Bella

Horas más tarde Álvaro se encontraba en un bar ahogado sus penas, pues Isabella la mujer que él quería de la que se había obsesionado lo había dejado definitivamente y se había ido con un hombre mayor que ella y que además tenía mucho dinero.

— Cuánta razón tenía Lucero!. — grito Álvaro decepcionado.

El cantinero al verlo en ese estado llamo a Lucero, ya que ellos eran clientes frecuentes de aquel bar, el hombre los conocía muy bien, media hora después Lucero llegó y con cara de desaprobación miro al borracho de Álvaro, que le había dado Isabella a este hombre para que estuviera en ese estado.

Como pudo lo saco de aquel bar y lo llevo al departamento de soltero de él, una vez ahí Lucero lo llevo a su habitación, lo dejo en la cama y se puso a observar los detalles de aquel lugar, en una de las mesas de noche una fotografía llamo la atención de la mujer, en esta estaba Álvaro e Isabella abrazados, la foto mostraba una imagen muy romántica, algo que Lucero no había experimentado con Álvaro nunca en su vida.

— Isabella dónde estás?, Isabella no me dejes. — decía Álvaro en su estado de embriaguez.

Lucero se llenó más de ira y odio hacia Isabella y ya para este punto también hacia Álvaro, no podía ser posible que ese hombre que tenía al frente estuviera llamando a esa insulsa de Isabella, Lucero se acercó a la cama y Álvaro abrió los ojos en ese preciso momento confundiendo a Lucero con Isabella, la halo hasta él y empezó a besarla salvajemente, la muchacha lucho con todas sus fuerzas para que Álvaro la soltara, pero debido a su diferencia de fuerzas le fue imposible, esa noche Álvaro abuso de ella.

Por otro lado, Isabella estaba feliz de poder estar en otro país y dejar su pasado atrás, ella sabía que este era el inicio de su nueva vida y pensaba que ahora sí sería feliz.

— Bienvenidas a mi casa. — dijo Ignacio invitando a pasar a ambas mujeres.

— Pensé que viviríamos en un departamento?. — pregunto Isabella viendo con admiración la gran casa a la que habían llegado.

— Pensé que sería mejor vivir aquí en esta casa, pues así tu mamá no estaría aburrida cuando nosotros salgamos a trabajar. — explico Ignacio.

— Gracias Ignacio, por ser tan considerado conmigo. — respondió Miranda con una gran sonrisa.

Miranda no se asombraba con estas cosas, pues ella en algún momento vivió así, la historia de la mujer no era tan simple como todos pensaban, pero por el bien de su hija ella prefirió guardar silencio.

— Está casa está muy bonita, creo que es demasiado, yo prefiero un pequeño apartamento en un lugar no tan exclusivo. — comento Isabella apenada con la generosidad de Ignacio.

— Por el momento vivirán aquí, ya después si así lo desean podrán mudarse a donde ustedes quieran, pero con lo que ganarás en mi empresa te aseguro que no vivirás en una zona mala. — respondió Ignacio.

Después de su pequeña conversación Ignacio las presento con el personal que se hacía cargo de la casa, una vez término su presentación las llevo a sus habitaciones para qué descansarán, al día siguiente Ignacio llamo a Isabella a su estudio, pues debían hablar sobre los términos de su relación laboral.

— Bien Isabella, tú empezarás como mi asistente, como ya te lo había dicho, también serás mi mano derecha y mis ojos dentro de la empresa. — Ignacio confiaba demasiado en esta muchacha, pues le daría una importante misión.

— Te prometo que haré muy buen trabajo y no te vas a arrepentir de haberme ayudado. — expuso Isabella.

— Ahora debemos salir, tienes que vestir de acordé a las etiquetas que usamos en empresas Hernández, siendo mi asistente debes verte presentable.

Isabella se sintió muy incómoda, ella sabía que no era la mejor vestida, ni la mejor arreglada, pero no esperaba que Ignacio también la viera como el desastre que es.

— Por qué te pusiste triste?. — pregunto Ignacio viendo el cambio de humor de la chica.

— No puedo darme lujos en este momento. — respondió Isabella tratando de que no se notará su incomodidad.

— Ya te dije que todo esto será un préstamo, además la empresa cuenta con este dinero para los empleados y hablando de eso aquí tienes el contrato, solo leelo y si tienes algo que cambiar me dices.

Isabella tomo el contrato y lo leyó, para ella todo estaba bien, pero cuando vio la suma que ganaría abrió los ojos de par en par.

— Esto es demasiado dinero. — comento Isabella asombrada.

— Créeme que no es nada para todo lo que vas a hacer. — dijo despreocupado Ignacio.

— Y que tanto voy a hacer, porque lo que dice el contrato no se sale de lo normal. — respondió Isabella.

— Cada cosa que dice ahí, debes estar dispuesta a hacerlas a cualquier hora y en cualquier momento.

— No entiendo.

— Isabella esta empresa es la casa matriz, pero mi familia tiene más empresas alrededor del mundo, tú debes estar dispuesta a viajar conmigo cada vez que yo lo tenga que hacer y créeme que es bastante lo que lo haremos. — explico Ignacio.

Para Isabella ayudar a Ignacio no era cuestión de dinero, era más bien por agradecimiento, pero él nunca bajaría esa suma de dinero que le estaba ofreciendo, así que no insistió, después de firmar el contrato, Ignacio llevo a Isabella a una boutique de alta gama, la dejo ahí con su secretaria y el se fue a atender algunos asuntos, solo le pidió a Isabella que se dejará ayudar por las empleadas, ya que ellas eran expertas en el tema y también sabían cómo debía verse su asistencia personal.

Isabella solo asintió con la cabeza, ella estaba demasiado nerviosa, no quería parecer una de esas mujeres que tapaban sus imperfecciones con maquillaje y ropa bonita, ella no quería ser una muñeca falsa, cuando Ignacio se fue, las vendedoras se acercaron a Isabella y la llevaron a un gran sofá, donde empezaron a mostrarle diferentes estilos, pero a ella no le gustaba nada de eso, así que se sintió frustrada.