

—Estamos muy orgullosos de ti y de tu compasión. Si decides seguir adelante con esta decisión, te apoyaremos en todo lo que podamos. Pero también debemos considerar cómo esto podría afectar tu vida personal y tu futuro.

Dulce, con la firmeza que la había caracterizado desde su llegada a esta nueva vida, respondió:

—Sé que adoptar a los niños cambiará mi vida de muchas maneras, y estoy dispuesta a asumir esos cambios. No me importa lo que pueda significar para mi futuro, ya que lo que más deseo es proporcionarles un hogar y un entorno en el que puedan crecer felices y saludables.

Los duques, impresionados por la determinación y el compromiso de su hija, finalmente aceptaron la decisión de Dulce. La adopción de los niños se llevó a cabo con la debida formalidad y legalidad, y pronto, los pequeños comenzaron a vivir en el palacio junto a Dulce.

La vida en el ducado se transformó con la llegada de los niños. Dulce asumió el rol de madre con gran dedicación y amor. Cada mañana comenzaba con la preparación de los alimentos para los pequeños y el cuidado de sus necesidades diarias. La vida cotidiana se llenó de risas, juegos y momentos de ternura que llenaron el palacio de una nueva vitalidad.

El niño de dos años, llamado Tomás, se adaptó rápidamente a su nuevo hogar y mostró un entusiasmo contagioso por aprender y explorar. El niño de un año, llamado Luis, también empezó a mostrar signos de alegría y curiosidad mientras recibía la atención y el amor de su nueva madre. La bebé de cinco meses, Sofía, se convirtió en el centro de atención y cariño de la familia, y Dulce la cuidaba con especial ternura.

La duquesa y el duque estaban encantados de convertirse en abuelos, y a pesar de que la adopción había supuesto un cambio en la dinámica familiar, se sintieron profundamente felices al ver a Dulce encontrando un propósito y una satisfacción tan significativos en su nuevo rol. Apoyaron a su hija en cada paso del camino, participando en la vida de los pequeños y contribuyendo a su bienestar.

Sin embargo, el hecho de que Dulce hubiera decidido adoptar a los niños y dedicarse a su cuidado no pasó desapercibido en la sociedad. Los duques eran conscientes de que esta decisión podría influir en las oportunidades matrimoniales de su hija. En una sociedad en la que las expectativas sobre el matrimonio y la familia eran fuertes, la dedicación de Dulce a los niños podía ser vista como un obstáculo para encontrar un esposo adecuado.

A pesar de las posibles complicaciones, Dulce no se preocupaba por estas consideraciones sociales. Su amor por los niños y su compromiso con su bienestar eran sus principales prioridades. Estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío que viniera y no permitía que las expectativas sociales la afectaran. Su vida estaba llena de propósito y satisfacción al ver a los niños prosperar y encontrar alegría en su nuevo hogar.

También frente, a la situación de los pequeños no solo afectó profundamente a Dulce, sino que también motivó un cambio significativo en su perspectiva. Comprendió la realidad de la pobreza y la desesperación que enfrentaban muchas personas fuera de las paredes del ducado. Decidió que, además de su interés por el conocimiento y el aprendizaje, debía utilizar sus recursos y su posición para hacer una diferencia en la vida de quienes lo necesitaban.

Dulce, con la ayuda de sus hermanos, comenzó a trabajar en un proyecto para apoyar a los menos afortunados en la ciudad. Fundaron una organización benéfica para proporcionar alimentos, atención médica y apoyo a familias en necesidad. La experiencia de aquel día la motivó a hacer más por su comunidad y a enfrentar la injusticia y la desigualdad que había visto en el mundo exterior.

A lo largo del tiempo, la organización benéfica creció y se convirtió en una fuerza significativa para el cambio en el Imperio Cielo. Dulce encontró una nueva pasión en el trabajo social y en ayudar a aquellos que enfrentaban dificultades, y su vida se llenó de propósito y satisfacción al ver cómo su esfuerzo y dedicación impactaban positivamente en la vida de tantas personas.

La experiencia con los niños y la madre fallecida había sido dolorosa y difícil, pero también había abierto los ojos de Dulce a las realidades de la vida fuera de los muros del ducado. Su decisión de actuar y de utilizar sus recursos para ayudar a los demás transformó su vida y la vida de aquellos a quienes ayudaba, creando un legado de compasión y compromiso que perduraría en el Imperio Cielo.