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Una Mujer En La Mafia

Una Mujer En La Mafia

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Mafia
Popularitas:38.2k
Nilai: 4.7
nombre de autor: Ashly Rijo

En un mundo de lujos y secretos,Adeline toma el único trabajo que pudo encontrar para salir adelante: trabaja en un exclusivo bar para millonarios, sirviendo bebidas y entreteniendo a la clientela con su presencia y encanto. Aunque el ambiente opulento y las miradas de los clientes la incomodan, su necesidad de estabilidad económica la obliga a seguir.

Una noche, mientras intenta pasar desapercibida, un hombre misterioso le deja una desproporcionada cantidad de dinero como propina. Atraída por la intriga y por una intuición que no puede ignorar, Adeline a pesar de que aun no tenia el dinero que necesitaba decide permanecer en el trabajo para descubrir quién es realmente este extraño benefactor y qué intenciones tiene. Así, se verá atrapada en un juego de intrigas, secretos y deseos ocultos, donde cada paso la llevará más cerca de descubrir algo que cambiará su vida para siempre.

NovelToon tiene autorización de Ashly Rijo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Cao 11

Mientras guardaba las pocas pertenencias de mi tía en una pequeña maleta, mi teléfono vibró en el bolsillo, sacándome de mis pensamientos. Lo revisé, y vi que tenía veinte llamadas perdidas. "Mario", pensé. Había estado tan sumergida en este lío que casi olvidé su existencia. Con un suspiro, atendí la última llamada justo antes de que colgara.

—¿Adeline? —dijo Mario con un tono ansioso—. He estado llamándote todo el día. Pensaba en que podíamos salir a tomar algo con mis amigos…

Respiré hondo y decidí ir al grano. Sentía que cualquier atadura a la vida anterior era una distracción que no podía permitirme.

—Mario, creo que deberíamos terminar. —La frase salió más fría de lo que había anticipado, pero no me molesté en suavizarla.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —preguntó, incrédulo—. Adeline, ¿es algo que hice?

—No, Mario —respondí con impaciencia, detestando lo fría que sonaba, pero ya no podía mentirle—. Es solo que… ya no tengo la cabeza para esto. No siento lo mismo.

Él intentó insistir, con una mezcla de preguntas y promesas, pero simplemente colgué la llamada, sintiendo que cualquier explicación solo sería alargar algo que ya estaba acabado. Dejé el teléfono en la mesa y, al volverme, vi a mi tía mirándome con curiosidad desde su cama.

—¿Todo bien, Adeline? —me preguntó, visiblemente preocupada.

Suspiré y traté de darle una sonrisa tranquila, aunque no me saliera tan genuina.

—Sí, tía. Solo era Mario —respondí mientras doblaba una de sus blusas.

Sin embargo, mi tía parecía estar llena de preguntas, y su preocupación era evidente.

—Adeline, cariño —dijo mientras me observaba—, no me has contado mucho de este amigo tuyo. ¿Por qué nos está ayudando tanto? ¿Cuánto tiempo hace que lo conoces?

Las preguntas se arremolinaban en mi mente. Ni siquiera sabía cómo responderle sin darle demasiada información, sin preocuparla. Finalmente, opté por una mentira a medias.

—Nos conocemos desde hace tiempo, pero... no es un amigo cualquiera, tía. Él y papá… —me detuve, buscando las palabras adecuadas—. Digamos que él siente que tiene una deuda con él y solo esta siendo amable.—Dude en decir esa ultima palabra.

Ella me miró, enarcando una ceja. Sabía que las palabras no eran suficientes para apaciguar sus dudas.

—¿Y por qué nos tenemos que mudar a su casa? —preguntó, con una leve inquietud en sus ojos—. ¿De verdad es necesario, Adeline?

—Sí, tía. Es necesario. Es la única forma de mantenernos bien. Él tiene recursos que nos ayudarán, que yo no podría conseguir de otro modo.

Mi tía asintió lentamente, aunque podía ver que aún estaba algo reacia.

—Solo quiero que sepas —me dijo, tomándome de la mano— que puedes contarme todo. Si hay algo que te preocupa o que temes, no tienes que cargarlo sola.

Sentí un nudo en la garganta, queriendo decirle todo: lo aterrador que era estar bajo la protección de alguien como James, lo desgarrador que había sido ver en lo que me estaba convirtiendo solo por mantenernos a salvo. Pero esas palabras se quedaron atrapadas en mi pecho. La abracé y le di un beso en la frente.

—No te preocupes, tía. Estoy aquí para cuidarte, y eso es lo único que importa.

Ella asintió, aunque podía ver en sus ojos que no estaba completamente convencida. Me esforcé en darle una sonrisa reconfortante, aunque por dentro sentía que el peso de mis mentiras y secretos estaba empezando a aplastarme.

Justo cuando terminamos de empacar, el teléfono volvió a sonar. Lo miré rápidamente, pensando que quizás sería Mario otra vez, pero esta vez era un número desconocido. Dudé unos segundos antes de contestar.

—¿Adeline Miller? —La voz al otro lado de la línea era seria, aunque inconfundible.

—Sí, soy yo.

—Tienes media hora. Un coche pasará por ustedes para llevarlas a la nueva residencia. No tardes.

Y con eso, colgó antes de que pudiera responder. Miré a mi tía, quien había escuchado parte de la conversación y había empezado a guardar las últimas cosas en la maleta.

—Es hora de irnos, tía —dije, tratando de poner firmeza en mi voz.

Ella asintió, aunque aún notaba la preocupación en su mirada.

*

Al llegar a la mansión, mi tía quedó boquiabierta. Sus ojos brillaban de asombro y emoción mientras bajaba del auto. Era como si todas las preocupaciones y dudas que tenía antes se hubieran desvanecido en un instante, absorbidas por la imponente y lujosa estructura que teníamos frente a nosotros.

—¡Dios mío, Adeline! ¡Es… es una mansión! —exclamó, mirando la fachada con una mezcla de sorpresa y admiración—. No sabía que tu amigo era tan… bueno, tan rico.

—Sí, sí, lo es, pero no hace falta que te emociones tanto —le dije en un susurro, tratando de apaciguarla—. Me haces sentir avergonzada.

Pero mi tía estaba en su propio mundo de asombro. Apenas había entrado, ya estaba señalando todo lo que le parecía hermoso, desde los altos ventanales hasta el impecable mármol que cubría los suelos. Mientras recorríamos la entrada, su emoción solo crecía, y yo intentaba no reírme de su entusiasmo.

En eso, nos topamos con Simon en uno de los pasillos. Estaba esperándonos, como siempre, con su porte serio y su traje impecable, mirando el reloj con esa expresión calculadora que parecía nunca abandonar.

—¡Hola! —exclamó mi tía, sin percatarse de su semblante serio—. ¡Eres tan guapo, chico! —Y, para mi sorpresa, se acercó y le revolvió el pelo con una risita traviesa.

Simon se quedó inmóvil, con los ojos muy abiertos y una expresión de shock que, si hubiera podido, habría enmarcado para recordarla siempre. Su usual postura rígida se desmoronó en un segundo, y noté cómo intentaba mantener la compostura, aunque claramente estaba sufriendo por dentro.

Antes de que pudiera hacer algo para intervenir, escuché pasos acercándose, y allí estaba James. Al ver la escena, una sonrisa burlona se asomó en su rostro mientras observaba la tortura de Simon.

—Parece que alguien aquí ha encontrado su debilidad —dijo James, con una risa contenida.

Pero su sonrisa no duró mucho. Antes de que pudiera reaccionar, mi tía se volvió hacia él con una expresión emocionada y, como si fuera lo más normal del mundo, extendió la mano para revolverle el cabello a él también. La sorpresa en el rostro de James era palpable; por un segundo, sus ojos se entrecerraron, como si intentara entender lo que acababa de pasar, y luego su mirada se volvió hacia mí, buscando una explicación.

—¿Qué? ¿Qué hace señora? —balbuceó, aún procesando el momento mientras trataba de recomponerse.

—Lo siento, tía, pero... no todos aquí disfrutan de tu cariño como yo —le dije, mientras James y Simon intercambiaban miradas incómodas.

Mi tía, sin notar la tensión, se dio la vuelta y empezó a observar los pasillos de la mansión. Mientras tanto, James me miró, con una cara de frustración en sus ojos.

—Sabia que era una mala idea —murmuró, arreglándose el cabello—. No estaba preparado para… esto.

Aprovechando la incomodidad de ambos, traté de llevar la conversación a un terreno más serio.

—Bueno, ya estamos aquí. —dijo Simon, haciendo un gesto para que siguiéramos adelante.

Nos llevó por varios pasillos elegantemente decorados hasta llegar a las habitaciones que, según nos informó, serían nuestras durante el tiempo que durara esta “Deuda”. Mi tía parecía estar en las nubes, encantada con cada detalle, mientras yo observaba a James, intentando desentrañar el motivo detrás de tanta generosidad.

Al final, Simon nos acompañó a nuestras habitaciones, y justo antes de que cerrara la puerta detrás de mí, le murmuré:

—¿Crees que pueda hablar a solas con James más tarde?

Simon asintió, aunque se notaba que el pequeño desaire de mi tía aún le dolía.

Después de que Simon cerró la puerta, dejé caer mi bolso en una silla cercana y me dirigí a la ventana, observando el enorme jardín perfectamente cuidado que se extendía más allá de la mansión. Era surrealista estar en un lugar así, especialmente considerando las circunstancias y los motivos que me habían llevado aquí.

Suspiré. Mi tía, aún emocionada, ya estaba explorando la habitación, comentando lo suaves que parecían las sábanas y lo increíblemente grande que era la cama.

—¡Mira, Adeline! Esta cama es más grande que mi antiguo cuarto —dijo con una sonrisa.

—Sí, es… diferente —respondí, intentando no contagiarme de su entusiasmo.

Pero pronto, la emoción de mi tía empezó a menguar, y su rostro mostró una sombra de preocupación.

—Adeline, cariño, ¿crees que deberíamos estar aquí? —susurró, como si temiera que alguien estuviera escuchando.

Me acerqué a ella y le tomé las manos.

—Mira, tía, sé que esto es… extraño, pero estamos aquí por nuestra seguridad —le expliqué, tratando de sonar convincente. Aunque, en el fondo, sabia que era para quitar mi deuda con el.

Mi tía asintió, aunque su expresión seguía reflejando incertidumbre. Finalmente, se dejó caer en la cama, dejando escapar un suspiro mientras miraba al techo.

Justo en ese momento, escuché unos suaves golpes en la puerta. Al abrirla, encontré a Simon, que se mantenía allí con su impecable traje y su mirada impasible.

—James quiere verte —anunció. Había algo en su tono, una formalidad que dejaba claro que no era una simple charla amistosa.

—De acuerdo. Iré enseguida.

Miré a mi tía, quien me sonrió con cierta preocupación, aunque trató de disimularla para no incomodarme. Con un último vistazo para asegurarme de que estuviera cómoda, salí de la habitación, siguiendo a Simon por los silenciosos pasillos de la mansión.

Caminamos en silencio hasta que llegamos a una amplia sala de estar, iluminada por enormes candelabros que colgaban del techo. En el centro de la sala, James estaba sentado en un sofá, con una copa de vino en la mano, esperando.

—Adeline —dijo, mirándome de forma penetrante mientras dejaba la copa sobre la mesa—. Siéntate.

Lo hice, aunque mis músculos estaban tensos. La postura relajada de James era engañosa; había algo en su mirada que parecía evaluar cada uno de mis movimientos.

—Quiero hablar sobre los términos de nuestra “alianza” —comenzó, sin perder tiempo en rodeos—. Es evidente que no estás aquí por nada.

—¿Y por qué estoy aquí, según tú? —pregunté, cruzándome de brazos.

James esbozó una sonrisa, una de esas que no llegaban a sus ojos.

—Tu padre y yo… tuvimos una historia juntos como te había contado. Un pasado que te involucra más de lo que crees. Aunque no estaba en mis planes hacerme cargo de esta situación, tus acciones lo han hecho inevitable.

Quise preguntarle más, pero él continuó, mirándome fijamente.

—Conozco a muchas personas, Adeline, y algunas de ellas no tienen las mejores intenciones. Tú te entrometiste en una negociación delicada y ahora corres peligro, más del que podrías imaginar. Si estás aquí, es porque, al menos por ahora, no quiero que nada te pase.

—¿No podrías haberme ayudado sin traernos aquí y obligarme a… bueno, a lo que sea que quieras que haga?

Él rió, un sonido bajo y sin humor.

—Digamos que prefiero mantener a mis “aliados” cerca —dijo, inclinándose un poco hacia mí. Sus ojos se oscurecieron, y por un instante, pude ver el verdadero peligro que él representaba.

—Entonces, ¿estoy aquí solo porque te preocupas por el “pasado” con mi padre? —pregunté, tratando de sonar indiferente, pero la curiosidad se filtraba en mi voz.

James no respondió de inmediato. Parecía estar evaluando la honestidad de mi pregunta, buscando algún indicio de manipulación en mi expresión. Finalmente, se inclinó hacia atrás, con una sonrisa que no me dejaba adivinar si hablaba en serio o solo jugaba conmigo.

—Digamos que tu padre fue un hombre inteligente y valiente, así como tu, Adeline. Una persona leal y, a su manera, peligrosa. Yo aprendí a confiar en él, y en este mundo, eso no es algo que se dé todos los días. Si te protejo es, en parte, por él. No olvides, sin embargo, aunque le deba algo a el, tu también me debes.

Sentí un escalofrío recorrerme mientras asimilaba sus palabras. Había mucho que aún no entendía, pero también sabía que insistir en obtener más respuestas probablemente solo provocaría su enojo.

—Entonces… ¿ahora qué? —pregunté, mirándolo directamente a los ojos, tratando de mostrarme más segura de lo que realmente me sentía.

Él se levantó y, en silencio, caminó hacia una ventana, mirando hacia la oscuridad de la noche.

—Ahora —dijo, volviendo la mirada hacia mí—, tú y yo tenemos un trato. Me ayudarás, y yo mantendré a salvo a tu tía y a ti mientras me ayudes.

Asentí, aunque no podía evitar preguntarme qué consecuencias traería este acuerdo para mi vida.

James se acercó de nuevo, esta vez su expresión se tornó más seria, casi sombría.

—Adeline, si llegas hacer cualquier cosa estúpida no tendré piedad.

Sus palabras no eran una petición; era una advertencia clara y directa. Lo miré, intentando ocultar mi incomodidad, y asentí lentamente.

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Jackeline Reyes Martinez
Excelente
Heydy Leal
que nombre tiene la segunda parte
Ashly Rijo: Entra a mi perfil y verás que dice “una mujer en la mafia #2”
total 1 replies
Adriana Méndez
ya causa molestia la historia el nivel de estupidez de Adeline,necesita dinero para su tía,se siente puritana por trabajar en bar como si fuese lo peor del mundo,que idiotez realmente,ahora gana dinero apostando y aún así es mas importante su "orgullo" que la salud de su tía? muestra total de que esto es solo una historia totalmente lejos de la realidad. quien rechaza la posibilidad de conseguir el dinero y más cuando se necesita con tanta urgencia para la salud de alguien que importa? muy surrealista la historia pero bueno,así es la imaginación del escritor
Barbara Nuñez
porque no veo más capitulos de la 2 parte ?
Ashly Rijo: Chicas discúlpenme 😭😭😭😭estoy trabajando y me siento muy cansada. Hoy en la noche les prometo subir. Perdónenme. Les sugiero seguirme para que puedan estar pendiente a las actualizaciones
total 1 replies
Barbara Nuñez
cuando estará el 2 libro ? pucha espero no perder el hilo realmente no soy mucho de enganchar en alguna historia y está me gustó
Ashly Rijo: Ya esta publicado, mañana empezare a lanzar los capitulos.
total 1 replies
Ana Karina Vargas Flores
Excelente
Maria Cinta Gandia
podrías por favor decir el nombre del 2 libro
Ashly Rijo: Sera el mismo. Titulo, pero aun no lo publico. Si quieres puedes seguirme para mantenerte informada para cuando lo publique.
total 1 replies
Rita García
achingau aquí como que no entendí muy bien
Ashly Rijo: Es un recuerdo de James de hace dos años
total 1 replies
Rita García
muchas gracias autora está increíble me fascina no quisiera dejar de leer
Rita García
si la mato yo pensé que era la hija la que lo Hiba haser
Rita García
achingau pero como está esto aquí si que me quedé de asis el muchacho que matoera hermano de Adeline o que era de eya
Rita García
que como fue eso mira esto si que está grueso con esa mujer
Carmen Vega
Normal
Rita García
no sé porque avemos personas que no sabemos expresar lo que sentimos
Rita García
bueno por fin niña o joven
Rita García
achingau mira a esta niña así la Ade tratar su madre
Rita García
no la creyó presa fasil
Rita García
no ouedeser que le hicieron quien fue apoco si fue vella
Rita García
uf hasta que porfin
Rita García
jajajaja ya no quiere esperar más
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