Sinopsis:
Joarah siempre había vivido una vida tranquila en México, hasta que se vio obligada a huir del país, dejándolo todo atrás. Perseguida por Emmanuel Gonzales, un poderoso magnate del crimen, no entiende sus verdaderos motivos, pero sabe que debe salvarse a cualquier precio.
Al llegar a Sicilia, Joarah pide ayuda a la única persona que conoce, su amiga Alice. Las cosas se complican cuando descubre que Emmanuel está más cerca de lo que imaginaba. Durante un tenso encuentro, Joarah se enfrenta a una sorprendente revelación: es idéntica a la ex esposa de Emmanuel, una mujer que muchos dieron por desaparecida y otros por muerta.
Emmanuel, frío y calculador, le propone un trato impensable: que Joarah se convierta en su esposa de alquiler, no por amor, sino por necesidad, para garantizar el futuro de su hijo y la seguridad económica de su padre. Joarah descubre secretos familiares que cambian su visión del pasado y de Emmanuel.
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Capítulo 23
Joarah González
La habitación estaba envuelta en una suave penumbra, las pesadas cortinas filtraban la tenue luz procedente del exterior. El sonido de nuestras respiraciones jadeantes llenaba el espacio, una melodía silenciosa que seguía el ritmo de nuestros corazones acelerados. Estábamos desnudos, con los cuerpos aún calientes por lo que acababa de ocurrir entre nosotros. Tumbada junto a Emmanuel, sentí la fuerza de su presencia, el calor de su piel contra la mía y, por un breve instante, me dejé perder en la seguridad de aquel instante.
Se movió ligeramente y supe que tenía algo en mente. Emmanuel siempre tenía esa expresión en la cara antes de decir algo importante, algo que podía cambiarlo todo.
- Joarah -comenzó, con la voz ronca y cargada de un peso que no pude ignorar-. - Cuando volvamos a México, nos mudaremos.
Parpadeé, intentando asimilar sus palabras. Varios pensamientos vinieron a mi mente a la vez, pero la idea de dejarlo todo atrás... No tenía sentido.
- ¿Mudarnos? - pregunté, volviéndome hacia él. - ¿Por qué? Nuestra vida está ahí, Emmanuel. Antonio, tu trabajo... Sé que nunca he sentido que realmente perteneciera al lugar donde crecí, pero aun así... es nuestro hogar.
Suspiró, pasándose la mano por el pelo en un gesto que denotaba su frustración.
- Ya lo sé. Pero las cosas han cambiado. Con Laura de vuelta, no es seguro que te quedes allí. Si ella te descubre...
No necesitaba terminar la frase. Yo ya sabía lo que quería decir. Laura era una amenaza. Siempre lo fue. Pero la idea de huir, de dejar todo atrás... me asustaba de una manera que no podía describir.
- Emmanuel, no podemos simplemente huir. No es justo para Antonio, y no es justo para nosotros. No quiero vivir con miedo, escondiéndome. - Me temblaba un poco la voz, pero tenía que ser firme. Necesitaba que lo entendiera.
Me miró, sus ojos reflejaban la intensidad del momento.
- No te pido que huyas, Joarah. Te pido que seamos inteligentes. Laura... No dudará en hacer lo que haga falta para proteger lo que cree que es suyo. Y si te descubre... - Hizo una pausa, sus ojos se oscurecieron. - Si descubre lo tuyo, lo nuestro, no habrá límites para lo que pueda hacer.
Sabía que tenía razón. Laura no era el tipo de persona que dejaba que nadie interfiriera en sus planes. Era peligrosa y, lo peor de todo, sabía que en el fondo era impredecible. Aun así, la idea de dejarlo todo atrás, de abandonar la vida que intentábamos construir...
- Emmanuel... - Susurré, con voz frágil. - No quiero vivir con miedo. No quiero que nuestro futuro se base en huir de Laura. Quiero luchar por nosotros, por nuestra familia. Pero si crees que ese es el único camino... entonces necesito que me prometas que, vayamos donde vayamos, estaremos juntos. Y que no me dejarás afrontar esto sola.
Extendió la mano y me acarició la mejilla con ternura.
- Nunca te dejaré sola, Joarah. Encontraremos un lugar donde podamos ser felices, donde Antonio pueda crecer en paz, lejos de las sombras del pasado. Te prometo que estaremos juntos, sea donde sea.
Cerré los ojos, dejando que sus palabras se instalaran en mi corazón. Sabía que, a pesar del miedo y la incertidumbre, estar con Emmanuel era lo que más me importaba. Y por mucho que me molestara la idea de mudarme, sabía que haría cualquier cosa para proteger a nuestra familia, para asegurarme de que tuviéramos un futuro.
Abrí los ojos y me encontré con la mirada firme de Emmanuel.
- Si eso es lo que tenemos que hacer, lo haremos. Pero lo haremos juntos, Emmanuel. Siempre juntos.
Asintió, con la mirada llena de determinación.
- Siempre juntos.