Aiden ha reencarnado en un mundo donde quienes dominan son los alfas y quienes son despreciados son los omegas. Ahora él es un pequeño omega obligado a vivir bajo las sombras debido a la familia del alfa que abusó de él y por consecuencia tuvo un hijo de este, quien recibe crueles tratamientos debido a la falta de feromonas de su padre.
Pero ahora, con este nuevo Aiden, todo cambia, moviendo sus piezas a su favor, logra llevarse a su hijo lejos de esa familia y en busca de crear una medicina que pueda salvar a su hijo, se verá en la mira de personas peligrosas que buscan acabar con su medicina experimental, pero recibirá la ayuda de quien menos esperaba, Barett Durov, el padre de su hijo.
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Capítulo 8
El calor dentro de su cuerpo se calmó solo un poco, requería más aplicaciones, ese era el problema, cuantas más aplicaciones, más adicto se volvía a ella.
La solución era dejar salir la feromona, no suprimirla con el supresor.
Si tan solo pudiera arrancarse la glándula detrás de su cuello, todo sería mejor.
El efecto del supresor duró poco tiempo y como efecto secundario, su cuerpo dolió y ardió más, estaba a punto de colapsar.
"Mi3rda", con su último rastro de conciencia, Aiden maldijo a ese alfa y perdió el conocimiento.
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Su sueño siempre había sido estudiar medicina, enfocarse en la investigación de fármacos que pudieran ayudar a los omegas, como omega recesivo, comprendía muy bien el cómo se sentía ser discriminado por haber nacido omega aun cuando no fue su decisión.
Estudió mucho para llegar a estudiar en una de las mejores universidades, forzó su cuerpo más de lo que podía soportar y al final lo logró, como alumno sobresaliente, fue aceptado de inmediato en uno de las más importantes centros de investigación, llegando a cumplir sus sueños finalmente.
Aunque no tenía completo acceso a varios documentos por ser omega, se enfocó en la investigación y creación de un medicamento que pudiera contrarrestar el efecto del supresor para omegas.
Llevó mucho tiempo, pero el resultado esperado estaba cerca, pero no tenía previsto el terrible incidente del cual sería protagonista.
Aiden se había criado en un orfanato, tenía pleno conocimiento de los problemas que lleva tener un ciclo de calor cuando no se tiene los recursos para comprar un buen medicamento, y si se llegase a conseguir, era dañino para la salud.
Mantener a varios omegas sin familia, era un gasto que nadie estaba dispuesto a asumir porque representaba un gran gasto en medicamentos, lo que hacía difícil la compra de supresores. A una edad temprana, Aiden dejó el orfanato con el deseo de mejorar la situación de los niños y jóvenes del orfanato, obtuvo una beca por sus buenas calificaciones y un poco de apoyo por parte del gobierno.
Sus sueños se vieron truncados una noche de lluvia cuando volvía a casa, siempre procuraba aplicar sus supresores en la fecha indicada a su ciclo de calor, la fecha estaba cerca, por lo que solo tomó unas pastillas para ocultar el aroma, lo que era habitual para cualquier omega.
Sin embargo, mientras caminaba por la calle ese día, un fuerte aroma vino desde una de las calles oscuras, en un día de lluvia, las calles no se encontraban concurridas, por lo que Aiden aceleró el paso temiendo que algo pudiera ocurrir, porque el aroma era el de un Alfa en Rut.
Pero el contrincante lo alcanzó sin ningún esfuerzo y lo arrastró hacia la oscura calle.
Aiden resistió lo más que pudo, pero la feromona del alfa era demasiado fuerte al tratarse de uno dominante, lo que terminó por despertar su ciclo de calor y mezclarse con el suyo.
El instinto era más fuerte que la razón, el deseo superó su conciencia, no obstante, el acto fue cruel y doloroso, solo pensando en la satisfacción de uno.
El frío del piso mojado fue lo único que se sintió real, no sabía cuanto tiempo había durado así, hasta que todo se nubló frente a él y no recordaba nada.
Cuando despertó, se encontraba en una extraña habitación, la sensación de dolor en su cuerpo aún podía sentirse.
Miró a su alrededor, y lo primero que apareció a su vista fue un par de manos con las uñas pintadas de esmalte rojo.
"A partir de ahora te quedarás aquí, no quiero ningún escándalo en mi familia, ya es suficiente con la vergüenza que le trajiste a mi preciado hijo"
Esa fue la única vez que vio a esa mujer, no tenía ninguna manera de comunicarse con el exterior, la casa era demasiado alejada de la ciudad y los guardaespaldas no le permitían salir.
No tuvo la oportunidad de hablar, si se lo pedían él no diría nada, pero solo fue encerrado en este lugar sin tomar en cuenta su opinión.
Su vientre creció con el tiempo, el deseo por el padre del niño aumentaba a medida que crecía el ser en su interior, necesitaba de sus feromonas, o si no era posible, necesitaba algún medicamento que pudiera ayudarlo.
Pidió ayuda varias veces, pero no fue escuchado, sabía que todo saldría mal si no encontraba feromonas para el bebé dentro suyo, aunque trató de encontrar alguna manera de sobrellevarlo, no había nada en la casa que pudiera usar.
Al final solo pudo aplicarse supresores que calmaran su deseo por el alfa que lo había atacado, todo empeoró por la constante aplicación.
Todo fue afectado, tanto su cuerpo como su mente colapsaron, un doctor vino a verlo, pero solo le dio más medicamentos que empeoraron su estado.
Trató de convencerse de que el bebé en su interior no tenía culpa alguna, pero siempre que veía su vientre abultado recordaba ese día que fue atacado, y el responsable era el padre de ese bebé que crecía dentro suyo.
Sufría de dolores todo el tiempo, la falta de las feromonas de su compañero terminaron por dañar su estado mental, y el día del parto, fue el dolor más grande que había sentido, solo deseaba morir y descansar por fin en paz.
No podía soportar ver al bebé ni oírlo, lo peor fue que el bebé fue dejado en la misma casa que él y tenía que oírlo todo el día.
No vio al bebé ni una sola vez, él lo necesitaba, necesitaba de las feromonas de su papá, pero no podía dárselos y no lo hizo.
Se quedaba todo el tiempo en su habitación, acostado sobre la cama, aplicándose varios supresores y tomando varios medicamentos.
Ya no podía soportar vivir así, ya no veía un futuro para él, además, había dañado a un ser inocente para siempre, y la culpa no lo dejaba seguir.
Un día tomó la decisión de terminar todo, fue el día más feliz de su vida, al fin podía descansar.
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Aiden abrió los ojos lentamente, todos esos recuerdos pasaban por su mente, acostado nuevamente en una cama de hospital, lo único que sentía era una profunda tristeza y odio.
Este imbécil vale menos que basura
Barett tipo: Qué dices que dijiste