Obsesiones que matan, enredos irreparables, lascivia, seducción, lujuria y sobre todo la pasión.
La vida la a golpeado de muchas maneras, principalmente con un matrimonio irremediablemente roto, ella, siendo una arquitecta de renombre y una diseñadora famosa, se adentra en el mundo de los negocios.
Creyendo que su vida no mejoraría más, su exesposo quien se desposo nuevamente con su amante, vuelve y pone su mundo de cabeza.
Y cuando todo no podía ser peor, un Coronel, un exnovio de años atrás quien se encuentra comprometido, se reencuentra con dicha mujer que le provoca de nuevo una obsesión que dañara a los que están a su alrededor.
Por eso, nadie sabía que los engaños fueran tan placenteros como lo que despertó en la fría Celine Blackwood y el indomable Coronel Alexander Morgan.
Después de todo, ¿Los amantes lograran tener su final feliz? ¿Podrán los Villanos de esta novela sobrevivir a las adversidades?
Trilogía "Hijos del Engaño"
Enemy to lovers.
Tomo 1
+21
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Capítulo VII
...Advertencia Este capítulo contiene escenas violentas, contenido sexual explicito y un vocabulario vulgar, además de contar con alto contenido de poder y dominio que pudieran afectar a un público sensible, si por algún motivo es sensible ante lo mencionado con anterioridad puede abandonar su lectura, en caso de no ser así, corre bajo su propia responsabilidad. Gracias....
Alexander Morgan el hombre codiciado por las mujeres, el hombre que está en boca, en boca.
El Dios griego que vino a poner a todas de rodillas esperando a que este les cumpla el sueño de ser las mujeres más felices de toda la tierra. Todas lo codiciaban y cuando tenían la oportunidad, uno que otro piropo era lanzado al hombre que tan solo las dejaba suspirar por su mirada indiferente.
Pero todas las liberales damas no lograron esconder su tristeza, al enterarse de que tal semental de hombre se había comprometido con una linda rubia de largas piernas.
Si, Alexander Morgan se encontraba comprometido con la hija de un importante empresario, el rey de las industrias el famoso Dominic Green.
Viviendo de la taza, Alexander observaba el exterior desde una altura privilegiada que le permitía observar la ciudad en aquella espléndida vista del amanecer, donde los primeros rayos del sol tocaban la punta de aquellos rascacielos, dio un sorbo al café amargo sin azúcar y leche disfrutando del espesor del sabor.
—Disfrutando de la vista
La voz dulce y cálida de una mujer extrovertida hizo eco en sus oídos haciendo que con un ligero movimiento se fijará detrás de él para observar a la rubia que se encontraba tan solo con una de sus camisas para cubrir su figura.
Al llegar hasta él, sus brazos lo envolvieron por la cintura para con posterioridad acariciar de aquel trabajado abdomen que portaba su prometido.
—Es bueno estar de regreso
Esa voz, tan gutural, tan espesa, tan ronca, tan varonil es la que hacía temblar a todas las damas aún radio entero, quien lo escuchaba hablar no tardaría en empaparse entera ante dicho semental que aspiraba testosterona pura.
—Así, pues para mí no están bueno, ya que estar aquí, significa estar lejos de ti, debido a tu trabajo
Dijo con tristeza pegando su mejilla en aquel omóplato marcado en su espalda debido al ejercicio, digno de todo un hombre de la milicia.
—Será por solo unos cuantos meses, después, seré un hombre de negocios
—Lo prometes
Promesas, si algo odiaban los Morgan, eran las promesas, no creían en palabras vacías e influidas por sentimientos vagos que no hacían más que elevar las expectativas de mentes no tan privilegiadas, girándose, deshizo el brazo de la rubia que tuvo que alzar su rostro para ver mejor al hombre con un rostro impecable.
—No me gustan las promesas, los sabes Megan
—Lo siento, es solo, que, me es difícil de creer
Suspirando con pesadez evadió a la rubia caminando en dirección de la cocina terminando con su café, al verlo irse de aquella forma, Megan supo que había metido la pata. No es como si no hubieran hablado de aquello unas mil veces, al contrario, lo habían discutido cada vez que ella salía con ese mismo tema de conversación. Con rapidez fue tras de él hasta cocina.
—Alex, por favor, no quería disgustar te
El aludido, al ser llamado se giró hacia la mujer que en busca de un puchero infantil buscaba tranquilizar sus nervios, mirándola con fijación, con ademán de su mano hizo que esta se acercará hacia él. Obedeciendo a su petición, una vez cerca de él, fue tomada con dureza volteándola hacia la isla de la cocina, dejando su trasero alzado para él.
Con sus manos, se apoderó de su cintura e inclinó su rostro besando de aquel cuello con lujuria, la mujer, que se encontraba en total control de su prometido no pudo evitar jadear ante los mimos.
Acariciando con su nariz trazo un camino con su lengua hasta la oreja perforada y mordió de su lóbulo con moderación sin ir a lastimarla.
—Cuantas veces tengo que repetirlo Megan, no me gustan las promesas, no me agrada dar vuelta al mismo tema cuando en pocos meses seremos marido y mujer
—Perdón, Alex...
No pudo pronunciar otra palabra más al sentir una fuerte bofetada en su glúteo que la estremeció en un éxtasis.
—Te he dado la oportunidad de hablar a caso
—N…No
Otra nalgada resonó en el lugar, escuchándose de un seguido jadeo que soltó la rubia, acercándose a su oído susurro:
—Megan, Megan, Megan, que are contigo
Con sus manos, se apoderó de la camisa y la arranco descubriendo por completo aquel cuerpo, la dejo caer a sus pies conforme se apoderaba de aquellos pechos abundantes que superaban a sus manos, seguro de su boca, prosiguió a dejar unos violentos besos que dejaban una marca roja en la piel blanca de la rubia.
—¿Quieres esto?
Pregunto entre besos, escuchando los jadeos de la rubia, al no recibir una respuesta una de sus manos bajo apoderándose de su sexo que estaba hecho un completo desastre.
—Pregunte algo
—Sii
No pudo pronunciar una sola palabra más, pues fue recostada sobre la baldosa que provocó un escalofrío en su cuerpo, sin contar que sus p*zones comenzaron a doler debido a lo erecto que estaban por la excitación.
Se inclinó sobre ella, dejando bastos besos sobre su espalda, abrió uno de los cajones de la cocineta y encontró una caja de c*ndones.
—Alex, estoy cuidándome, quiero sentirte
Su murmuró fue oído, pues al sentir como su cabello fue empuñado fue alzada hasta chocar con el calor de aquel pecho fuerte.
—Lo sé primor, pero más vale ser precavido
Dijo a la par que abría el paquete con sus dientes sacando el preservativo para colocarlo ya en su erecto miembro.
—Como lo prefieres, aquí o aquí
Al sentir como uno de sus dedos perforó aquel ya explorado agujero, gimió con fuerza mientras alzaba su trasero sobando la pelvis de su prometido quien sonrió con ligereza apoderándose de aquel agujero ya explorado en anteriores ocasiones.
Sus embestidas eran totalmente rudas, el desgarramiento doloroso pasa de lado conforme sentía el placer golpear sus paredes, sus caderas chocaban contra la isla mientras se aferraba a esta con tanta fuerza. Viéndola tan sumergida en el placer, con una de sus manos acaricio la fuente de todos sus líquidos provocando una ola de sensaciones en la rubia que gemia cada vez más fuerte.
Una vez terminó con la rubia se deshizo del preservativo desechándolo en el basurero sin dejar de ver los temblores del cuerpo aún recostado sobre la isla. Poco a poco fue recobrando las fuerzas al sentir como pasaba su explosivo éxtasis.
—Estás bien
Dijo con precaución volviendo a tomar la cosa del suelo y cubrirla con sumo cuidado.
—Si
—Bien, ve a ducharte, debemos salir en quince minutos
—Aja
Aturdida aún se acercó a él depositando un beso profundo y basto en sus labios, antes de tan siquiera poder salir caminando de la cocina en dirección hacia el pasillo que daba a la habitación donde ambos compartían cama.
Pronto el presente sonido de un teléfono sonando interrumpió a Alexander que salió de la cocina directo a la sala y tomó su teléfono viendo la llegada de un mensaje.
—Es algo importante
Se escuchó desde la habitación a lo que él respondió.
—Solo es un viejo amigo
No mentía, se había dado cuenta de que la noticia de su regreso a Londres se había corrido más rápido de lo que hubiera querido.
—Oh, se me había olvidado comentarte, ayer tuve una cita con la dueña de la mejor agencia de construcción y diseño para discutir acerca de la construcción de nuestro hogar
—Entiendo
—Dice que en unos días me contactara para mostrarme los planos de algunas construcción, quisiera que me acompañaras a verlos y poder decidir por alguno que nos guste a ambos
Mirando como la rubia terminaba de ponerse los pendientes, hablo.
—No lo sé, en estos días tengo una misión importante, deja ver si puedo en algunas de estas semanas ¿De acuerdo?
Megan, no hizo más que asentir conforme con aquella respuesta, pues ya no únicamente se limitaba a un "No" rotundamente.