Eliza, una noble empobrecida, está desesperada por pagar sus deudas cuando recibe una oferta inesperada: convertirse en espía para Lady Marguerite en el ducado del Duque Richard. Sin embargo, su misión toma un giro inesperado cuando el duque, consciente de las amenazas que rodean a sus hijos, le propone un matrimonio por contrato para proteger a su familia. Eliza acepta, consciente de que su vida se complicará enormemente.
Tras la muerte del duque, Eliza se convierte en la tutora legal de Thomas y Anne, y asume el título de Duquesa de Gotha. Pero su posición es amenazada por Alexander, el hijo mayor del duque, un hombre frío y calculador respaldado por la poderosa familia de su difunta madre. Alexander de Ghota.
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Capitulo 8
Pasaron varios meses desde la conmoción de la enfermedad del duque. Durante
ese tiempo, Eliza había fortalecido su relación con Thomas y Anne,
convirtiéndose en una figura materna y protectora en sus vidas. Los días
estaban llenos de risas, juegos y aprendizaje, y aunque la sombra de la
enfermedad del duque persistía, la vida en el ducado había encontrado una nueva
normalidad.
Un día, mientras los niños jugaban en el jardín, Eliza se sorprendió al
recibir una invitación del duque para tomar el té. Preparó cuidadosamente su
atuendo, sintiendo una mezcla de nervios y curiosidad. Al llegar al jardín,
encontró al duque sentado en una mesa bajo un gran roble, con una expresión más
relajada de lo habitual.
—Lady Eliza, gracias por acompañarme —dijo el duque, señalando una silla
frente a él.
—Es un honor, su excelencia —respondió Eliza, tomando asiento.
Los niños jugaban cerca, sus risas llenando el aire. Eliza los observó con
cariño antes de volver su atención al duque.
—He querido hablar con usted durante algún tiempo —comenzó el duque,
sirviendo el té—. Hay muchas cosas que necesito compartir.
Eliza asintió, tomando la taza que el duque le ofrecía. —Estoy aquí para
escuchar, su excelencia.
El duque miró a los niños con una expresión de tristeza. —Cuando su madre
estaba viva, estos jardines siempre estaban llenos de alegría. Ella era una
mujer maravillosa, siempre sabía cómo hacer que los niños se sintieran amados y
protegidos.
Hizo una pausa, respirando profundamente antes de continuar. —Pero cuando
murió, todo cambió. Thomas y Anne quedaron devastados, y yo... yo no supe cómo
llenar ese vacío. Intenté protegerlos, pero me temo que no he sido el padre que
ellos necesitaban.
Eliza escuchó con atención, sintiendo la sinceridad y el dolor en las
palabras del duque. —Sé que ha hecho lo mejor que ha podido, su excelencia. Los
niños lo saben también.
El duque asintió lentamente. —Aún así, no puedo dejarlos solos. Mi condición
es terminal, Eliza. Los doctores dicen que no me queda mucho tiempo.
Eliza sintió un nudo en el estómago. Aunque lo había sospechado, escuchar
las palabras directamente del duque era devastador.
—Mis familiares vendrán a reclamar el ducado cuando yo ya no esté. No les
importan los niños; solo quieren el poder y las riquezas que vienen con este
lugar. No puedo permitir que Thomas y Anne caigan en manos de personas que solo
buscan despojarlos de todo.
El duque hizo una pausa, mirando a Eliza con intensidad. —Y luego está mi
hijo mayor, Alexander. Siempre ha sido una amenaza para la paz en este hogar,
alguien que no se detendría ante nada para obtener lo que quiere.
Eliza asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Aunque no conocía
mucho sobre Alexander, sabía que su presencia podría complicar aún más las
cosas. —¿Qué es lo que propone, su excelencia?
El duque la miró a los ojos, su voz firme y decidida. —Necesito asegurarme
de que mis hijos estén protegidos y cuidados. Quiero ofrecerle un trato, Eliza.
Un matrimonio por contrato.
Eliza parpadeó, sorprendida por la propuesta. —¿Un matrimonio?
—Sí —continuó el duque—. Si acepta convertirse en su madre y tutora legal,
usted podrá cuidarlos después de mi muerte. El personal de esta mansión le
apoyará, y tendrá la autoridad para proteger sus intereses. Es la única manera
de asegurarnos de que estén seguros.
Eliza reflexionó sobre las palabras del duque, sintiendo el peso de la
responsabilidad. Sabía que aceptar significaría un cambio drástico en su vida,
pero también sabía que no podía permitir que los niños cayeran en manos de
personas que no los amaban.
—Acepto, su excelencia —dijo finalmente, con voz firme—. Haré todo lo
posible para cuidar de Thomas y Anne, y protegerlos de cualquier amenaza.
El duque suspiró aliviado, mostrando una pequeña sonrisa. —Gracias, Eliza.
Sé que he tomado la decisión correcta.
Eliza sintió una mezcla de emociones: alivio, determinación y un renovado
sentido de propósito. Sabía que los desafíos que enfrentaría serían enormes,
pero también sabía que no estaba sola. Con la ayuda del personal del ducado y
su propia determinación, protegería a los niños y les daría el amor y la
seguridad que tanto necesitaban.
Ese día, mientras los niños jugaban inocentemente en el jardín, Eliza se
sintió más fuerte y decidida que nunca. Sabía que el futuro sería complicado,
pero estaba lista para enfrentarlo con valentía y amor.
Y así, con la promesa de un matrimonio por contrato, Eliza se preparó para
un nuevo capítulo en su vida, uno en el que su prioridad absoluta sería
siempre Thomas y Anne.
Después de todo, una mujer tan sola como ella era amada por esos niños,
y ella nos amaba sin importar que.