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Por Amor O Por Dinero

Por Amor O Por Dinero

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Amor a primera vista / Dejar escapar al amor / Romance de oficina / Mujeriego enamorado / Triángulo amoroso
Popularitas:11.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Wang Chao

Oliver Hayes acaba de ser despedido. Con una madre enferma y deudas que lo ahogan, traza un plan para sobrevivir mientras encuentra un nuevo empleo.
Cuando una aplicación le sugiere un puesto disponible, no puede creer su suerte: el trabajo consiste en ser el asistente personal de Xavier Belmont, el hombre que ha sido su amor secreto durante años.

Decidido a aprovechar la oportunidad —y a estar cerca de él—, Oliver acude a la entrevista sin imaginar que aquel empleo esconde condiciones inesperadas... y que poner su corazón en juego podría ser el precio más alto a pagar.

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📌 Relación entre hombres

NovelToon tiene autorización de Wang Chao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 06. Estoy dispuesto.

Todos eran insufribles. Cada uno de los candidatos que entraba por la puerta parecía más decepcionante que el anterior. Xavier Belmont los evaluaba de arriba abajo con una mezcla de tedio y desprecio, notando hasta el más mínimo detalle en sus gestos, su vestimenta, su postura. Algunos intentaban disimular su nerviosismo con sonrisas forzadas; otros, simplemente, eran demasiado feos o torpes para su gusto.

No importaba que estuviera completamente en desacuerdo con aquel plan absurdo ideado por su secretario. No importaba que jamás hubiera sentido interés por los hombres. Las apariencias eran importantes en el mundo en el que se movía, y si fingir una relación amorosa podía desviar la atención de ciertos rumores o conveniencias familiares, entonces debía encontrar al candidato perfecto. Aunque le resultara humillante.

Pero ninguno de los postulantes había estado siquiera cerca de cumplir con sus expectativas.

«¿Cómo voy a fingir estar enamorado de un ser tan insípido?», pensó tras cerrar el expediente del último aspirante con un suspiro de hastío.

Xavier era un hombre exigente, meticuloso hasta la obsesión. Cuando elegía una mujer para pasar la noche, siempre optaba por la más hermosa del lugar. Le gustaban las que tenían un aire dulce, pero con carácter. La piel tersa, sin importar el tono, debía estar bien cuidada. Le atraían las que sabían cómo destacar sin esfuerzo, las que podían captar miradas sin necesidad de hablar.

Y aunque sabía que nada de eso lo encontraría en un hombre —al menos no como él concebía la atracción—, quería asegurarse de que su supuesta pareja se viera bien ante el público, que no fuera una mancha en su imagen.

—¿Novio…? —murmuro en voz baja con asco, dejando que la palabra se le derritiera en la lengua como algo amargo.

Desde su adolescencia había estado rodeado de mujeres hermosas. Había crecido en un ambiente donde la imagen lo era todo, y donde su masculinidad nunca se había cuestionado. Por eso, el solo hecho de tener que fingir una relación con un hombre le resultaba no solo incómodo, sino degradante. Imaginarse saliendo con él en público, tomándolo de la mano, posando para los fotógrafos, mirándolo con ternura fingida… le revolvía el estómago.

Y sin embargo, estaba allí, obligado por las circunstancias.

—El siguiente es Oliver Hayes, señor —anunció su secretario con voz neutra, dejando sobre su escritorio una carpeta de aspecto impecable.

Xavier la tomó con desgano, hojeando el currículum con la misma frialdad con la que leería una factura. Se detuvo en la fotografía. Para su sorpresa, el rostro del joven no le resultó desagradable. De hecho, tenía cierto atractivo. Cabello negro, ojos verdes bien definidos, mandíbula firme. No usaba gafas —algo que ya era una ventaja frente a los anteriores—, y su expresión era seria, casi introspectiva.

«Al menos tiene buena presencia», pensó. «Podría pasar por modelo en alguna campaña publicitaria».

Deslizó los dedos por el resto del expediente. Se había graduado en la misma universidad que él, había trabajado como asistente en empresas medianas y parecía tener experiencia en protocolos sociales. Nada extraordinario, pero suficiente.

—Podría funcionar —murmuró para sí, casi con escepticismo—. Que pase.

Su expectativa, sin embargo, cayó como un castillo de naipes en cuanto Oliver abrió la boca.

Desde el primer segundo, su nerviosismo era palpable. Las manos le temblaban levemente, su voz se quebraba al hablar, y su postura lo hacía parecer un cervatillo expuesto ante un depredador. Xavier lo observaba con detenimiento, y aunque esa fragilidad le generaba una ligera sensación de superioridad —casi divertida—, también le resultaba molesta.

«No necesito a un niño asustado a mi lado», pensó con fastidio. «Esto no es un refugio emocional».

Le ordenó que se fuera. Quería acabar con la farsa de una vez. Pero para su sorpresa, Oliver no se marchó.

En cambio, habló. Y no tartamudeó. No titubeó.

—Si me permite quedarme a su lado, le prometo que no se arrepentirá.

Esa frase, dicha con una mezcla de determinación y súplica, lo desconcertó.

Intrigado —aunque sin demostrarlo—, Xavier alzó una ceja.

—¿Qué estás dispuesto a hacer para quedarte con el trabajo? —preguntó, sabiendo que esa era la prueba definitiva. Muchos se derrumbaban con esa simple frase.

Oliver se quedó en silencio por unos segundos, bajó la mirada... pero luego volvió a alzarla, con una intensidad inesperada.

—Haré lo que usted me ordene, sin importar qué —respondió con voz firme.

Y por un instante, Xavier se encontró atrapado en aquellos ojos verdes, que ahora brillaban con una seguridad desconocida.

«Lo encontré», pensó.

Había algo en Oliver. Algo que lo diferenciaba de los demás. Tal vez era esa mezcla de nerviosismo y valentía. Tal vez era su forma de contener el miedo y convertirlo en determinación. Fuera lo que fuera, Xavier supo en ese momento que no necesitaba ver a ningún otro.

—Dile a los demás que se retiren —ordenó sin apartar la vista de Oliver, mientras se ponía de pie—. Ya encontré lo que buscaba.

Xavier rodeó con paso seguro el escritorio de roble macizo, sus zapatos repiqueteando suavemente contra el suelo pulido de mármol. Se detuvo frente a un pequeño aparador, sacó un cigarrillo de una elegante pitillera de plata, y lo encendió con movimientos pausados y refinados. La llama iluminó brevemente su rostro de rasgos severos antes de que una voluta de humo comenzara a elevarse, difuminándose en el aire.

Apoyándose con estudiada elegancia sobre el mueble, inhaló con lentitud y exhaló despacio, observando a Oliver con una mezcla de calculada indiferencia y altanería.

—Deberías considerarte afortunado de estar aquí —comentó finalmente, su voz impregnada de esa arrogancia natural que parecía formar parte de su ser—. No cualquiera tiene el privilegio de trabajar para mí.

Tras otra breve calada, sonrió de forma ladeada, como si disfrutara al recordarle su lugar.

Oliver, que hasta ese momento apenas se atrevía a moverse, se inclinó respetuosamente, bajando ligeramente la cabeza en señal de sumisión.

—Lo hago, señor. Me siento verdaderamente afortunado —respondió con voz contenida, esforzándose por sonar firme a pesar de los nervios que le crispaban las manos—. Le prometo que no se arrepentirá de haberme escogido.

Xavier arqueó una ceja, divertido ante el esfuerzo visible del joven por mantener la compostura. Una sonrisa casi satírica curvó sus labios mientras aplastaba la colilla del cigarrillo en el cenicero de cristal que reposaba junto al escritorio.

—Es demasiado pronto para hacer promesas tan grandes —replicó con una voz suave, pero cortante como una hoja de afeitar—. Trabajar para mí implica algo más que obedecer órdenes. Implica perfección. Cero errores. Cero excusas. Si te pido algo para el viernes, lo quiero listo el jueves. ¿Me has entendido?

El tono no admitía réplica. Oliver tragó saliva con discreción antes de asentir enérgicamente.

—Sí, señor. Lo entiendo perfectamente.

Xavier entrecerró los ojos, evaluándolo como un cazador evalúa a su presa. Luego se irguió, caminando hacia él con paso decidido. Cada zancada acortaba la distancia hasta que quedaron apenas a un palmo de distancia, lo suficiente como para que Oliver pudiera percibir el aroma caro de su loción mezclado con el tenue olor a tabaco.

—Además —añadió Xavier en voz baja, casi confidencial—, hay algo más que debes saber.

Oliver parpadeó, incapaz de apartar la mirada de los intensos ojos ambar que parecían desnudar su alma. Pero antes de que pudiera preguntar qué era, Xavier dio media vuelta con fluidez, como si la conversación no mereciera más tiempo.

—Sin embargo, ahora no tengo tiempo para detalles. Debo asistir a una reunión. Dirígete a Recursos Humanos; que tomen tus datos personales —ordenó, volviendo a su silla de cuero negro y reclinándose con perezosa autoridad—. Esta misma tarde harán instalarte una computadora aquí. Y esta noche... —pausó para sonreír de manera enigmática— tendremos una conversación más profunda sobre los términos de tu contrato.

Oliver, que se mantenía firme aunque internamente agitado, reunió el valor para levantar ligeramente la mano, como quien teme perturbar la paz de una bestia dormida.

—¿Aproximadamente a qué hora, señor? —se atrevió a preguntar, su voz apenas un susurro.

El ambiente, que hasta entonces había sido tenso pero tolerable, se tornó frío. Xavier lo miró fijamente, sus labios curvándose en una mueca de desagrado apenas contenida.

—¿Por qué? —preguntó con frialdad—. Escucha con atención, Oliver. Si trabajas para mí como asistente personal, debes olvidar la noción de horarios fijos. Para ti, mi tiempo será tu único horario. ¿Entiendes? Disponibilidad absoluta. No toleraré que pongas condiciones.

Se inclinó hacia delante, apoyando los codos en el escritorio, su mirada penetrando en la de Oliver con una intensidad intimidante.

—Si no estás dispuesto, dímelo ahora. No me falta gente deseosa de ocupar tu lugar. Por supuesto —añadió con una leve inclinación de cabeza, como si concediera una limosna—, tu salario será considerablemente más alto que el promedio.

Un silencio denso se instaló en la oficina, roto únicamente por el tic-tac solemne del reloj de pared. Oliver sostuvo la mirada de Xavier, sintiendo cómo sus nervios amenazaban con traicionarlo. Pero algo dentro de él —orgullo, ambición, quizás necesidad— le impidió retroceder.

Finalmente, asintió.

—Estoy dispuesto, señor —declaró, su voz cargada de una determinación temblorosa que no pasó desapercibida para Xavier.

Una sonrisa satisfecha asomó en los labios del empresario.

—Muy bien —dijo simplemente, como si acabara de aprobar a un nuevo peón en su tablero.

Oliver, sin saber aún en qué se estaba metiendo, inclinó ligeramente la cabeza antes de salir de la oficina, mientras Xavier lo observaba marcharse, su mente ya elaborando los siguientes pasos de su elaborado plan.

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XxArixX
Un adelanto loquita, jamás lo serás 😂
XxArixX
ya me puse nerviosa yo 😂
XxArixX
ves, solo debes recordar como es realmente 🤷🏻‍♀️
XxArixX
Solo recuerda su verdadero carácter para que no te engañes a ti mismo, que bueno ya lo pagará el tarado arrogante después 🤭
Maru19 Sevilla
Tú mereces lo mejor, eres una persona especial ❤️
Maru19 Sevilla
Toda la suerte 🍀🍀🍀
Flopi
Que buen final de capitulo!! Maratón maratón maratón 🙏🏻🙏🏻🙏🏻
Hanabi Montano
Esta mujer está realmente locaaaa, ya quiero ver cuando llegue su hora de pagar por todas las barbaridades que va a hacer
Nidia Mojica
Como toda tóxica traumada por qué la dejan por akguien mas. Gracuas por.los capitulos.
Gelen Burgos
mientras más escala la rata más duro se pega contra el suelo
Gelen Burgos
Ay , me pongo a pensar en todos los posibles escenarios y me da un patatús, tengo miedo por Oli
Nidia Mojica
Lo único que siento es que tu corazón Oliver quedará destrozado.
Eukarina Rodriguez
me encantan estos personajes loquitos que terminan estampados contra el pavimento con la dentadura rota 🤣🤣🤣🙈 no te voy a dar consejos porque sé que no los escucharás solo disfrutaré aquí sentadita de ver tu estrepitosa caída locaaaaa
☆Nanu☆
jajajajaj, en tu cara !!!! /Tongue/
Fatim AR
ay no Veronica está muy obsesionada con Javier
Maria Fernanda
ay carajoooo, con que cosa es así
Fatim AR
ay Javiersito si supieras que todo lo que dijo Oliver fue la puritita verdad
Nidia Mojica
❤️❤️❤️❤️❤️
Nidia Mojica
Para poder olvidar sus sentimientos.por Xavier Oliver se tiene que desengañar. Y su mamá sabe que saldrá.herido de todo esto. Gracias por.los capitulos. Buenisima la historia.
☆Nanu☆
cada capítulo es mejor y más me engancho!!! le he dado un voto y muy merecido lo tiene!!! espero actualización pronto y le felicito!!!♥️👏👏👏
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