Tamara Müller, 20 años de edad, una chica llena de ambiciones en la vida, pero fuera de eso dulce, aunque con un carácter bastante fuerte. Nunca se le cruzó por la cabeza todo lo que pasaría, ni en sus más locos sueños.
Kilian Mansfeld, 25 años de edad, el Mafioso narcotraficante de armas más temido de toda Alemania, lo consideran como el rey de la Mafia, un hombre sin piedad, ruin, cruel y sin sentimiento alguno, un hombre al que si alguien le juega chueco, sin importar quien sea, lo elimina.
Algunos lo conocen como "El Ángel De La Muerte" y otros como "Lucifer", su belleza es tanta que parece un dios griego, pero detrás de ese rostro angelical se esconde un hombre totalmente despiadado, un hombre que no parara hasta por fin lograr su más ansiado anhelo... Destruir a la familia "Müller" por haber acabado con lo que un día más amo, sus padres.
Para eso se adueñara de cada uno de los bienes de esa familia, incluida su más preciada hija "Tamara Müller".
Descubre que pasará 😉
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Capitulo 7
*Narra Tamara*
Una vez que estuve completamente sola no pude evitar empezar a llorar de la impotencia y de la rabia que estaba sintiendo en estos momentos, odio que estás cosas me estén pasando a mí, odio no poder salir de aquí, lo odio a él, odio todo y cada una de las cosas que hay en esta maldita casa.
Estaba tan perdida en mis pensamientos que no escuché la puerta abrirse, solo escuché una voz hablandome por lo que rápidamente tapé mi cuerpo desnudo con mis manos, pero al dirigir mi mirada a la persona noté que era la señora que me había llevado la comida al medio dia quien había entrado.
—Toque varias veces y como no respondiste decidí entrar, espero que no te moleste— Dijo con una mirada compasiva en su rostro.
Me limpie las lágrimas que aún caían por mis ojos y la mire.
—No se preocupe— Dije para luego mirar hacia otro lado aun cubriendo mi desnudez.
—¿Como estás?— Preguntó acercándose a mi y poniéndose a mi altura mientras ponía una mano sobre mi cabeza acariciándome con delicadeza.
Yo la miré a los ojos e inmediatamente quise llorar y decirle que no estoy bien, que me quiero ir de aquí, que me ayude... Pero prefiero callar, se que ella no va a hacer nada para ayudarme, si no lo hizo antes mucho menos ahora.
Me aparté de su tacto mientras la miraba a los ojos fijamente.
—Estoy bien— Le dije sería, aunque en realidad es cierto, me siento muchísimo mejor.
—Es bueno escuchar eso, afuera te dejé un plato de sopa para que te lo comas, eso te hará bien— Dijo gentilmente.
—De acuerdo, ¿ahora me puede dejar sola?— Dije y ella solo asintió, luego se paró y se fue.
Cuando ella se fue me dispuse a bañarme con lo que había aquí, no sé cuándo podré tener un baño decente, por eso tengo que aprovechar.
Al terminar de bañarme me di cuenta de que no tenía que ponerme, mire para todos lados hasta que mis ojos se posaron en una bata blanca, camine hacia ella y me la puse, luego de eso salí del baño sigilosamente y al salir miré para todos los lados a ver si Kilian estaba por aquí, pero para mi suerte no lo vi por ningún lado.
Mire la habitación donde me encontraba con bastante detenimiento, al parecer estoy en su habitación porque se ve bastante masculina, está todo de negro.
Mi mirada se fijó en la enorme cama que había e inconscientemente me dirigí hacia ella y me acosté.
Aún no puedo creer que sea él el que me tiene secuestrada, nunca me hubiera imaginado que fuera él... De pensar que a mí me pareció lindo y que además lo considere una persona decente me da rabia conmigo misma.
—Ojalá y te pudras— Dije en un susurro mientras intentaba con todas mis fuerzas no quedarme dormida, pero fue inútil.
Sentí como alguien me movía bruscamente e inmediatamente me pare de la cama como si hubiera hecho algo realmente malo, y es que no estoy lejos de la realidad, probablemente no le guste que esté acostada en su cama...
—¡¡¿Que diablos hacías acostada en mi cama?, ¿Quien diablos te dio el maldito permiso de ensuciar mi cama con tu mugroso cuerpo? eh!!— Gritó enojado agarrándome por el brazo con mucha fuerza, tanto que estoy segura de que quedará un moretón.
—Me lastimas— Le dije en un susurro e intentando que me soltará, cosa que fue imposible.
—¡Nunca más!, ¡escúchame bien!, ¡nunca más vuelvas a acostarte en mi cama sin que yo lo autorice primero estúpida!!— Dijo soltándome del brazo tan fuerte que hizo que cayera al piso.
Solté unas pequeñas lágrimas involuntarias, pero rápidamente las aparte de mi cara para luego mirarlo con odio en mis ojos.
—Parece que alguien se quedó con las ganas de permanecer en el sótano por más tiempo —Dijo serio y a mi instantáneamente se me erizo la piel, por nada del mundo quiero volver ahí, ese lugar me da miedo y mucha ansiedad— ¿Ahora te comieron la lengua los ratones? —Agregó con burla.
Odio verme tan indefensa, odio ser asi, pero no puedo simplemente ocultar mis emociones cuando no estoy acostumbrada a hacerlo, joder.
—No era mi intención acostarme en tu cama sin tu permiso— Dije entre dientes tragándome todo mi orgullo.
—Bien, estás aprendiendo a comportarte, eso me gusta —Dijo con una sonrisa ladina— Por tu buen comportamiento te voy a premiar y te diré algo sobre tus padres —Agregó.
Me quedé mirandolo con mucho anhelo e intriga a la espera de lo que me iba a decir sobre mis padres.
—Ellos estan bastante bien —Dijo con una sonrisa cargada de malicia y que en vez de alegrarme mejor me aterró— Aunque pensándolo bien creo que no, según la foto que vi ellos estaban bastante destrozados llorando por su preciada hijita... —Agregó con una risa escalofriante.
—Ya cállate, no te quiero escuchar— Le dije mientras lágrimas bajaban de mis ojos, pero él solo agrando su sonrisa, al parecer verme destrozada es algo que le emociona.
—¿Qué me calle?, pero si hay más para contar... ¿Sabes?, admito que me encantó verlos en esa foto totalmente destrozados porque no estás con ellos, ame ver sus caras de sufrimiento, pero adivina qué fue lo que más me gustó?— Preguntó con una sonrisa macabra y yo solo lo mire con enojo.
—¡¡Ya cállate!!— Grité llorando mientras me levantaba del piso.
—¡¡No, tu cállate y escúchame!! —Dijo enojado— ¡¡Lo que más me gustó de ver a tus papitos desechos fue el saber el motivo del por qué, y sabes por qué?!! —Se acercó a mi hasta estar a solo unos centímetros de chocar nuestros rostros— Porque se que vieron la nota que les dejé, dónde les decia lo mucho que disfrute cada parte de tu cuerpo —Agregó con satisfacción en su cara, cosa que me dió tanta rabia que no me pude contener más y me le avente encima dándole fuertes golpes en el pecho que para él parecían nada.
—¡¡Ya cállate!!, ¡¡eres un maldito miserable hijo de puta!! —Grité con todo el enojo del mundo sin parar de golpearlo, pero él me tomo de ambas manos y me tumbó en la cama, quedando él encima de mí mientras mis manos quedaron una a cada lado y con él ejerciendo mucha presión en ellas— Porque haces esto?, ¿por qué nosotros? —Agregue mientras las lágrimas en mis ojos caían como cascadas.
—¡¡¿¿Por que??... Porque tu papá es un maldito desgraciado que mando a matar a los míos!!— Gritó con tanta odio que incluso sentí miedo... Pero no creo en lo que dijo, eso es mentira, solo quiere que piense mal de mi propio padre.
—¡jEres un infeliz mentiroso!, ¡¡mi padre no es así!!, ¡¡jamás mataría a alguien!!, ¡¡él no es un maldito mafioso como tú!!— Grité con enojo sin poder tragarme el cuento que me acababa de decir.
Él se quedó mirándome a los ojos fijamente mientras fuego salían de ellos.
—Es tu maldito problema si no me quieres creer, pero quiero decirte una maldita cosa... Esto no se acaba hasta que no vea la cabeza de tu padre rodar— Dijo con enojo.
Moví mi cabeza frenéticamente en forma de negación mientras lloraba, no iba a permitir que le hiciera nada malo a mi padre, no lo permitiré.
—Estás loco si piensas que dejaré que le hagas daño a mi padre maldito enfermo!!— Le grité.
—No estás en condiciones de protestar a su favor, que no se te olvide que estas en un caso peor que el de tu padre y fácilmente me puedo deshacer de ti— Dijo más calmado.
—Eres un maldito infeliz, púdrete— Respondí enojada mientras intentaba zafarme de su agarre, cosa que no pude, aunque luego él me soltó.
—Esta noche dormirás aquí y por supuesto que en el mueble— Dijo secamente para después meterse al baño.
Me limpié las lágrimas que caían como chorros de agua, luego fui al mueble y me acosté y en ese entonces mi mirada se fijó en el plato de sopa que estaba en la mesita de noche, pero no tengo hambre, de todos modos mi cuerpo ya se siente bien.
Después de un rato escuché la regadera del baño abierta, lo que me indicaba que él estaba bañándose, asi que me senté en el mueble y mire hacia la puerta, caminé hasta ella, pero al llegar pude darme cuenta de que estaba cerrada con seguro, ¿cuándo carajos le puso seguro a la puerta?.
Trate de buscar la llave o algo para poder abrir la maldita puerta, pero fue en vano, no encontré nada con que abrirla. Luego escuche como el agua dejo de caer así que rápidamente fui hasta el mueble y me acosté.
—Sé que intentabas abrir la puerta, en serio me crees tan estúpido como para dejarla abierta?, o crees que son tan estúpido como para poner la llave dónde la puedas encontrar?— Dijo en un tono neutro.
No le respondí y solo me quedé callada mirando el mueble, ya que estoy dándole la espalda.
Para mi buena suerte él no volvió a hablar y sentí un enorme alivio por eso, sin embargo, el alivio me duró muy poco porque de repente él apagó la luz, lo que hizo que de inmediato mi cuerpo se pusiera rígido y tembloroso.
—P-Por favor prende la luz— Dije en un tono casi inaudible.
Me di la vuelta como pude y vi su figura acostada en la cama como si nada, me levanté como pude, con un miedo que me cuela hasta el alma, pero lo hice.
Intenté llegar hasta la puerta, pero el miedo no me dejaba ni respirar bien, tanto así que me caí al piso agarrando las sábanas de la cama.
—¡¡Que diablos pasa contigo!!— Espeto enojado.
—L-La luz— Le dije en un hilo de voz, y él solo se levantó y prendió la luz con cierto fastidio.
La claridad iluminaba de nuevo la habitación, cosa que hizo que me volviera a sentir segura.
Kilian me tomo de ambos brazos y me sentó sobre la cama... No sé desde cuándo lo empecé a llamar por su nombre, pero ese es su nombre, ¿no?.
—¿Porque le tienes tanto miedo a la oscuridad?— Preguntó arisco mientras me miraba a los ojos.