El Omega Del Dragón.

Vania jamás imaginó que de un momento a otro acabaría siendo echada del castillo y todo por culpa de aquel omega. Rina la acompaña hasta el carruaje, escuchando sus quejas por echarla injustamente.

— el amo ya sabía la clase de mujer que eras y tú le acabas de dar la excusa perfecta para que te echará.— le comenta Rina.

— eso es mentira, el amo cree que soy la mala, pero ese omega solo ha fingido, yo no le hice daño.— se queja.

—¿y crees que el amo no lo sabe?—

—¿que?, e...eso...—

— te lo dije, tus actitudes de dueña y ama del castillo lo tenían fastidiado, lo que paso con el chico omega, solo ha usado para sacarte del castillo. Vania, el amo no quiere, nunca te ha querido y espero que lejos de este lugar, puedas entender eso para que puedas seguir con tu vida.— Rina cierra la puerta del carruaje.

Antes de que Vania diga algo más o intente salir del carruaje, Rina le da la orden al cochero de ponerse en marcha. Desde la ventana de una oficina, Frederick observa aquel carruaje marcharse, finalmente esa chica se ha ido, y es que desde hace un tiempo planeaba enviarla lejos, pues había recibido quejas de las doncellas y sirvientes, sobre su abuso de poder y su altanería al creerse la señora del castillo, así que, lo que hizo Beryl le ha servido muy bien como excusa, incluso no puede evitar sonreír al recordar la actuación dramática de ese omega.

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Beryl por su parte, finalmente logro acercarse a los caballeros para pedir su ayudo, explicó que no sabe sobre el mana porque en su familia no permitían que el estudiará y eso lo llevó a ser un omega débil y enfermizo, por eso, ahora que sus días en el castillo serán pocos, desea aprender un poco de defensa personal.

— ustedes saben que un omega solitario fuera de estos muros, es un omega propenso a ser atacado.— pone la expresión más lastimera posible.

Los caballeros se miran entre si, no pueden evitar sentir un poco de pena por ese omega.

— sean la diferencia, tendrán el orgullo de decir, yo enseñe a ese omega a defenderse. Y ahora, es un omega de bien y exitoso.— dramatiza.

— no veo porque no podríamos ayudarlo...— agrega uno de los caballeros.

— cierto, además tenemos tiempo.— responde otro.

— creo que estaría bien que supiera defenderse.— le sigue otro.

Los caballeros presentes que escucharon a Beryl, sienten que este tiene razón, y es que han visto en primera fila como los omegas han sido tratados mal por otros, e incluso han presenciado el intento de abuso, por suerte, ellos han defendido a los omegas en peligro y han visto cuan mal se ponen cuando son atacados, así que ese amable y pequeño omega, merece aprender a defenderse.

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Para los siguientes días, los caballeros ya se habían encariñado con Beryl y le enseñaban todo lo que fuera posible, incluso vieron que es un chico bastante habilidoso, aprende rápido, ya que en menos de una semana, logró tener buenas posturas en el esgrima y además, les enseño que ya esta aprendiendo a controlar su mana, creando hechizos, que aunque estos no dañan mucho, ya es un gran avance para él, ya que era la primera vez que intentaba hacer magia.

Frederick fue informado de esto por Rina, incluso vigila de lejos los movimientos de ese omega y pareciera que se ha convertido en la mascota de los caballeros, porque hasta dulces le llevan cuando termina de entrenar. A ese paso, parece que para Beryl no le sería difícil sobrevivir fuera del castillo, ya que sabe como ganarse la confianza de un grupo de alfas y betas, suponiendo que ninguno de ellos tenga malas intenciones contra el omega.

— pequeño, te traje fresas, mi madre las cultiva en su jardín.— el caballero le entrega una pequeña bolsa con fresas.

— ¡oh! Se ven jugosas.— prueba una.— que delicia, dígale a su mamá, que sus fresas son las mejores.— levanta el pulgar.

Y ahí estaba, como un pequeño hamster devorando las fresas, a los caballeros les da ternura verlo así, ya que era mucho más pequeño que ellos, incluso se puede decir que es más enano que una mujer promedio.

— pequeñín, ¿como van tus practicas de magia?— pregunta curioso otro caballero.

— mmm...más o menos. — deja las fresas y se pone de pie. Recita un conjuro que hace brillar un sello sobre su mano y de esta sale una flama de color rosa. Lo que Beryl no entiende, ¿por qué rosa? — ven, sigue saliendo de ese color.

Otro de los caballeros le dice que debe aprovechar, ya que si se ve de ese color, su enemigo podría creer que esa flama no hace daño, pero cuando la use en su contra, probablemente se lleve una sorpresa y le cause mucho daño a su enemigo. Beryl se queda pensando al escuchar aquello y sonríe.

— cierto, no había pensado en eso, creerán que soy débil, pero en realidad seré un arma letal que los mata cinco veces antes de que caigan al suelo.— ríe.

Los caballeros lo alientan ante sus palabras. Frederick que no estaba muy lejos del lugar, pudo escuchar todo y deja escapar un pesado suspiro, a ese paso, solo le elevan más el ego a ese omega.

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Más tarde, Frederick mando llamar a Beryl, ya ha pasado más de una semana y aún no se decide, no es que quiera correrlo, pero, dentro de unos días, saldrá junto con Rina a un pueblo cercano, donde podría dejarlo si planea irse del castillo. Cuando Beryl entro a la oficina se sentó ante el dragón y le miro fijamente.

— no me voy a ir, pero tampoco voy a trabajar para ti.— asegura.

— si no trabajas, no comes y tendrás que dormir afuera.— responde.

— no, lo he pensado bien y, tu me secuestraste, soy tu prisionero, así que mientras nadie venga a mi rescaté, estoy obligado a quedarme, pero sin trabajar y como prisionero, debes mantenerme vivo.— asegura.

Frederick solo lo observa, su mirada era de incredulidad y confusión, ¿en verdad el omega estaba diciendo semejante idiotez? Bueno, la mirada del pelirosa lo decía todo, y si, parecía estar hablando en serio. Frederick azota las manos en su escritorio.

— si te quedas trabajas, si no trabajas, te vas.— habla con autoridad.

— no, si me echas del castillo y me pasa algo, estará en tu conciencia, me volveré un fantasma y te atormentare todas las noches.— responde con seriedad.

Frederick se lleva la mano a la frente y deja escapar un pesado suspiro.

— esto debe de ser broma. Escucha bien omega, a mi no me importa lo que te pase fuera de mi castillo, si no quieres trabajar, te vas.— ya se estaba enojando.

— no, soy un prisionero, y hasta que no me rescaten, no me voy.— vuelve a decir.

— bien...—

Minutos después, las rejas se cierran dejando al omega tras estas, enseguida se agarra de las barras de la celda y comienza a sacudirlas.

— esto es inhumano, no pueden tratarme así, esta sucio y hay ratas. Merezco ser tratado como humano y no como un animal.— grita.

— eres un prisionero, los prisioneros se quedan en sus celdas y solo comen avena una vez al día.— le responde Frederick.

—¿que?, eso va en contra de mis derechos de prisionero, merezco comer tres veces al día y beber agua, y vino, y merezco mi baño.— señala el inodoro del rincón.— no haré mis necesidades en esa cosa, todos verán mis cositas.— sacude la reja.

Frederick solo se va alejando, mientras escucha los reclamos del omega.

— quiero a mi abogado, demandare por mis derechos...—

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