LOS RUTTHERFORD - MATH RUTTHERFORD

Cerca de la piscina, en una de las mesas, se encontraba Math, revisando unos correos en su laptop, debido a la boda y ahora la dichosa luna de miel, no había podido atender sus asuntos con la empresa de forma óptima, además también estaba la nueva empresa que estaba en sus manos, con miles de empleados que dependían de ella, “parecía que el trabajo nunca se iba a acabar”, mientras su esposa dormía plácidamente, como toda una niña rica sin responsabilidades ni trabajos que deba hacer, que fácil es vivir la vida de esa forma. Math siempre odio la idea de criar a las mujeres como el sexo débil, quienes deben esperar conseguir a un hombre para poder tener un medio de subsistir. Es por eso que se encargó de preparar a su hermana Natalia desde muy pequeña, para convertirla en una mujer que puede hacerse cargo de sí misma, sin la necesidad de tener un hombre a su lado que le deba brindar esa protección.

-          Olvídalo, centrémonos en lo importante – continúa trabajando, tratando de concentrar sus pensamientos en cosas que son productivas, en lugar de pensar en una mujer que no merece la más mínima atención.

“yo sabía que eso del matrimonio solo era en apariencia”, comienza a escuchar una conversación de unas mujeres caminando.

-          Esa mujer no tiene vergüenza alguna – se escucha otra mujer

-          Ese pobre hombre solo será el hazme reír de todos, ¿Quién en su sano juicio se casa con Samanta Ivanova?

-          Lo peor es que no solo ha manchado el apellido de su familia, si no que ahora también destruirá el apellido Ruttherford – dice la otra.

-          Dicen que de tanto escoger siempre se escoge lo peor – dice una de ella – recuerdo que Math Ruttherford rechazo a mi quería Amelia y mira con lo que termino casándose – ríen – no cabe duda que a los hombres les encantan las mujeres de poco va….

-          Disculpen señoras – las interrumpe Math.

-          ¡Oh por Dios! – dice una de ellas, las mujeres no se habían percatado que el hombre que estaba sentado cerca de la piscina era el mismo del que estaban hablando y ahora lo tenían allí parado – Señor Ruttherford, no, no lo habíamos visto – le dice una de las mujeres

-          Buenas noches – les dice Math de forma cortes – lamento interrumpir su amena charla, pero dado el tema de conversación, creo que es de mi incumbencia, ya que mi nombre fue mencionado – les dice - ¿Podrían decirme el motivo por el cual me brindan tal protagonismo? – las mira

-          Bu, bu, bueno pues – dice una de ellas, apenada por la forma en que fueron atrapadas hablando a sus espaldas.

-          Yo si seré sincera – le dice la mujer, cuya hija fue chazada sin contemplación alguna por el hombre – Señor Ruttherford, usted y todos los miembros de su familia se consideran lo más alto de la clase social, llegando a ser un ejemplo para los demás – le dice – ahora bien, ¿Cómo es posible que un hombre de tan alta estima, se casara con una mujer que desmoraliza con sus acciones su buen nombre? – le dice en tono ofendido – cuando usted rechazo a mi hija, pensamos que sus estándares eran sumamente elevados, pero veo que nos equivocamos totalmente con esa conjetura – le dice

-          Disculpe, mi señora – le dice calmado, el tipo de mujeres metiches era algo con lo que él ya estaba acostumbrado a lidiar – pero no estoy comprendiendo el motivo por el cual mi matrimonio ha sido sacado a tema, ¿podría explicarme de mejor forma? – le dice de forma educada.

- Pues le diré que hemos visto no hace menos de diez minutos a su querida esposa – le comienza a contar la mujer – riendo y toqueteándose con dos hombres con los cuales parecían ser muy íntimos, si me permite agregar, que no parecen ser de nuestra clase social – le dice – además el tono de su voz era tan vulgar y corriente que cualquiera dudaría, que esa mujer, fue la que usted escogió para esposa – Math escuchaba atento – ahora bien, no puede culparnos por volverlo tema de conversación cuando su esposa la cual se supone esta encuentra recién casada, no está acompañada de su esposo, sino que mejor prefiere rodearse de la compañía de dos hombres, hablándoles de forma comprometedora y con actitudes que dejan mucho de qué hablar – le dice indignada

-          ¿Podría decirme donde se encontraba? – le dice tratando de soportar a las mujeres y su falta de delicadeza al tratar con la vida ajena.

-          Estaba cerca de la playa – le responde una de las mujeres, integrándose a la conversación luego de escuchar a su amiga soltarle toda la sopa – en el bistró, en una de las mesas al aire libre, allí los vimos – le dice

-          Muchas gracias – les dice – les aseguro que solo es una gran confusión, mi esposa ciertamente es una mujer muy extrovertida y amigable con muchas personas, pero a veces la vista puede llegar a mal interpretar las acciones de los otros – les dice a las tres mujeres, quienes, si eran un poco inteligentes y sabían leer entre líneas, la palabra “chismosas” era la que representaba esa oración.

Dejando todo su trabajado a un lado, Math camino hacia el lugar que las mujeres le habían indicado, molesto por tener que hacer ese tipo de cosas cuando estaba lleno de más responsabilidades, ahora también debía lidiar con los libertinajes de su esposa, llego hasta donde se encontraba el bistró y desde allí pudo observar a su esposa, cómoda y plácidamente sentada, riendo a carcajadas con los dos guardias, mientras les tocaba el hombro o los brazos a alguno de ellos, ¿Qué tipo de conversación estaban teniendo para llegar a esos niveles de confianza?, obviamente cualquiera se daría cuenta con un coqueteo tan a plena vista, además de que su ropa era tan reveladora que eran obvias sus intenciones. Hecho una total furia, se acercó hasta la mesa, interrumpiendo la amena charla que tenían, rompiendo totalmente su atmosfera.

-          Buenas, ¿interrumpo? – dice Math llegando frente a ellos, mientras pudo notar que la mujer obviamente no lo quería allí.