Laura, una mujer de 30 años, lucha contra una enfermedad terminal. Su mayor preocupación es el futuro de su hermana menor, Alma, de 15 años, y su pequeña hija, Sofía. Laura decide que su esposo, Máximo, debe hacerse cargo de Alma y Sofía para garantizar su bienestar. En sus últimos días, le pide a Máximo que se case con Alma cuando ella cumpla la mayoría de edad y que adopte legalmente a Sofía para cuidarla como si fuera su propia hija.
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capítulo 7 Marcando el Territorio
Una soleada tarde de sábado, Máximo decidió llevar a Alma y a Sofía a dar un paseo por el parque. Era una manera de salir de la rutina y disfrutar del aire fresco mientras se mantenían ocupados, alejando por un rato las preocupaciones diarias. El parque estaba lleno de vida, con niños jugando, parejas caminando de la mano y el sonido de risas llenando el aire. Sofía, con su energía inagotable, corría de un lado a otro, recogiendo flores y persiguiendo mariposas, mientras Alma la vigilaba con una sonrisa.
Mientras caminaban por el parque, Máximo notó que un grupo de personas se acercaba hacia ellos. Reconoció a Victoria, una antigua conocida, y a su hermano, quien era compañero de clases de Alma. Había notado cierta familiaridad entre ellos en el pasado, lo cual no le agradaba del todo, pues sentía una necesidad protectora hacia su hermana.
Victoria, con su habitual confianza, se acercó a Máximo con una sonrisa deslumbrante. Su presencia siempre parecía llamar la atención, y hoy no era la excepción.
—¡Hola, Máximo! Qué sorpresa encontrarte aquí —dijo, su tono ligeramente coqueto y sus ojos brillando con interés.
Máximo le devolvió la sonrisa, pero mantuvo cierta distancia. No quería que Victoria malinterpretara la situación ni provocar incomodidad en Alma.
—Hola, Victoria. ¿Cómo estás? —respondió, tratando de mantener el tono amigable pero neutral. Sabía que debía ser claro para evitar cualquier malentendido.
Victoria lanzó una mirada rápida a Alma y Sofía antes de volver a enfocarse en Máximo. Parecía evaluar la situación, intentando entender la dinámica familiar.
—Estoy muy bien, gracias. ¿Y tú? ¿Qué haces por aquí? —preguntó, jugueteando con un mechón de su cabello, un gesto que Máximo reconoció como coqueto.
Máximo se sintió incómodo ante la atención de Victoria y decidió ser directo para despejar cualquier duda.
—Estoy aquí con Alma y Sofía. Es un día para disfrutar en familia —respondió, enfatizando la palabra "familia" para dejar claro su posición y evitar interpretaciones erróneas.
Victoria pareció entender el mensaje implícito en las palabras de Máximo y cambió su atención hacia Alma, quien había estado observando la interacción con atención.
—¡Hola, Alma! Hace mucho que no nos vemos. ¿Cómo has estado? —dijo Victoria, intentando suavizar la conversación y redirigir su enfoque.
Alma, que había estado observando la interacción con atención, respondió con cortesía, aunque con una ligera reserva.
—Hola, Victoria. Estoy bien, gracias. ¿Y tú? —su tono era educado, pero sin mostrar demasiado entusiasmo.
Mientras tanto, el hermano de Victoria, notando la tensión en el aire, decidió intervenir para aligerar el ambiente.
—Hola, Alma. ¿Cómo va todo? —preguntó, tratando de aliviar la situación y mostrando un interés genuino en la conversación.
Máximo se dio cuenta de que el hermano de Victoria y Alma tenían una conversación más relajada, lo cual lo reconfortó un poco. Sabía que Alma podía manejarse bien en estas situaciones, pero su instinto protector estaba siempre alerta.
—Hola, ¿cómo estás? —respondió Alma, sonriendo ligeramente, agradecida por el cambio de tema.
Máximo se mantuvo cerca de Alma y Sofía, marcando su territorio de manera sutil pero clara. No quería que hubiera malentendidos sobre su relación con Alma y su papel como figura paterna de Sofía. Su presencia cercana era una señal silenciosa de su compromiso y su rol protector.
A medida que la conversación continuaba, Máximo se relajó un poco, confiado en que había dejado claro su compromiso con Alma y su familia. Sin embargo, permaneció alerta, listo para proteger lo que consideraba suyo, no solo físicamente, sino también emocionalmente. Entendía que la familia era su prioridad y haría todo lo necesario para mantenerla unida y a salvo.
Con el paso del tiempo, la charla se tornó más amena y menos tensa. Victoria, dándose cuenta de la dinámica familiar, optó por mantener una actitud más reservada. Máximo, Alma y Sofía disfrutaron del resto de su paseo por el parque, fortalecidos por la reafirmación de sus lazos familiares y el entendimiento tácito de que, pase lo que pase, siempre se tendrían los unos a los otros.