Mariana Fernández, una mujer de 40 años, siempre creyó en el amor eterno junto a su esposo Julián Navarro, con quién compartió su vida por 20 años. Sin embargo su mundo se desmorona cuando descubre a Julián siendo le infiel con su secretaria. Tras descubrir que ha estado viviendo en una mentira, decide tomar las riendas de su vida y se divorcia, ahora se enfocará en sacar adelante su empresa de lencería, una pasión que ha cultivado desde hace años.
Mientras Lucha por reconstruirse emocionalmente, conoce a Camilo Santa Cruz, un joven empresario de 27 años que está emergiendo en el mundo de los negocios.
A pesar de la marcada diferencia de edad, en el transcurso de consolidar el proyectó de colaboración de ambas empresas, Camilo va quedando cautivado por la fuerza y determinación de Mariana, se enamora profundamente de ella, y ella, a su vez encuentra en él un renacer de sentimientos.
Sin embargo, el camino hacia la felicidad está plagado de desafíos.
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Capitulo 8 No creas que te dejare
Mariana se levantó ese día con una mezcla de nerviosismo, debía presentarse en el corporativo para empezar a dirigir el proyecto de colaboración.
Entró al amplio vestíbulo del corporativo con el corazón lleno de expectativas. El brillo de los enormes ventanales reflejaba su determinación mientras se dirigía hacia la oficina de Camilo, para qué la guiará a dónde sería su nueva oficina.
- Buenos días, Señorita, soy Mariana Fernández, el Señor Camilo me está esperando.
La secretaria de Camilo, la miro de arriba abajo con un gesto despectivo. Y con un tono antipático le respondió.
- Un momento por favor. - dijo y reviso su computadora - Ah sí, tiene cita hoy, ya la anuncio.
Tomo el auricular del teléfono y llamo a su jefe.
- Buenos días, señor, aquí está la "Señora Mariana Fernández" - esto último lo dejo con un tono chocante.
- Por favor dígale que pase. - respondió la voz del otro lado del teléfono.
- Puede pasar - le dijo la secretaria.
Mariana podía sentir la mala vibra de la secretaria. Así que la miro también de arriba abajo con desdén y le dijo
- Gracias
Se dio la vuelta y camino hasta la puerta de Camilo, tocó y al escuchar voz que le pedía que pasara.
En lo Mariana se fue, la secretaria tomo de nuevo el auricular y marco un número.
- Gerencia de Logística, ¿en qué puedo servirle? - respondió una voz femenina del motor lado de la línea.
- Marlén, soy yo, Patricia. Te llamo para contarte que la tal Mariana Fernández vino a ver a mi jefe.
- Con que está aquí, ojalá no haya venido a suplicarle a mi Julián. Ella no se puede echar para atrás con el divorcio.
- No creo que haya venido para eso, vino porque tenía una cita con mi Jefe.
- Bueno, eso espero. Gracias Pati, y mantenme informada por favor.
- Claro que sí amiga. - dijo y colgó.
Mariana entró y se quedó impresionada de la hermosa oficina que tenía Camilo, gozaba de luz natural. Tenía una hermosa vista de la ciudad.
- Hola, Mariana. Bienvenida. ¿Lista para pensar a trabajar?
- Hola Camilo, sí, lista para empezar y dar lo mejor de mí. - Le respondió Mariana con una sonrisa que hizo que el corazón de Camilo diera un salto.
¿Qué me pasa con esta mujer? Pensó Camilo mientras disimulaba y hacía que revisaba unos documentos.
- Bien primero te llevaré a conocer tu nueva oficina. - dijo Camilo, y salieron los dos.
Caminaron por el pasillo, y al final se detienen frente a una puerta, Camilo la abre, y le pide a Mariana que entre.
Era muy amplia e iluminada. Tenía una hermosa vista, ella pensó que era perfecta, la creatividad podía fluir en un lugar así de fantástico.
- ¿Qué opinas? ¿Es de tu agrado? - le pregunto Camilo, mientras la miraba recorrer la oficina.
- Claro que sí, es fantástica - le respondió Mariana con una expresión de alegría en su rostro.
- Bien, te dejo para que te instales. - Se dio la vuelta, pero antes de salir, se volteó y le dijo a Mariana. - Quisiera invitarla a almorzar, para darle la bienvenida.
Ella se sintió nerviosa ante la invitación, pero no sobrepenso las cosas y asintió.
- Perfecto, entonces pasaré por usted a la 1- dijo con una sonrisa y salió de la oficina.
Ella se dirigió a su escritorio y se sentó en la silla admirando por un instante la hermosa vista.
Mientras Julián en su oficina, investigaba dónde sería la oficina de Mariana. Cuando tuvo la información, llamo a una floristería y pidió un hermoso ramo de lirios, que era la flor favorita de Mariana. Pidió que escribieran en la tarjeta" He sido un imbécil, no sabía lo mucho que te amaba hasta que saliste por la puerta de nuestra casa, por favor perdóname y permíteme volver a tu lado. Firma Julián".
Colgó el teléfono y pensó. Ahora que estás cerca, te demostraré que te amo y lo arrepentido que estoy.
En ese momento, tocaron la puerta, sacándolo de sus pensamientos.
- Adelante - dijo y se puso a revisar unos documentos, sin levantarse la cabeza.
Escucho que alguien entraba y cerraba la puerta, luego esos pasos se acercaban hasta donde estaba Julián. Unas manos suaves empezaron a acariciar su cuello. Él levanta la cabeza y le dice
- Marlén, ¿Qué crees que haces?
- Amor, dándote cariño. Sé que está semana has estado tenso. ¿Quieres que te dé un masaje? - le dijo con una voz seductora.
Él se levantó y se alejó de ella.
- Voy a aprovechar que estás aquí. Para decirte, que ya no quiero seguir con esto. Me he dado cuenta de que amo a mi esposa, y no quiero divorciarme.
Marlén puso una expresión de sorpresa que después cambio por una de furia.
- ¿Qué acabas de decir? ¿Cómo que me quieres dejar? - gritaba la mujer llena de ira.
- Esto fue un error, eres una mujer muy hermosa, y me sentí halagado y atraído por tus atenciones, me deslumbré. Pero no era amor.
- Y ¿debo creer que por 2 años estuviste deslumbrado? ¿Me crees estúpida?
- Marlén, por favor. Eres bella y seguro encontrarás a un buen hombre, soltero que te ame.
- No, yo no quiero a otro que no seas tú, por favor Julián. Anoche me dijiste que tu mujer está tramitando el divorcio. Eso ya no tiene vuelta a atrás.
- Yo nunca firmaré ese papel, nunca la dejaré.
Marlén sintió un torbellino dentro de ella que arrasaba con todo. Salió corriendo de la oficina hecha un mar de lágrimas y maldiciendo a Julián y a Mariana.
Mientras eso sucede varios pisos más arriba, en la oficina de Mariana. Se escucha un toque en la puerta.
- Adelante. - dice Mariana
- Buenos días. ¿Señora Mariana Fernández? - pregunto un joven con uniforme de seguridad.
- Sí, dígame en qué puedo servirle.
- Este ramo de flores lo dejaron la recepción para usted.
-¿Para mí? - dijo Mariana sorprendida y acercándose al joven.
- Así es. - le dijo y le entrego el ramo, para después retirarse.
Mariana lo tomo, lo llevo hasta su escritorio y tomo la tarjeta. La leyó, y una expresión de disgusto se instaló en su cara.
Rompió la tarjeta en miles de pedazos y tomo las flores y las boto en el cesto de la basura que estaba en una esquina, cerca de su escritorio.
- ¿Qué piensas ese cretino, que me va a engatusar con unas flores?
Tomo su celular y le marco a Julián. Una voz con tono dulce respondió
- Hola Mari, ¿te gustaron las flores? - le pregunto Julián dulcemente.
- ¿Qué te has creído? ¿Piensas que con unas flores y una tarjeta cursi vas a borrar 2 años de engaño? Por favor. Ya te lo dije, espera que pronto llegarán los papeles de divorcio, y espero que firmes sin problemas.
- Ya te dije que no firmaré, no creas que te dejaré. - Le dijo Julián.
- Yo jamás te perdonaré, así que deja las cosas como están y solo firma y déjame en paz
- No, no y no, yo te demostraré cuánto te amo. Y que tú también aún me amas.
Mariana sintió que su paciente llegaba al límite, y colgó. Se puso las manos en la sien de la cabeza y se daba masajes. Sentía que la cabeza se le iba a partir en 2 por la molestia que Julián le había ocasionado.
Cuando Mariana pensaba que ya no podía ser peor. Entra por la puerta Marlén.
- Tu perra vieja bruja!!! ¿Qué le dijiste a Julián para que me terminara?
Mariana se levantó molesta y camino hasta donde estaba Marlén, y le dio una cachetada. Ella quedó en shock.
- Tu Ami me respetas, aquí la bruja o perra eres tú, que se metió en un matrimonio. Y aunque yo no tengo por qué darte explicaciones te voy a aclarar una cosa. Yo le pedí el divorcio, y no voy a cambiar de opinión. - le dijo Mariana con voz fuerte - y te vas de mi oficina ahora mismo.
- Esto no se va a quedar así - le dijo Marlén mientras se sobaba la mejilla y salía de la oficina, dando un portazo.