Hace dieciocho años, el reino de Eldoria fue consumido por la traición y la guerra. En medio del caos, mientras el Rey Gustavo luchaba una batalla perdida contra su ambiciosa hermanastra, la Reina Roxana se vio obligada a huir. Con el corazón roto y un adiós desgarrador a su amado, confió el futuro de su linaje a tres pequeñas vidas: sus hijas trillizas, recién nacidas y destinadas a heredar el trono.
Hoy, esas princesas viven una existencia humilde y oculta bajo los nombres de Nyx, Ignis y Luna. Tras la reciente pérdida de su madre, estas jóvenes campesinas se enfrentan solas a la dureza de la vida, sin saber que la sangre real corre por sus venas ni que cada una posee un don mágico latente: el control de las Sombras, el Fuego y la luz, respectivamente.
Pero el destino tiene otros planes. La llegada de un misterioso anciano, portador de secretos ancestrales y verdades olvidadas, irrumpirá en sus vidas, desvelando la usurpación de su reino y profecías...
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El despertar de la magia
El tenue brillo de los cristales azules, incrustados en el techo abovedado de la caverna del Refugio del Velado, fue el primer indicio de un nuevo día. La luz, suave y etérea, se filtraba en la pequeña alcoba que las trillizas compartían, pintando las paredes de roca con tonos índigo y plata.
Luna fue la primera en moverse, sus párpados revolotearon antes de abrirse para revelar unos ojos color lavanda aún somnolientos. Un bostezo delicado escapó de sus labios mientras se estiraba, sus músculos estaban un poco adoloridos por la inesperada huida del día anterior, pero con una energía renovada que burbujeaba en su interior.
A su lado, Nyx ya estaba sentada en su camastro, con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, meditando en silencio. Su cabello oscuro caía a través de su espalda y se esparcía un poco más en la cama, y este tambien contrastaba con su piel pálida.
Ignis, por su parte, seguía profundamente dormida, su respiración es rítmica y un mechón de su cabello rojizo está cubriendo parte de su rostro. Parecía una guerrera en reposo, incluso en el sueño.
Luna se deslizó fuera de su cama, sus pies descalzos pisaron el frío suelo de piedra. Se dirigió a un pequeño lavamanos rústico en la esquina de la habitación, donde un cuenco de madera y una jarra de agua fresca esperaban. Con movimientos suaves, se aseó el rostro y las manos, sintiendo cómo el agua helada la ayudaba a despabilarse.
Nyx abrió los ojos, su mirada aguda y penetrante, se unió a Luna en el ritual matutino, su silencio habitual solo es roto por el suave chapoteo del agua.
—Ignis, es hora de levantarse— dijo Luna en voz baja, con una sonrisa dulce.
Ignis gruñó en respuesta, enterrando su rostro más profundamente en la almohada.
Nyx rodó los ojos.
—Ignis, si no te levantas, Kaelen se comerá todo el estofado de bayas— bromeó Nyx, sabiendo el punto débil de su hermana.
Ante la mención de la comida, Ignis se incorporó de golpe, sus ojos verdes intensos se abrieron de par en par.
—¿¡Estofado de bayas!?— exclamó, saltando de la cama con una energía repentina. Se aseó rápidamente, su entusiasmo por el desayuno superó cualquier somnolencia.
Una vez listas, las trillizas se dirigieron a la sala común, un espacio amplio y acogedor donde el aire estaba impregnado con el reconfortante aroma a hierbas y pan recién horneado. Kaelen, con su barba bien cuidada y una sonrisa amable, las recibió en la entrada.
—¡Buenos días, mis pequeñas guerreras!—saludó, su voz profunda y resonante. —Espero que hayan descansado bien. Tenemos un día importante por delante—
La sala común estaba llena de los habitantes del refugio, elfos, faunos y otras criaturas místicas, todos compartiendo el desayuno. Las trillizas tomaron asiento en una mesa de madera pulida, donde ya las esperaban tazones humeantes de un estofado espeso con bayas dulces y pan de centeno.
—Este estofado es delicioso, Kaelen— dijo Luna, con sus ojos brillando.
—Me alegro de que les guste— respondió Kaelen, sirviéndoles más té de hierbas. —Hoy, Elara las espera después del desayuno—
La mención del entrenamiento llenó a las trillizas con una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Sabían que este día marcaría el verdadero comienzo de su camino para recuperar el poder de Vesperia. Mientras comían, observaron a Lyra y Orion en otra mesa. Lyra reía con un grupo de jóvenes faunos, su cabello oscuro brilló bajo la luz de los cristales, mientras Orion, más reservado, conversaba en voz baja con un anciano elfo, su expresión es seria y concentrada. A pesar de sus personalidades contrastantes, había una innegable aura de fuerza y sabiduría alrededor de ambos.
Después de un desayuno sustancioso, Elara las condujo a una gran caverna, diferente a la sala común. El espacio era impresionante, con un techo alto que se perdía en la oscuridad, salpicado de formaciones rocosas que parecían esculturas naturales. En el centro, un círculo de piedras rúnicas emitía un suave zumbido, y el aire vibraba con una energía palpable.
—Aquí es donde comenzaremos— dijo Elara, su voz resonando ligeramente en la caverna, llena de autoridad pero también de una calidez maternal. —El primer paso para recuperar el poder de Vesperia es comprender y controlar la magia que fluye dentro de ustedes—
Lyra y Orion estaban allí, observando con una seriedad que contrastaba con la ligereza de la noche anterior. Sus ojos plateados, idénticos a los de su madre, analizaban a las trillizas, evaluando sus posturas y expresiones.
—Cada una de ustedes posee una conexión única con la magia de Vesperia— continuó Elara. —Luna, tu magia está ligada a la luz y la curación. Nyx, tu dominio reside en la sombra y la percepción. Ignis, tu poder es el fuego y la fuerza—
La revelación no sorprendió del todo a las trillizas, pues ya habían sentido destellos de esos poderes en momentos de estrés o necesidad. Sin embargo, escucharlo de Elara lo hacía real, tangible, como si las palabras mismas les dieran permiso para explorar lo que siempre había estado latente.
—Lyra y Orion les ayudarán en este camino—dijo Elara, señalando a sus hijos con un gesto de orgullo. —Ellos han entrenado en estas artes desde pequeños y conocen los desafíos que enfrentarán—
Lyra se acercó a Luna con una sonrisa tranquilizadora, sus ojos brillando con amabilidad.
—Luna, comenzaremos contigo. Tu magia es suave, pero poderosa. Necesitas aprender a canalizar esa luz interior. Es como un río, necesita un cauce. Antes de poder curar a otros, debes aprender a cuidarte a ti misma. Te enseñaré ejercicios de agilidad y equilibrio, cómo sentir el suelo bajo tus pies y cómo moverte con ligereza.—
Orion se dirigió a Nyx, calmado y firme, pero con una nota de respeto.
—Nyx la sombra no es solo oscuridad. Es sutileza, sigilo y protección. Te enseñaré a ver más allá de lo evidente, a usar la penumbra como un velo y un arma—
Ignis, por su parte, sintió una punzada de emoción y un cosquilleo en las palmas de las manos cuando Elara la miró directamente.
—Ignis tu fuego es la pasión de Vesperia, la chispa de la vida. Es poderoso, pero debe ser controlado. Kaelen te ayudará con el control de tu fuerza física, a domar el cuerpo, mientras que yo te guiaré para dominar la llama, a domar el espíritu—
El entrenamiento comenzó de inmediato, sin dilación. Lyra guio a Luna a una parte más iluminada de la caverna, donde los cristales proyectaban un resplandor más intenso. Le pidió que cerrara los ojos y sintiera la luz, no solo la que venía del exterior, sino la que residía dentro de ella, en su corazón, en su alma...