Maktub, estaba escrito. Se define como lo que está destinado a ser sucede, esta es la historia de Emir el hijo mayor de Mahtob, y de Kala una mujer musulmana Chií, hija de un líder Iraki que vive en Kerbala una de las ciudades sagradas. Al cruzarse sus caminos, todo cambia. Luchar para poder vivir su amor no será fácil. Al mismo tiempo su hija Zeynep será objetivo de los pecados de su padre, la verdad tarde o temprano siempre nos lleva al mismo lugar. Por más que la ocultemos es como el agua, siempre busca su cause. Nuestra querida Mahtob y Pedro, estarán listos para enfrentar todo lo que viene para ellos. La vida está en constante cambio. Maktub
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Tenga Piedad
Capítulo 7
El llamado del Muecín se escuchaba en cada rincón de Kerbala, era el momento de actuar. Sabía que hasta Zoraide estaría en oración.
—Amal, ¿Segura que no vienes con nosotras?.—preguntó una vez más Kala
—No, no puedo dejar a nuestro padre. Sigo pensando que todo esto es una locura. Pero sé que lo lograrán, también quiero quedarme para evitar que mi padre llegue hasta a ustedes.—respondió Amal
—Te quiero mucho Amal, que Allah siempre te cuide y te proteja.—se despedía Kala con un fuerte abrazo
—Nayla, tengo fe en que Allah y el médico te devolverán la luz. Cuídense mucho. Espero algún día volver a verlas.—se despedía Amal de su pequeña hermana
Amal era la mayor pero solo tenía veintidós años, seguía Kala con veinte y Nayla con catorce. Lo que no sabían es que su padre ya estaba planeando su casamiento, ya no quería hacerse cargo de ellas.
Kala entró a buscar sus documentos, como pudo forzó el cajón del escritorio y buscó. Si ahí los tenía, aunque no tenían el permiso de Ahmed. Rogaba para que no las detuviera ningún retén
Salieron de prisa, ya estaba Abdalá esperándolas. Él casi a diario viajaba a Bagdad para comprar mercancía, esperaba que eso las ayudara a pasar los retenes sin problemas. Kala subió a Nayla y sin mirar atrás subió al vehículo de su vecino. Durante el camino, Abdalá les advertía todos los peligros latentes para ellas como mujeres. Frente a ellos había un retén, un escalofrío invadió a Kala. Pero de inmediato reconocieron a Abdalá y lo dejaron continuar.
—Por el profeta pensé que nos detendrían.—expresaba Kala y a su vez exhalaba
—Tranquila muchacha, es que ya me conocen.—respondió Abdalá
Dos horas más tarde llegaron a Bagdad y Abdalá las llevó directamente hasta la clínica que decía el folleto. Había mucha gente esperando, él se bajó para acompañarlas y sobre todo hablar por ellas.
—Salam Aleikum, queremos ver al doctor Emir Rashid.—dijo Abdala, Ibrahim le había sugerido a Emir, usar su apellido árabe para generar confianza
—Aleikum Salam, si me da el nombre del paciente lo buscaré en la lista.—respondió Ibrahim
—No nos anotamos en ninguna lista, yo solo encontré este folleto.—le explicaba Abdalá, los nervios se apoderaban de Kala
—Si no se registraron, no podrán ver al médico. La convocatoria duró meses en registro, inténtelo para la próxima vez que regrese.—respondió Ibrahim
—No por favor, debe dejarnos que el médico revise a mi hermana. Dejamos todo para poder venir a que él la revisara.—intervino Kala
—Se prudente, aquí hay hombres del gobierno y militares. Si te ven hablando conmigo pueden meterte presa.—le advertía Ibrahim
—No podemos volver a casa, para esta hora mi padre ya debió darse cuenta que huimos, se lo suplico convenza al médico de que vea a mi hermana.—insistía Kala, su hermana comenzó a llorar por el miedo que sentía.
—Lo siento en verdad no puedo ayudarlas, hay mucha gente que se inscribieron para esta oportunidad, no podemos solo quitarle el lugar a alguien. Así que les voy a pedir que se marchen y vuelvan para la siguiente ocasión.—dijo una vez más Ibrahim
—¿Cuanto dinero quiere? para que permita que el doctor revise a esta pequeña.—preguntaba furioso Abdalá
—Soy una persona íntegra, no tengo precio y es por eso que no van a poder ver al médico. Así que les pido amablemente que se vayan.—respondió Ibrahim indignado,Tono escuchó la discusión.
—Emir, creo que hay problemas afuera.—lo ponía sobre aviso
—Te encargo al señor, deja ver qué sucede.—dijo Emir y salió a verificar que no fuera algo que los pusiera en peligro
Kala lloraba, al igual Nayla mientras se abrazaba de ella. Abdalá estaba furioso por la negativa, sobre todo por saber que estaban arriesgado su vida ambas para buscar esa oportunidad .
—¿Qué sucede?.—preguntó Emir
—Doctor Rashid, no están registrados y quieren que revises a la hermana. Me ofrecieron dinero a cambio de, pero si lo permitimos los demás que no se han escrito también exigirán verte.—respondió Ibrahim
Antes de que Emir pudiera analizar la petición, Por tanta desesperación Kala se arrojó a sus pies para suplicarle que revisara a su hermana
—Se lo suplico, tenga piedad, revise a mi hermana. Arriesgamos todo para venir hasta usted, si volvemos a casa nuestra muerte será en vano.—suplicaba Kala
—No hagas eso, nunca. Ponte de pie.—el la ayudó a levantarse—La examinaré de una vez, tranquilas. Acompáñenme.—dijo Emir
—Pero doctor.—dijo Ibrahim
—No hay problema, haré una única excepción.—respondió Emir y las llevó adentro, Kala estaba maravillada con el doctor, se podía observar una gran calidad humana. Ningún hombre la había tratado con cordialidad
Emir sentó a Nayla en una silla, y comenzó a elaborar el expediente.
—¿Su nombre?.—preguntó
—Nayla Mubarak—respondió Kala, también le dio todos los datos que sabía
—¿Qué le produjo la ceguera?.—preguntó
—Fue durante la Ashura, iba de la mano de mi madre entre la multitud y un suicida se hizo explotar junto a ellas, un ataque terrorista. Mi madre murió ahí, pero ella quedo a unos centímetros del cuerpo de mi madre. El médico que la revisó, dijo que no volvería a ver nunca, porque tenía daño neurológico por el golpe.—respondió Kala
—Esta equivocado, lo que tiene la pequeña es desprendimiento en partes de su ojo, eso debido a la energía expansiva del explosivo, a pesar del tiempo que ha pasado la estructura no se ve dañada, tampoco hay rastros de haber sufrido quemadura en su retina, y tampoco se ha presentado el síndrome del ojo seco. Debo hacer un estudio más. Si todo está bien dentro de sus ojos, puedo hacer la cirugía primero de uno de ellos y después el otro. No quiero comprometerme con ustedes, de que va a volver a ver, pero yo espero que así sea.—les dijo Emir
Kala y Nayla sentía una esperanza, pero tenían que quedarse. Además no tenían a dónde ir, Tono le hizo el estudio de imagen y de laboratorio, más tarde les informaron que era candidata para la cirugía. Ellas estaban felices, pero Abdalá tenía que volver a Kerbala no podía quedarse.
—Shukran, tenga su pago que prometí.—dijo Kala mientras le entregaba un par de aretes muy finos
—No, no puedo aceptarlo. Tu madre ayudó a mis hijos a llegar a este mundo. Es justo que ahora ayude a sus hijas en lo que pueda, necesitarán donde hospedarse. No tengo mucho dinero pero tengan, no sabemos si se les va a cobrar algo de la cirugía y de todos los estudios que le hicieron.—respondió Abdala mientras le ofrecía dinero
—No, no podemos aceptarlo, iremos a buscar donde vender las joyas y donde hospedarnos. Nunca olvidaré lo que hizo por nosotras.—se despedía Kala
—Que Allah las proteja vendré a preguntar por Nayla y espero encontrarlas aquí. La paz esté con ustedes.—dijo Abdalá y se fue de regreso
Kala y su hermana fueron a buscar donde vender sus joyas, pero como eran mujeres el encargado se negó a comprarlas hasta que no llevaran a su tutor. También les advirtió que tuvieran cuidado con los delincuentes y que no se arriesgaran a andar solas en la calle. Llegó la noche y caminaron devuelta a la clínica aunque se veía cerrada, sin dinero no podían pagar el hospedaje. Además no conocían la ciudad, así que decidieron pasar la noche ahí.
—Mañana será tu primera cirugía, dormiremos aquí afuera. Prometo mañana conseguir comida, mientras te hacen la cirugía iré a buscar quien compre nuestras joyas.—le decía Kala
Ambas se sentaron en el piso, Kala abrazó a Nayla para que pudiera dormir, ella estaba alerta. De pronto de la clínica salió Tono y Emir.
—¿Qué hacen aquí?.—preguntó Emir
—Salam Aleikum doctor, no me quisieron comprar mis joyas, así que no podemos alquilar un cuarto. Y tal vez no podamos porque no venimos en compañía de nuestro tutor.—respondió Kala, Emir pensó en sus hermanas. Si algún día pasaban por algo similar, le gustaría que recibieran la ayuda necesaria
—Vengan, en la casa que nos estamos hospedando pueden usar uno de los cuartos.—dijo Emir
—Te has vuelto loco, tu abuelo dijo que te mantuvieras lejos de las mujeres de aquí, esto huele a problemas.—le decía Tono
—Si se quedan aquí, pueden terminar secuestradas por degenerados, aquí hay mucha violencia sexual o imagínate que las vendan. Además no está su tutor con ellas.—le explicaba Emir
Kala aceptó su ayuda, algo le decía que confiara en el. Además tenía fe en que él le devolvería la vista a su hermana. Se fueron con ellos, más tarde Emir les mostró la habitación y les ofreció algo de cenar, aún había tiempo para que Nayla probara alimento. Le quitó el burka a su hermana, ella no se lo quitó comería más tarde. Kala no dejaba de observar a Emir, era misterioso, pero también era un caballero. Algo en él le inspiraba seguridad.
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